domingo, 29 de enero de 2023

Analizando el libro bíblico de Daniel

 


Introducción:

Es un libro del AT que forma parte del canon judío y cristiano, y es uno de los libros de estilo apocalíptico y escatológico, esto es, dedicado a desvelar los acontecimientos del futuro para quienes esperan para el final de los tiempos la justicia de Dios mediante visiones y explicaciones angélicas. En las Escrituras judías y cristianas existen muchos libros de este tipo, pero solamente el libro de Revelación, de origen cristiano, y Daniel, de origen judío, están canonizados, aceptados como ‘Palabra de Dios’.

Análisis de sus capítulos. Ubicándonos en el tiempo y circunstancias

Según el propio libro de Daniel en su primer capítulo menciona que fue deportado a Babilonia junto con un grupo de jóvenes nobles el “tercer año de Joaquín” (1:1 según algunas traducciones, como NC), y se mantuvo activo hasta el primer año de Ciro (1:21).

Históricamente hubo dos reyes con nombre parecido, uno Joacim y el otro Joaquín, siendo el primero padre del segundo.[1] El problema es que el rey que se piensa que fue deportado a Babilonia no reinó siquiera un año, apenas 3 meses (2Rey.24:8), que abarcó los años 598 y 597 a.C. No obstante, Joacim (también Joaquim, con m al final), su padre, que reinó entre el 608 al 598 a.C., fue visitado por las tropas de Nabucodonosor II y los constituyó en rey vasallo debiendo pagar tributos, y esto ocurrió posiblemente en el año 605 a.C., de cuando el faraón Necao II fue derrotado en Carquemis por Nabucodonosor. Ese año se correspondería al “tercer año” de su reinado, es decir, de Joacim en vez de Joaquin. Y ello es lo que Daniel parece estar diciendo, porque si bien el rey no fue deportado fue “hecho siervo” (2Rey.24:1), y  hubo una pequeña deportación de algunos nobles judíos en el año 605 a.C., luego de haber sitiado a Jerusalén, como dice en Daniel 1:1-4. Al decir que fue hecho vasallo o siervo de Nabucodonosor en el 605, pero que se rebeló luego de tres años de serlo (los primeros tres años lo era de Necao II, por lo que Judá ya no era libre[2]), se deduce que comenzó a reinar en el año 608 a.C., en el 605 es dominado por primera vez por Babilonia y se rebela en el 602 a.C.

De este modo el pasaje de Daniel 1:1 puede llevarnos a una mala interpretación, quizás en parte por el parecido de los nombres o por haber estado mal escrito o cambiado por el recopilador o editor de ese libro bíblico o por distintas traducciones después, pero lo que puede llevar más que nada a eso es que en 2Cron.36:5-10, en el vv.6 menciona que Joacim, el antecesor de Joaquín, fue llevado cautivo a Babilonia, algo que al parecer no ocurrió acorde a otras fuentes bíblicas y extra bíblicas. En el vv.7 menciona que también fueron llevados en el año 605 a.C. ciertos utensilios del templo de Jerusalén al templo de Babilonia antes de la deportación de Joaquín en el año 587 a.C. Así que este pasaje de 2Crónicas parecería corresponder con Daniel, si bien Daniel no dice expresamente que este rey, que sin duda se refiere e Joacím y no a Joaquín, fue llevado cautivo, solo menciona que se llevaron utensilios del Templo de Jerusalén y algunos jóvenes nobles, entre ellos Daniel y sus compañeros, aspecto que 2Cron.36 calla.

Ahora, si vamos a Jer.25 encontramos a Joacim reinando en el año “cuarto”,[3] y en Jer.36:9 lo menciona en su año “quinto”, demostrando, según Jeremías, que no fue llevado cautivo en su ‘tercer año’, sino hecho rey vasallo de Babilonia.

La LXX diferencia claramente a Joacím (Ιωακιμ) de Joaquín (Ιεχονιας), lo mismo que el TM (Iaoiaquim y Iaoiakin respectivamente), por lo que los traductores de la NC, por ejemplo, simplemente no tuvieron el suficiente cuidado de traducir correctamente.

De modo que podemos concluir que Daniel 1:1 nos ubica desde el año 605 a.C., y el vv.21 nos lleva hasta el año 537 a.C., un período de 68 años.[4] Supuestamente, todo lo escrito fue originalmente realizado durante esa época, aspecto que analizaré más adelante.

El primer sueño y la interpretación de la imagen colosal

La visión de la enorme imagen humana (2:31) compuesta de distintos metales, interpretada como historia de antemano de los sucesivos imperios que gobernaron medio oriente, el propio libro de Daniel dice que ocurrió en el año 12 (según la NC) del reinado de Nabucodonosor. Dado que este rey babilonio comenzó su reinado a la muerte de su padre Nabopolasar en el año 605 a.C., habría sido durante el año 593 a.C., unos 6 años antes de la destrucción de Jerusalén, ocurrida en el año 587-6 a.C., el cual correspondió al año 18 y 19 de su reinado (2Rey.25:8; Jer.52:12, 13)[5]. Sin embargo, el asunto, considerando lo analizado sobre el primer capítulo, nos lleva a que el sueño de la imagen es ubicada su ocurrencia al 2º año de Nabucodonosor, y esto es en el año 603 a.C. [6]

Estaba compuesta por la cabeza de oro, los pechos y brazos de plata, el vientre y los muslos, esto es desde el ombligo hacia abajo a todo a lo largo de ambos fémures, es decir desde el vientre hasta las rodillas, de cobre o bronce, y las piernas, es decir desde las rodillas hacía abajo, de hierro, teniendo sus pies el hierro mezclado con barro (Dan.2:32, 33). Si observan las imágenes artísticas, notaran que casi todas están mal representadas, porque no entienden dónde están los muslos, los cuales están junto con el vientre, pintando a los muslos de hierro cuando son de cobre o bronce.

Verán además que en todas se muestran las potencias políticas representadas. En esto parece que todos están bien enterados de su interpretación gracias a las labores divulgativas religiosas protestantes, extendiendo a la potencia romana incluso hasta nuestros días, algo completamente ilógico si de una profecía o historia de antemano se tratara.

Si realmente ese libro hubiese sido escrito durante el gobierno babilónico en el segundo año del rey que tomó el control de Jerusalén y al pueblo judío, ese y otros capítulos habrían sido considerados claramente de origen divino, sobrehumano, proféticos por los judíos, aspecto que la historia misma y cultura judía lo niega. Los propios judíos tienen este libro ubicado junto con los “escritos” (Ketuvim) y no con los “Profetas” (Nevi’im).[7] Por lo tanto, queda claro que ese sueño de la imagen fue escrito muchos siglos después con la intención de evocar que fue predicho de antemano para animar la esperanza judía. Fue una clara mentira piadosa, un engaño en nombre de Dios. Sus palabras causaron mucho daño a millones de personas, inclusive a Jesús, que al parecer lo creyó verdadero, pensando era el ungido nombrado por su Padre para liberar mediante la violencia llevada a cabo por Dios para instaurar la religión judía depurada en la tierra de Israel, en lo que sería la restauración del gobierno Teocrático.

