miércoles, 18 de enero de 2017

Lecturas y primer contacto con TJ de trigo ahogado

Debate sobre traducción del nombre del dios hebreo

Hace poco tuve un debate en la página de un apologista de los Testigos de Jehová a raíz de un tema publicado en la siguiente dirección:

http://trigoahogado.blogspot.com.ar/2009/03/la-identidad-de-jesus.html  

Trataba sobre la identidad de Jesús, y a raíz de ciertas afirmaciones hechas en el artículo, no me aguanté, y cuestioné la afirmación que hacía el escritor sobre el uso del nombre divino inefable durante el primer siglo. Me introduje diciendo:

Muy interesantes los aportes y debates. Tendría mucho que decir, pero, por falta de lugar, voy a concentrarme en solo dos cosas:

En el artículo se afirma: 

“…era lógico que utilizara ese nombre con total libertad, además el uso del nombre Divino no se vio afectado en Palestina, hasta muy entrado el siglo IV.”

Si vamos a basarnos en lo que algunos suponen “era lógico” a partir de las creencias actuales sobre la base de interpretaciones de otros textos antiguos que en sí mismos no prueban absolutamente nada, y hacer afirmaciones como la referida sobre ‘la afectación del nombre divino’ sin explicar de qué se trata, expone tal criterio a una sospechosa parcialidad.

En consonancia con el tema y lo expresado, el artículo afirma:

“La confusión llegó cuando posteriormente se cambió la traducción del nombre por Kyrios o Theos”.

¿Podrían brindar la evidencia concreta donde muestra que existió una traducción del tetragrámaton en el NT?

La respuesta se tardó y cuando aparece figura del 26/10/2016 pero en la web se encuentra recién el 30/10 de la pregunta hecha el 18/10.

Luis Ernesto Romera26 de octubre de 2016, 23:39
Las pruebas principales se basan en el hecho de que Mateo, por ejemplo escribió su evangelio en hebreo, donde en todos los manuscritos, siempre aparece el tetragramatón. Y cuando los demás evangelistas o en las cartas apostólicas, copian citas de las escrituras hebreas lo hacían de la versión septuaginta (antiguo testamento en griego) que tenían disponible en esos momentos. Restos encontrados en la cueva de los Horrores en el desierto de Judea, muestra escritos basados en la septuaginta del siglo I y aparece el tetragramatón. En el papiro Ruad 266 del Deuteronomio, posiblemente utilizado por los cristianos, pues fue de pocos años antes de Cristo.
Sin embargo, en los manuscritos de la Septuaginta posteriores, como los del siglo IV, habían sustituido el tetagramatón por Kyrios,theos o Adonai.

Mi respuesta el 30/10/2016

edgardo winczur30 de octubre de 2016, 15:11
Señor Romera, agradezco su respuesta. No es mi deseo importunarle, pero mi pregunta se relaciona de modo exclusivo al NT, no a la LXX. Ud. afirma que las “principales evidencias” “donde muestra que existió una traducción del tetragrámaton en el NT” (respondiendo a mi planteo) es el mismo tetragrámaton, con lo cual tiene que admitir que no existió traducción alguna.

Ante mi pregunta sobre el NT Ud. menciona el evangelio de Mateo. ¿Cuáles son las pruebas que en el evangelio de Mateo escrito en hebreo “en todos los manuscritos, siempre aparece el tetragrámaton”?

Es la primera vez que escucho eso. Sería excelente pudiera brindar esa evidencia textual tan importante, en la cual la nueva religión escindida de la judía seguía usando el tetragrámaton.

Por otra parte Ud. da a entender que la nueva religión también siguió usando el nombre divino como un fetiche (figura numinosa) en medio de la lengua griega en sus nuevos escritos testimoniales.

Por lo tanto, aclarado que no existió traducción ni transliteración alguna del nombre divino judío (aspecto que no desea reconocer francamente), ya que insiste en la continuación de su uso de modo figurativo por parte de los cristianos, el comentario de la sustitución del tetragámaton de la LXX aquí no tiene relevancia alguna. La pregunta y el motivo de mi intervención se relacionan exclusivamente con los escritos del NT, no del AT. Estamos hablando de los revolucionarios cristianos y sus escritos religiosos (los otros tres evangelios, el libro de los Hechos, las cartas apostólicas y el Apocalipsis) no de los judíos tradicionales y sus escritos religiosos. Estamos hablando del ‘nuevo pacto’ y no del ‘viejo pacto’.

¿Cuál es la evidencia que en el siglo IV se quitó el tetragrámaton del NT?
Por eso, si Ud. posee esa evidencia, por favor publíquela para que nos enteremos de ello.

Su respuesta fue:

Luis Ernesto Romera1 de noviembre de 2016, 13:40
Es verdad que no se han encotrado por el momento manuscritos del nuevo testamento que contengan el tetragramatón, pues salvo algunos trozos, queda poco de los mas antiguos, tan solo algunos fragmentos. Pero si hay muchos restos de la septuginta en griego que si lo continene, e hicieron muchas citas de estos. Incluso Orígenes, del siglo III al realizar la Hexapla, que era una versión multilingue del antiguo testamento, utilizó la versión griega de Aquila, que contiene el tetragramatón. Es más, en uno de sus escritos, afirmó que en manuscritos antiguos el nombre aparecía en carácteres hebreos arcaícos. Posiblemente los primeros maestros o padres de la iglesia conocieron ese nombre, pero al ir traduciendose y copiandose las cartas, evangelios y otros libros cristianos de los primeros siglos, con el tiempo se actualizó la traducción.
Hay pruebas que todas las traducciones de la Septuaginta por encima del siglo IV ya no lo contienen, por tanto es normal que los escritos que las citaran tampoco lo utilizaran. Y pasó al latin sin trasliterarse, simplemente cambiado por señor, Dios, etc. Un historiador cristiano autor de la primera traducción al latin de toda la Biblia, dijo en una carta en el año 384: El nombre de Dios es tetragrammo, que los hebreos tuvieron por a•nek•fṓ•nē•ton, esto es, ‘inefable’, y se escribe con estas tres letras: iod, he, uau, he. Algunos no lo han entendido por la semejanza de estas letras y, al hallarlo en los códices griegos, escribieron de ordinario πι πι. Por tanto, para ese tiempo ya se había perdido su pronunciación casi. Por dos causas, los judiós de la diáspora se negaron a que gentiles proniunciaran en vano el nombre y los cristianos renegando del judaísmo rechazaron colocar términos hebreos en la Biblia.
Afirmar que ese nombre apareciera en evangelios o cartas apostólicas es por supuesto una hipótesis, pero me niego a creer que los primeros cristianos, siendo judíos, como Mateo, Pedro o Pablo cambiaran citas como las siguientes: Mateo 4:4,7, en este caso Jesús cita de Deuteronomio 8:3; 6:16: y 6:13. Lo mismo podemos decir del discurso de Pedro en Hechos 3:22 donde directamente lee de Deuteronomio 18:15. Curiosamente en el papiro Ruad que contiene el Deuteronomio, fechado a finales de siglo I, como muy tarde inicios del II, aparecen esos textos y por supuesto el Tetragramatón en ellos. Eso está atestiguado y a disposición del público.
Luis Ernesto Romera1 de noviembre de 2016, 13:43
Otro detalle de por qué no aparecen apenas copias del nuevo testamento con el nombre, es sencillamente debido a las persecuciones, cuando se quemaron y destruyeron numerosos manuscritos. Y otro porque fueron manipulados por causa de los judíos. Sino, note el siguiente comentario que realiza un líder judío en una obra religiosa lalmada La Tosefta, en el apartado Sabat, donde da instrucciones sobre lo que se debe hacer con los libros de los cristianos judíos en el día sábado dice: Los guil•yoh•ním y los libros de los sectarios no deben salvarse de las llamas. Dijo el rabí Iosí: En día de trabajo se recortan los nombres de Dios que contengan y se sepultan, quemándose el resto. —Dijo el rabí Tarfón: Que entierre a mi hijo si caen en mis manos y no los quemo junto con los nombres de Dios que contengan”. Y en otro pasaje se dice así: “No salvamos de las llamas en sábado los Evangelios ni los libros de los minim. Antes bien, se queman en su lugar, con los Tetragramas que contienen. Según los expertos, el término "minim" hacía referencia a los ebionitas o cristianos judaízantes, que utilizaban el evangelio de Mateo en hebreo.
Curiosamente se ha encontrado una copia en hebreo de un evangelio de Mateo del siglo XV copiado por el médico judío Shem-Tob ben Isaac, quien según algunos indicios lo recopiló de un antiguo códice del siglo III. curiosamente en ese evanglio no utiliza el Tetragramatón, pero si el término "hasch•Schém" en todas las citas que el evangelio hace del antiguo testamento donde aparecía el nombre de Dios. El término hasch•Schém significa básicamente "El nombre", distinguiendolo claramente de otros titulos como Señor o Dios.
Siento haberme extendido tanto, pero como usted pedía evidencia, debía darla. Algunas fuentes de esta investigación se encuentran en: -(Cartas de San Jerónimo, Carta 25 a Marcela.) Biblioteca del Vaticano -New Testament Studies, volumen 43, número 1, enero de 1997, páginas 58-71 Profesor George Howard -¿Quién era judío? de Lawrence H. Schiffman
-Société Royale de Papyrologie del Cairo -The Anchor bible dictionary

Mi contestación a sus afirmaciones el 2/11 fue:

edgardo winczur2 de noviembre de 2016, 16:59
¿Las persecuciones hicieron desaparecer el tetragrama? ¿Quemaron todos los originales y tuvieron que escribirlos de vuelta, y lo hicieron sin escribirlo nuevamente? Bueno, al menos debo admitir que quienes piensan así tienen una gran imaginación.

Si aun lo que aparecía según lo que usted cree era solo el tetragrama, eso prueba el tratamiento místico del mismo. Hasta ahora las pruebas que ha presentado son las que todos conocemos, y demuestra lo que mi observación a su artículo hace. No existe ninguna evidencia testimonial cristiana, cuyos libros fueron casi todos escritos en griego, donde dijera fuera de toda duda cómo se pronunciaba el nombre del Padre de Jesucristo, si de alguna manera debían hacer una clara distinción entre uno y otro. No existió transliteración. Pedro, Pablo, Juan, siendo judíos como Ud. dice, se afirma escribieron en griego sus testimonios. ¿Manipularon luego sus escritos o ya venían siendo manipulados? Si vamos a dudar, dudemos de todos. Si Mateo realmente usó “ha shem” en vez de las cuatro letras místicas demuestra su negación a pronunciarlo aún si lo supiera.

Solo nos quedan las evidencias en la LXX, sin embargo, eso, en vez de apoyar su creencia, refuerza aún más la diferencia con el NT. Durante los primeros siglos diferentes cristianos aventuraron una posible pronunciación del tetragrámaton (Clemente iaoue, Orígenes iae y iao, Ireneo Iaot, heréticos valentinianos iao, Epifanio iabe, Teodoreto iabe, aia, iaua y iao), lo que demuestra que no lo sabían, y su interés por develar el misterio resultó infructuoso. El intento por develar la pronunciación ya venía de antes del primer siglo, ejemplo que lo vemos con Diodoro de Sicilia, quien atestigua iao. Solamente veían en algunos manuscritos esas cuatro letras que los judíos pronunciaban “adonai” al llegar a ellas y nada más. Y en algunos de esos manuscritos griegos de la LXX aparecía en letras de estilo fenicio y no el cuadrático judío.

Encima, cuando se referían a la divinidad nunca en los manuscritos cristianos más antiguos usaban todas las letras, escribiendo solo dos letras y una raya arriba para Señor, Dios, Jesús y Jesucristo. En el Egerton, por ejemplo, para Jesús aparece la iota y la eta griegas IH (ie) y en el Bodmer IC (is). Hasta con ese nombre ocultaban la pronunciación.

Una cosa es creer que fue de esta o tal manera y otra muy distinta es tener evidencia de ello. Que Ud. se niegue a creer algo distinto de lo que cree es una cuestión personal que respeto, pero también es posible que lo por Ud. creído no sea la verdad, y lo que otra persona crea al respecto pueda serlo. Sencillamente no lo sabemos.

edgardo winczur2 de noviembre de 2016, 17:02 sigue:
De lo único que estamos seguros es que los escritos de las corrientes religiosas cristianas que permanecieron y llegaron hasta nuestros días nunca le dieron una posición de preeminencia a su figura y mucho menos a su pronunciación. No tenemos ni idea de cómo lo pronunciaron los apóstoles y sus discípulos luego a lo largo del imperio romano en la medida que avanzaban en su proselitismo. Ello permite suponer que no pronunciaban el tetragrama. Es una suposición, por cierto, pero cualquiera con buen criterio puede pensar que si lo hubieran hecho, de alguna manera lo hubiéramos sabido. 

