Título original en alemán: Ein modernen Mythus. Von Dinger, die am Himmel gesehen werde
publicado en 1958. La traducción al
español en 1983 fue impresa en México en 1987 solo para ser vendida en dicho
país y desautorizada para circular por el mundo hispano parlante, ante lo cual
su presencia y divulgación en Internet es una clara violación “comercial”, sobre
la cual considero que Jung estaría totalmente de acuerdo que al menos sea de
esta manera que sus pensamientos puedan ser divulgados de alguna manera para
aquellos que desean conocerlos. Dado que poco interés ha tenido este libro, a
nadie le importará sea divulgado. En este caso, me concentraré en exponer aquellos tópicos que considero más relevantes.
Comentarios
sobre aspectos relevantes de libro
El abordaje
de Jung sobre esta temática resulta llamativa e interesante. Al menos formula
un intento novedoso por explicar su existencia, el cual, aún a pesar de
hallarse confundido en muchas ocasiones con fenómenos atmosféricos, astronómicos y de otra naturaleza, una
pequeña parte de los tales entran en el terreno de lo inexplicable. Poseen un
nexo casi continuo y de características similares con fenómenos paranormales,
tales como la precognición, mediumnidad, telequinesis, viajes astrales,
telepatía. Para este tipo de fenómenos existe una resistencia, muy pronunciada
en muchos casos, en aceptarlos como hechos provenientes de inteligencias invisibles
por parte de grupos y personas materialistas. Otros grupos prefieren
considerarlos como provenientes de viajeros de otros planetas lejanos que han
desarrollado una tecnología desconocida, y un tercer grupo, casi de manera muy
desconsiderada y hasta obtusa, considera que todo, absolutamente todo, se deben
a simples confusiones con aeroplanos militares, programas secretos, meteoros y
estrellas.
Lamentablemente,
relacionado a éste último grupo se suman muchos que no pueden dejar de afirmar
que todo es un montaje falso y mentiroso usado para lucrar con los bobos que se
creen esas estúpidas historias. Y a decir verdad, y para ser justos, no podemos
dejar de reconocer que tales críticos poseen evidencias de sobra para demostrar
lo que dicen. Se han inventado tantas mentiras alrededor del tema, que ya nadie
puede diferenciar dónde existe un fenómeno real digno de estudio de simple
charlatanería generada por teóricos de la ufología y editores vendedores de
revistas y libros. Por desgracia, gracias a tantos charlatanes, mentirosos y propagadores, los fenómenos reales
son despreciados por la mayoría al ubicarlos en el mismo plano de aquellos.
Nadie puede tomar como ciertas cualesquier historia sobre ovnis, y ante la
realidad del fraude y el engaño nadie puede aceptar la existencia de lo
paranormal si personalmente no ha experimentado conociendo de primera mano
tales manifestaciones. Aun así, las dudas sobre lo que se afirme al respecto
nunca deja de existir, y cualquier evolución del conocimiento sobre el tema
debe ser abordado mediante experiencias y juicios personales.[2]
Sin embargo,
analizados imparcialmente, muchos de estos fenómenos bien atestiguados han
demostrado claramente ciertas características tan preocupantes para el mundo
materialista y gobernantes en general que resultan oficialmente negados,
ocultados o fuertemente criticados a la vista pública, logrando con ello una
especie de limbo de tranquilidad psíquica para los denominados “seres humanos
normales”, que al parecer una buena parte de la población terrestre aparenta
necesitar.
Una
característica de los fenómenos reales es el hecho de la vista selectiva. Un
objeto puede hacerse visible solo a ciertas personas, mientras que otros no pueden
verlo.
También un
objeto no identificado puede reflejar una señal de radar a voluntad. Puede ser
visto pero no detectado, o detectado y no ser visto. Actualmente, gracias a los
modernos detectores de ondas en rangos invisibles, aparecen ovnis solo en esas
frecuencias, o registrados en placas fotográficas o en detectores electrónicos
sin haber sido nunca vistos ni detectados por radar.
