domingo, 12 de julio de 2015


«Racionalismo y doctrinarismo son las enfermedades de nuestra época; ellas pretenden saberlo todo. Pero se descubrirán muchas cosas que hoy definimos como imposibles a causa de nuestro limitado punto de vista.» C.G. Jung

¿Estamos preparados para una experiencia personal con Dios?

Carl Gustav Jung escribió que la función de la mayor parte de las iglesias establecidas es la de proteger al público de una experiencia directa con Dios.

Muy sugestivo y profundamente revelador es este pensamiento. La mayoría de las personas no están preparadas para experimentar directamente una relación con Dios, y la religión les sirve de una guía imperfecta hasta tanto de manera individual cada persona pueda alcanzar el nivel necesario para experimentarla. Estoy persuadido que hasta los no religiosos y ateos se hallan en un ámbito muy particular de un proceso de individuación.

Cuando no hay amor, el desgano reina

Conozco una familia, unos vecinos, cuyos hijos pequeños, de 1 y 6 años, con una capacidad e inteligencia asombrosa se hallan abandonados a la providencia. Tanto la madre como el padre son apáticos, viven como cansados de la vida, aburridos, agotados, como solía decir un amigo hace muchos años al referirse a este tipo de personas: “viven porque el aire es gratis”. 

Si en este mundo no somos industriosos, animosos, con ganas de hacer cosas, apasionados, vamos encaminados a la vagancia, a la inoperancia, a la victimización. Pues nadie se apasiona por algo que considera inútil. Cree que puede cambiar para mejorar su vida y el mundo en el cual vive, se obliga a si mismo aunque más no sea hacer lo mínimo dentro de sus posibilidades para lograr cambios y mantener un rumbo. Estos vecinos, cuando les hablan a sus hijos solo es para insultarlos, los retan, le gritan por cualquier nimiedad, pero esos niños son tan inteligentes, como esponjas secas desperdiciadas se hallan, que cuando los veo me dan tanta pena y desánimo al contemplar que este tipo de personas se multiplican por miles, siendo en buena medida la causa de tanta flojera y pobreza del país. Ni la madre ni el padre se interesan por la actividad escolar del mayorcito. Este hijo vive aburrido, se la pasa con jueguitos hasta las 4 de la madrugada y al otro día tiene sueño y no va a la escuela. Ni la madre ni el padre les preocupa esta deriva y falta de orden, pensando que tienen que dejar al hijo que decida por sí mismo lo que quiere hacer, dejarlo desarrollarse por su cuenta. No alcanzan a ver lo depresivo que está ese chico, solitario y desganado para todo, incapaz de emprender algo, odia estudiar, convirtiéndose en un sujeto pasivo en vez de una persona activa, espectador en vez de partícipe. 

Yo mismo sé que la existencia es de sufrimiento y dolor, pero no puedo dejar que todo se derrumbe a mi entorno, pues eso solo incrementaría el dolor y el sufrimiento. Me obligo en hacer lo necesario para mantener lo logrado después de tantos años de duro trabajo. Pero esta gente hace tan poco y nada, que ni siquiera le preocupa que sus propios hijos se hallen a la deriva, en una situación de abandono, aun cuando uno mismo se los dice, tratando de animarlos a ser responsables, buscar su mejoramiento. En vez de eso, la madre se la pasa mirando novelas televisivas todo el día, ni siquiera cocina, compran comidas chatarra y pre-elaboradas, los niños ansiosos están por que los disciplinen, les digan por dónde tienen que ir para construir sus propias vidas, animarlos a perseguir sus sueños, pero esos padres ni idea tienen de su propio rumbo en la vida, ya vienen de padres semejantes.  

Ver eso deprime, porque el abandono de los otros resulta al final en una carga más pesada para los que laboran para hacer de esta vida algo mejor de lo que la sola naturaleza brinda. Hay gente que no planta siquiera un árbol frutal para no tener que juntar las hojas en otoño. Prefieren tener sus lotes repletos de basura antes que tener un hermoso jardín, pudiendo hacerlo, pues es perfectamente factible, posible. Pero el solo hecho de hacer algo los predispone a la negación. No quieren hacer nada. Imaginan que todo tiene que venir de arriba, que son otros lo que tienen que hacerlo, darles un buen trabajo, ganar mucho dinero, y de esa manera poder pagar para que otros lo hagan por ellos. De otra manera es para ellos imposible. Así lo ven.

