martes, 6 de octubre de 2015

Un Mito moderno. De cosas que se ven en el cielo

Título original en alemán: Ein modernen Mythus. Von Dinger, die am Himmel gesehen werde publicado en 1958. La traducción al español en 1983 fue impresa en México en 1987 solo para ser vendida en dicho país y desautorizada para circular por el mundo hispano parlante, ante lo cual su presencia y divulgación en Internet es una clara violación “comercial”, sobre la cual considero que Jung estaría totalmente de acuerdo que al menos sea de esta manera que sus pensamientos puedan ser divulgados de alguna manera para aquellos que desean conocerlos. Dado que poco interés ha tenido este libro, a nadie le importará sea divulgado. En este caso, me concentraré en exponer aquellos tópicos que considero más relevantes.

Comentarios sobre aspectos relevantes de libro

El abordaje de Jung sobre esta temática resulta llamativa e interesante. Al menos formula un intento novedoso por explicar su existencia, el cual, aún a pesar de hallarse confundido en muchas ocasiones con fenómenos atmosféricos,  astronómicos y de otra naturaleza, una pequeña parte de los tales entran en el terreno de lo inexplicable. Poseen un nexo casi continuo y de características similares con fenómenos paranormales, tales como la precognición, mediumnidad, telequinesis, viajes astrales, telepatía. Para este tipo de fenómenos existe una resistencia, muy pronunciada en muchos casos, en aceptarlos como hechos provenientes de inteligencias invisibles por parte de grupos y personas materialistas. Otros grupos prefieren considerarlos como provenientes de viajeros de otros planetas lejanos que han desarrollado una tecnología desconocida, y un tercer grupo, casi de manera muy desconsiderada y hasta obtusa, considera que todo, absolutamente todo, se deben a simples confusiones con aeroplanos militares, programas secretos, meteoros y estrellas.

Lamentablemente, relacionado a éste último grupo se suman muchos que no pueden dejar de afirmar que todo es un montaje falso y mentiroso usado para lucrar con los bobos que se creen esas estúpidas historias. Y a decir verdad, y para ser justos, no podemos dejar de reconocer que tales críticos poseen evidencias de sobra para demostrar lo que dicen. Se han inventado tantas mentiras alrededor del tema, que ya nadie puede diferenciar dónde existe un fenómeno real digno de estudio de simple charlatanería generada por teóricos de la ufología y editores vendedores de revistas y libros. Por desgracia, gracias a tantos charlatanes, mentirosos y propagadores, los fenómenos reales son despreciados por la mayoría al ubicarlos en el mismo plano de aquellos. Nadie puede tomar como ciertas cualesquier historia sobre ovnis, y ante la realidad del fraude y el engaño nadie puede aceptar la existencia de lo paranormal si personalmente no ha experimentado conociendo de primera mano tales manifestaciones. Aun así, las dudas sobre lo que se afirme al respecto nunca deja de existir, y cualquier evolución del conocimiento sobre el tema debe ser abordado mediante experiencias y juicios personales.[2]

Sin embargo, analizados imparcialmente, muchos de estos fenómenos bien atestiguados han demostrado claramente ciertas características tan preocupantes para el mundo materialista y gobernantes en general que resultan oficialmente negados, ocultados o fuertemente criticados a la vista pública, logrando con ello una especie de limbo de tranquilidad psíquica para los denominados “seres humanos normales”, que al parecer una buena parte de la población terrestre aparenta necesitar.

Una característica de los fenómenos reales es el hecho de la vista selectiva. Un objeto puede hacerse visible solo a ciertas personas, mientras que otros no pueden verlo.

También un objeto no identificado puede reflejar una señal de radar a voluntad. Puede ser visto pero no detectado, o detectado y no ser visto. Actualmente, gracias a los modernos detectores de ondas en rangos invisibles, aparecen ovnis solo en esas frecuencias, o registrados en placas fotográficas o en detectores electrónicos sin haber sido nunca vistos ni detectados por radar.

Una de las propiedades principales de tales objetos, tal como Jung hace resaltar en su libro, es el de presentarse como objetos físicos ordinarios con masa, siendo interpretados acorde a los conocimientos concretos sobre física, pero en sus apariciones, no solo no responden a las leyes de la naturaleza de tales tipo de cuerpos, como trayectorias rectilíneas o curvadas predecibles, manifestando con ello estar gobernados por una voluntad inteligente propia, sino que además, evidencian claramente actuar como si no tuvieran masa.  Este aspecto es muy importante, porque enmarca a tales apariciones por fuera del mundo material conocido.