Es importante tener en cuenta que los gobiernos de medio oriente o aquellos que lo dominasen, que era dónde se encontraba Israel,  según Daniel serán quitados por violencia, pero no por violencia humana (2:34), sino obviamente divina. Tampoco dice nada respecto a los demás reinos humanos que controlan el resto de los dominios de la tierra, de los cuales más bien se esperaba que fueran respetuosos y obedecieran voluntariamente al reino de Israel, cuyos líderes creían que poseían la mejor ley divina.

En consecuencia, cuando se habla de la imagen colosal, en realidad no está hablando de meras autoridades políticas que gobiernan el mundo civil, sino de regencias espirituales que buscaban sofocar y eliminar a la religión judía, en parte debido a su propia corrupción, y en donde se señalaba su restauración futura. Este aspecto en particular lo encontramos evocado en el libro cristiano de Ap.11:15, tiempo durante el cual seguía vigente más que nunca la autoridad de la cuarta bestia.

Sin embargo, dado que esta esperanza nunca se cumplió, el cuarto reino de hierro se extendió ya por más de dos mil años, y esta cuarta bestia todavía sigue viva en nuestros días, tal como es enseñado por diversos creyentes y entusiastas cristianos, quienes interpretan las profecías de diferentes maneras, dentro de lo que ha sido el gran tema de la escatología. Esta logia ha ido cambiando a través de los siglos, apareciendo distintas modalidades de enseñanza, abarcando en la historia cristiana desde Pablo de Tarso hasta los más recientes maestros de distintas denominaciones, tanto católicas como protestantes. 

El capítulo tercero de Daniel relata el rescate sobrenatural de los tres amigos de Daniel del horno ardiente, un relato que procura infundir ánimo a todos los judíos en la providencia divina mientras esperan con paciencia los designios de Dios.

Los siete tiempos

En Daniel 4 encontramos el relato de la locura de Nabucodonosor, según es relatado por el propio rey, en donde explica que fue a partir de otra visión o sueño que tuvo que lo espantó, en dónde vio un gran árbol que fue cortado, y debían pasar “siete tiempos” hasta poder ser restaurado, según le fue interpretado por Daniel. Esta visión fue algo que muchos cristianos relacionaron con el cap.2, y como ‘3 tiempos y medio’ era equivalente a 1260 días, 7 tiempos lo hicieron equivaler a 2520 días, que pasado a años según su “regla bíblica”, son 2520 años de tener el rey un corazón de bestia. De allí los TJ desarrollaron su profecía para el año 1914, aplicando ese período al tiempo que durarían los gobiernos humanos como bestias reinando sobre la tierra desde el momento que el reino de Judá fue destruido hasta que venga el reino de Dios.[8]

El inconveniente con esa interpretación es que en ningún momento en la propia interpretación dada por Daniel equipara éste a Nabucodonosor como representante anárquico de los reinos bestiales de la tierra (4:22). La única función que tenía el sueño era dejar bien claro que ningún gobernante humano, quien en este caso se trataba de Nabucodonosor, regía la tierra por su cuenta, sino que todos deben rendir cuentas al Elyón, o al Altísimo, como es traducido. Si el rey no reconocía este hecho, no sería restaurado, y otro hubiera ocupado su lugar. Quien en realidad gobernaba el mundo era el “Dios de las montañas”, el Elyón, “usando” para ellos a distintos gobernantes humanos y de distintas creencias religiosas, quienes en ese momento, a pesar de que los judíos consideraban su religión como la mejor, en esos momentos estaba tan corrompida que las religiones de los pueblos circundantes los superaban.

Esta era la verdadera y la única intención de lo expresado en el cap.4 de Daniel (4:25, 26, 30, 34, 36 y 37). No puede ser más claro este capítulo para dejar bien asentado que el único gobernante de toda la tierra es Elyón, el Dios de los hebreos.[9]

Obviamente, es muy poco probable que Nabucodonosor en persona haya experimentado lo que narra y dicho todo eso, pero para los fieles judíos éstas palabras los ayudaban a soportar otras autoridades extranjeras, convencidos de que regían en nombre de Dios y que todas rendirían cuentas a Él.

En cuanto al motivo por el cual se representa a los reinos no israelitas como “bestias”, era para indicar sus mínimos conocimientos y poca comprensión sobre la adoración correcta a Dios, siendo representantes de doctrinas religiosas desprovistas de amor e inteligencia orientadas al bien y la verdad.

Por lo tanto, cuando se habla de la restauración del gobierno de Dios por encima de todos los reinos de la tierra, como es mencionado en el cap.2, estaría hablando nada más que del restablecimiento de la única doctrina correcta, concerniente únicamente al estado espiritual, el cual a veces no se correlaciona con ciertas realidades de la vida literal, pero si se espera que lo haga en el otro mundo.

El fin del reino babilonio

El cap.5 contiene el relato del banquete de Baltasar y su fin esa misma noche, mencionando que una vez tomado el reino de Babilonia por los medos y los persas, un tal Darío de Media toma el poder a los 62 años. Este personaje no es conocido históricamente, solamente aparece en el libro de Daniel. Pero es probable que sea historia real, al igual que no sabían nada antes de Baltasar, pensando que el rey en ese momento era Nabonido. Si buscamos fechar este evento, debió ocurrir durante el año 539 a.C., año en que Babilonia cayó ante Ciro, el  rey del nuevo gobierno persa oriental que tomaba el control absoluto de toda la región.

Un detalle que llama la atención del cap-5  es el vv.18 y 19, donde indica que Babilonia regía a todos los pueblos de la tierra, o también en Dan.4:22 al decir que su autoridad llegaba “a los confines de la tierra”, o en 2:37-39 al decir que tres reinos sucesivos de la famosa imagen de forma humana  ‘dominarán toda la tierra’, cuando en realidad nunca fue de esa manera, ya que Babilonia, a la que se la comparó con el oro como la suprema, solamente gobernó una parte de la tierra, ubicada en la zona de medio oriente, siquiera llegó a dominar Egipto, solamente le quitó tierras y pueblos a los egipcios. Claramente, de tratarse de un relato histórico, es una exageración. Por ejemplo, Grecia, la parte de bronce que dominó Egipto, Europa y Medio Oriente, aunque las extensiones de su dominio superaron a Babilonia, no “dominó toda la tierra”, porque quedaron fuera la Europa occidental, los escitas, la mayor parte de África, los mongoles, los chinos y la India. No eran potencias mundiales, sino gobiernos regionales que llegaron a dominar muchos pueblos, entre ellos siempre a Israel, pero nunca ‘a toda la tierra’. Por ello, debemos entender por ‘toda la tierra’, a la tierra de Israel, y con ello, no a la parte literal, sino la espiritual, que sucumbió a su cultura.