Más bien notamos en los escritos cristianos que la preminencia en diversos pasajes que antes se atribuía a Ihuh ahora pasaba a Ihosu, y los mismos atributos que antes ostentaba Ihuh ahora se aplicaban a Jesucristo. Eso ha llevado que muchos cristianos discutieran desde el principio y por siglos sobre la naturaleza de Jesucristo. Nada de ello hubiera ocurrido si el tema del nombre hubiera estado resuelto con los apóstoles. Más que manipulación, los evangelios y cartas apostólicas parecen una adecuación de teologías griegas al decadente sistema religioso judío totalmente frustrado por la fallida esperanza mesiánica.

Por supuesto, es mi opinión, y no me interesa debatir estos temas, pues cada quien tiene derecho a creer lo que quiera, pero tenemos que separar por un lado las creencias partidistas de las evidencias disponibles que pueden ayudarnos a entender el complejo trasfondo religioso de aquella época. Y todas las evidencias disponibles solo muestran que no existió transliteración, con lo cual nadie de los nuevos discípulos pudo pronunciar el nombre divino en su lengua, y los cristianos cultos que se acercaron buscaron de diferentes maneras poder resolver ese problema, el cual ha quedado irresuelto.

¿Cómo actuó el señor Romera? Me responde, pero al final no me deja opción. Veamos:

Luis Ernesto Romera3 de noviembre de 2016, 0:32
Vamos a ver, el que en la septuaginta se utilizara el tetragramatón en vez de la trasliteración de su pronunciación, no era porque quería borrar el nombre de Dios o no se utilizara. Sabemos que esta traducción del antiguo testamento la realizaron judíos de la diáspora, los cuales querían preservar el nombre de Dios de que gentiles "lo pronunciaran en vano", pero cualquier hebreo que leyera en hebreo si sabía su pronunciación, todavía en el primer siglo. Por supuesto que cuando los judíos pasaron de nuevo a la diáspora en el siglo II, se llevaron consigo la pronunciación, la ocultaron y ¿Desapareció? Pregúntele a un judío en Israel a ver que le dice. Dicho esto, respeto su opinión sobre el tema, hay tanto argumentos para decir que los cristianos judíos del primer siglo no lo utilizaron, como para decir que si, pues no hay manuscritos completos de esa época (del NT).
Pero al menos en cuanto a si conocían o se encontraron en los escritos que utilizaron, (AT), el Tetragramaton, por supuesto que hay evidencias y pruebas de que estaba allí. Hay manuscritos de esa época que lo demuestra.

Saludos y agradezco su aportación y aportación en este interesante debate histórico.

No me quedó más alternativa que despedirme, pues me estaba echando educadamente. Entonces dije:

edgardo winczur3 de noviembre de 2016, 15:28
Fue todo un gusto.

"El viene del modo menos esperado.
Cuando la luz ilumine el sendero, síguelo; no importa adónde vaya."

Saludos

Análisis
Cabeza dura el Ernesto. ¿Le tengo que preguntar a un judío para saber si la pronunciación se perdió? No se da cuenta que es a un cristiano con una doctrina como la de él que no se le tendría que haber perdido, pero ellos siguen en sus trece con un nombre inventado siglos después, reconociendo que la pronunciación exacta se perdió. Y se perdió porque los escritores cristianos, los que escribieron el NT, o no lo sabían con seguridad, o no querían hacerlo para evitar confrontaciones con la religión judía, o porque, como dicen en sus mismos escritos, el nuevo nombre ahora es el logos, el Cristo, el Jesús resucitado, quedando el nombre Ihuh como el dios del viejo pacto, el odre viejo que solo sirve para vino añejo. El odre nuevo ahora se llama Jesucristo.  

Fin del debate.

Reflexión
Cuando reflexiono en la manera de proceder de Romera se puede ver la evasiva para reconocer que no existen evidencias que el NT contuviera el Tetragrámaton antes del IV siglo después de dar a entender en su artículo que el nombre se había traducido cuando se escribieron los libros del NT y luego fue quitado. El mismo reconoce que: 

“Es verdad que no se han encontrado por el momento manuscritos del nuevo testamento que contengan el tetragramatón”

Cuando dice “por el momento”, es porque está convencido que estaban, lo cree por fe sin evidencias, convencido a causa de la doctrina de los Testigos de Jehová que considera es “la verdad”.
En su alusión al evangelio de Mateo quedó claro que siquiera aparecía el tetragrama. Además, respecto a este evangelio, existen fuertes dudas que lo escribiera el propio Mateo.

Según la tradición de Papías, Mateo, uno de los Doce, fue el primer Evangelista y compuso su historia de Jesús en hebreo (arameo), que cada uno tradujo como pudo. Pero la crítica no acepta esta opinión por dos razones fundamentalmente: 

• Primera razón: porque el Evangelio de Mateo llegado hasta nuestros días no es una traducción del arameo, sino una obra compuesta originalmente en griego. Recuérdese que Mateo utiliza como base de su escrito a Mc y la “Fuente Q”, ambos en lengua griega. Por tanto, o bien ese “Mateo arameo” se ha perdido, o bien el “Mateo” que poseemos es otro evangelio. 

• No es posible tampoco que haya sido compuesto por uno de los Doce, pues éste tendría información de primera mano y no seguiría tan extensamente fuentes previas… y en griego. El autor de Mt es un escritor cristiano de segunda generación, puesto que utiliza textos escritos. Por tanto, parece quedar excluido que sea uno de los Doce, el publicano Mateo/Leví, cuya vocación se narra en Mt 9,9.  

Esta opinión pertenece a la crítica textual, la cual obviamente es despreciada por los creyentes por causa de sus propias pasiones religiosas. Pero es importante enfrentarlas con argumentos, no con creencias. Y lo de Romera son creencias.
Sin embargo, en el artículo en ningún momento dice algo como: “yo creo que…”, sino que es contundente:

“…era lógico que utilizara ese nombre con total libertad, además el uso del nombre de Divino no se vio afectado en Palestina, hasta muy entrado el siglo IV.”

¿Cómo es que hace una afirmación tajante sobre dos hechos, si luego reconoce que no hay evidencias que lo demuestren, y que más bien hubo persecuciones en contra de los escritos cristianos?
Pues era lógico desde su manera de creer, pero las evidencias demuestran que nunca un cristiano griego o romano pronunció el nombre judío, pues de otra manera habría sido escrito tal como escribieron el nombre “Jesucristo” y tal como tradujeron muchos otros nombres judíos. Es muy evidente que ese nombre inefable recibió un tratamiento muy distinto de parte de las distintas corrientes cristianas existentes durante el primer siglo. 

Recordemos que hubo al menos tres principales: la judeocristiana, la paulina y la gnóstica.

Mi entrada era para demostrar que la postura que señalaba en su artículo no estaba respaldada por evidencias, sino que solo era parte de una creencia discutible. Solo existen algunos académicos, como el citado Howard, que cree eso que dice,  aunque otros no lo aceptan. Mi punto de vista es en base a las evidencias tal como es expresada en Wikipedia.  Y precisamente eso es lo que me reconoce al final, cuando dice:

“…hay tanto argumentos para decir que los cristianos judíos del primer siglo no lo utilizaron, como para decir que si, pues no hay manuscritos completos de esa época (del NT).”

Argumentos que los utilizaron no tienen peso, argumentos que no lo usaron, sobran evidencias: la balanza se inclina del lado que no lo usaron. Pero, aún si eso es como dice, ¿por qué asegura que su argumento es el verdadero? Si el dios al que adoran estos creyentes realmente inspiró el NT, su nombre “santo”, el único del ser más excelso del universo como afirman, nunca debió desaparecer. Pero desapareció, lo que prueba que a ese dios no le importó “inspirar” a otro escritor para que su “santo nombre” reaparezca, dejando se perdiera su pronunciación. Hoy día nadie sabe cómo era pronunciado. Y encima afirma que durante los primeros siglos lo pronunciaban cuando solo estamos hablando de un fetiche numinoso en letras hebreas entre letras griegas. 

¿Debemos aceptar sus argumentos para apuntalar su hipótesis? 

No si los vemos muy flojos, contradictorios y sin evidencias que los respalden.

Sin embargo de manera contundente afirma:

“La confusión llegó cuando posteriormente se cambió la traducción del nombre por Kyrios o Theos”

¿La traducción del nombre? Pero si nunca lo tradujeron. Además, ¿por qué motivo se cambiaría si el nombre divino era usado por los cristianos? 

En su artículo hablaba de la traducción de Tetragrámaton hebreo, lo que motivó mi entrada, sin embargo luego tiene que reconocer que no hubo traducción (el tetragámaton nunca se tradujo, el mismo Howard acepta eso), siquiera transliteración, y que solo en la LXX aparece el tetragrámaton en letras arcaicas en medio de letras griegas. Y curiosamente dice lo siguiente sobre esa traducción del AT al griego:

Sabemos que esta traducción del antiguo testamento (LXX) la realizaron judíos de la diáspora, los cuales querían preservar el nombre de Dios de que gentiles "lo pronunciaran en vano", pero cualquier hebreo que leyera en hebreo si sabía su pronunciación, todavía en el primer siglo. Por supuesto que cuando los judíos pasaron de nuevo a la diáspora en el siglo II, se llevaron consigo la pronunciación, la ocultaron.

¿Los judíos? ¿Qué tienen que ver los judíos aquí si ya durante el primer siglo existieron cristianos? Lo importante era que, aunque al principio fueron judíos, al ser cristianos, se supone los separaba de la tradición judía. De otra manera, ¿cómo hizo Pablo entonces para que los gentiles (griegos y romanos) conozcan el nombre divino en su predicación cristiana? ¿Cómo es que no se enteraron los gentiles durante el primer siglo si Pablo era judío y conocía su pronunciación? ¿También lo ocultó? Si era ‘lógico que lo usaran libremente y que solo se vio afectado a partir del siglo IV’ como afirmó Romera (y los Testigos de Jehová), ¿por qué no aparece en sus epístolas? ¿Afectado por qué? ¿Fue manipulado después? ¿Por qué los cristianos gentiles no dieron testimonio de ello? ¿Se asustaron y se callaron, dejando que sus escritos fueran cambiados a tal punto que todos se llevaron a la tumba la verdad dejando la mentira? Si así fue, ¿qué clase de confianza se puede tener entonces en los textos bíblicos y en los discípulos cristianos judíos y gentiles? Siquiera quienes tenían distintas doctrinas dan evidencia de ello ni de la pronunciación del Tetragrama. ¿Por qué motivo aventuraban distintas pronunciaciones entonces los cristianos? ¿Tan perfecto fue el ocultamiento de la pronunciación del nombre divino o simplemente nunca nadie la escuchó? ¿Por qué motivo no es iao? Pues porque otros decían era iabe. Entonces, existía más de una pronunciación, y la confusión sobre el nombre reinaba. Un estudioso sobre el tema dice entre otras cosas en la página de Antonio Piñero:

"Pero la impronunciabilidad del nombre está en la base de la inseguridad en que se mueven los autores a la hora de fijar su pronunciación histórica. Citas y alusiones han inclinado la balanza a una pronunciación similar a Yahvé o Yahwé. Teodoreto de Ciro (393-458), por ejemplo, en sus Cuestiones sobre el Octateuco (112, 11ss), hablando del “nombre del Señor”, cita el pasaje del Éxodo y añade que el nombre es áfraston (impronunciable) para los judíos, no así para los samaritanos que, libres de la prohibición, lo pronuncian como Yavé. Cuenta que lo escribían con las cuatro letras, cuyo conjunto se denominaba tetragrámmaton. 
No es correcto lo que dicen algunos exegetas cuando afirman que los LXX traducen Yahvé por Kýrios (Dominus). Ni los LXX ni la Vulgata traducen el nombre de Yahvé, sino el de ´Adonay, que lo sustituía en la lectura. La única interpretación semántica del nombre es la que hace Dios en la fórmula de la revelación: “Soy el que soy”, sin el pronombre personal “yo” que emplean las versiones griega y latina. “Así dirás a los hijos de Israel: SOY me envía a vosotros” (Éxodo 3, 14). 
Como es obvio por razones gramaticales, Dios usa la primera persona del singular, que pasa a la tercera en boca de terceros. El ´Eheyeh (SOY) en boca de Dios pasa en boca de los hombres a Yiheyeh (ES), que es la forma normal activa o forma kal (prácticamente presente de indicativo), o a Yihweh con la wau primitiva en la segunda radical. El nombre Yahweh es la forma causativa del verbo ser. Por la misma razón, el hombre que se dirige a Dios debería usar la segunda persona “ERES”. Es lo que hacían los peregrinos que llegaban a Delfos al responder al saludo del dios con la misteriosa E. 
La escena de la revelación del nombre pertenece a los textos de la tradición elohísta (s. VIII a. C.). Pero inmediatamente después de esa revelación, el texto usa ya el nombre de Yahvé como el del Dios de los patriarcas (Éxodo 3, 15). 