Además de la aparición visible en sí misma, estos fenómenos, cuando son acompañados por otro tipo de comportamiento vinculado claramente a una relación recíproca entre la persona o las personas que lo ven y el fenómeno, entran en el terreno de la parapsicología, una rama del estudio moderno humano que en su mayor parte resultó desacreditada por lo humillante y frustrante que ha sido para los investigadores que a ella se han dedicado. Ello ha sido así, porque la meta principal de esta ciencia ha sido abordada con la clara intención de poder diferenciarse del espiritismo y ser aplicada en el terreno del espionaje y el militarismo como resultado de avances en el campo científico y tecnológico. Lamentablemente, para los militares, las inteligencias invisibles no estaban dispuestas a contribuir a sus intereses humanos mezquinos.

En una parte de su libro Jung declara algo llamativo:

“Representantes  de las ciencias de la naturaleza suelen caer en el error, que nada justifica, de creer  que yo entiendo los sustratos profundos psíquicos como “metafísicos en tanto que inversamente los teólogos me reprochan  que yo “psicologice” la metafísica. Ninguna de las dos afirmaciones da en el blanco, pues soy un empírico  que se mantiene dentro de los límites impuesto por la teoría del conocimiento.”

Jung se manifiesta por fuera de la metafísica para la ciencia  y científico para los teólogos, una postura algo ambigua, tratando de ajustarse a lo meramente concreto de los hechos, interpretando sucesos propios del vasto campo de la metafísica como si fueran de la física. La metafísica, como su nombre lo indica, abarca todo aquello que no puede ser explicado en base a los conocimientos sobre física disponibles. De allí que se convierte en parte de la filosofía que trata del ser, de sus principios, de sus propiedades y de sus causas primeras. Se convierte en un conjunto de pensamientos o consideraciones profundas que se realizan acerca de un tema de forma especulativa. Sin embargo, resultaba imposible sustraerse a los fenómenos inteligentes invisibles con los cuales trataba, sobre los cuales no especulaba sobre su existencia, pues simplemente ¡existen! Sobre lo que especulaba era sobre su procedencia y sobre la trascendencia humana frente a ellos. Podría decirse que la metafísica es todo aquello que de alguna manera impulsa al hombre a descubrir nuevos horizontes, de lo cual no resulta sencillo apartar al mismo Jung de esta realidad. Su objeto de estudio es lo inmaterial, de allí su pugna con los positivistas, quienes consideran que sus fundamentos escapan a la objetividad empírica.[3] Aquellos que afirman tal cosa, es porque sencillamente jamás experimentaron tales fenómenos psíquicos en la profundidad y amplitud que Jung experimentó. En cuanto a los teólogos, les  molestaba que Jung avanzara sobre territorios de su competencia, pero más que nada, muchos lo han considerado un impostor dirigido por el mismo Diablo para engañar a los fieles.

La aparición de OVNIs  no solo está referido al ámbito de la vigilia. El mundo de los sueños también incorpora tales fenómenos, los cuales llegan a ocurrir de una manera tan realista que el soñante está seguro que lo vio despierto. Una proyección, tal como es usada por Jung, es “una manifestación de los contenidos más profundos del inconsciente, que a pesar de la crítica racionalista, se manifiesta en la forma de un rumor simbólico acompañado por correspondientes visiones, y se apoderan de un arquetipo que, desde siempre, se expresó el elemento ordenador, liberador, santo e integrador del todo.”[4]

Pero tales objetos voladores inexplicables también aparecen ante personas despiertas y son captados por las pantallas de radar. El principal motivo por el cual los gobiernos ocultan información relacionada con los OVNI’s es el mismo que alienta al materialismo depredador imperante, el cual no desea por todos los medios que las masas adquieran conciencia de lo espiritual, porque en el fondo, las masas mismas tampoco desean adquirirlo.

Dice Jung: “…el fenómeno de los ufos se basa en estratos profundos del inconsciente, que históricamente se han expresado siempre en representaciones numinosas.”[5]

El instinto de lucha y poderío (la inconsciente tendencia hacia todo encumbrado y dominador) se relaciona con el anhelo de poder satisfacer siempre a voluntad el deseo sexual relacionado con la reproducción y la alimentación junto con la provisión de todos los bienes materiales para gozar de la vida.