Lo mismo cuando vemos los documentos históricos, como el cilindro de Ciro, cuando menciona que se consideraba el gobernante de “toda la tierra” o “mundo”. No estaba queriendo decir que lo era de todos los pueblos de la tierra, sino solo se refería a todos los que se encontraban bajo su dominio, y porque ningún otro pueblo le era rival, aunque no podían gobernar ni mandar en esos otros dominios. Se consideraban gobernantes mundiales ‘potenciales’, no reales.

Continuando con el análisis de los capítulos, el cap.6 trata sobre el caso de Daniel cuando fue arrojado al foso de los leones en algún momento durante el gobierno de Darío el medo. Otra vez, un relato para levantar el ánimo en la plena confianza en Dios de cuando el poder cultural extranjero trata de socavar las creencias religiosas judías, pero en este caso cuando los que odian a los judíos por su religión tratan de hacer que incumplan las leyes, confiando en que Dios brindará la salida si se mantienen leales.

Las cuatro bestias

Otra fecha aparece en Dan.7, al mencionar el ‘año 1 de Baltasar’, de cuando Daniel tuvo la visión de las ‘cuatro bestias’, que debió corresponder a cuando su padre Nabonido, que asumió el poder luego de derrocar a Labashi-Marduk en el año 556 a.C. lo dejó como regente en Babilonia, a partir del año 553 a.C., unos 40 años después de la visión de la terrible imagen.

Podemos notar que los capítulos no están armados cronológicamente, porque del año 539 a.C. del cap.5 retrocedemos en el tiempo, al menos al 553 a.C. del cap.7, unos 14 años antes.

Es en este capítulo donde relaciona las cuatro bestias con cuatro reyes (7:17) que se sucederán históricamente, los cuales se conectan con partes de la imagen del cap.2. El leopardo con alas y 4 cabezas, que refiere a la 3º bestia, hacer recordar a Grecia de cuando se dividió el imperio en sus cuatro generales, aunque en Daniel no se lo menciona específicamente pero es muy evidente la relación, y la primera, semejante a un ‘león con alas de águila’, se supone aplica a Babilonia.[10] Y dado que la segunda, que era como un oso que se alzaba más de un lado que de otro, apunta muy bien a los medos y los persas, siendo éstos últimos el costado más alzado, con lo cual se percibe su relación con el sueño de la imagen del cap.2.

El problema era que, si se tratase de historia escrita de antemano, la primera bestia ya estaría gobernando y no que ‘se levantaría en un futuro’ (7:17), porque supuestamente estaríamos durante el reinado de Babilonia cuando Daniel ve esta visión, habiendo pasado al menos 40 años. El león no sería una bestia que se levantará, sino que ya estaba levantada. La única que se pondrían en pie para gobernar en el futuro sería el oso, Medo Persia, y las otras dos siguientes.

Por ello, la LXX menciona que esas cuatro bestias son cuatro reinos que “perecerán” (ἀπολοῦνται) de sobre la tierra, no que se levantarán. Sin embargo, el TM usa una expresión aramea que indica “establecerse” “ponerse de pie”, por eso las traducciones traducen “levantarán”, para insistir de alguna manera que se trataba de una predicción, pero cometiendo un error de ubicación. En este caso no está claro lo que realmente decía este versículo, mostrando que en griego se encuentra escrito diferente al hebreo.

Pero digamos que lo correcto es que haya sido escrito “perecerán”, con lo cual estaría incluida también la primera bestia, que representaba al reino babilónico, y las otras que vendrían también perecerían. Esto parece tener sentido, puesto que el vv.18 muestra que una vez perecidas los “santos del Altísimo” serían quienes tomarían el control de la tierra. Y sin duda, esto último era el objetivo principal del relato de Daniel.

Este aspecto relacionado a la esperanza que el libro de Daniel introduce en este capítulo, que se encuentra también ligado a Dan.2.44, es de cuando luego de la cuarta bestia ‘el reino’ lo recibirían “los santos del Altísimo” (7:18). Aquí vemos con claridad, no solo el objetivo principal, sino la participación de los judíos devotos en el dominio terrestre del reino de Dios, solo que no está hablando de toda la tierra en sentido geográfico donde los humanos gobiernen, sino solamente en la tierra de Israel, una región específica.

Lo que le llama la atención a Daniel es que esta ‘cuarta bestia’ era muy temible, pues tenía dientes de hierro con garras de bronce y hubo un cuerno de entre los 10 que se hizo grande, tenía ojos y boca, y hablaba “cosas grandes”, y antes que los “santos” recibieran el reino fue destruida y quemada en el fuego. También ve a uno, al que denomina “como un hijo de hombre”, es decir de forma de un humano, que viene en una nube hasta el Anciano de días y recibe el poder de gobernar a todos los pueblos de la tierra por siempre.

Entonces desde el vv.23 al vv.27, uno que asistía a ese evento le explica el significado de la visión. A Daniel le llamaba la atención de ver a esta bestia con su gran cuerno atacando a los “santos” y que los vencía, y deseaba saber más de ella.

Y en la explicación aparece un pasaje de este capítulo que es repetido en el libro de Apocalipsis, y tiene que ver con la guerra contra los “santos” (creyentes fieles a Dios), quienes serían entregados en manos de la bestia atacados por el cuerno que se hizo grande por el espacio de ‘tres tiempos y medio’ (Ap.11:2, 3; 12:14; 13:5). Estos “un tiempo (1), tiempos (2) y medio tiempo” es equivalente a 42 meses y a 1260 días. En los pasajes de Apocalipsis donde se repite la fórmula del tiempo de ser vencidos ya no se habla de una cuarta bestia como la de Daniel, sino de un dragón y de una serpiente. Luego, en el cap.13 recién se ve una bestia distinta que blasfema y ataca a los “santos” y los vence, en conjunción con lo que aparece en el libro de Daniel. Ahora es una bestia de “siete cabezas y diez cuernos” que toma el control por 42 meses (Ap.13:5-7)[11]. Claramente evoca a ‘la cuarta bestia’ de Daniel al introducir la misma consigna de temporalidad (o de estado).

La cuarta bestia es la que más atención concentra, porque es la que ataca al pueblo de los “santos”, y es la que finalmente es destruida para que los santos tomen el reino y gobiernen la tierra para siempre. Este es el sustrato que comparte el Apocalipsis de Juan con lo que sería la parte del Apocalipsis de Daniel.

Otra vez, no parece sensato relacionar esta visión como historia escrita de antemano, para referirse a los gobiernos de Medo-Persia, Grecia y Roma, incluso Babilonia, sino, si a ellas se refiere, entonces debió completarse durante el siglo I a.C. y no en el siglo VI a.C., aunque en ese tiempo el gobierno romano en la península itálica ya existía, el cual se iba haciendo cada vez más fuerte y mças grande a medida que transcurrían los siglos.