Quizás, presumiendo algunos de su pronunciación correcta, no la divulgaban. O se divulgaban distintas, como hoy día, donde tenemos Yavhé, Jehová, Yawuah, Yehuah, Iao, Yahu, Ieua, Ieue, etc. caracterizando a sus distintos movimientos a partir del nombre.

Sin embargo, en vez de verlo de esa manera tan enrevesada y forzada, ¿por qué motivo no consideran que lo ocurrido fuera más sencillo y natural? Veamos dos posibles situaciones. 

1. ¿Pudo ser que no lo incluyeron para evitar discusiones sobre su pronunciación? 

2. ¿Lo hicieron a propósito para realzar ahora el nuevo nombre, Jesucristo?

Es muy obvia la manipulación exegética de los Testigos de Jehová al respecto. Sus ideas no son nuevas. Son muy similares a la de Arrio del siglo III. Se distinguía por enseñar que el Logos fue creado, siendo otra persona distinta, diferente del Padre y menor, basando sus enseñanzas en textos tales como Juan 14:28 y Proverbios 8:22. Era una tesis totalmente antitrinitaria, pero a su vez opuesta también a los unicistas, sobre los cuales curiosamente los Testigos de Jehová nunca han hablado claro de eso, y si algo han dicho apenas fueron unas pocas líneas amañadas a su particular doxia. El mismo Ernesto escribe de Arrio que “con respecto a la identidad de Cristo, era lo más cercano a lo que aceptaban los primeros cristianos, les guste o no a los trinitarios es la cruda realidad.”  Para los unicistas o modalistas, Dios era un único ser y no había distinción alguna entre el Padre y el Hijo y el Espíritu, mientras que para Arrio el Padre era un ser con su voluntad, su palabra y su espíritu, y el Logos era su Hijo con su propia voluntad, su logos y su espíritu.

“En su escrito llamado El Banquete (La Thalía), expresa la idea clara: 
«el mismo Dios, en su propia naturaleza, es inefable para todos los hombres. Sólo El no tiene nadie que le sea igual o parecido o de igual gloria. Le llamamos ingénito a causa de Aquel que es engendrado por naturaleza. Le ensalzamos como a quien no tiene origen y le adoramos como eterno por razón de Aquel que empezó a existir en el tiempo. El que no tiene comienzo hizo al Hijo, comienzo de las cosas creadas, y se lo ofreció a Sí mismo como Hijo y lo adoptó. Nada tiene propio de Dios según su propia subsistencia, ya que no es igual ni consubstancial con El… Hay, pues, una Trinidad, pero no con glorias iguales; sus subsistencias no se entremezclan; una es infinitamente más gloriosa que la otra. El Padre, por no tener origen, es, en cuanto a esencia, ajeno al Hijo.»”

Recordemos que para los católicos en su doctrina trinitaria cada uno es Dios pero niegan haya tres Dioses cuando sí aceptan hay tres Personas o seres divinos que la compone, pero agregan que son de una misma substancia, con lo cual se afirma que es un solo Dios.

En su página, Ernesto afirma sobre la conclusión doctrinal con Arrio versus Atanasio lo siguiente: 

“Se decretó que Arrio y los suyos no tenían razón y a partir de entonces se aceptaban como correctas las tesis de Atanasio, cuando en realidad lo defendido por Arrio era lo que siempre se había aceptado tradicionalmente.”

Aquí se presume que los primeros, lo tradicional, es lo auténtico a seguir. Es una trampa del pensamiento, imaginando que solo los apóstoles tenían el cristianismo más puro. Eso es completamente falso. La doctrina tradicional parte de la concepción judía del “hijo de Dios” como un humano ungido (elegido) por Dios y elevado para ser rey para liberar al pueblo judío de sus opresores paganos. Los judeocristianos, una de las primeras manifestaciones de la nueva religión, atribuyó a Jesús ser el Mesías o Cristo, que al concebir su resurrección, esperaban volviera como salvador de Israel desde el cielo. Los judíos tradicionales no aceptaban esa idea de un salvador únicamente celeste, y por eso siguen algunos esperando todavía su Mesías. En ambos casos prístinos, y los primeros cristianos, jamás creyeron que Jesús fue un Hijo de Dios al estilo pagano, una especie de semidios. Eso se compuso más tarde en los evangelios cuando no llegó la salvación esperada después de la muerte de todos los testigos de la época de Jesús. Recordemos que el primero que cita de los evangelios por su nombre fue Ireneo recién hacia el año 180. Justino, por ejemplo, no cita de ninguno por nombre sino como “los tratados” de “los apóstoles” “llamados Evangelios”, dicen tal cosa…; algo mal expresado, pues solo el de Mateo fue apóstol, ni Marcos ni Lucas fueron apóstoles sobre el tema al que se refería (la eucaristía) en una de sus obras escritas hacia el 150.  Ello al menos demuestra que todavía para esa época no existían los evangelios tal como los conocemos hoy, sino apenas “tratados”, donde estaban anotadas distintas partes que ‘trataban sobre las enseñanzas de los apóstoles’, tratados que él llamó “memorias de los Apóstoles”, y que luego se volcaron a los llamados propiamente Evangelios. Allá por la década del 30 del primer siglo, los primeros cristianos, al igual que los judíos, jamás pensaron en una esperanza de vida fuera de esta tierra. Al creer muchos que los evangelios lo escribieron los apóstoles o dictados por ellos, no piensan eso, y creen como verídicas las lecturas de diversos pasajes donde comienzan hablando desde el nacimiento milagroso y luego todo el desarrollo posterior a partir de tal idea. Curiosamente, el primer escritor cristiano no fue ningún apóstol (muy mala elección de Jesús y muy mal ordenados por la Iglesia los libros del NT), y fue precisamente este hombre, quién, sin haber conocido y acompañado a Jesús a pesar de haber vivido durante la generación de Jesús, reinterpretó pasajes del AT desarrollando la nueva idea insólita de la “Jerusalén celestial”, recién unos 20 años después de la muerte de Jesús. Fue Pablo quien interpretó a Jesús de una manera que nunca antes se había dado cuando asentó el fundamento de la muerte expiatoria, algo insólito en la mente judía sobre la que nadie la había siquiera pensado. Es llamativo que Justino no relacione la doctrina del sacrificio expiatorio cuando habla de la eucaristía sino una doctrina muy diferente. O Justino nunca conoció la carta de 1ª a los Corintios de Pablo o hasta esa carta fue alterada después. En todo caso, eso al menos muestra que no todas las iglesias mantenían la misma doctrina a pesar que la Iglesia de Justino consideró inspiradas siglos después las cartas de Pablo que la especifican. Es de notar que detrás de Pablo, cuyas ideas estaban matizadas de gnosticismo y cultura extranjera mezclada con judaísmo puro, vienen los demás, los evangelistas, el libro de los Hechos, cartas pastorales, Apocalipsis, pero, inclusive, muchos años después. Fue Pablo o el pensamiento paulino propio de ciertas iglesias quienes también abrieron el camino a las doctrinas gnósticas. 

Fue precisamente Pablo quién construye el Jesús místico, si de alguna manera debemos creerle a la Iglesia que sus cartas no fueron adulteradas. En esos escritos, al menos en los considerados genuinos y no pseudoepigráficos, revelan al que se le aparece en esa primera experiencia sobrenatural mencionada en el libro de los Hechos, suceso que lo catapulta a su carrera con una pasión inusitada para dar a conocer a ese poderoso héroe divino. Nadie más que él es quien pone el fundamento de la resurrección como un hecho del cual da fe atestiguando a partir de su propia experiencia y sobre la cual edifica toda su doctrina. Si uno lee a Pablo sin prejuicios, tratando de entenderlo sinceramente, descubre en él a un místico apasionado con ideas muy claras y concretas, pero al mismo tiempo, muchas veces contradictorias y confusas. En su afán de ver el cumplimiento de la promesa del dios padre a Abraham y con ello la superioridad de la gnosis judía manifiesta en el Tanaj por sobre toda otra religión, lucha con todo denuedo para que su dios pueda hacerla realidad mediante Jesucristo. Ellos esperaron el cumplimento de la promesa para su tiempo, pues ya se había declarado la salvación a todas las naciones y había cristianos de distintos pueblos juntados alrededor de los creyentes judíos, todos expectantes de la venida del Mesías que liberaría solamente a los que en él creían, conformando de esa manera el “Israel de Dios”. De alguna manera, fue la primera decepción cristiana cuando todos murieron y no quedó nadie de esa generación.

Luego, tiempo después, fue cuando se escribieron los siguientes libros tal como los conocemos. Allí ahora Jesús llegó a convertirse en alguien complejo de entender, dónde por un lado era un personaje diferenciado del Padre, pero en otro el mismo Padre manifestado como Hijo, y donde nunca se afirmó que el “Padre…es…ajeno al Hijo”, sino iguales, como pasaré a demostrarlo. 

Sin duda la doctrina de Atanasio era más diferente, pero la de Arrio también lo era de los cristianos paulinos a pesar de las similitudes. La realidad histórica es que Atanasio fundió la doctrina unicista de los modalistas y la separatista arriana en una sola, acomodándola al sentir expresado por la tradición de parte de los diferentes cristianos eruditos del II y III siglo.

La doctrina unicista, aunque parezca semejante se diferencia de la Trinidad Católica porque no acepta la existencia de tres Personas Divinas. Proponentes de dicha doctrina que también ocupó la mente de los cristianos del primer siglo sobre la unicidad de Dios  la podemos hallar en Pablo de Samosata. En sus obras contra tal manera de pesar liderada por un tal Práxeas, el apologista católico 
Tertuliano dijo entre otras cosas sobre ellos:

"El Hijo -y por lo mismo el Espíritu Santo- no son más que nombres, formas de hablar con las que nos referimos a un único ser" («vox et sonus oris»: Adv. Praxeam, 7). 

Para Práxeas, Jesús es el Dios único que fue manifestado en carne a fin de traer salvación a la humanidad y afirmaba que el único Dios es el Padre.  Esta creencia no distinguía entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, considerando era el mismo ser. Esto no era aceptado por muchos cristianos, pues consideraban al Hijo menor al Padre en grado, y sobre el Espíritu Santo hablaban de él como un enviado del Padre.

Otra doctrina semejante y relacionada con la unicidad de Dios para diferenciar a Jesús como humano de ser un Dios, separándolo del Logos, fue el Adopcionismo. Estas doctrinas, propias del siglo I, fueron atacadas por la Iglesia católica durante los siglos II y III. De entre los primeros que se destacaron por enseñar la unicidad de Dios se encuentra el maestro de Práxeas, Noeto, hacia fines del II siglo. Sabelio era otro prominente cristiano que defendía la doctrina de la unicidad de Dios.  Contra tales maestros de tinte monarquianista o de monoteísmo estricto, otros cristianos eruditos que llegaron a conformar los fundamentos de la Iglesia católica los atacaron sirviéndose del poder político. Se sabe, por ejemplo, que cualquiera que tuviera escritos de Arrio, por orden del emperador Constantino, sufrieran la pena capital. 

Todo indudablemente nace del considerado período apostólico , el primer período del cristianismo durante el siglo I, considerado el más genuino por algunos o el germen posterior del desarrollo que tendría la religión cristiana, incluido dentro del denominado paleocristianismo o cristianismo primitivo que termina en el año 325.  Durante ese período tenemos principalmente la información de los libros que conforman el NT canonizados por la Iglesia católica, los cuales salen de un conjunto de otros muchos escritos de un oscuro período donde el cristianismo estaba dividido entre judíos, griegos y romanos con serias disputas doctrinales entre sí.

No debemos olvidar las ideas judías respecto al Padre. Antes de la llegada del cristianismo, para los judíos el Padre era nada menos que Ihuh. Esto lo podemos ver claramente en Isaías 63:16. Jamás los judíos podían aceptar que Jesús fuera un Hijo de Dios, para ellos el Mesías esperado era un humano, un hijo de hombre, ungido por Dios, el Padre, para salvar a Israel de sus opresores. Para ellos el mesías esperado sería como Josué, como un Gedeón y un rey más que Salomón. En ningún momento de su historia religiosa tradicional hablaban de un Hijo como una emanación del Padre que bajaría del cielo. Sus esperanzas mesiánicas estaban fundadas de tal manera que la idea de un Hijo celestial era totalmente imposible siquiera de concebir.

Entre los llamados padres apostólicos hacia fines del siglo I y principios del II tenemos a Clemente I,   Ignacio de Antioquía,  Policarpo (maestro de Ireneo),  quien escribió a los filipenses,  Papías de Hierápolis y Hermas

Durante el siglo II tenemos algunos testigos del desarrollo del cristianismo, siendo entre los más importantes Justino (110/114-162/168)  y otros apologistas, como Cuadrato, Arístides,  Tertuliano y Minucio Félix, sea que escriban en griego o en latín. 