Existe una actitud de desgano, sin amor por la vida ni nada de lo que en ella podamos apreciar. No es que no existan cosas por las cuales apasionarse, no existe entusiasmo alguno por ninguna de esas cosas, como si las personas se sintieran totalmente frustradas, apáticas, sin ánimo para nada, como si ya nada tuviera importancia alguna. Este tipo de actitud se ve en muchas partes y poco a poco influye a otros produciendo una especie de decadencia generalizada, sintiendo como si uno estuviera inmerso en una sociedad desorientada y moribunda.

¿Vivimos como en un laberinto?


viernes, 3 de julio de 2015

¿Casualidad o acción inteligente?

Lo mejor de la vida no fue planeado, de hecho era un imposible, matemáticamente demostrado de modo completo, sin embargo todo eso simplemente me sucedió, sucedió lo imposible. Y no un solo hecho fortuito que cambió todo, fue una secuencia de los mismos, una reiteración prolongada orientadas en la misma dirección durante un largo tiempo para que algo concreto ocurriera. ¿Cómo se me explica tal realidad? ¿Coincidencias? Si no es posible replicar el suceso, satisfaciendo la metodología científica, ¿concluiremos que es una bobada pensar en algo más allá de la simple ciega materialidad? ¿Diremos que más adelante descubriremos las causas de tal suceso, quizá evidenciando que todo ocurrió porque estaba el horno de microondas del vecino encendido?

                                             Estrecho de Magallanes. Conrad Martens

Los sucesos pueden ser imposibles, seguros o probables. Dentro de los probables, las posibilidades de ocurrir varían en función de ciertos parámetros. De allí que algunos de tales sucesos por su escasa probabilidad de ocurrir se los puede considerar casi imposibles. 

Si miras la fotografía puedes afirmar sin temor a equivocarte que existe un truco, mediante el cual se crea una ilusión visual, pues en la realidad es imposible armar con doce dados un triángulo de ese tipo.

Podemos distinguir tres tipos de imposibles: los estadísticos, los prácticos y lo fundamentales. El ejemplo de los dados lo podemos catalogar dentro del tipo fundamental. Los dos primeros tipos en realidad no son imposibles, pero son tan difíciles que en la práctica podemos considerarlos como tal. En el caso de los estadísticos, si llegaran a ocurrir del modo en que no debieran, por ejemplo de manera reiterada y repetitiva, como si estuvieran pergeñando un plan, cualquiera sospecharía de un elemento extraño no contemplado interfiriendo claramente en una realidad no esperada.

Para entender mejor esto apelaré a la intuición con un ejemplo bastante esclarecedor: ¿Consentirías en emprender un proyecto de varios años en el cual debes invertir tu dedicación y una importante suma de dinero confiando que durante varias visitas a un casino cada mes de parte de un socio durante los años que dure tu empresa obtendrás de allí todo el dinero que necesitarás para concluirlo? 

Si tal emprendimiento requiriera de un compromiso económico en garantía, seguramente nadie lo emprendería, pues el riesgo de fallar está garantizado. No sería incorrecto considerar la posibilidad de lograrlo como un imposible. Los casinos funcionan sobre las probabilidades, y sus sistemas encajan en una media estadística, en la cual a la larga siempre ganan y el público siempre pierde. Si el compromiso solo requiriera probar a ver qué pasa, a lo mejor lo inicias, pero seguramente lo abordarías con un criterio escéptico, solo de carácter temporal, viéndolo nada más que un simple juego, previendo igualmente de antemano la imposibilidad de su concreción. Todos sabemos que nada viene fácil, y las cosas “imposibles” son las que más energías demandan para poder alcanzarlas.  Pero si, contra todo pronóstico, lo inicias y comienzas a ganar, la primera, la segunda, la tercera, cada vez obtienes lo necesario para empezar y continuar, mes tras mes, año tras año, todo marcha sobre ruedas, inclusive lo culminas con un broche de oro magnífico; ¿no te preguntarías qué te está pasando? ¿Acaso hay alguien que hace trampas durante años para favorecerte sin decirte quién es? 
Si encima, lo que pudiste hacer fue algo que siempre soñabas con hacerlo, pero sabías que era imposible por las circunstancias particulares de tu vida, y a pesar de todo te sucede como la mejor experiencia de tu vida, un sueño imposible hecho realidad y con un cierre espectacular, ¿no te estarías preguntando cómo pudo ser eso posible apelando solo a las probabilidades y manifestaciones de la ciega materia aleatoria? ¿Dirías que todo fue casualidad?