Por otra parte, es importante señalar que tales gobiernos no abarcaron a ‘toda la tierra habitada’ en su máximo apogeo, aun considerando a Grecia, que en su mayor extensión solamente abarcó las tierras hacia el oriente. Por lo tanto, lo que mejor cuadraría hasta ahora es que estaría hablando de culturas que influenciaron a los judíos durante los diferentes dominios que controlaron la región donde ellos vivían, no solo en la media luna fértil donde estaba Jerusalén, sino que también irían de Grecia, Egipto, Asia menor, Medía, Persia y hasta los límites con  la India, lugares hacia donde fueron esparcidos, primero la 10 tribus de Israel al caer Samaria en el 721 a.C., y luego, especialmente los judíos, al perder el templo de Jerusalén en el año 586 a.C.

El carnero y el macho cabrío

En el capítulo 8, aparece otra visión, y dice que ocurre al tercer año de Baltasar, o alrededor del 550 a.C., unos 11 años antes de la caída de Babilonia ante Ciro. Es la visión del carnero y el macho cabrío, que en lo vv.20 en adelante explica que aplica a los reyes de Media y Persia el primero y al de Grecia el segundo.

En Dan.8:14 aparece la mención de 2.300 tardes y mañanas que durará la holladura del santuario hasta que sea restaurado o purificado. Esta cifra no guarda relación con los tres tiempos y medio o 1260 días, aunque parece referir a lo mismo. Este período menor es nuevamente mencionado en Dan.12:7 como “tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo”, período de tiempo hasta que se acabe el poder de dispersión sobre los santos. Luego agrega dos cifras más: 1290 días y 1335 días (12:11, 12). Ahora, sobre los 2.300 días, que serían unos 76,6 meses, o unos 6,38 años, no es posible saber que signifique algún período de tiempo, por lo que no se sabe a qué se refiere. Probablemente, como todas las cifras usadas en la Biblia, tenga un significado cualitativo y no cuantitativo.

En Dan.8:21 le explica Gabriel que el macho cabrío representaba al rey de Grecia, y su cuerno grande al primer rey, esto es a Alejandro magno. En el vv.23 aparece otro rey después de que los cuatro reinos de Alejandro acaben, siendo el que actuará contra el santuario y los santos del Altísimo.

El argumento apocalíptico, de los capítulos 2, 7, 8 y 12, es el mismo que se repite en Revelación o Apocalipsis de Juan: los siervos de Dios deben armarse de paciencia y luchar contra el mal que se desenvuelve de distintas maneras, ser perseguidos por el mal, padeciendo toda clase de presiones e infortunios para ser desleales a Dios hasta que viene Dios como juez al final y los rescata y glorifica. El lenguaje de simbolismos que usa no significa otra cosa que aquello que da a entender en el sustrato del mensaje: sufrimiento pero gloria a los pacientes. No existe una significación específica, aplicada a una época o situación histórica mundial, ya que la conducta humana es la misma siempre a través de los siglos, solo cambian los personajes, pero los sucesos se repiten de continuo. Su significado es atemporal siempre, y cuando pretende anunciar de antemano los hechos, solo habla de lo esperado, lo que es propio de la sociedad humana.

No obstante, en el caso de anunciar la sucesión de potencias mundiales, eso no pudo ser anunciado de antemano, allí está directamente mintiendo, usando un recurso engañoso para infundir una esperanza segura a los sufrientes devotos de Dios que llegan a creer en esas palabras. Medo Persia y Grecia y el desenvolvimiento de los descendientes seléucidas contra el templo judío, fue sin duda escrito cuando tales hechos ya sucedieron, por lo que es imposible que haya sido escrito durante el 3º año de Baltasar, mientras todavía no había templo ninguno restaurado.

Roma recién se constituyó como república dominante de todo el mediterráneo luego de vencer a Cartago y Grecia en el siglo II a.C., que debió corresponder al siglo en el cual a lo mejor se escribió la “profecía” de Daniel.[12] Seguramente fue retocada, sino completada a partir del siglo I a.C., de cuando pasó a controlar el oriente próximo, donde estaba Jerusalén (se le legó Pérgamo en el 133 a.C., y conquistó finalmente el imperio seléucida en el 63 a.C.), siendo ésta el cuarto reino y la temible cuarta bestia de ‘dientes de hierro y garras de bronce’ a la que se le dijo que ‘devorara mucha carne’, humana, claro, a medida que incrementaba la extensión de sus dominios hasta que pasó a dominar la tierra de Israel mencionada anteriormente en el cap.7.

De allí, que de representar reinos en un proceso cronológico, Dan.8 no resulta claro, ya que no llega a hablar de una cuarta bestia, que es la que es mencionada en el cap.7 como la causante de lo que repite en el cap.8, cuando menciona que fue un cuerno procedente del ‘macho cabrío’ griego  quién ‘quitó el continuo sacrificio’ (8:11) cuando en el capítulo anterior, quien hace eso es un cuerno de la “cuarta” bestia (7:21, 24, 25), no de la “tercera”.

El controvertido anuncio del Mesías

Continuando, llegamos al cap.9, donde menciona que era el año 1 de “Darío el medo”, situándonos luego de la caída de Babilonia con la muerte de Baltasar y entendiéndolo como el primer año de Ciro el persa, cuando Daniel estaba estudiando el tema de los 70 años de desolación de Jerusalén.[13] Se supone sería en el año 539/8 a.C., que desde el año 586 a.C., año en que Jerusalén y la tierra de sus alrededores quedó desolada, habrían pasado apenas unos 47 años, entendiendo por el relato que para Daniel estaban cerca de cumplirse los 70 años de desolación y que vendría la restauración, por lo que para él posiblemente contaba a partir del año 605 a.C., considerando la expresión “desolación” en su aspecto espiritual y no literal. En ese momento es cuando el ángel Gabriel (el mismo que anuncia el nacimiento de Jesús en Mateo) le dice a Daniel que todavía faltaban “setenta semanas” (9:24), o el equivalente de 490 días, para que se cumpliese la desolación, la cual, primero para los judíos, y luego los cristianos, al no cumplirse como esperaban, el final del capítulo se pierde con declaraciones insustanciales, llevando de esa manera el tiempo original de días luego a años, y que su comienzo sería, no desde la destrucción de Jerusalén, sino desde el edicto de su reedificación.[14]

La liberación de Ciro fue hecha en el año 539 a.C., pero no tuvo real cumplimiento hasta que se colocó el fundamento del templo en el año 537 a.C. (marcando de ese modo el fin de la desolación[15]), y posteriormente completado por Zorobabel en 515 a. C. Nótese de cómo en el cilindro de Ciro, el mismo monarca se ubica como “rey del mundo” actuando a favor de todas las religiones que hasta ese entonces habían sido sometidas por sus antecesores.