Las ideas de Justino sobre Dios y el Hijo y el Logos se pueden apreciar en sus apologías. En la primera cita notamos que considera al Logos como el mismo Dios engendrado del Padre. 

“El Logos de la Sabiduría, quien es este mismo Dios engendrado del Padre de todo, Logos, Sabiduría, Poder, y gloria del Engendrador.” Diálogo con Trifón LXI

Notemos que para Justino el Logos no solo es engendrado del Padre, también es “de la Sabiduría”, y es a su vez además de Logos, Sabiduría, Poder y gloria. Estas eran ideas filosóficas puras, que venían desde tiempos remotos y eran plasmadas y desvirtuadas en distintas tradiciones religiosas de los pueblos.
En la segunda cita expresa la subordinación del Logos al Padre por ser un mensajero como un segundo Dios del “Hacedor de todo”.

“Yo te persuadiré, desde que tú has entendido las Escrituras (de la verdad), de que hay, y se dice que existe, otro Dios y Señor subordinado al Hacedor de todo; quien es llamado Ángel, porque Él anuncia a los hombres cualquier cosa que el hacedor de todo, sobre quien no hay otro Dios, desea decirles a ellos.” Diálogo con Trifón LVI

En esta segunda cita no puede menos de verse que para Justino, usando el AT, la idea del Logos era muy parecida a la de Arrio cuando afirma que era semejante a los ángeles y subordinado a su Hacedor, aunque los católicos no lo entiendan de ese modo por afirmar era un “segundo Dios” al escribir con mayúscula el título “Dios”, sin embargo la idea de “segundo” significa sencillamente un título subordinado al primero, cuyo título también es “dios”, para señalar su posición de poder, donde el segundo es una especie de demiurgo del primero. Sea lo que fuere, nada que ver con la doctrina trinitaria establecida a partir Nicea en el 325.
En la tercera cita habla del Padre y del Hijo, mostrando que el Hijo viene del Padre, y mencionando en tercer lugar al “Espíritu profético”. En ningún momento, para diferenciar uno de otro usa los nombres. Quienes leen desde una óptica judía textual entienden al Padre como Ihuh, al Hijo como su mensajero, el Cristo, y al Espíritu como el que profetiza.

“Nosotros confesamos que somos ateos en lo que se refiere a los dioses, pero no con respecto al más grande verdadero Dios, el Padre de la Justicia y la templanza y de otras virtudes, quien es libre de toda impureza. Pero Él y el Hijo quien proviene de Él y nos enseñó estas cosas y a la hueste de los otros ángeles buenos que le siguen y que son similares a él, y al Espíritu profético, nosotros veneramos y rendimos homenaje.” Primera Apología VI

No tenemos en ningún caso entre tantos escritos, cartas y apologías, uso alguno del nombre divino, dando a entender que el Hijo es una manifestación engendrada (nacida) del Padre y que el Espíritu es otra manifestación procedente del Padre, otorgando una idea de gradación unicista.

Estás mismas ideas manifestaban los heterodoxos, también llamados herejes, contra quienes se defendieron ideas doctrinarias de todo tipo, pero especialmente en los referidos a la cristología, la naturaleza de Dios, el Logos, etc. En ningún caso de parte de quienes atacaron las herejías hallamos mención alguna al nombre judío de Dios de modo explícito, afirmando ese era el “Padre”. No existió para ellos nada más que “Padre” y que el lector interprete de quién habla, pero de parte de los considerados herejes , sí existe mención de que el Padre se llama de una manera. Por ejemplo, cuando Ireneo habla del gnóstico Marco revela el nombre de Iao (hebreo Iahoh de יהוה). Curiosamente los gnósticos enseñaban que el nombre de Iabe o Iave era una pronunciación del tetragrámaton perteneciente a un ángel maligno, el demiurgo creador, quién no era el verdadero Padre sino un impostor, un mentiroso, siendo el verdadero Padre el Prepadre, Creador del posterior Padre judío, Iahoh (Iajoj).

Es interesante que en las cuevas de Qumram se hallaron en 1947 varios papiros antiguos, y en uno de ellos, correspondiente al libro de Levítico, aparece en unos trozos rescatados correspondiente a  dos citas el tetragrámaton hebreo traducido al griego en la voz Iao (ιαω). Sin embargo, para Ireneo, solo es otra forma de nombrar a un único “Dios y Señor”, poseyendo el “Padre” distintos nombres. Sobre este punto Ireneo lo minimiza escribiendo:

“Eloah en hebreo significa "Dios verdadero", Elloeuth en hebreo quiere decir "aquel que abarca todas las cosas". Adonai algunas veces significa  "innombrable y admirable", y otras veces, cuando se reduplica la letra d y se aspira, Addonai, "el que separa la tierra de las aguas, para que éstas no la invadan". Sabaoth, cuando lleva la omega en la última sílaba, quiere decir "el que decide"; en cambio con ómicron (la o simple griega), indica "el primer cielo". [840] Así también Iaoth, que lleva la omega con aspiración en la última sílaba, "medida decidida de antemano", en cambio Iaoth (con ómicron) "el que hace huir el mal". (Contra los Herejes 5,11.35,3)

Cuando explica “Adonai” como “innombrable y admirable” se refiere a cuando los judíos pronunciaban esa voz frente al tetragrámaton, voz sustituta de la cual no dice como se pronuncia porque obviamente o la desconoce en su sentido correcto o no tiene intenciones de exponer el tema. De allí que el uso del título Padre para reunir todas las formas de referirse a Dios fue un recurso de la iglesia primitiva de la línea que Ireneo defendía. Es como el mismo Ireneo lo explica:

“Todos los demás nombres parecidos son diversos modos de llamarlo, como en latín "Señor de las Potestades", "Padre de todas las cosas", "Dios Soberano universal", "Altísimo", "Señor de los cielos", "Creador", "Demiurgo" y otros semejantes. No quieren indicar a muchos Dioses diversos, pues todas estas denominaciones y nombres se atribuyen a uno solo, que es Dios Padre, el que abarca todas las cosas y les concede la existencia.”

Como se puede apreciar, Ireneo restaba importancia al tetragrámaton, un nombre que solo un judío devoto y fiel puede conocer y pronunciar, un nombre muy especial, pues se halla magnificado más de seis mil veces en el Tanaj. Encima, el mismo hasta le asigna el nombre “Demiurgo”, contradiciendo completamente la doctrina católica y protestante. Si Ihuh era también un Demiurgo, está por demás claro de boca de Ireneo que ese dios no es el incausado ser que predican todos. 
Y si este dios era el Creador de todo lo que existe, y que no hay más dios que él, si de alguna manera los cristianos lo hubieran escuchado de Jesús y de Pablo y de los demás apóstoles, ese nombre habría sido conocido entre las naciones, pero da la rara casualidad, que de serlo así se perdió su pronunciación, quedando solo reservado a los judíos que rechazaron al mesías la capacidad de desvelarlo. Eso demuestra que era en realidad un Demiurgo, y ahora se dedica a otros asuntos. 

A mi modo de ver parece muy claro que Ireneo sabía que estaba pisando arena movediza si de alguna manera instalaba el nombre del Padre y no Dios Padre en su lugar. Y entre otras cosas porque demuestra desconocer su pronunciación correcta, la cual se hallaba en disputa entre gnósticos, judíos y samaritanos. Es evidente que no desea por ningún motivo introducirse en un berenjenal del cual no saldría bien parado sin lastimarse. Para evitar ello y demostrar que son solo distintos nombres (los pronunciables y el impronunciable), para la comunidad cristiana a la que pertenecía, la cual se atribuía descendencia apostólica, era el “Dios Padre” y punto.

En otra parte Ireneo va destilando su doctrina unicista cuando expresa:

"Tu trono, oh Dios, para siempre; cetro de rectitud es el cetro de tu reinado; amaste la justicia y odiaste la iniquidad; por eso te ungió Dios, tu Dios" (Sal 45[44],7-8). Aquí el Espíritu los llamó a ambos con el nombre de Dios: tanto al Hijo, el ungido, como al que unge, el Padre. Y también: "Dios se presentó en la asamblea de los dioses, en medio de ellos juzga a los dioses" (Sal 82[81],1). (El Espíritu) habla aquí del Padre y del Hijo y de aquellos que recibieron la adopción filial, y mediante ellos se refiere a la Iglesia: porque ésta es la sinagoga de Dios, la cual Dios, me refiero al Hijo, ha reunido por sí y para sí mismo. (2.1.1-6,1)

De entrada se nota que se enreda con el título “Dios” como si se tratara de un nombre propio. Está muy claro que para Ireneo Ihuh era el Dios Padre, Jesús el Dios Hijo, y el Espíritu (agregado) quien da testimonio. Y no solo Ihuh era dios como Jesús era dios, también son dioses todos los que reciben la “adopción filial”. Esto no es un detalle menor. ¿Son dioses con minúscula o con mayúscula? ¿Qué importancia tiene si el sonido de la palabra es el mismo?

Cuando cita el Salmo 50:1 (49:1 LXX), Ireneo se pregunta: “¿de cuál Dios se trata”? Buena pregunta. El motivo se debe a que en la mente de un israelita el Dios que vendrá del cual trata es indudablemente Ihuh, el que Ireneo define como “Dios Padre” y Demiurgo, como vimos. Es muy importante detenerse en este Salmo. En el Tanaj aparece el tetragrámaton luego de leer “el elohim” (יהוה אלהים אל), que casi todas las versiones traducen correctamente “dios de dioses” y varían luego con el nombre Ihuh, colocando algunos Yahvé, otros Jehová y otros Señor, porque en la LXX, de la cual probablemente leía Ireneo solo aparece “El Señor dios de dioses” (ΘΕΟΣ θεῶν Κύριος) para reemplazar el nombre innombrable (inefable) de letras hebreas entre letras griegas, una especie de fetiche numinoso. Ciertas ediciones de la Biblia de Jerusalén y otras eliminan la introducción del Salmo, pero curiosamente y de manera llamativa los Testigos de Jehová “acomodaron” su traducción a su doctrina, pues allí escribieron: “El Divino, Dios, Jehová”. En su mente adoctrinada y oscurecida en el entendimiento no pudieron poner “dios de dioses Jehová”, porque habría sido una contradicción a sus creencias.

Cuando noto estas evidencias tan palpables, no puedo menos que sumirme en una profunda tristeza al notar lo estúpidos y manipulables que somos los humanos, discutiendo banalidades, semejando asnos incapaces de entender, fácilmente engañables con cualquier clase de argumentación sofista. 

Retomando la línea argumental, y no obstante salvando todas las diferencias, es muy claro sobre a qué dios se refiere en este Salmo para un israelita, pero para un cristiano cambia, pues Ireneo, respondiendo a su propia pregunta retórica para enseñar, lo aplica al Hijo citando el Salmo 65:1. Aquí Ireneo reemplaza al “Dios Padre” por el “Dios Hijo”.  Esta sustitución en la exégesis no puede menos que manifestar unicismo entre ambas entidades ante la mente de un israelita, siendo Ihuh lo mismo que Jesús, o bien Jesús es el Ihuh manifestado, pues un ángel o mensajero no es considerado dios, ni mucho menos “el dios de dioses” .
Y si Ihuh era también un Demiurgo, Jesucristo también lo es, con lo cual, el Jesucristo de Ireneo es la manifestación humana de Ihuh

A colación de lo dicho aparece otro pasaje que ha sido manipulado por los religiosos. Se trata del Salmos 8:6. Sucede que este Salmo (8:5 y 6) es mencionado en el NT en el libro “a los Hebreos”, y allí traducen “ángeles” en ambas citas. Sin embargo no es lo que aparece en el texto masorético. Salmos 8:6 lee:

תעטרהו והדר וכבוד מאלהים מעט ותחסרהו
Ve-tajasraho maat ma-elohim ve-cabod ve-hadar tatrho
La LXX en vez de escribir teon o teoi de elohim (dioses) escribe “angeles”.
ἠλάττωσας αὐτὸν βραχύ τι παρ᾿ ἀγγέλους, δόξῃ καὶ τιμῇ ἐστεφάνωσας αὐτόν,

El ocultamiento monoteísta varios siglos antes de nuestra era de aspectos politeístas más antiguos ha hecho que muchas palabras se malentiendan respecto de su pasado real. En la antigüedad se hablaba de dioses, pero su sentido real se malentiende frente a las estrechas mentes monoteístas.  A su vez, muchos cristianos, cuando tienen dudas (frente a un texto masorético sobre sus doctrinas) prefieren usar la LXX, pensando que los judíos  manipularon ciertos pasajes para causarles dificultades a los cristianos. En fin, la sospecha y acusaciones mutuas no terminan nunca. Los gnósticos tenían razón cuando de Ihuh decían era un dios de confusión. 