Una de las propiedades principales de tales objetos, tal como Jung hace resaltar en su
libro, es el de presentarse como objetos físicos ordinarios con masa, siendo
interpretados acorde a los conocimientos concretos sobre física, pero en sus
apariciones, no solo no responden a las leyes de la naturaleza de tales tipo de
cuerpos, como trayectorias rectilíneas o curvadas predecibles, manifestando con
ello estar gobernados por una voluntad inteligente propia, sino que además,
evidencian claramente actuar como si no tuvieran masa. Este aspecto es muy importante, porque
enmarca a tales apariciones por fuera del mundo material conocido.
Además de la
aparición visible en sí misma, estos fenómenos, cuando son acompañados por otro
tipo de comportamiento vinculado claramente a una relación recíproca entre la
persona o las personas que lo ven y el fenómeno, entran en el terreno de la
parapsicología, una rama del estudio moderno humano que en su mayor parte
resultó desacreditada por lo humillante y frustrante que ha sido para los
investigadores que a ella se han dedicado. Ello ha sido así, porque la meta principal de esta ciencia ha sido
abordada con la clara intención de poder diferenciarse del espiritismo y ser
aplicada en el terreno del espionaje y el militarismo como resultado de avances
en el campo científico y tecnológico. Lamentablemente, para los militares, las
inteligencias invisibles no estaban dispuestas a contribuir a sus intereses
humanos mezquinos.
En una parte
de su libro Jung declara algo llamativo:
“Representantes
de las ciencias de la naturaleza suelen caer en el error, que nada
justifica, de creer que yo entiendo los
sustratos profundos psíquicos como “metafísicos en tanto que inversamente los
teólogos me reprochan que yo “psicologice”
la metafísica. Ninguna de las dos afirmaciones da en el blanco, pues soy un
empírico que se mantiene dentro de los
límites impuesto por la teoría del conocimiento.”
Jung se
manifiesta por fuera de la metafísica para la ciencia y científico para los teólogos, una postura
algo ambigua, tratando de ajustarse a lo meramente concreto de los hechos,
interpretando sucesos propios del vasto campo de la metafísica como si fueran
de la física. La metafísica, como su nombre lo indica, abarca todo aquello que
no puede ser explicado en base a los conocimientos sobre física disponibles. De
allí que se convierte en parte de la filosofía que trata del ser, de sus
principios, de sus propiedades y de sus causas primeras. Se convierte en un
conjunto de pensamientos o consideraciones profundas que se realizan acerca de
un tema de forma especulativa. Sin embargo, resultaba imposible sustraerse a los fenómenos inteligentes invisibles
con los cuales trataba, sobre los cuales no especulaba sobre su existencia,
pues simplemente ¡existen! Sobre lo que especulaba era sobre su procedencia y
sobre la trascendencia humana frente a ellos. Podría decirse que la metafísica
es todo aquello que de alguna manera impulsa al hombre a descubrir nuevos
horizontes, de lo cual no resulta sencillo apartar al mismo Jung de esta
realidad. Su objeto de estudio es lo inmaterial, de allí su pugna con los
positivistas, quienes consideran que sus fundamentos escapan a la objetividad
empírica.[3]
Aquellos que afirman tal cosa, es porque sencillamente jamás experimentaron tales
fenómenos psíquicos en la profundidad y amplitud que Jung experimentó. En
cuanto a los teólogos, les molestaba que
Jung avanzara sobre territorios de su competencia, pero más que nada, muchos lo
han considerado un impostor dirigido por el mismo Diablo para engañar a los
fieles.