De alguna manera Gabriel  y editores posteriores cambian el enfoque de Daniel de los 70 años de desolación predicho por Jeremías a una nueva profecía de 70 semanas que debían pasar hasta que se cumpliera todo, pero que luego pasó indefectiblemente a años,[16] y en donde, según la traducción, vendría un ungido, un príncipe, o un santuario hasta que todo se consumara. Las traducciones cristianas al traducir cambian el enfoque para que hable de un Mesías anunciado por Daniel, esperado alrededor del primer siglo de nuestra era, finalmente aplicado a Jesucristo.[17]

El libro de Daniel, que contiene una escritura apocalíptica, curiosamente no usa el nombre divino YHWH en ningún pasaje de ningún capítulo, salvo en el capítulo 9, un capítulo que llamativamente no aparece en los manuscritos de Qumrám, usando en su lugar expresiones como “Dios”, “Altísimo” (Elyon), “Anciano de días” y “Señor” (Adón) en sus otros 11 capítulos. El cap.9 ha sido uno de los más controversiales debido a sus distintos formatos producto de distintas interpretaciones, donde en el masorético lee distinto a la LXX. Originalmente, en ambos documentos nunca predijo ningún Mesías o Cristo. Fueron las traducciones que posteriormente llevaron a decirlo de modo explícito luego de entender esos pasajes como “profecías mesiánicas”.[18]

Si vemos la manera en que los cristianos usan este libro, por ejemplo en la pregunta hecha en Quora, notarán en las respuestas la manera en la cual relacionan Mat.24:15, 16 (también Mc.13:14, 15 y Lc.21:20-22) con la primera y segunda venida de Cristo juntas. Por ejemplo, lo relacionan con Dan.9:26, 27 (LBLA), pero muy superficialmente, porque por la manera en que se encuentra traducido, notamos expresiones extrañas. Por ejemplo, ¿quién es ‘el que confirmará el pacto con muchos por una semana’ del vv.27, y quién ‘hará cesar el sacrificio y la ofrenda’? Para algunos es Jesús, para otros el desolador.

También es importante entender, que al cabo de las 70 semanas, lo que vendrá será el fin de la injusticia, el juicio final (9:24), y todo eso ocurrirá al final de la segunda mitad y última semana de las 70. En Dan.12:11 y 12, parece mostrar que desde el momento que la abominación desoladora haya sido instalada (Dan.11:31), y esto sería a la mitad de la semana (Dan 12:11 con Dan9:27), no solo transcurrirán los 1260 días restantes de la segunda mitad de esa última semana, sino que se le agregará 30 días más (1290 días), alcanzando un máximo de 1.335 días hasta que todo finalice. Esto sería unos 3,7 años en total, o sea 0,2 año más que la duración de los 490 días (años), que es cuando los creyentes ‘serán finalmente felices’. Si 1260 días equivalen a 42 meses, se excederán 2,5 meses más, hasta los 44,5 meses. Durante esos 2,5 meses los creyentes verán la liberación de la opresión del mal.

Igualmente, como el libro de Apocalipsis, escrito a fines del primer siglo o comienzos del segundo, menciona que todavía estaba ‘cerca’ de cumplirse los “3 tiempos y medio”, si realmente se tratara de tiempos cronológicos reales, entonces la ‘orden de restaurar el templo’ debió partir allá por el año 380 a.C. y no en el año 539 a.C., ni tampoco por el año 460 a.C., como insisten algunos. Es que tan solo llegar al año 29 EC implicaría el cumplimiento de los 3 tiempos y medio, y eso todavía no había ocurrido según el propio Apocalipsis de Juan. Y comenzar a contar las 70 semanas alrededor del año 380 a.C. no encaja en ningún suceso cronológico, con lo cual, hablar de ‘490 años’ no tiene sentido alguno.

De allí que la expresión “tres tiempos y medio”, “tiempo, tiempos y medio tiempo”, “1260 días”, “42 meses”, así como “tres días y medio” de Ap.11:9, 10 como los “tres años y seis meses de hambre” de Luc.4:25 (1Rey.18:1; Sant.5:17), no significan período de tiempo alguno sino estados de la iglesia, su fin y posterior recuperación, una connotación puramente de su estado espiritual. Esta cifra misteriosa Daniel la usa tanto para el rey mencionado durante el reinado de un cuerno de la tercera bestia como otro de la cuarta, con lo cual tales estados se suceden de manera repetitiva para indicar los estados de los creyentes (sean judíos o posteriores cristianos) en el ‘cuerpo de la iglesia del Señor’.[19]

La última visión junto al río

Pasando al capítulo 10, comienza a relatar una visión que tuvo junto al río en el año 3º de Ciro alrededor del 536 a.C. (año 1º de Ciro según la LXX), una visión que era para mostrar las cosas que pasarían en los últimos días de pruebas del pueblo judío. Este capítulo continúa en el cap.11, de cuando pasa hablar de las disputas entre el rey del norte con el rey del sur y finaliza la visión con el cap.12, en donde señala el final (12:7).

En el capítulo 11 menciona los siguientes reyes de Persia hasta que aparece el de Grecia, señalando claramente a Alejandro magno, de cómo su reino se dividió en cuatro (11:4). Luego pasa a relatar una historia propia de los ptolemáicos, ubicados en Egipto, al sur de la tierra de Israel, contra los seléucidas ubicados al norte de Israel con Antíoco Epifanes a la cabeza como el profanador del templo, hecho que ocurrió alrededor del año 168 a.C. El fin de estos dos reyes o regencias, que menciona Daniel (11:42 para el rey del sur y 11:45 para el rey del norte) llegaron durante el siglo I a.C., de cuando pasaron finalmente a convertirse en provincias romanas.

El proceder de Antíoco IV Epifanes selló el proceder del anticristo mencionado en la epístola cristiana de 2º a los Tesalonicenses para otro cumplimiento futuro (ya que en esa época macabea tampoco se cumplió lo esperado), comportándose como el propio Dios en el templo de Yhwh.[20]

Y aquí entramos en el cap.12, de cuando menciona que en ese tiempo, en esos ‘últimos días’, cuando caen ambos reyes, se levantará Miguel, el príncipe espiritual de los judíos. En este capítulo aparece de nuevo la cifra cualitativa (que todos entienden en sentido cuantitativo o cronológico) expresada como “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo”, esto es, ‘tres tiempos y medio’ o 1260 días ya vistos (7:25).

Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.” (12::7, RV60)

Es decir, todo lo relatado en el libro de Daniel de cuando los ‘santos reciben el reino’ luego de que se liberan del poder de las bestias al ser destruidas por el poder de Dios, descrita también en la forma de una roca que se desprende de una montaña y golpea la imagen en los pies y la destruye por completo, eso finalmente ocurrirá al final de los ‘tres tiempos y medio’, tiempo durante el cual actuaría ‘la dispersión del pueblo de los santos’. Estos ‘tres tiempos y medio’ ocurrirían durante el dominio de la cuarta bestia, la que sería destruida para dar paso al reino de los cielos.