Comenta Jung que la psicología imperante tiende en calificar a las ilusiones como el producto de una “sexualidad reprimida o por compensaciones de complejos de inferioridad. Yo en cambio he propuesto que se reconozca al alma una realidad que le es propia.”[6] 

En otra página dice: “Toda manifestación del instinto debe ser observada con cuidado, porque forma parte del cuadro de la totalidad y es indispensable al equilibrio del hombre.”[7]

Otra frase relevante es cuando expresa: “Para conocer el mal es menester en última instancia la psicología”, no la teología[8].

Aquello que la teología determina e impone como “pecado” es lo que forma parte de la realización del instinto sexual y físico general, no del subordinado, sino del dominante, el que controla la situación. Poder reconocer a este poderoso impulsor, de dónde viene y hacia dónde va, y poder integrarlo, forma parte del reto más importante de todo ser humano. La teología, en vez de integrar divide, opone, solo acepta blanco o negro, para ella los grises es ambigüedad, no se les ocurre ver colores, solo ven dos posiciones extremas. O es incorruptible, perfecto, santo; o de lo contrario es corruptible, pecaminoso, perverso, malo. Para los teólogos el ser humano no puede no estar libre de pecado, siempre será pecador hasta que Dios no lo lleve a su gloria; cierran y trancan la puerta a esa posibilidad mientras vive como humano. Ese mal, o sombra que todos creen está dentro de cada uno de nosotros, a nadie se le ocurre que pueda serle útil para su superación, más bien consideran que es alguien a quién hay que negar, esconder, maldecir, luchar contra él y siempre pedir perdón a Dios por las cosas que nos hace hacer.

“El hombre no sospecha que mientras se considera el agente exclusivo, algo empero lo conduce.”[9] Comenta Jung. Este es un aspecto prácticamente desconocido por la psicología actual, ineludiblemente marginada de los pensamientos académicos, generando como resultado en su aspecto negativo la típica perplejidad de las personas que a diario presencian los actos más aberrantes e inexplicables de nuestra sociedad. Las explicaciones psicológicas habituales de tales hechos resultan incomprendidas por la sociedad ante la confusión reinante sobre el tema.

“Desgraciadamente nos imaginamos que solo lo que es consciente nos concierne -escribe Jung, y que para cada cosa que nos es desconocida existe un especialista que hace ya mucho tiempo ha hecho de ello una ciencia”. Ello determina que “…en muchos casos el que formula preguntas a la ciencia no obtiene una respuesta satisfactoria.”[10]

Para Jung el conocimiento sobre el significado de los símbolos encierran profundas verdades psicológicas. “El escudo de David (estrella de David) está formado por fuego y agua”.                                                    [11]
Se corresponde con el Yang y el Yin respectivamente de la cultura china. La correspondencia cristiana se relaciona con la doctrina eclesiástica de la unidad entre la Madre (Yin, agua) y el Hijo (Yang, fuego). Asimismo, el Sol representa el Yang y la Luna el Yin. 

Sobre la esencia de las matemáticas, fuente de discusiones en definir si es un desarrollo propio del cerebro humano o es un descubrimiento de realidades existentes, hace un comentario muy interesante al decir: “El número pertenece a dos mundos, el real y el imaginario; el número es gráfico, cuantitativo y cualitativo.”[12]

Algo de lo cual no pude sustraerme fue al leer esta frase: “El ufo da el motivo para que se manifiesten contenidos psíquicos latentes”.[13] Esta expresión de Jung es muy acertada, es genial.

Con relación a los símbolos de los opuestos, el tema de la integración, como vimos, es una cuestión todavía irresuelta. La “unificación de los contrarios”, abarcan aspectos tales como macho-hembra, fuego-agua, luz-oscuridad, violencia-paz, Dios-Diablo, Mal-Bien. Este tema es bastante difícil de entender, tanto que genera en muchos una reacción tan fuerte de rechazo que pueden hacerlos desencajar y actuar horrorosamente.