La aparición
de OVNIs no solo está referido al ámbito
de la vigilia. El mundo de los sueños también incorpora tales fenómenos, los
cuales llegan a ocurrir de una manera tan realista que el soñante está seguro
que lo vio despierto. Una proyección, tal como es usada por Jung, es “una
manifestación de los contenidos más profundos del inconsciente, que a pesar de
la crítica racionalista, se manifiesta en la forma de un rumor simbólico
acompañado por correspondientes visiones, y se apoderan de un arquetipo que,
desde siempre, se expresó el elemento ordenador, liberador, santo e integrador
del todo.”[4]
Pero tales objetos
voladores inexplicables también aparecen ante personas despiertas y son
captados por las pantallas de radar. El principal motivo por el cual los
gobiernos ocultan información relacionada con los OVNI’s es el mismo que
alienta al materialismo depredador imperante, el cual no desea por todos los
medios que las masas adquieran conciencia de lo espiritual, porque en el fondo,
las masas mismas tampoco desean adquirirlo.
Dice Jung:
“…el fenómeno de los ufos se basa en
estratos profundos del inconsciente, que históricamente se han expresado
siempre en representaciones numinosas.”[5]
El instinto
de lucha y poderío (la inconsciente tendencia hacia todo encumbrado y
dominador) se relaciona con el anhelo de poder satisfacer siempre a voluntad el
deseo sexual relacionado con la reproducción y la alimentación junto con la
provisión de todos los bienes materiales para gozar de la vida.
Comenta Jung
que la psicología imperante tiende en calificar a las ilusiones como el
producto de una “sexualidad reprimida o por compensaciones de complejos de
inferioridad. Yo en cambio he propuesto que se reconozca al alma una realidad
que le es propia.”[6]
En otra
página dice: “Toda manifestación del instinto debe ser observada con cuidado,
porque forma parte del cuadro de la totalidad y es indispensable al equilibrio del
hombre.”[7]
Otra frase
relevante es cuando expresa: “Para conocer el mal es menester en última
instancia la psicología”, no la teología[8].
Aquello que
la teología determina e impone como “pecado” es lo que forma parte de la
realización del instinto sexual y físico general, no del subordinado, sino del
dominante, el que controla la situación. Poder reconocer a este poderoso
impulsor, de dónde viene y hacia dónde va, y poder integrarlo, forma parte del
reto más importante de todo ser humano. La teología, en vez de integrar divide,
opone, solo acepta blanco o negro, para ella los grises es ambigüedad, no se
les ocurre ver colores, solo ven dos posiciones extremas. O es incorruptible,
perfecto, santo; o de lo contrario es corruptible, pecaminoso, perverso, malo.
Para los teólogos el ser humano no puede no estar libre de pecado, siempre será
pecador hasta que Dios no lo lleve a su gloria; cierran y trancan la puerta a
esa posibilidad mientras vive como humano. Ese mal, o sombra que todos creen
está dentro de cada uno de nosotros, a nadie se le ocurre que pueda serle útil
para su superación, más bien consideran que es alguien a quién hay que negar,
esconder, maldecir, luchar contra él y siempre pedir perdón a Dios por las
cosas que nos hace hacer.
“El hombre no
sospecha que mientras se considera el agente exclusivo, algo empero lo conduce.”[9]
Comenta Jung. Este es un aspecto prácticamente desconocido por la psicología actual, ineludiblemente marginada de los pensamientos académicos, generando como resultado en su aspecto negativo la típica perplejidad de las personas que a
diario presencian los actos más aberrantes e inexplicables de nuestra sociedad.
Las explicaciones psicológicas habituales de tales hechos resultan incomprendidas
por la sociedad ante la confusión reinante sobre el tema.
“Desgraciadamente
nos imaginamos que solo lo que es consciente nos concierne -escribe Jung, y que
para cada cosa que nos es desconocida existe un especialista que hace ya mucho
tiempo ha hecho de ello una ciencia”. Ello determina que “…en muchos casos el
que formula preguntas a la ciencia no obtiene una respuesta satisfactoria.”[10]
Para Jung el
conocimiento sobre el significado de los símbolos encierran profundas verdades
psicológicas. “El escudo de David (estrella de David) está formado por fuego y
agua”. [11]
Se
corresponde con el Yang y el Yin respectivamente de la cultura china. La
correspondencia cristiana se relaciona con la doctrina eclesiástica de la
unidad entre la Madre (Yin, agua) y el Hijo (Yang, fuego). Asimismo, el Sol
representa el Yang y la Luna el Yin.
