viernes, 21 de noviembre de 2014

El sufrimiento según Jung
C.G. Jung como psiquiatra abordó este tema desde temprano en su vida y lo continuó hasta su muerte. Fue un experimentador sobresaliente en el campo de la conciencia y el subconsciente. Cuando era un joven adolescente halló por fin alguien que hablara de ese tema que tanto le intrigaba.

«Pero el gran descubrimiento de mi investigación fue Schopenhauer. Era el primero que hablaba del sufrimiento del mundo, que nos envuelve de modo invisible y avasallador, de la confusión, de la pasión, y del mal, que los demás  parecían apenas observar y que querían resolver en armonía y claridad.»[1]

Schopenhauer, el gran pesimista, el mundo es una porquería. 
Pero eso no ayuda a vivir, es necesario tener optimismo, creer que la vida es hermosa, bella, que podemos ser felices, que podemos vencer los males y transformar lo malo en bueno. Es una fuerza natural humana, la energía de la supervivencia

«Descubrí que la pobreza no era ninguna desventaja ni mucho menos la causa  primordial del sufrimiento y que los hijos de los ricos no se encontraban en absoluto en ventaja con respecto a los muchachos pobres y mal vestidos. Existían razones mucho más profundas para la felicidad y la desgracia que la cuantía del dinero disponible.»[2]

Bueno, quizá ya para la Suiza de entonces esta mirada subjetiva parece válida, pero en absoluto es una mirada que se puede aplicar de modo universal. La pobreza material forma parte de la condición natural humana: el humano necesita una casa donde tener abrigo para vivir, ropa para vestirse y protegerse, tierras de dónde obtener alimento y que para obtenerlo es necesario primero no solo conquistarla y defenderla, sino luego trabajar duro, pues por buena tierra que fuere no crece por sí solo el alimento para servirse cómodamente del mismo, y fundamentalmente: todos lo quieren tener del modo más fácil posible, ante lo cual tienen que inventar métodos de subyugación (política) para que los otros se hallen obligados a producirlos, y de esta manera se establecen jerarquías y dominación. De modo que indirectamente, la pobreza SI ES la causa primordial del sufrimiento y la riqueza es la meta consciente o inconsciente de todo ser humano. Las condiciones propias de la pobreza de la vida obligan a superarla. La codicia y el egoísmo brota de la negación de la pobreza y del pesimismo que forma parte inherente de la cruda realidad. Podemos apreciar como se establece “por providencia divina” la principal contradicción humana.
                                                                                       
«Allí (en Aion) trataba de la psicología del cristianismo y Job es, en cierto modo, una prefiguración de Cristo. A ambos los une la idea del sufrimiento. Cristo es el doliente siervo de Dios y lo mismo fue Job. En Cristo es el pecado del mundo lo que origina el sufrimiento y el sufrimiento es su respuesta general. Ello lleva  inmediatamente a la cuestión: ¿Quién tiene la culpa de estos pecados? En última  instancia es Dios quien ha creado el mundo y su pecado y quien a través de Cristo debe tolerar el mismo destino humano.»[3]

La causa del “pecado” va más allá de los errores humanos, es el destino de la vida humana, imposible de escapar, obligada a experimentarlo en continua contradicción. La razón humana no lo puede explicar. Existe una fuerza interna que pretende hacer de este mundo algo bello, hermoso, y cada cual expone sus “razones”. Todo el mundo se expresa en un contexto dónde el problema no es el, sino “el otro”.

En un comentario hecho por la editora Aniela Jaffe del libro que trata sobre la biografía de Jung trae al sufrimiento de vuelta como medio necesario para “algo”, para la alegría, atribuyéndolo al pensamiento del creador de la psiquiatría analítica. Es contradictorio este pensamiento. Forma parte del impulso optimista para no caer en el pesimismo de Schopenhauer. Por naturaleza no podemos vivir sumidos en el fracaso y la angustia.

«En posteriores observaciones, Jung confrontó Buda y Cristo[4] en su actitud frente al sufrimiento. Cristo reconoce en el sufrimiento un valor positivo, y como víctima es más humano y real que Buda. Buda se opuso al sufrimiento, pero con ello también a la alegría. Estaba al margen de las emociones y sentimientos y  por ello no fue realmente humano. En los evangelios, Cristo es descrito de tal modo que no puede comprenderse más que como hombre-Dios, a pesar de que en realidad nunca dejó de ser hombre, mientras que Buda, ya en vida, se elevó por encima del ser humano.»[5]

¿Un valor positivo en el sufrimiento? ¿A qué se debe este problema cognitivo humano? En unas pocas palabras Jung lo dice sin sospecharlo:

«…nos encontramos abocados a una inseguridad profunda: en Dios»[6]

Por naturaleza queremos ser felices pero nos hallamos condenados a vivir en un mundo donde es imposible serlo. ¿A que se debe? Nadie lo sabe. Es la inseguridad profunda, es Dios. Todo el mundo corre detrás de todo aquello que le presupone le brindará felicidad, pero siempre es una meta inalcanzable, pues nada en este mundo es permanente; y muchos, por tal causa, consideran forma parte necesaria de la existencia: para que exista lo bueno debe existir lo malo, para ser feliz hay que sufrir. Sin embargo, esta manera de ver la vida es superficial, nadie que esté sufriendo piensa: “este sufrimiento es esencial para que yo pueda luego disfrutar lo bueno y entonces pasar por momentos de felicidad”. Eso es absurdo, sin embargo, eso mismo se dice cuando no se está sufriendo, entendiendo entonces es para justificar su búsqueda de la felicidad, para hacer valer su optimismo. Es el clásico modo de ver “subjetivo”. Nos hallamos en la peor de las contradicciones morales.

Cuando vemos las fotografías de la Tierra vista desde el espacio solemos decir: “que hermosa que es la tierra”, “es una joya azul en el universo”, etc. Realmente se ve hermosa, rebosante de vida, pero ¡que amarga es esa vida cuando uno desciende a ella! No hace falta leer las noticias, basta con ver lo que ocurre alrededor de uno sin importar dónde viva. Es cierto que en algunos lugares es peor que en otros, y muchos se consuelan con eso: “Aquí estamos en el paraíso, tenemos en promedio menos asesinatos que en tal otra parte” ¿Y por eso “estamos en el paraíso”? ¿No somos realmente exagerados, mintiéndonos a nosotros mismos, engañándonos para poder ser, aunque más no sea, ‘brevemente felices’ estemos dónde estemos?

Solemos ver en general a una humanidad siempre insatisfecha, y solo aquellos que aceptan su pobreza y vejaciones, al estilo de sabios ermitaños, pueden mantener una cierta condición estable de bienestar interno, aunque debemos reconocer, solo cuando existe una esperanza que trasciende la existencia terrena.



[1] Pagina 89 del libro Recuerdos, sueños, pensamientos.
[2] Pagina 91
[3] Pagina 256
[4] Base de la cultura oriental con respecto a la occidental.
[5] Nota al pie en la pagina 329
[6] Pagina 398

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