Un grabado de múltiples interpretaciones

El grabado Flammarion al cual alude C.G. Jung en la página 181 es una famosa ilustración aparecida en el libro de Camille Flammarion: L'Atmosphere: Météorologie Populaire (París, 1888) en su página 163 y utilizada en multitud de ocasiones para representar el descubrimiento de la astronomía por el hombre. Esta enigmática ilustración, de autor desconocido, muestra a simple vista una persona observando con cierta admiración y alegría por descubrir algo nuevo más allá de la atmósfera terrestre y las estrellas, como si hubiere una cortina que fuera posible apartar para observar el funcionamiento de un cosmos desconocido. No obstante, el texto que acompaña la obra original de Flammarion dice:
“Qué es entonces esta bóveda azul, que ciertamente existe y nos impide ver las estrellas durante el día.”[14]

                               
El pie de la ilustración en blanco y negro reza: «Un misionero medieval cuenta que había hallado el lugar en el que el Cielo y la Tierra se encontraban…»

No parece ayudar mucho a entender la ilustración. Conforme a lo expresado se puede pensar de cómo el sol oculta lo que la noche revela. Así, no basta con la claridad racional del sol que todo alumbra, se necesita de la noche, donde la luna es más conspicua, cuando se revela un mundo desconocido del universo material que solo la imaginación puede enfrentar. Pero la noche oculta otros secretos que solo pueden ser traspasados por la voluntad del peregrino. Pero esa noche va más allá del universo material visible.

La explicación de Wikipedia difiere enormemente de la concepción junguiana, aspecto que en la mayoría de las personas que la ven y leen no pueden captar claramente. Sin duda, aunque la ilustración haya sido usada en divulgaciones sobre astronomía, tal como hace pocos años fue usada en una edición de divulgación científica mundialmente conocida por televisión dirigida por el astrónomo Neil deGrasse Tyson, no señala para nada “el descubrimiento de la astronomía por el hombre” sino algo mucho más profundo relacionado con la metafísica. Es llamativo, por ejemplo, la personificación del sol y la luna dentro de la esfera del mundo material conocido. La Iglesia Católica oculta a sus fieles el significado detrás del culto a la Virgen-Madre representada por la Luna y a Cristo, el Hijo, a quien se le considera Dios, con el Sol.
                   
                      
Universum, Flammarion, grabado, París (1888) a la derecha; versión coloreada de Hugo Heikenwaelder, Viena (1998)  a la izquierda.

Quien hizo de la figura un grabado en el siglo XVII[15] también agrega un texto explicativo diciendo:

"Cosmología medieval", grabado, el astrólogo; comprende a derecha, sol y luna, estrellas; debajo la campiña con sus caseríos, donde es central un árbol; a su izquierda debajo el astrólogo postrado, mirando a su parte superior donde se puede ver la mecánica celeste. 

Sobre la astrología, una cita de Santo Tomás de Aquino (1225-1274) dice:

"La astrología -excluidos los elementos de nigromancia- podría ser aceptada como objeto digno de estudio; y además, podría considerarse complemento de la visión que del universo tiene la iglesia.

Como se puede apreciar, las interpretaciones del mismo grabado o dibujo varían en función de la mentalidad y conocimientos de quién la observe, en gran medida acorde a lo que hoy los líderes espirituales estén dispuestos o sean capaces a/de revelar. 

Sobre dicha ilustración, Jung la presume de origen rosacruz de fuente desconocida. Sobre ella comenta ver a su derecha lo que se entiende como el mundo conocido en la cual un peregrino (presencia del báculo[16]) buscando saber más se abre camino por el límite nocturno, significado por las estrellas, y descubre del otro lado un cosmos desconocido, nuevo, sobrenatural, donde aparecen de manera estratificada nubes, esferas luminosas, montes y sugestivamente la antigua “rueda de Ezequiel” en el margen superior izquierdo, tomada de una visión que tuvo dicho profeta del “carro de Dios”.[17] 

Claramente, debe interpretarse esa zona como el mundo invisible, el lugar de las visiones y de cosas misteriosas que nada tienen que ver con la “mecánica celeste” o muy poco con una cosmología, por no decir ‘astronomía y astrología medieval’. El “carro de YHVH” visto por Ezequiel es de alguna manera una correspondencia moderna de vehículos u ovnis tecnológicamente más desarrollados relacionados a visiones de sucesos o fenómenos desconocidos modernos.
  