Cronológicamente jamás sucedió. Los cristianos que leen y entienden según la letra continuaron deseando el fin durante principios del segundo siglo, pero nunca vino, y cambiaron la estrategia. Lamentablemente, siglos después aparecieron otros cristianos con ideas de sucesos literales parecidos. Es que resulta imposible sustraer del relato los aspectos cronológicos incorporados, como los referidos a Nabucodonosor, Alejandro magno, y hasta Antíoco Epífanes, por eso los fieles (santos) que miraban con atención esta “profecía” siempre buscaron relacionar la venida del reino de Dios con los hechos terrenos, acontecimientos que les servirían de guía y de esperanza a la vez para de alguna manera acariciar el cumplimiento de tales predicciones que finalmente traerán la liberación del mal y las injusticias a los creyentes que esperan con anhelo y paciencia la intervención divina.[21]

Pero todo fue un engaño propiciado desde las entidades sobrehumanas. Tanto el judaísmo como el cristianismo fue un invento de esas entidades, y los evangelios se nutren del libro de Daniel, y Apocalipsis se hace eco del mismo, repitiendo la misma consigna. Es imposible extraer de los libros proféticos predicciones de cronología alguna, dado que si bien en su sentido literal eso parece decir, su verdadero significado ha sido ‘ocultado por el Señor a propósito para que solamente los elegidos puedan llegar a entender llegado el momento’, acorde a lo explicado por Swedenborg. Tales misterios, son ocultados a ‘los sabios e intelectuales’ y revelada a ‘los niños’ (Luc.10:21). Los niños son los que primero la entienden según la letra, y a ellos, llegado el momento, les es ‘revelada’ su significación oculta cuando se dan cuenta que no era así, y el Señor mismo juzga que merecen saberlo.

Conclusión

Resulta improcedente creer que un tal Daniel del siglo VI a.C. hubiese escrito la historia del curso de las cuatro potencias gobernantes de la región con siglos de anticipación, de cuando apenas comenzó la primera de las mencionadas, Babilonia, a regir el medio oriente, y solo el medio oriente, porque el mediterráneo no era parte de su control, por lo que es impropio verlas también como potencias “mundiales” antiguas, solamente potencias regionales que pasaron a dominar la tierra de Israel y de Judá en sucesivos períodos. El libro de Daniel, al considerar a Roma como la “cuarta bestia”, tuvo que se compuesto, al menos esos versos, hacia la mitad del siglo I a.C., para cuando Israel llegó a estar bajo su dominio, pudiendo entrever una composición previa a partir del siglo II a.C.

Ni Esdras ni Nehemías, quienes escribieron después del exilio, mencionan a Daniel. Claramente es un notorio “profeta” predictivo durante el exilio que es inexistente para los judíos. Tampoco lo hace el 2º libro de Crónicas al final, que llega hasta el 539 a.C., y ninguno de los últimos profetas menores que escribieron después del exilio, Ageo, Zacarías y Malaquías, lo mencionan. En el libro de Los Macabeos, que narra episodios ocurridos de los mencionados en el cap.7, 8 y 11 de Daniel, solamente es mencionado él y sus tres compañeros como ejemplos de integridad, en 1Mac.2:59, y 60, para nada de predicción, lo que puede hacer suponer que partes de lo que hoy tenemos como Daniel contenían esas historias, que hoy figuran intercaladas con las famosas predicciones, quizás desconocidas cuando escribieron los libros de los Macabeos.[22] Solo poseemos una tardía evidencia literaria para el uso de Daniel, y en lo concerniente a sus “profecías” como predicciones, recién hacia fines del primer siglo en escritos cristianos, pero esperados para un futuro. El que quiera creer que el libro de Daniel dice la verdad, que lo crea, pero las evidencias de lo contrario son evidencias, inexistiendo evidencia alguna a favor de la teología tradicional, salvo la credulidad.

En el segundo libro de los macabeos, hay menciones sobre Nehemías, Jeremías y Salomón, pero nada sobre Daniel, mencionando al menos que Alejandro magno fue predicho por Daniel cuando habla de su reino, de cómo se dividió en cuatro reinos. Tampoco lo menciona prediciendo los acontecimientos que ocurrieron durante el período de los hermanos Macabeos, de cuando Antíoco IV Epifanes suspendió los servicios del templo entre los años 168 y 165 a. C., quizás los típicos “tres años y medio” luego mencionados. En ningún lugar existe mención alguna de que sería Dios quien traería el juicio y el fin, sin necesidad de pelear, más bien los libros escritos con el nombre de Macabeos, a pesar de introducir milagros y sucesos sobrenaturales el libro segundo, apelaban a las guerras israelitas de antaño en las cuales los que peleaban se enfrentaban a la muerte, como ejemplo de fe, y nunca esperaron nada diferente, una liberación en un sentido pacífico como lo hace Daniel, solo glorificaban la lucha literal armada movidos por un nacionalismo teocrático literal completamente necesario para no quedar aprisionados por la autoridad de rey supremo de otra nación que los estaba gobernando, en este caso del reino Seléucida, incluso, según esos libros confiesan, bajo la sombra del poder romano, quienes solo los sometían para cobrar impuestos. Mientras pagaran, y no insistieran con su religión judía ortodoxa que los inspiraba a luchar por la liberación de ese yugo, había paz. De hecho, reconocen que había muchos judíos que no querían pelear contra sus amos seleucidas, motivo por el cual los Macabeos los consideraban traidores.

¿Habría sido Daniel del bando contrario a los Macabeos a pesar que el primer libro lo nombra como un ejemplo de rectitud?

En el AT tenemos los llamados profetas menores, que son Oseas (contemporáneo de Isaías, pero de Israel y no de Judá), Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías; en total son los 12, quienes escribieron posiblemente en el orden en que aparecen, desde el año 750 a.C. (empezando por Oseas hasta unos años antes de la aparición del imperio babilónico en el 630 a.C. (hasta Sofonías), de allí al 587 a.C. aparece el profeta mayor Jeremías (600 a 586), y luego durante el exilio Ezequiel (586-570) otro de los profetas mayores, luego, siguiendo con la lista de los menores, durante la época de la reconstrucción del templo, la ciudad y sus murallas, desde el 538 a.C. hasta alrededor del año 432 a.C. (los tres últimos), cuando se cierra con el último (Malaquías) el canon de `profecías’ judías. Se cree que otro que escribió durante el exilio fue Daniel, pero existen muchas evidencias que indican lo contrario.[23]  

Ninguno de los profetas menores que escribieron después del exilio, Ageo, Zacarías y Malaquías, lo mencionan, cuando supuestamente habría “predicho” tales sucesos. Únicamente es mencionado en Ezequiel 14:14, colocado a la altura de Noé y Job, algo extraño, ya que Ezequiel sería un contemporáneo suyo respecto a los otros dos, quien supuestamente también escribió durante el destierro en Babilonia. De allí que lo más probable sea que el “Daniel” de Ez.14:14 se corresponda a otro personaje desconocido en el AT muy anterior al Daniel mencionado en el libro homónimo. [24]

De modo que toda la literatura religiosa judía a partir de la época alrededor de Artajerjes II hasta el siglo I a.C. que abarcó el espacio de más de tres siglos, libros tales como Judith, Tobías, Macabeos, Eclesiástico, Baruc, Sabiduría, Esdras III y IV, Jubileos, Enoc, y muchos otros, no forman parte del canon judío, y solo en parte en el canon cristiano católico de aquellos que ya existían en la LXX, todos inexistentes en el cristianismo protestante, que sigue el lineamiento judío para su colección de libros del AT.[25]

Por lo tanto, si fuera realmente verdad que Daniel predijo el advenimiento de la potencia griega y su posterior división en cuatro reinos, como mínimo en algún otro libro religioso judío debió ser mencionado el cumplimiento de semejante predicción. Al no existir ni las más mínima mención que aluda a tamaño acontecimiento predictivo, eso solo desmiente la veracidad del libro.

