El sufrimiento según Jung
C.G. Jung
como psiquiatra abordó este tema desde temprano en su vida y lo continuó hasta
su muerte. Fue un experimentador sobresaliente en el campo de la conciencia y
el subconsciente. Cuando era un joven adolescente halló
por fin alguien que hablara de ese tema que tanto le intrigaba.
«Pero el gran descubrimiento de
mi investigación fue Schopenhauer. Era el primero que hablaba del sufrimiento del mundo, que nos envuelve de modo invisible y avasallador, de la confusión, de la
pasión, y del mal, que los demás
parecían apenas observar y que querían resolver en armonía y claridad.»[1]
Schopenhauer, el gran pesimista, el mundo es una porquería.
Pero eso no ayuda a vivir, es necesario tener
optimismo, creer que la vida es hermosa, bella, que podemos ser felices, que
podemos vencer los males y transformar lo malo en bueno. Es una fuerza natural
humana, la energía de la supervivencia
«Descubrí que la pobreza no
era ninguna desventaja ni mucho menos la causa
primordial del sufrimiento y que los hijos de los ricos no se
encontraban en absoluto en ventaja con respecto a los muchachos pobres y mal
vestidos. Existían razones mucho más profundas para la felicidad y la desgracia
que la cuantía del dinero disponible.»[2]
Bueno, quizá ya para la
Suiza de entonces esta mirada subjetiva parece válida, pero
en absoluto es una mirada que se puede aplicar de modo universal. La pobreza
material forma parte de la condición natural humana: el humano necesita una casa donde tener abrigo para vivir,
ropa para vestirse y protegerse, tierras de dónde obtener alimento y que para
obtenerlo es necesario primero no solo conquistarla y defenderla, sino luego
trabajar duro, pues por buena tierra que fuere no crece por sí solo el alimento
para servirse cómodamente del mismo, y fundamentalmente: todos lo quieren tener
del modo más fácil posible, ante lo cual tienen que inventar métodos de
subyugación (política) para que los otros se hallen obligados a producirlos, y
de esta manera se establecen jerarquías y dominación. De modo que
indirectamente, la pobreza SI ES
la causa primordial del sufrimiento y la riqueza es la meta consciente o
inconsciente de todo ser humano. Las condiciones propias de la pobreza de la
vida obligan a superarla. La codicia y el egoísmo brota de la negación de la
pobreza y del pesimismo que forma parte inherente de la cruda realidad. Podemos
apreciar como se establece “por providencia divina” la principal contradicción
humana.
«Allí (en Aion) trataba de la psicología del
cristianismo y Job es, en cierto modo, una prefiguración de Cristo. A ambos los
une la idea del sufrimiento. Cristo es el doliente siervo de Dios y lo mismo
fue Job. En Cristo es el pecado del mundo lo que origina el sufrimiento y el
sufrimiento es su respuesta general. Ello lleva
inmediatamente a la cuestión: ¿Quién tiene la culpa de estos pecados? En
última instancia es Dios quien ha creado
el mundo y su pecado y quien a través de Cristo debe tolerar el mismo destino
humano.»[3]
La causa
del “pecado” va más allá de los errores humanos, es el destino de la vida
humana, imposible de escapar, obligada a experimentarlo en continua contradicción.
La razón humana no lo puede explicar. Existe una fuerza interna que pretende
hacer de este mundo algo bello, hermoso, y cada cual expone sus “razones”. Todo
el mundo se expresa en un contexto dónde el problema no es el, sino “el otro”.
En un
comentario hecho por la editora Aniela Jaffe del libro que trata sobre la
biografía de Jung trae al sufrimiento de vuelta como medio necesario para “algo”,
para la alegría, atribuyéndolo al pensamiento del creador de la psiquiatría
analítica. Es contradictorio este pensamiento. Forma parte del impulso
optimista para no caer en el pesimismo de Schopenhauer. Por naturaleza no
podemos vivir sumidos en el fracaso y la angustia.
«En posteriores
observaciones, Jung confrontó Buda y Cristo[4]
en su actitud frente al sufrimiento. Cristo reconoce en el sufrimiento un valor
positivo, y como víctima es más humano y real que Buda. Buda se opuso al
sufrimiento, pero con ello también a la alegría. Estaba al margen de las
emociones y sentimientos y por ello no
fue realmente humano. En los evangelios, Cristo es descrito de tal modo que no
puede comprenderse más que como hombre-Dios, a pesar de que en realidad nunca
dejó de ser hombre, mientras que Buda, ya en vida, se elevó por encima del ser
humano.»[5]
¿Un valor
positivo en el sufrimiento? ¿A qué se debe este problema cognitivo humano? En
unas pocas palabras Jung lo dice sin sospecharlo:
«…nos encontramos abocados a
una inseguridad profunda: en Dios»[6]
Por
naturaleza queremos ser felices pero nos hallamos condenados a vivir en un
mundo donde es imposible serlo. ¿A que se debe? Nadie lo sabe. Es la
inseguridad profunda, es Dios. Todo el mundo corre detrás de todo aquello que
le presupone le brindará felicidad, pero siempre es una meta inalcanzable, pues
nada en este mundo es permanente; y muchos, por tal causa, consideran forma parte
necesaria de la existencia: para que exista lo bueno debe existir lo malo, para
ser feliz hay que sufrir. Sin embargo, esta manera de ver la vida es
superficial, nadie que esté sufriendo piensa: “este sufrimiento es esencial para que yo pueda luego disfrutar lo
bueno y entonces pasar por momentos de felicidad”. Eso es absurdo, sin
embargo, eso mismo se dice cuando no se está
sufriendo, entendiendo entonces es para justificar su búsqueda de la
felicidad, para hacer valer su optimismo. Es el clásico modo de ver “subjetivo”.
Nos hallamos en la peor de las contradicciones morales.
Cuando
vemos las fotografías de la
Tierra vista desde el espacio solemos decir: “que hermosa que
es la tierra”, “es una joya azul en el universo”, etc. Realmente se ve hermosa,
rebosante de vida, pero ¡que amarga es esa vida cuando uno desciende a ella! No
hace falta leer las noticias, basta con ver lo que ocurre alrededor de uno sin
importar dónde viva. Es cierto que en algunos lugares es peor que en otros, y
muchos se consuelan con eso: “Aquí
estamos en el paraíso, tenemos en promedio menos asesinatos que en tal otra
parte” ¿Y por eso “estamos en el paraíso”?
¿No somos realmente exagerados, mintiéndonos a nosotros mismos, engañándonos
para poder ser, aunque más no sea, ‘brevemente felices’ estemos dónde estemos?
Solemos
ver en general a una humanidad siempre insatisfecha, y solo aquellos que
aceptan su pobreza y vejaciones, al estilo de sabios ermitaños, pueden mantener
una cierta condición estable de bienestar interno, aunque debemos reconocer, solo
cuando existe una esperanza que trasciende la existencia terrena.
[1] Pagina
89 del libro Recuerdos, sueños, pensamientos.
[2] Pagina
91
[3] Pagina
256
[4] Base de
la cultura oriental con respecto a la occidental.
[5] Nota al
pie en la pagina 329
[6] Pagina
398
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