Sobre El y Eloim una página enseña lo siguiente 

“…los Elohim bíblicos eran ya deidades ugaríticas, eblaítas y de los demás pueblos de la región. En el panteón levantino, estos Elohim son los setenta hijos de Ēl, un conglomerado de deidades venerados en toda la zona desde tiempos prehistóricos. Y, muy notablemente, con un claro componente acadio-babilónico.” 

Esta evidencia arqueológica termina por aclarar que no fue nada alocado ni ninguna clase de engaño satánico que en pasajes como los mencionados se hablara del ‘dios de dioses Jehová’. No solo había un dios, había muchos. Es cierto que había uno que era el mayor de todos, el padre, pero todos eran dioses, y el padre era tan dios como los demás.

El monoteísmo trastornó las mentes de quienes creían que solo existe “un dios”, y cualquier otro tenía que ser falso, pero no trastornó todavía de quienes no pensaban igual. En el año 111, Plinio el Joven (un pagano que no vía nada raro aceptar más de un dios), hace mención de los cristianos de Bitinia, diciendo entre otras cosas que ellos se reunían en un día prefijado en un lugar y antes de la salida del sol cantaban “un himno a Cristo como a un dios”. 

No obstante dar a entender tal cosa, donde Jesucristo es un Dios al que se le adora, Ireneo no quiere dar a entender que existe unicidad, como si Dios es único pero se presenta de diferentes formas, sea como Padre o como Hijo, mostrando así su propia incoherencia en su apología. Si el nombre Ihuh es el “Dios Padre” tal como aseguró, ¿cómo es posible que ahora Ihuh es “Dios Hijo”? Por un lado los separaba claramente y por otro los confundía como si fuera el mismo que adoptaba ambas manifestaciones. Es evidente la contradicción en este tema, manifiesta en la lucha doctrinal entre unicistas y anti-unicistas, la cual quedó plasmada luego en la doctrina trinitaria de la Iglesia Católica, doctrina aceptada por  muchas otras confesiones.
Ireneo conocía muy bien el pasaje de Exodo 3:14, y cuando habla de él en 2.1.1.6,2 solo usa la expresión “yo soy”  sin traducir ni dar voz alguna al tetragrama Ihuh. Obviamente desconocía su pronunciación, pero no deja de mencionar que quién descendió a salvar al pueblo de Israel y habló con Moisés fue el Hijo. Sobre ello, los judíos nunca lo vieron de ese modo, porque el concepto filosófico del Logos era griego, no judío. Para un judío reeditado en Babilonia de la época cristiana fue a lo sumo un ángel de Ihuh en representación directa.

Las influencias tildadas de “paganas” en sentido peyorativo (significa básicamente ignorantes) fueron penetrando poco a poco la religión judía en el mundo helenizado en el cual vivían. Existe una carta llamada a Diogneto, del cual se desconoce su autor fechada del siglo II donde expone ampliamente el significado de ser cristiano en el mundo, el cual al leerla resulta difícil no evocar las ideas del orfismo. 

Por ello, es importante considerar la influencia de culturas como la griega que viene, no como una especie de ariete conspiratorio para acabar con la pureza de la verdad religiosa cristiana, sino justamente todo lo contrario, para apuntalarla y evitar se desplome catastróficamente de manera inevitable.

¿Fue acaso una conspiración católica y política el quitar la voz del nombre del único Dios de todos los escritos existentes? Eso creen los Testigos de Jehová y quienes comulgan ideas parecidas. Pero ellos agregan un aspecto sobrenatural, pues dicen que todo fue orquestado astutamente por Satanás y sus demonios. Sin embargo, si vamos a admitir semejante hipótesis, más bien las pruebas son en contra. Por otro lado, dicho de ese modo, presentan a Ihuh como un simple monigote que nada puede hacer, con lo cual sería  mucho más difícil de comprender si así fuera. De allí que el “espíritu de la verdad” para referirnos a los profetas cristianos que hablaban bajo inspiración divina, si influencias sobrenaturales hubo, fueron precisamente no solo para borrar el nombre sino para instalar ese cristianismo originado en Pablo, quien nunca lo usó y por ende ni lo pronunció.

Cuando uno analiza las distintas explicaciones que brindan los diversos padres de la Iglesia y apologistas prenicenos, se da cuenta existe una gran dificultad para comprender y unificar temas abstractos a partir de personificaciones o ejemplos humanos referidos a los espiritual, tanto por parte de los no unicistas, estilo arrianos, como de los unicistas y trinitarios. Tales primeros cristianos repartidos en distintas doxias no podían atribuir el nombre Ihuh solo al Padre, porque Ihuh no solo era el Padre, también es el Hijo, y no solo ellos dos, también poseía el Espíritu Santo, que era de Ihuh. Jesucristo era parte de Ihuh, el Espíritu Santo era de Ihuh y el Padre también era parte de Ihuh. No existían un Padre con un nombre propio y un Hijo con otro nombre, ambos, junto con el Espíritu, conformaban al único Dios. Y los judíos solo conocieron un único Dios, el del hashem: Ihuh.
Los arrianos, quienes diferenciaban uno del otro, no podían explicar ni pueden hacerlo hasta el día de hoy por qué motivo en sus escritos apostólicos solo aparece el nombre del Hijo y no aparece el nombre del Padre, ‘perdiéndose por culpa de los judíos’. Como el Espíritu Santo nunca tuvo un nombre, es más sencillo entender que nunca fue una persona ni entidad independiente, sino solamente una clara representación de una cosa abstracta o inmaterial en forma de persona. Pero no ha sido así entre el Ihuh y Jesucristo. En el caso de tales nombres siempre fueron tomados como personas reales, aspecto propicio para luego no poder comprender una sustitución.

En el libro de los Hechos, escritos muchas décadas después, cuando la doctrina paulina se hallaba ya bien afianzada, se narra que el apóstol Pedro en su primer discurso cita a Joel 2, donde aparece el tetragrámaton en el AT, pero en el registro de Hechos de todas las Biblias aparece “Señor”, lo que ha hecho que algunos arrianistas modernos escribieran en sustitución una pronunciación surgida en el siglo XIII, porque para ellos es una restitución legítima, acusando que la apostasía del siglo II hizo desaparecer el nombre de Dios del NT. Ese pasaje dice:

 “Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.” (Hechos 2:21)

Es correcto que dicho pasaje de Joel que Pedro parafrasea contiene en el original hebreo del Tanaj el nombre divino, el inexpresable Ihuh, lo que lleva a pensar que allí, en el pasaje de Hechos que lo cita, debería estar incorporado el nombre, tal como es mejor conocido ahora, bien o mal, según el país donde se viva. Sin duda que los judíos sabían que por más que Pedro pronunciara “Adonai” en la cita de Joel se estaba refiriendo al inefable Ihuh.

Sin embargo, es interesante notar que el mismo Pedro, cuando un poco más adelante tuvo que dar explicación a las autoridades religiosas judías sobre un milagro, pasa a decir muy claramente que para ser salvo el nombre que se debe invocar ahora no es el tetragrámaton, el “Ihuh”, diciendo siquiera “Adonai”, sino “Jesucristo”.

 “…sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo ((ιησου χριστου, Iesu Jristu), el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros. El es  la piedra que  vosotros,  los constructores,  habéis  despreciado y que se ha convertido en piedra angular.   Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.»” (Hechos 4:10-12, BJ, cita griega, texto bizantino)

Bien claro, ¿no? Por lo tanto, ahora Ihuh (un nombre de cuatro letras que nadie sabe cómo se pronuncia correctamente y que los judíos lo ocultaban al pueblo o simplemente lo perdieron pronunciando en su lugar “Adonai”) tiene un nombre nuevo, uno que se puede pronunciar, se llama Jesucristo, eso es todo. El inefable Ihuh, el nombre que había que invocar para salvarse ahora cambia y es Jesucristo, un nombre afable. Los cristianos lo resuelven sacándose de encima a los judíos con el concepto de nombre inexpresable. Ya no hay más nombre inexpresable de Dios, ahora hay uno que se puede pronunciar, y debe hacerse si se desea ser salvado, en armonía tal como lo expresa Joel. Por eso los cristianos solo dieron a conocer el nombre de Jesucristo y ningún otro. 

Esto fue dicho en Isaías 52:1-7, cuando el mismo Ihuh dice que su pueblo conocerá su nombre en el futuro, el nombre que traerá salvación.  Y ese nombre es indudablemente Jesucristo, no es Jehová ni Yhavé ni ningún otro intento para descifrar la voz de un nombre que los judíos perdieron y los cristianos nunca oyeron. Ese nombre es el mismo que Moisés le cambio a Oseas para llamarlo Ieoshua (de הושע a יהושע, de josea a iejosea) y no Ioshua (Josué).  Eso significaría que si Ihuh sería Iejouj si nos guiamos por las reglas gramaticales y la forma que se pronuncia Josué es Jesús, siendo más correcto Iesús, el nuevo nombre es Iesucristo, una combinación de dos pronunciaciones distintas, mitad judía y mitad griega. Si quisiéramos pronunciarlo acorde a las voces hebreas sería algo como Iejosea Masiah , pero el Logos no tiene problema que los traduzcamos y lo pronunciemos en nuestra lengua como nos resulte más sentido en nuestro corazón. La LXX lo tradujo Iesu.

Para personas como Ernesto, que defiende a los Testigos de Jehová, no alcanza a notar el significado de tales pasajes bíblicos, llevándoles a afirmar:

“…de forma clara directa y sencilla, no hay ninguna frase que mencione que Dios es Jesús, esto no aparece en ningún escrito apostólico ni en ningún evangelio.” 

Sencillamente han mirado esos pasajes con el lente distorsionado de su propia doctrina, impidiéndoles ver lo que otros han visto y ven de manera muy clara. Mientras por un lado no se cansan de decir que “dios” es un título y no un nombre, y que el mismo Satanás es “el dios de este mundo”, niegan que Jesucristo sea dios. Resulta que, moldeados por la doctrina católica del monoteísmo y la Trinidad católica, quedaron atascados con el título dios con mayúsculas: Dios es su ruina.

Para muchos, les resulta imposible entender cómo es posible que Dios muriera y se resucitara a sí mismo. Eso vale, obvio, sin embargo, primero que hay más de un dios, y luego, otro punto fundamental, la muerte de Jesucristo no es lo que los judíos de entonces creían y muchos piensan es la muerte, un descenso a la completa inexistencia he inactividad. Es decir, es imposible para Dios morir en el sentido creído por el humano en la ignorancia de las realidades celestiales. Pero era necesario, por la debilidad mental de entonces, que el Cristo se apareciere como resucitado de entre los fallecidos por otro que estaba vivo mientras él había muerto. Pero, Dios ni dios, nunca estuvo muerto como cree el humano ignorante. Aunque el mismo Jesús dijera que él estuvo muerto, en efecto murió, pero no dejó de existir nunca. Por eso siempre los religiosos hablan de la pasión de Cristo, es decir, del sufrimiento. Dios sufrió por nosotros, esa es la consigna, no que murió por nosotros, como Pablo confusamente instaló en conexión con los sacrificios animales. La muerte no es más que el fin del sufrimiento, no de la vida. Por eso se dice que Jesucristo sufrió hasta el final.

Por supuesto, para quién piense en el Dios Creador nunca puede entender cómo el mismo Dios creador del universo puede ser humano, de allí que durante el primer siglo y el segundo los gnósticos hablaban del Protopadre, del Dios Desconocido, lo que vendría a ser el Supremo Creador, e Ihuh y Jesús no es más que un demiurgo o una parte pequeña del Supremo. Entre los gnósticos también hablaban del macro-cosmos y micro-cosmos, concepción filosófica ya mencionada por Demócrito, y usada por los gnósticos.

Los católicos suelen recurrir a los primeros patristas y apologistas para demostrar que la doctrina de la Trinidad era ya contemplada antes de Tertuliano. Sin embargo, cuando citan por ejemplo a Ignacio de Antioquía, este cristiano claramente da a entender la enseñanza unicista, es decir, que Jesucristo es Dios, Dios hecho carne,  es decir, el Ihuh de los hebreos, el único Dios, nació como humano, siendo por tanto hijo suyo, diferenciándolo de esa manera de cualquier otro ser humano. 