       
Imagen descriptiva de la visión de Ezequiel viendo el “carro de Dios”[18] usada en emblemas alquímicos antiguos. A la derecha copia de imagen coloreada escogida por Jung para mostrar el concepto medieval de como el niño adquiere el alma en el seno materno, tomado del manuscrito “Scivias” de Hildebard von Bingen del siglo XII.[19]

Existe un dicho francés extraído de modo interpretativo del libro de Génesis que reza: ce que diable ne peut, femme le fait (Lo que el diablo no puede, la mujer lo hace). Esta palabras revelan un secreto muy relacionado con la imagen del peregrino, arquetipos que en la Iglesia Católica, por ejemplo, la mayoría de los fieles ni idea tienen sobre su trasfondo histórico, y si la tuvieran se turbarían tanto que no podrían soportarlo, prefiriendo creer en adornos sentimentales superfluos imaginando forman parte de la “evolución” de la Iglesia, que se adapta al “progreso de la sociedad.”

Buena parte del libro, Jung se ocupa en exponer e interpretar distintos sueños de sus pacientes relacionados con ovnis para señalar la conexión de sus figuras y contexto con antiquísimas experiencias ya conocidas por la humanidad, insertando en algunos ejemplos de casos en los cuales afirma que sus pacientes nada sabían de la existencia moderna de estos aparatos voladores, que se hicieron mundialmente conocidos durante la II Guerra Mundial y especialmente a partir del año 1947.

                  
                          
                            
Estrella blanca usada por las fuerzas militares estadounidenses en contraposición con la estrella roja usada por la ex Unión Soviética, señalada por Jung en un contexto psicológico como la relación de los contrarios entre la parte femenina americana o fémina cándida frente a la parte masculina rusa en su papel de amante rechazado.

En el epílogo del libro, Jung no puede dejar de mencionar a Orfeo Angelucci, un contactado. Traduce una parte de su libro del inglés en su propio libro, el que luego es traducido al castellano por Alberto Luis Bixio del cual extraigo mis comentarios, exponiendo una realidad metafísica que suele interpretarse de distintas maneras, siendo una de ellas la del mismo Jung.

En los siguientes párrafos copio una traducción del inglés de Google mejorada por mi tomada directamente del libro de Orfeo Angelucci titulado El secreto de los platillos publicado en inglés en 1957.

«Al escuchar sus palabras me pregunté por qué estos seres increíbles no habían aterrizado varias naves espaciales en uno de nuestros grandes aeropuertos y así convencer al mundo de manera simple y rápida de su realidad.

En respuesta, oí estas palabras: "Esa sería la manera de las entidades de su Tierra, Orfeo, pero no es nuestro camino. Principalmente porque funcionamos en dimensiones desconocidas para el hombre y, por tanto, interpretan todas las cosas de manera diferente también, porque hay leyes planetarias y cósmicas tan implacables como las leyes naturales de la Tierra.

"La ley cósmica impide activamente que un planeta interfiera en la evolución de cualquier otro planeta. En otras palabras, Orfeo, ¡la Tierra debe elaborar su propio destino! Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a la gente de la Tierra, pero estamos definitivamente y en gran medida limitados por la ley cósmica. La evolución de la vida en el estado actual de progreso material en la Tierra está en peligro, motivo por el cual hemos hecho nuestra reaparición en la atmósfera de su planeta.»

Al leer el testimonio de Orfeo Angelucci[20], se puede sospechar es un relato de ficción, o bien una experiencia onírica posteriormente desarrollada y arreglada (posiblemente por el editor Palmer) para que parezca una experiencia física real. Jung acepta que Orfeo vio algo real y de manera consciente. No obstante, más allá de las cuestiones sobre su veracidad narrativa, lo destacado del relato es el afloramiento de realidades psíquicas profundas que anidan en el corazón humano. El mismo Jung equiparó dicho relato a un cuento de ciencia ficción también escrito para la misma época por Fred Hoyle, titulado The Black Cloud, en el cual se destacan las mismas problemáticas existenciales desarrolladas en un contexto diferente, menos comprometido.
Al respecto, escribió algo importante a tener en cuenta sobre ambos cuentos, estableciendo una diferencia entre Orfeo Angelucci y Fred Hoyle:

«Si se compara todo esto (un relato de ciencia ficción de un académico muy respetado) con la ingenuidad de Angelucci se tendrá un valioso cuadro de la diferencia que hay entre una mentalidad inculta y una mentalidad científica y cultivada. Las dos desplazan el problema a lo concreto: una para hacer verosímil una acción salvadora del cielo; la otra, para convertir en diversión literaria una esperanza secreta o –mejor dicho-angustiosa. Las dos mentalidades, por diferentes que sean están afectadas por el mismo factor inconsciente y se sirven de un conjunto de símbolos que en principio es el mismo, para expresar la presión del inconsciente.»