Se dice que otro libro que predijo a Alejandro magno fue Zacarías, un profeta que vino del exilio babilónico a los 17 años y profetizó durante la reconstrucción, al menos hasta el año 422 a.C., unos 100 años antes que Alejandro llegara a Jerusalén.[26] Sin embargo, no encontramos predicciones de acontecimientos sino de estados del espíritu. Es contrario a la realidad pensar que en las Escrituras hay predicciones, porque las mismas no existen sino solo en la imaginación. Además, sería inútil escribir sucesos que ocurrirían muchos siglos después.

Esto es muy fácil de ilustrar. Supongamos que alguien de alguna iglesia escribe hoy una profecía luego de recibir visiones y experiencias extraordinarias de lo que va a ocurrir recién en el año 2620 o 2750, mencionando que por esa época vendría Cristo y todas las iglesias gobernarían el mundo unidas en una sola fe, sin enfermedades ni más muerte.

¿Le interesaría a alguien?

Seguramente a nadie le interesaría leer y menos analizar una profecía que se desenvolvería durante siglos, con un cumplimiento final anhelado recién al final de varios siglos, mucho más allá de la generación de vida de cada persona. Francamente, nadie siquiera le daría importancia alguna a una “profecía” de este tipo.

Pero si alguien dice, jurando en nombre de Dios, que encontró en un monasterio un libro escrito hace 500 años en el que un visionario predijo los acontecimientos actuales, como por ejemplo el surgimiento del capitalismo contemporáneo, que gracias a la industrialización y la tecnología, habría sobreabundancia de alimentos y todo tipo de mercancías de gran utilidad, un mercado de consumo inmenso por su bajo precio de los artículos, en el cual el ser humano volaría viajando por los aires, iría a la luna y haría explotar hongos destructivos, que su población aumentaría de manera explosiva gracias a que habría curaciones de enfermedades que antes no existían, viviendo la mayoría en inmensas ciudades de millones personas, una economía globalizada fundada en el petróleo, que enviarían robots a Marte, la creación de la Unión Europea, y que, y ahora viene lo más interesante, que es la verdadera razón del libro, por el año 2025, cuando sea que China alcanzare su apogeo, vendría Cristo y todas las iglesias gobernarían el mundo unidas en una sola fe, sin enfermedades ni más muerte; es muy probable que muchos cristianos “piquen” y lleguen a creerlo como ‘proveniente de Dios’, cuando en realidad todo no es más que una burda mentira.

Y si no me creen, vean el enorme éxito que tuvo la saga “caballo de Troya” del escritor J.J. Benítez, quien repite muchas cosas tal como aparecen en el libro de Urantia y el Oaspe, sobre las cuales quienes leen dicha novela se creen todo lo allí escrito como algo verdadero, aparentando corregir las distorsiones que aparecen en los evangelios y todo el NT. Hasta se creen que es posible viajar literalmente al pasado.

Bueno, más o menos como eso es el libro de Daniel…

Esto para quienes toman las Escrituras como Palabra que predice los acontecimientos del mundo. En realidad, Dios no sabe ni le interesa cómo se sucederán los acontecimientos mundanos. Sería muy aburrido que supiera todo de antemano, así que no sabe realmente qué cosas y cómo ocurrirán, simplemente porque no le interesa. Pero, al parecer, busca llamar la atención de quienes creen eso para seducirlos y engañarlos, a fin de que luego puedan llegar a conocer lo que realmente dice “su Palabra”.

Por eso, la manera en que se encuentra escrito es como un anzuelo: si todo lo mencionado lo “predijo” con siglos de anticipación, y supuestamente “se cumplió”, entonces lo que falta cumplirse, para quien crea, por más inverosímil que fuese, sin duda alguna se cumplirá.

Lo llamativo que no predice exactamente nada, salvo que Dios liberará a sus fieles, y les dará el reino, habrá una nueva tierra y un nuevo cielo, y cosas de ese tipo en las que cada cual imagina desde su subjetividad lo que desea ver.     

Pero, según lo da a entender Swedenborg, no será como imagina, porque sin duda se cumplirá, eso es lo único realmente seguro, ya que todos moriremos y pasaremos a vivir en el mundo de los espíritus, y cuando eso ocurra en la experiencia de quién creyó, será más grandioso de lo que imaginó. El Señor “pesca” a los niños con lo literal de la Palabra como un pescador lo hace con los peces, y cuando esos niños descubren que su aspecto literal es solo una cobertura engañosa para ocultar a los indeseados el mensaje de la verdad, descubrirán su auténtico significado.

Francamente, no veo nada importante que deba ser tomado en cuenta como predicciones en lo referido a los escritos proféticos, salvo aquello que percibimos en un sentido subjetivo, que de alguna manera nos mantiene mirando aquellas cosas que deseamos ver que sucediesen. Pero en absoluto a sucesos políticos o mundiales específicos alguno, eso para mí es una tontería. He descubierto que los libros religiosos deben ser tomados como libros que falsean la realidad, y por tanto, cometen transgresiones (o las inducen) como cualquiera.



[1] En hebreo un nombre termina con la letra M (mem) y el otro con la N (nun), además de tener diferente otra letra intermedia, uno posee la Q (qof) y el otro la K (kaf) respectivamente.

[2] El reino de Judá se encontraba tironeado por fuerzas superiores a él, tales como los asirios, los babilonios y los egipcios. Josías, por ejemplo, peleó a favor de Babilonia en contra de Egipto, muriendo en la batalla de Megido

[3] El pasaje equipara el año 4º con el año 1º de Nabucodonosor, el mismo de cuando sitia a Jerusalén llevándose tesoros y a ciertos nobles, entre ellos a Daniel y sus amigos, según Dan.1:1. Es probable que la profecía de Jeremías haya sido “expresada” después de éste acontecimiento. Lo cierto es que en Jer.25 “predice” los 70 años de desolación a partir de quedar desolada toda la tierra de Judea, tiempo para el cual el reino de Babilonia caería para dejar libre a los judíos (Jer.25:9-12; 29:10-14). En Jer.25.18 la oración del TM parece dar a entender (según la RV60, BJ, NVI, etc.) que esas “expresiones” fueron dichas durante o hasta después del exilio y no en el año 1º de Nabucodonosor, no así en cambio en la LXX, ante lo cual es imposible saber cuál versión dice verdad u oculta algo.