Ignacio conoció las enseñanzas cristianas de Pablo y Juan. Es notable por su asociación de Dios con Dios padre y Jesucristo nuestro Dios. En su carta a los Efesios se introduce de la siguiente manera :

“Ignacio, llamado también Teóforo, a la (iglesia) que ha sido bendecida en abundancia por la plenitud de Dios el Padre, que había sido preordenada para los siglos futuros para una gloria permanente e inmutable, unida y elegida en una verdadera pasión, por la voluntad del Padre y de Jesucristo nuestro Dios; a la iglesia que está en Efeso [de Asia], digna de toda felicitación: saludos abundantes en Cristo Jesús y en (su) gozo intachable.” 
“Ignacio, por sobrenombre Portador de Dios: A la bendecida en grandeza de Dios con plenitud: a la predestinada desde antes de los siglos a servir por siempre para gloria duradera e inconmovible, gloria unida y escogida por gracia de la pasión verdadera y por voluntad de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Dios; a la Iglesia digna de toda bienaventuranza, que está en Éfeso de Asia, mi saludo cordialísimo en Jesucristo y en la alegría sin mácula” 

Es evidente que Ignacio todavía no estaba atascado con la supremacía del título "Dios" hecho nombre propio del monoteísmo. En el párrafo XVIII escribe lo siguiente de Iesu Cristo:

“Porque nuestro Dios, Jesús el Cristo, fue concebido en la matriz de María según una dispensación de la simiente de David, pero también del Espíritu Santo; y nació y fue bautizado para que por su pasión pudiera purificar el agua.”

Por cierto, hoy día escriben con mayúscula Dios, que no es lo mismo si se ve escrito con minúscula, imaginando ser un “dios falso”. El gran problema es que la Iglesia católica convirtió un título en un nombre único, por eso no tenemos manera de saber lo que realmente pensaba Ignacio cuando escribió lo que escribió, aunque lo más probable fuera que pensara que el Padre era dios como el Hijo también lo era. Recordemos que Justino lo identificaba como “segundo dios”, lo cual se contradice si solo hay uno solo.  

Arístides menciona a mediados del s. II lo mismo, pero va más allá y no deja dudas al respecto, al decir que Jesucristo es ahora el Dios al que adoran, y que es el Dios Creador manifestado como su Hijo Unigénito. Transcribo sus palabras escritas tal como muy probablemente fueron originalmente escritas en griego, donde no se distinguía Dios de dios. 

Los cristianos “son los que más que todas las naciones de la tierra han hallado la verdad, pues conocen al dios creador y artífice del universo en su hijo unigénito y en el espíritu santo, y no adoran a otro dios fuera de éste.” 

Cualquier no puede entender otra cosa que al Demiurgo de Ireneo, y Atenágoras de Atenas explica que el Logos no fue creado o surgido como algo nuevo, sino que siempre existió en el Padre, con lo cual lo llama Dios Padre y Dios Hijo, pero no asigna el título dios al Espíritu Santo, siguiendo el mismo proceder de los anteriores. Taciano el sirio afirmaba que “Dios apareció en forma humana”.  Hablando de Jesucristo Melintón de Sardes dijo:

“Porque, nacido como hijo, conducido como cordero, sacrificado como una oveja, enterrado como un hombre, resucitó de los muertos como Dios, siendo por naturaleza Dios y hombre. Él es todo: por cuanto juzga, es Ley; en cuanto enseña, Verbo; en cuanto , salva, Gracia; en cuanto que engendra, Padre; en cuanto que es engendrado, Hijo; en cuanto que sufre, oveja sacrificial; en cuanto que es sepultado, Hombre; en cuanto que resucita, Dios. Este es Jesucristo, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos”

Ireneo, famoso por sus apologías contra los herejes, Jesucristo es para la los cristianos “Señor y Dios y Salvador y Rey”, en consonancia con los ya mencionados. La posición de Ireneo es muy clara, pero no es trinitaria como afirman los católicos, sino que oscila entre unicista y no unicista. En su libro III, 19,2 declara:

“Que ninguno de entre todos los hijos de Adán sea llamado Dios por sí mismo, o proclamado Señor, lo hemos demostrado por las Escrituras; y que él solo entre todos los hombres de su tiempo sea proclamado Dios y Señor, siempre Rey, Unigénito y Verbo encarnado, por todos los profetas y Apóstoles y aun por el mismo Espíritu, es cosa que pueden ver todos aquellos que acepten un poco de la verdad”

Ireneo solo habla del Padre y del Hijo como Dios, no menciona al Espíritu como Dios también, en consonancia con el mismo Juan, donde solo habla de dos, no tres, en el nivel de potencia creadora.

Cuando toca el pasaje donde dice que con respecto al día y la hora nadie lo sabe, solo el Padre, Ireneo explica que eso no significa que el Hijo sea otra persona, pues siempre estuvo con el Padre, sino que fue dicho para mostrar que todo parte del Padre quién está sobre todo.

Clemente de Alejandría enseña lo mismo, señalando que Jesucristo “es Dios y hombre”. En su comentario sobre la primera epístola de Juan escribe: “El Hijo de Dios, siendo, por igualdad de sustancia, uno con el Padre, es eterno e increado”. No dice eso mismo del Espíritu Santo, ni siquiera lo menciona. Pero se sobreentiende que sin el espíritu no hay dios alguno.

Teófilo de Antioquía usa por primera vez hacia fines del s.II la expresión latina trinitas, para referirse al Padre, el Verbo y la Sabiduría, una variante (interesante) del Espíritu. Es Teófilo quien razona además (hasta donde sabemos respecto a los otros) señalando que el Padre, Dios, el Señor del universo, tiene algo que lo represente en la tierra, a la que llama “figura de Dios”, siendo el Verbo, y fue quien conversó en el Jardín de Edén con Adán.

Tertuliano, hacia fines del s. II y principios del III, quien sabemos se opuso a la doctrina de un solo ser, es quién aplica la expresión latina trinitas al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hasta ahora todos hablaban de dos que son Dios, Padre e Hijo, y el Espíritu a veces era mencionado y a veces no. Pero nunca nadie dijo que el Hijo era un ser distinto al del Padre. Fue Tertuliano quien introduce por primera vez el concepto de persona a cada uno y la extiende al Espíritu también.

“…la Unidad en la Trinidad colocando en sus orden las tres Personas – El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: tres, sin embargo no en condición, sino en grado, no en sustancia, sino en forma, no en poder, sino en aspecto” 

Al ser una sustancia se corresponde al mismo ser, en su condición de Dios pero graduado, el mismo poder variando en aspecto. En esto no parece haber diferencia con los otros patristas mencionados, salvo por el hecho de introducir el concepto de “persona” y abarcando al Espíritu Santo también. 

Al decir ello preparó el camino para que los filósofos cristianos dijeran que el Espíritu Santo también es Dios (con mayúsculas), y como son tres personas hay tres Dioses, pero como son de una misma sustancia solo hay un Dios, una contradicción evidente. Enseñar que todo misterio es contradicción suena una canallada sublime. 

Al afirmar que Dios Uno está compuesto por más de un ser, personas distintas, introduce una doctrina nueva. Tertuliano hablaba de seres distintos, El Padre era un ser, el Hijo otro y el Espíritu Santo otro, que hablaban entre ellos cuando creaban,  y eso era lo que lo hacía oponerse a los unicistas. Lamentablemente, su desliz de pretender conocer la naturaleza de Dios transformó una abstracción mental referida a la composición del ser en un ser compuesto, generando la reacción y confusión arriana. 

Tertuliano cae en un lazo y en contradicción cuando se sirve del término “persona” para explicar que el Logos es distinto del Padre “en el sentido de persona, no de substancia, para distinción, no para división”, aplicando el mismo concepto al Espíritu Santo a quien llama “la tercera persona”. El problema es que no existen personas distintas de una misma substancia o cuerpo que lo forma. Un cuerpo, un solo ser y una sola persona.

Orígenes también cae en un error parecido, solo que no incluye al Espíritu Santo, quedando el Hijo como otro Dios, con la presencia de dos Dioses pero donde el poder es de uno solo.

Este tema realmente ya venía de arrastre, pues tan temprano como desde Justino, quién razonó que el Creador, Dios, el Ihuh del Génesis, no hablaba consigo mismo ni con los elementos, sino que era con al menos otro más, debiendo ser como mínimo dos, otro ser racional, la doctrina unicista o modalista  siempre estuvo en entredicho entre los cristianos. Pero ello se debía a su falta de comprensión, desechando lo que les parecía imposible de entender, pero nunca negaron que Jesucristo es Dios. Hablaban de unicidad, pero luego no sabían qué decir cuando se hablaba de dos. Este tema siempre fue oscuro e incomprensible para los cristianos desde el mismo principio a causa del fundamento monoteísta frente al politeísmo pagano. Ireneo, sin usar el término “persona” lo da a entender cuando en Contra las herejías IV,20,1  dice:

“Están en efecto, siempre con Él el Verbo y la Sabiduría, el Hijo y el Espíritu, por medio de los cuales y en los cuales, libre y espontáneamente hizo todas las cosas. Es a ellos a quienes se dirige el Padre diciendo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza”.

Ireneo aquí habla de tres, cuando habla de los otros dos que siempre están con El, es decir, Dios Padre. Y cuando menciona al Espíritu lo relaciona con la Sabiduría, como una tercera entidad con la cual conversa el “Dios Padre” además de hacerlo con el “Dios Hijo” citado como Verbo, es decir el Logos. 

La Sabiduría nos ayuda a rastrear el motivo de la trilogía. El espíritu o sabiduría es “la mujer” de dios,  con la cual, en vez de ser “una sola carne” es “un solo espíritu”, pues Dios es un ser espiritual. Ello se halla en consonancia con la lengua hebrea, pues espíritu es femenino,  lo cual trae confusión en otros idiomas que suena masculino. Es también lo que en el Egipto más antiguo era Horus, el ojo que todo lo ve, emanación o dios partícipe de Ptah, uno de los primeros dioses egipcios, el creador, el dios de Menfis, siendo Toth el otro dios que completaba la triada, y Toth era la palabra o Logos de Ptah. De modo que Toth o Logos era hijo de Ptah y de la Sabiduría, escondido como un ente masculino en la forma del dios Horus, de la misma manera el Verbo o Logos es hijo del Engendrador y de la Sabiduría, escondido con el nombre masculino de Espíritu. Más tarde aparece Isis como la consorte de Osiris y Horus adopta el papel de sabio salvador y dador de vida eterna. Por eso el hijo de dios posee la sabiduría del espíritu por voluntad del padre. 

El arquetipo que los cristianos usaban es el mismo de la antigua cultura egipcia. De hecho, tales conceptos son manifiestos en las escrituras indias, mucho más antiguas que lo imaginado por los cristianos primitivos. Ellos iban desarrollando ideas similares a partir de los libros religiosos hebreos y de lo que podían enterarse de otras culturas y de lo que, ciertamente el espíritu trataba de decirles.

Y de esa manera van llegando a una concepción trinitaria de la divinidad, cuando aparecen claramente tres y no ya dos “personas”, quedando el terreno ya bien labrado y abonado para la doctrina trinitaria del concilio de Nicea. Recordemos que antes no hablaban de “personas”, solo lo daban a entender, pero nadie se había animado a decirlo, por las implicancias que ello producía, hasta Tertuliano. Pues bien, ahora tenían que tomar una determinación, puesto que ya no se podía seguir con tanta heterodoxia.

La heterodoxia existía porque el tema era obviamente una complicación, harto difícil de entender. ¿Quién era el Padre? Nunca nadie dijo que el Padre era Ihuh, es decir, mencionándolo por ese nombre, y cuando hablaban del Hijo que sí tenía nombre se suponía era otro ser pero parte del mismo Dios. ¿Y qué clase de humano fue cuando vivió hasta su muerte? ¿Fue un dios o no fue un dios? Es claro el enredo con el título dios. El mismo Justino, en el capítulo 63, dice:

“Porque los que dicen que el Hijo es el Padre, dan prueba de que ni saben quién es el Padre ni se han enterado de que el Padre del universo tiene un Hijo, que siendo Verbo y Primogénito de Dios, es también Dios.”

A ver, lo transcribiré sin mayúsculas y vean ustedes:

“Porque los que dicen que el hijo es el padre, dan prueba de que ni saben quién es el padre ni se han enterado de que el padre del universo tiene un hijo, que siendo verbo y primogénito de dios, es también dios.”

¿De qué habla Justino? ¿Sabía Justino quién era el “Padre”? ¿Era Ihuh? ¿No lo dijo porque se debió al desconocimiento de la pronunciación del nombre? ¿Por qué motivo nunca pronunciaron el nombre del Padre, diciendo Iao, o Iaue? ¿Por qué no menciona al Hijo como Jesucristo sino como verbo o logos? De ese modo todos habrían entendido que Ihuh es el Padre y que Jesucristo es su Hijo, pero de esa manera ya nadie más hablaría de la unicidad de Dios, algo que es evidente en el libro de los Hechos comparado con Joel y Apocalipsis y en las concepciones de los distintos padres y apologistas.