Lo expresado por Jung posee correlaciones tan evidentes con películas seriadas tales como Viaje a las estrellas o Guerra de las Galaxias, las cuales prendieron muy fuerte de manera inconsciente en millones de seguidores, pero de manera menos evidente con toda clase de novelas escritas en todos los tiempos, en las cuales se plasman los contenidos del inconsciente denominado vulgarmente “inspiración”. Hasta muchos relatos bíblicos son novelas ancestrales inspiradas por el inconsciente en las cuales, dada la fenomenología involucrada en la misma, los escritores creyeron haberla recibido directamente de Dios, un Dios al que luego desarrollan e instalan acorde a sus pensamientos.

De allí que las respuestas halladas en el libro de Orfeo sobre las cuestiones existenciales provienen, para Jung, del inconsciente,  que luego el consciente acorde a su mentalidad interpreta y desarrolla. No se trató de ningún contacto directo con extraterrestres de “carne y hueso”, como imaginan muchos seguidores de tales fenómenos, provenientes de galaxias y planetas lejanos.  Las experiencias vienen del cosmos invisible, y pueden manifestarse de distintas maneras, pudiendo partir de visiones y proyecciones ocurridas dentro de la mente sin haber viajado a ninguna parte ni estado literalmente en ninguna nave ni conversado con ninguna persona en otro lugar, pues el cuerpo permanece acostado durmiendo. En el caso de Orfeo ocurrieron de acuerdo a su narración fenómenos realmente impresionantes, prácticamente imposibles de aceptar. No obstante, a pesar de ello, no significa que todo es una quimera, y no me refiero al fenómeno en sí mismo, para el cual los materialistas lo asocian producto de un estado de enfermedad cerebral, sino me refiero al contenido del mismo, que guarda una relación, que nada tiene que ver con ninguna enfermedad ni locura, sino con cierta realidad propia de cada individuo que lo experimenta y posee a su vez una correlación con todo ser humano. Existen sobradas evidencias, para quién desee comprobarlo, de la presencia de entidades inteligentes invisibles operando sobre las mentes individuales de cada ser humano en niveles diferentes y propósitos variados. Las experiencias vinculadas con información y desarrollo psíquico individual son manifiestas en grados a veces sumamente notables, imposibles de negar.

Espero publicar en breve la nueva traducción de este libro de Angelucci para todo aquel que le interese leerlo en un español más fluido y entendible. Es realmente profundo, atrapante por lo sorprendente de sus narraciones increíbles, pero emotivo y sincero, sin malicia. El propósito del escritor fue dar un testimonio alentador a la humanidad.


[2] Para muchos escépticos lo único que los extraterrestres han transmitido a sus elegidos -personas casi todas ellas de escasa o nula formación- son mensajes mesiánicos vacíos de contenido y advertencias sobre inminentes fines del mundo que no se han convertido en realidad. http://www.escepticospr.com/Archivos/ovnis1.htm . A menudo me pregunto, ¿qué tipo de contenido no sería “vacío” para ellos? A un cerdo si le tiras unas perlas juntos con unas manzanas, ya sabemos qué cosa consideraran importante y cuales las pisotearán, enterrándolas en el barro de su chiquero. ¡Imaginen a los cerdas con collares de perlas!
[4] De cosas que se ven el cielo página 41.
[5] De cosas que se ven el cielo página 60.
[6] De cosas que se ven el cielo página 69.
[7] De cosas que se ven el cielo página 75.
[8] De cosas que se ven el cielo página 84.
[9] De cosas que se ven el cielo página 87.
[10] De cosas que se ven el cielo página 107.
[11] De cosas que se ven el cielo página 166.
[12] De cosas que se ven el cielo página 170.
[13] De cosas que se ven el cielo página 180.
[14] Fuente: Wikipedia.
[16] Es decir, ni un astrólogo, ni astrónomo medieval, sino un caminante, alguien que va por un camino hacia un lugar que desea llegar, que le impulsa ir para conocer sobre lo que intuye pero todavía no sabe, hasta que lo descubre.
[17] Del libro bíblico de Ezequiel capítulo 1.
[20] En breve publicaré el libro completo en una edición mejorada al español.

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