[4] Si bien en Dan 1:21 menciona el primer año de Ciro, en Dan.10:1 en el TM menciona el tercer año de Ciro. Solo la LXX menciona el año primero también en Dan.10:1, lo que sería en todo caso el año 538 a.C.

[5] Con tales datos de fechas absolutas la cifra del año 607 a.C. de los TJ como año de la destrucción de Jerusalén y a partir del cual se debe contar el tiempo hasta el regreso del reino de los cielos queda completamente en ridículo, pero ellos igualmente la siguen enseñando como verdad profética a causa de su tan particular año 1914.

[6] El texto masorético y la LXX  lee “segundo año”, por lo que no se sabe el motivo por el cual NC traduce “12”. Aunque confunden a Joacim por Joaquín, y dado que éste fue llevado cautivo en el 597 a.C., sería en todo caso el 10º año y no el 12º contando a partir del 605 a.C. Pero las Escrituras parecen decir que el sueño se produjo en el año 603 a.C., 5 años antes de que Nabucodonosor tomara control del territorio judío nuevamente colocando a Sedecías como rey vasallo en lugar de Joacim, quien se rebeló en el 602 a.C., y al parecer murió luego ese mismo año 598 a.C., y en su lugar fue llevado su hijo Joaquín al destierro en el 597 a.C. Tampoco es probable que Daniel dijera que era el segundo año de Nabucodonosor como ‘rey de Jerusalén’ y no de Babilonia bajo Sedecías, lo que sería alrededor del año 595 a.C., 8 años antes de la destrucción de Jerusalén en vez de 6. Además, el Joaquín mencionado en Daniel 1:1 en la NC reinó 3 meses y no 3 años. De allí que en ese pasaje se refiere en realidad al 3º año de Joacím, el padre de Joaquín, siendo el año 605 a.C, correspondiendo al primer año de Nabucodonosor, siendo ese año coincidente con la deportación de Daniel y no con el año 597 a.C. Dicho esto último, es posible que 70 años partiendo del año 605 a.C. nos lleve al 535 a.C, muy cercano al 537 a.C, año del edicto liberador, dos años después de la caída de Babilonia.

[7] Llama la atención este hecho porque ya en tiempos de Flavio Josefo, y el propio Talmud, cuentan que cuando Alejandro magno llegó a Jerusalén, el sumo sacerdote le mostró en el libro de Daniel la predicción hecha más de 200 años antes de la llegada al poder de un gobernante griego que dominaría el mundo. Ver GeoPPDF y aurora-israel. Pero, si así hubiese sido, también le habrían mostrado que en 'su mayor fuerza sería quebrado y su reino se dividiría en cuatro', lo que hubiera sido una muy inquietante predicción, como lo menciona Dan.8:8, luego 21 y 22. Como nada de eso es mencionado, todo eso es tomado como una leyenda inventada mucho después que tales sucesos ocurrieron, y Flavio Josefo lo repetía, sea crédulamente o bien para enaltecer su cultura religiosa..

[8] Para que la cifra de 2520 años confluya hacia el año 1914 comenzaron a contar a partir del año 607 a.C., de cuando todavía el reino de Judá con el templo no fue destruido, fechas que todavía no estaban tan claras hacia fines del siglo XIX.

[9] Este principio fue luego cambiado por los cristianos, cuando Pablo menciona en 2Cor.4:4 que el gobernante de este mundo es el Diablo (Jn.12:31; Hech.26:18; 1Jn.5:19; Ap.20:2, 3).

[10] Típico de la cultura asiria los leones pasaron a la cultura babilónica. Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Le%C3%B3n_de_Babilonia_(estatua), donde el león no tiene alas. También en https://es.wikipedia.org/wiki/Le%C3%B3n_andante. El hecho de que tuviera alas, y de águila, elevaba su animalidad a un nivel de conocimiento o inteligencia superior, algo que le fue quitado y se la hizo equivaler a un simple humano, impidiendo que fuera lo que suponían ser.

[11] Precisamente multiplicando 3 ½ por 12 nos da 42.

[13] Hay quienes ven a Darío I aquí, llevando a Daniel a vivir alrededor de 1 siglo, hasta el año 521 a.C. Ver: https://www.editoriallapaz.org/Daniel1.GIF

[14] Como contando a partir de este período (año 537 a.C.) tampoco se llegó a Jesucristo, se tuvo que contar a partir de otra fecha para hacer encajar la interpretación de los 490 años. Para más información visitar la siguiente página de la web.

[15] En este caso no se cumplen los 70 años de modo literal, sino solo 50 años, de allí que algunos consideren su real cumplimiento en el año 516 a.C, de cuando fue completado el templo, inaugurado al año siguiente. Aun así, el término “desolación” solo podría aplicarse de forma espiritual, porque esas tierras nunca estuvieron desoladas completamente, solo que vivían otros pueblos en vez de judíos. Básicamente estaba desolada de judíos y su religión.

[16] Dado que 490 días que abarcan 70 semanas literales es tan poco tiempo, en el cual nada de lo expresado sucedió, pasaron a ser consideradas  en su conjunto como“70 semanas de años”, en la que en los últimos 3 años y medio de los 490 en total (a partir de los 486,5 años), todo se consumará.  La última semana de las 70 se divide en un período que abarca una primera “mitad de la semana” y, a partir de ésta la mitad restante a un período de 1260 días, y dado que esos días son 3 años y medio con meses de 30 días, este tiempo ha sido utilizado como regla y consigna escatológica.

[17] Es interesante, por su relación numérica, ver que 490 es bíblicamente igual a 49, y este valor corresponde a 7 semanas.  En primer lugar, la liberación bajo la ley judía de todas las ataduras civiles se producía luego de 49 años, en el año 50, que se llamaba Jubileo, hecho que se celebra rememorándolo anualmente  7 semanas después de Pascua, llamado Pentecostés.

[18] Para mayor información visitar mi blog con el tema La iglesia y el nombre Cristo y cristianos. También hay más información relacionada en mi sitio privado de la web bajo el tema Inconsistencias cristianas.

[19] Swedenborg escribió acerca de esta cifra los siguiente: "Cuarenta y dos meses" significa incluso el final de la iglesia anterior y el comienzo de la nueva, como se indica arriba (n.489); lo mismo que significa “tres días y medio” (n.505); y por “un tiempo y tiempos y medio tiempo” (n.562); y también por "mil doscientos sesenta" (n.491), porque cuarenta y dos meses hacen tres años y medio (párrafo 583 de Apocalipsis Revelado).

[20] Raro que en el caso de Antíoco no se cumpliera lo expresado en Dan.2, en donde si un gobernante no reconoce al Altísimo como gobernante, éste lo humilla y quita de ser rey. Bueno, fue expulsado por los macabeos, y Antíoco vivió tres años más hasta que lo sorprende la muerte tras una enfermedad alrededor de los 51 años.

[21] Dado que los ‘tres años y medio’ no son literales, tampoco lo son los 490 años calculados a partir de las 70 semanas, con lo cual la cifra usada es un autoengaño.