Marción (c 85-c 160), discípulo de Cerdón, hizo una clara distinción entre Cristo y el Dios de los judíos, el mentado Ihuh sin nombrarlo. Para Marción el Creador (sabiendo se refiere a Ihuh), fue un Dios frío, justo, celoso, sin sentimientos de bondad, mientras que Cristo era un Dios de amor. Marción concluye que es imposible que Jesús que es el Hijo de Dios, pueda ser el Hijo de Ihuh, el exterminador. Él está de acuerdo con Simón el Mago. Para Marción el dios verdadero es el Dios Desconocido, un forastero a este mundo. Saturnino enseñaba lo mismo. ¿Por qué motivo sus adversarios, que lo declararon hereje, nunca demostraron que Ihuh era el Padre de Jesús? Fue porqué más bien para ellos Jesucristo debía ser una manifestación de Ihuh para contrarestar la herejía marcionita, quién se compone del Padre, del Hijo y del Espíritu santo o la Sabiduría. Según fuentes otro cristiano no aceptado fue Cerinto, contemporáneo y adversario del apóstol Juan y de Policarpo de Esmirna, quien comenzó enseñando por Asia. Decía que el mundo no fue creado por el Padre sino por un demiurgo inferior a Él, este sería el Cristo, solo aceptaba el evangelio de Mateo. De Jesús enseñaba que era hijo de María y José, además, realmente Jesús vino a tener conciencia de Padre y recibió el poder en su bautismo. Los docetas se identifican con sus enseñanzas. (AH. I. 26:1)

En Nag Hammadi en el año 1945 se hallaron una cantidad importante de escritos del II y IV siglo pertenecientes a una comunidad gnóstica cristiana, en lo que se dio en llamar la biblioteca de Nag Hammadi,  y en diversos escritos se refieren al Dios judío como un falso dios único, asignándole el nombre de Ialdabaoth y el Archon, el principal de los arcontes, una expresión griega para señalar a poderes invisibles. Junto con los rollos del Mar Muerto, dicha biblioteca constituye la principal fuente extraoficial de las ideas religiosas durante los primeros siglos de nuestra era. Desde la óptica gnóstica Ialdabaoth  es asociado sin nombrarlo al Ihuh hebreo, siendo el responsable de pergeñar al salvador Iesu y su doctrina salvífica fundamentada en el sacrificio que las religiones cristianas enseñan. Por eso Iesu e Ihuh representan a una misma entidad, siendo ambos, desde la visión gnóstica, el engaño de Satanás para mantener a la humanidad esclava del temor y aprisionada mentalmente, incapacitada para poder razonar libremente de modo edificante y constructivo por su cuenta. Las acusaciones mutuas se encuentran en las mismas Escrituras y en sus propagandistas que confunden a la humanidad, por eso resulta imposible conciliar la razón con la fe, y quienes tienen fe terminan atrapados en burbujas de falsa realidad, evidentes por los contradictorios caminos religiosos en los que se ubican, y quienes razonan con gran inteligencia y capacidad no pueden acceder al saber que buscan. El círculo vicioso se cierra cuando de entre los últimos muchos se entregan en los brazos de la fe vencidos frente a la sinrazón, entregando su mente y sus energías a causas incomprendidas. Lo mágico y sobrenatural invade sus vidas y sosiega sus ánimos.

No podemos hallar ninguna mención de la voz del nombre del “inefable” en los escritos canonizados por la Iglesia cristiana, sin embargo sí aparece en escritos apócrifos. Uno de ellos al cual podemos acceder es el apócrifo u oculto de Juan, escrito en copto hallado en Nag Hammadi. Los traductores al español vertieron de la siguiente manera un pasaje muy sugestivo:

«El primer gobernante violó a Eva y engendró en ella dos hijos, un primero y un segundo: Elohim y Yahweh. Elohim tiene la cara de un oso, Yahweh tiene la cara de un gato. Uno es justo, el otro es injusto. El colocó a Yahweh sobre el fuego y el viento, y colocó a Elohim sobre el agua y la tierra. Los llamó por los nombres de Caín y Abel, pues se proponía engañar.»(Apocrifo de Juan 13:7-11)

Caٕín y Abel, mentira y verdad, engaños. Es sin duda lo que todos conocemos produjo la Biblia: un mundo engañado religiosamente. ¿Excelente profecía, no? Ahora, ¿de dónde traducen los nombres, como el que nos interesa, el Yahweh? En los originales escritos el nombre traducido Yahweh, que otros traducen Jehová, viene del copto  ΙΑΥΕ e  ΙΑΟΥΑΙ (iaue e iaouai, pronuncia iaue, en griego, del cual se cree se copió, ou era u y ai era e), y Elohim de ΕλωΙΜ.  

Respecto a Elhoim hay quienes consideran significa “dioses”, y algunos traducen Génesis 1:1 de la siguiente manera:

"El primero creó a los dioses [junto] con los cielos [mundos cósmicos] y con la Tierra". 

Sin embargo, en el oculto gnóstico de Juan Eloim es un nombre y no un título plural. Dichos cristianos veían a ambos, Eloim y Iaue,  como la manifestación o hijos de Ialdabaoth o el principal Arconte, el Archon, dos caras opuestas de una misma moneda, el engaño.

¿Prefirieron no tocar este tema tan espinoso los patristas y buscaron más bien seguir manteniendo oculto el nombre inefable, enseñando una doctrina engañosa? ¿Fue éste el motivo por el cual no aparece transliterado el Nombre en los escritos cristianos que componen los libros canónicos?

Ireneo, quien escribió mucho contra tales ‘herejías’, consideró que el AT y el NT eran obra de un mismo autor, del único Dios, pero jamás usó su nombre, solo Dios y Padre. 

"El Padre, pues, es Señor, y el Hijo es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es Dios" (D 47; cf. III, 15,3).
"al mismo tiempo, en la administración de la Economía de nuestra redención, Dios aparece como Padre y como Hijo". "Es Dios y juez" (III, 12,9; cf. 19,2). 2ª Por los títulos y caracteres que "los profetas y los Apóstoles" le atribuyen: "Ni el Señor, ni el Espíritu Santo (por los profetas), ni los Apóstoles jamás habrían llamado Dios de modo absoluto y definitivo al que no lo fuese verdaderamente; ni habrían llamado Señor a ninguna otra persona, sino al Dios Padre soberano de todas las cosas, y a su Hijo que recibió de su Padre el señorío sobre toda la creación... A uno y otro el Espíritu designó con el nombre de Dios, tanto al Hijo que es ungido como al Padre que unge" (III, 6,1; ver 6,2; 8,3).

Es muy claro en reconocer que Señor y Dios son títulos y no nombres, con lo cual hay dos señores y dos dioses, pero también es claro en diferenciar al que unge del que es ungido, mostrando no solo una diferenciación entre dos entidades que poseen el mismo título sino una subordinación de una respecto de la otra.

Es por demás evidente que los cristianos judíos y gentiles desde finales del primer siglo y durante el segundo siglo andaban confundidos en este tema por más que se defendieran. Por más que dieran explicaciones autoritarias, nunca lograban despejar las dudas, hasta que se instaló el dogma y que nadie discuta ya más.
 
No cabe duda alguna que este tema no es sencillo de entender. Veamos una pregunta relacionado a lo analizado y la respuesta de un filólogo.

"Pregunta: 
Si en el evangelio de Juan la divinización de Jesús alcanza el culmen de preexistente desde toda la eternidad, ¿en qué situación se encuentran entonces los seguidores de Jesús? ¿En la de creyentes en dos Dioses? ¿Creyentes en el tradicional monoteísmo judío y a la vez en un dios menor? ¿O acaso se instaura ya aquí de algún modo la trinidad? No entiendo muy bien qué proclama Juan en su evangelio y que no perjudique a su vez el monoteísmo sagrado para los judíos. 

Respuesta (de Antonio Piñero): 

Es una pregunta difícil de contestar en pocas palabras. 
En la investigación actual, la concepción de la divinidad judía monoteísta y, a la vez compleja, se denomina “binitarismo”, y se distingue claramente de cualquier caso de “diteísmo”. Binitarismo es la creencia que postula la existencia de un Dios único, que desea conservar su trascendencia en sus relaciones con el mundo; por ello se apoya en un agente que se halla “a su lado” y le está subordinado para actuar “hacia fuera”: Sabiduría, Palabra/Logos. Tal agente es una figura divina relacionada con la primera, pero distinguible de ella en importancia; la primera es plenamente Dios; la segunda participa de esa divinidad. 

La diferencia entre binitarismo --ejemplo: el caso de Henoc en el Libro de las Parábolas de 1 Henoc y en “El libro de los palacios” (Sépher hekhalot), o Henoc, hebreo con la figura de Metatrón, texto que veremos abajo-- y un cierto “diteísmo” --ejemplo: el Evangelio de Juan-- es de intensidad y a la vez de matices sustanciales. El binitarismo no conducirá a una doctrina de la Trinidad y, en el judaísmo donde nació, acabará por convertirse en los Sefirot (literalmente, “Números”) de la Cábala, que representan solo modos de la esencia divina que actúa hacia fuera. Por tanto, se defiende con claridad un monoteísmo absoluto. Por el contrario, el segundo, casi un diteísmo en sus orígenes, sí llevará a la Trinidad, donde las personas divinas no son ya simplemente “modos”, sino personas. 

Según el binitarismo, Jesús sería divino, pero en “segunda instancia”. El diteísmo, por el contrario, hace referencia a dos dioses prácticamente iguales; no hay primero y segundo propiamente, porque ambos tienen las mismas propiedades y poderes, sin distinción alguna. El monoteísmo binitario cabe en el pensamiento judío de esta época, porque no rompe estrictamente con el Dios único exigido radicalmente por la fe israelita. El diteísmo, y no digamos el triteísmo, sería idolatría blasfema. Los seguidores de Jesús se defenderán de la acusación judía de diteísmo o triteísmo argumentando que las tres Personas distintas son un solo Dios y una esencia única; no hay triteísmo, sino un monoteísmo un tanto especial."  

Partiendo de semejante incomprensión, muchos, como Ernesto, hacen afirmaciones contundentes a partir de  doctrinas consideradas verdaderas para luego basarse en hipótesis forzadas para respaldarlas. La verdad para ellos no son los textos bíblicos (ni la historia religiosa envuelta) sino la doctrina que de ellos elaboran, la interpretación, una hipótesis presentada en forma de argumento razonable pero ficcioso. Cuando ellos ven que el debate se pone difícil, hacen un par de afirmaciones para aparentar saben de lo que hablan y luego cortan definitivamente cualquier posibilidad de repreguntar y continuar analizando el tema, y de ese modo dejar que el tema se agote por sí mismo. No les interesa aclarar, solo imponer. No les interesa enseñar, sino inculcar. Si no aceptas ‘humildemente’ lo que enseñan, educadamente te echan fuera. Son presuntuosos, ofensivos, vanidosos, no sienten amor por las personas. Si fueran respetuosos dirían: “nosotros creemos que debió ser así o asá”, pero no, afirman que así fue, pues de otra manera su doctrina de “la verdad” se cae a pedazos. No sería posible imponer la doctrina de dos personas distintas, una Dios, Ihuh, y la otra su Hijo, Jesucristo, como “verdad”, solo sería una manera distinta de ver, pero para ellos eso es imposible de aceptar. Solo existe una sola manera de ver las cosas, y solo la de ellos es la verdadera porque aseguran que en Brooklyn están las mentes que directamente del cielo reciben de Dios los argumentos verdaderos y los demás están todos equivocados. ¿Parece lógico o es fanatismo?
En este caso del Tetragrámaton ellos no pueden aceptar ninguna de las dos posibilidades. 

1¿Pudo ser que no lo incluyeron para evitar discusiones sobre su pronunciación?

Si dan lugar a dicho planteo, de no incluirlo para evitar discusiones sobre su pronunciación, ¿qué clase de Hijo de Dios fue Jesucristo que no pudo aclarar la pronunciación? 

Y si fuera la segunda: 

2¿Lo hicieron a propósito para realzar ahora el nuevo nombre, Jesucristo?

Si dan lugar a la segunda tienen que admitir que Jesús es Dios ahora, como enseñan las demás religiones cristianas, al no quedarles otra opción.

Ellos mismo afirman que Dios y Señor son títulos, sin embargo, creen que solo un Uno puede recibir el título de Dios y nadie más, y el Hijo solo de Señor. ¿Cuál sería el problema de aceptar que Jesús posea también el título de Dios si después de todo solo es un simple título, igual que “Señor”, el mismo título que era aplicado al tetragámaton?

Como no pueden entonces admitir su ilógica, se cierran en sus trece.

Pues esta manera tan disparatada de razonar es típica de las personas pasionales, que solo pueden ver de manera literal, carnal, motivo por el cual existen tantas religiones. Y cada religión posee ciertas doctrinas cerradas diferentes a la de otras en distintos temas. Donde rige una religión debes obedecer los designios de esa religión te guste o no te guste, porque se impone. Se impone por la fuerza de ley o por la persuasión si no son poder. Si no te gusta elige otra religión si puedes o no elijas ninguna, pero la que domina te impondrá su cultura de una u otra manera.

En su sitio oficial, los defensores de la creencia que Ernesto Romera sostiene dicen lo siguiente:

“Con todo, el principal enemigo del nombre de Dios no se rindió. Tras la muerte de los apóstoles, Satanás comenzó de inmediato a sembrar la semilla de la apostasía, es decir, a corromper las enseñanzas cristianas (Mateo 13:38, 39; 2 Pedro 2:1). Pongamos por caso a Justino Mártir, quien nació más o menos alrededor de la fecha en que murió Juan, el último de los apóstoles. Aunque afirmaba ser cristiano, repetía constantemente en sus obras que Dios, quien nos da todas las cosas, “por ningún nombre [propio] puede ser nombrado”.
Además, todo indica que cuando se empezaron a hacer copias de las Escrituras Griegas, los cristianos apóstatas sustituyeron el nombre de  Jehová por Kýrios, el equivalente griego para “Señor”. Algo parecido sucedió con las Escrituras Hebreas. Como ya no leían el nombre divino en alto, los escribas judíos apóstatas lo reemplazaron en más de ciento treinta ocasiones por el término hebreo ʼAdhonái. Hasta la prestigiosa Vulgata, la traducción bíblica al latín que Jerónimo terminó en el año 405, omitió el nombre de Dios” 

Viven engañando a sus rebaños de ovejas ingenuas que les creen lo que enseñan como serio y auténtico, cuando en realidad son puros inventos sin sustento alguno. Nada de lo que dicen lo pueden probar (“afirmaba ser”, “todo indica”, “algo parecido”).

Son tan hábiles para introducir el engaño que dicen:

“Las pruebas demuestran, por tanto, que los primeros cristianos encontraban el nombre de Dios tanto en sus traducciones de las Escrituras Hebreas como en sus ejemplares de las Escrituras Griegas Cristianas.” 

¿Cuáles pruebas? Pues la que cree el señor Howard. No hay pruebas, solo una conjetura de un académico.

En el “Cristianismo Esotérico” de Annie Besant, declara algo interesante de analizar, manifestando que de la misma forma que todas las tradiciones religiosas, el Cristianismo tiene un lado secreto destinado a apenas solo a algunos, pues, cito textualmente, “las religiones son dadas al mundo por hombres más sabios que las masas que los reciben. Son destinadas a acelerar la evolución humana, y su acción, para ser efectiva, debe alcanzar e influenciar individualmente a los hombres. Ahora, no todos los hombres alcanzarán el mismo grado de evolución (...). Es, por lo tanto, inútil querer dar a todos la misma enseñanza religiosa (...). Una religión debe de ser graduada como la propia evolución, si no jamás alcanzará su fin.”

Otro aspecto a tener en cuenta son los secretos mismos guardados en los líderes de una religión. Clemente de Alejandría escribió que “el Señor permitió que participasen de esos Misterios divinos los que fueran capaces de recibirlos. Ciertamente El no reveló a muchos lo que a esos muchos no pertenecía, sino a los pocos a quienes sabía que pertenecía, los que eran capaces de recibirlos y de amoldarse de acuerdo con ellos”.  Como es sabido, no se pueden tirar perlas o piedras preciosas a los cerdos. Por lo tanto, no es para nada impropio considerar que las escrituras no contienen todo, solo la parte asimilable, encerrando en misterios lo que para entenderlos se necesita la revelación.

Si ello es verdad entonces nosotros, los humanos, somos considerados cerdos hasta tanto no alcancemos a superar dicha condición.

Decía una corriente gnóstica, rescatada por un apologista y moldeada en parte por su visión de “la verdad”, sobre el auténtico proceso espiritual, muy por fuera, sin duda alguna, de los padres de la Iglesia e instituciones humanas:

“Abandonad la búsqueda de Dios y de la creación y demás cuestiones de índole semejante. Conseguidlo tomándoos a vosotros mismos como punto de partida. Aprended qué es lo que, dentro de vosotros, hace suyo todo cuanto existe y decid: “Dios mío, mi razón, mi pensamiento, mi alma, mi cuerpo”. Aprended las fuentes de la tristeza, de la alegría, del amor, del odio (...). Si investigaseis cuidadosamente estas cuestiones, descubrireis a Dios en vosotros mismos.” 

Esto es completamente cierto, más allá que no esté escrito en algún libro canonizado por la iglesia. La trinidad consiste en un aspecto trilógico de la composición humana, la cual se halla en semejanza con lo Supremo, con aquello que todos llaman Dios. Las mismas Escrituras diferencian entre alma, cuerpo y espíritu. El alma es el ser, el ego, es la consciencia de sentirme que soy yo y no otro, es el ego. El cuerpo es la materia húmeda donde existe mi ser, y el espíritu es lo que le da vida a mi cuerpo y me permite ser. El alma no es mi cuerpo, se encuentra en mi cuerpo.

Cuando morimos, el espíritu, como dicen las Escrituras “vuelve a dios”, es decir, no es algo que se pierde en la nada. El ego puede permanecer o perderse, dependiendo de nuestras elecciones y obras en la vida. Eso lo enseñan las escrituras. Quien lo decide es dios, quién mediante su espíritu logra que nuestro ego con sus particularidades que le son propias permanezca o se disuelva. Nos referimos a nuestra personalidad. Toda manera de ser que no la apruebe el Supremo es eliminada mediante el proceso de transformación. La misma puede ocurrir durante la vida o al momento de morir. Quienes deciden eso somos nosotros mismos, nuestro ego. Si no lo hacemos y obramos mal, entonces decide el espíritu, que representa a dios en nosotros y hará que nuestro ego sea transformado.

Más allá de que quien lea esto lo acepte o no,  juzgando su creencia la correcta y equivocada el resto, es necesario decir que cada ego comprende acorde al nivel de su propio desarrollo espiritual alcanzado. En todas las religiones existen verdades dispersas. El problema es que cuando somos todavía “pequeñuelos”, solo podemos entender y razonar como pequeñuelos. Con el tiempo, si nos abocamos a entender todo aquello que no entendemos a medida que existimos y experimentamos, nuestro desarrollo espiritual se irá dando paulatinamente.

Plutarco, al describir la religión egipcia trae a colación una idea de Platón manifiesta en Timeo, de quién considera se inspiró en el triángulo sagrado egipcio al tratar sobre la figura nupcial en República, y escribió lo siguiente:

“La naturaleza mejor y más divina está formada de tres partes, lo inteligible, la materia y el resultado de su unión, que los griegos llaman cosmos. Platón (En Timeo) acostumbra a llamar a lo inteligible «idea», «modelo» y «padre», y a la materia «madre» y «nodriza», «sede» y «lugar» de la generación, y al resultado de su unión «prole» y «generación» ” 

No puede menos que asombrarnos la similitud con el concepto cristiano sobre la Trinidad, el cual por supuesto es vertido de modo diferente y aplicado a una deidad. Pero los principios platónicos son consistentes con los conceptos de padre/semilla/ego/consciencia-cuerpo/sabiduría/madre/espíritu-resultante/hijo/logos/orden/cosmos. La mística del triángulo sagrado, base del Teorema de Pitágoras, Plutarco la describe así:

“Este triángulo tiene la altura de tres unidades, la base de cuatro y la hipotenusa de cinco, cuyo cuadrado es igual a los cuadrados de los otros dos lados. Pues bien, hay que comparar la altura al macho, la base a la hembra y la hipotenusa al hijo de ambos; y representarse a Osiris como principio, a Isis como el elemento receptor y a Horus como el resultado  perfecto. El tres es, en efecto, el primer número impar y perfecto; cuatro es el cuadrado del número par dos; el cinco en cierto modo se parece a su padre y en cierto modo a su madre, como suma que es del tres y del dos. Y panta  («el universo») es una palabra derivada de pénte («cinco») y a «contar» se refieren con la palabra pempásasthai («contar por cinco»). Cinco forma un cuadrado a partir de sí mismo, que es el número de letras del alfabeto egipcio y de los años que vivió Apis  A Horus, acostumbran a llamarlo también Min, que significa «que se ve»; pues el cosmos es perceptible y visible. Isis es a veces llamada Moúth y otras Áthyri y Methier; el primero de los nombres significa «madre» y el segundo «la casa cósmica de Horus», como también Platón dice «lugar y receptáculo de la generación», y el tercero es un compuesto de «lleno» y de «bueno»; pues plena es la materia del cosmos y se asocia con lo bueno, puro y ordenado.” 

Esta descripción expresa la constitución humana: mente, cuerpo, espíritu.

Un autor cristiano contemporáneo que analiza el gnosticismo desde la óptica cristiana afirma:

“El cristianismo sobrevivió y el gnosticismo no, porque el primero era el más apropiado - inconmensurable, infinitamente así. El gnosticismo no murió por casualidad sino porque carecía de poder vital interior.” 

Los conceptos gnósticos, que fueron anteriores al cristianismo y  del cual éstos también mojaron su pan aunque lo nieguen, nunca murieron, si las distintas religiones gnósticas. El cristianismo sobrevivió a causa de la ignorancia humana de quienes lo siguen creyendo verdad. El tema central aquí no es tratar sobre la existencia de instituciones gnósticas donde abrevan creyentes, pues eso es imposible que suceda dado el nivel de comprensión requerido, que muchos confunden con “intrincado y aburrido conocimiento” o su contraparte fantasiosa y extremadamente manifiesta. Muchos escritos gnósticos contienen muy pocas verdades, el resto ha sido el resultado novelesco y caprichoso de quienes nunca estuvieron preparados todavía para asimilar los saberes fundamentales, de allí que las obras gnósticas generalmente manifiestan las distorsiones y degeneraciones del saber sublime que solo unos pocos pueden poseer sin poder transmitírselo a nadie, sencillamente porque los demás no solo no lo comprenden, sino que lo tergiversan y contaminan completamente con falsedades de todo tipo. Pero el gnosticismo pervive aún en los escritos del cristianismo mutilado y amañado. La gnosis original está allí sin ser comprendida por las masas.

Viendo distintas páginas en la web me llamó la atención el comentario de un creyente que atacaba el gnosticismo luego de referirse a Nietsche, revelando en sus palabras el espíritu detrás de sus pensamientos:

“…los gnósticos que osan desafiar a Dios y a su palabra, terminan siendo poseídos y destruidos mentalmente por la misma serpiente que un día le entrego sus pensamientos filosoficos  de los cuales fueron la causa de su LOCURA.” 

El placer de la venganza es típico del dios que adora este ingenuo sujeto, muy bien expresado y con nombre propio (Ihuh) en los escritos sagrados judíos. La misma “serpiente” nunca puede ser el enemigo del Dios del cual comenta, es decir Ihuh, sino su verdugo, a sus órdenes. Quien ‘osa denunciarlo’ Ihuh lo ataca y humilla, porque es un Dios cuya ira se enciende rápido. Esta persona adora a un Ser violento, morboso y vengativo imaginándose es un ‘Dios todo amor’. De este tipo de personas las hay por millones, porque se encuentran aprisionados por el temor impuesto, típico de un criminal que no quiere que le descubran, que les aterroriza dudar, imaginando estar protegidos por el “amor divino”, una especie de ‘seguro universal’ porque no dudan de nada sobre su religión. Es claramente un disparate mental, fuera de toda racionalidad.

Conocer la auténtica realidad produce rechazo y estupor. La humanidad no es lo que la mayoría cree es. Por eso es tan difícil poder transmitir la sabiduría superadora. Mientras la mayoría se encuentra entretenida con toda clase de cosas que le sacan del aburrimiento, los mantienen apasionados y lo que se dice “vivo”, apostando a cumplir con una misión, solo cuando te encuentres contigo mismo comprenderás de qué se trata la vida. 

Pero hay algo que me interesa tocar. Si yo fuera Ernesto Romera me sentiría muy mal quedar expuesto debiendo admitir algo que se me hiciera notar y luego dejar a mi interlocutor sin posibilidad de expresarse, abandonándolo sin poder ayudarlo a ver el asunto de la manera correcta y amable, porque en el fondo no la tengo, y eso me implicaría como el que se encuentra en error e ignorancia. Esto es algo que a un predicador no le puede ocurrir. Tienes que hacerte cargo de lo que enseñas. Se nota que reconoce, aunque de mala gana, mi planteo, pero quiere dejar todo como está. ¿Por qué no admite abiertamente que es su creencia, una manera subjetiva algo amañada de ver y no una evidencia? ¿Qué le impide? ¿Su orgullo? ¿Hay otras personas o es la organización religiosa que está detrás de su página? ¿Su reputación ante sus compañeros de creencia? No lo puedo saber, solo me hago tales preguntas cuyas respuestas solo esa persona puede responder. No sé si me podrá satisfacer su respuesta, lo importante aquí es ver si le satisface a él. Por lo pronto, no parece estar feliz en su postura.