Sobre la esencia de las matemáticas,
fuente de discusiones en definir si es un desarrollo propio del cerebro humano
o es un descubrimiento de realidades existentes, hace un comentario muy
interesante al decir: “El número pertenece a dos mundos, el real y el
imaginario; el número es gráfico, cuantitativo y cualitativo.”[12]
Algo de lo
cual no pude sustraerme fue al leer esta frase: “El ufo da el motivo para que
se manifiesten contenidos psíquicos latentes”.[13]
Esta expresión de Jung es muy acertada, es genial.
Con relación
a los símbolos de los opuestos, el tema de la integración, como vimos, es una
cuestión todavía irresuelta. La “unificación de los contrarios”, abarcan
aspectos tales como macho-hembra, fuego-agua, luz-oscuridad, violencia-paz, Dios-Diablo, Mal-Bien. Este tema es
bastante difícil de entender, tanto que genera en muchos una reacción tan fuerte
de rechazo que pueden hacerlos desencajar y actuar horrorosamente.
Un grabado de múltiples
interpretaciones
El grabado
Flammarion al cual alude C.G. Jung en la página 181 es una famosa ilustración
aparecida en el libro de Camille Flammarion: L'Atmosphere: Météorologie Populaire (París, 1888) en su página 163
y utilizada en multitud de ocasiones para representar el descubrimiento de la
astronomía por el hombre. Esta enigmática ilustración, de autor desconocido,
muestra a simple vista una persona observando con cierta admiración y alegría
por descubrir algo nuevo más allá de la atmósfera terrestre y las estrellas, como
si hubiere una cortina que fuera posible apartar para observar el
funcionamiento de un cosmos desconocido. No obstante, el texto que acompaña la
obra original de Flammarion dice:
“Qué es entonces esta bóveda azul, que ciertamente
existe y nos impide ver las estrellas durante el día.”[14]
El pie de la ilustración
en blanco y negro reza: «Un misionero medieval cuenta que había hallado el
lugar en el que el Cielo y la Tierra se encontraban…»
No parece
ayudar mucho a entender la ilustración. Conforme a lo expresado se puede pensar
de cómo el sol oculta lo que la noche revela. Así, no basta con la claridad
racional del sol que todo alumbra, se necesita de la noche, donde la luna es
más conspicua, cuando se revela un mundo desconocido del universo material que
solo la imaginación puede enfrentar. Pero la noche oculta otros secretos que
solo pueden ser traspasados por la voluntad del peregrino. Pero esa noche va
más allá del universo material visible.
La
explicación de Wikipedia difiere enormemente de la concepción junguiana,
aspecto que en la mayoría de las personas que la ven y leen no pueden captar
claramente. Sin duda, aunque la ilustración haya sido usada en divulgaciones
sobre astronomía, tal como hace pocos años fue usada en una edición de
divulgación científica mundialmente conocida por televisión dirigida por el
astrónomo Neil deGrasse Tyson, no señala para nada “el descubrimiento de la
astronomía por el hombre” sino algo mucho más profundo relacionado con la metafísica.
Es llamativo, por ejemplo, la personificación del sol y la luna dentro de la
esfera del mundo material conocido. La Iglesia Católica oculta a sus fieles el
significado detrás del culto a la Virgen-Madre representada por la Luna y a
Cristo, el Hijo, a quien se le considera Dios, con el Sol.
Universum, Flammarion,
grabado, París (1888) a la derecha; versión coloreada de Hugo Heikenwaelder,
Viena (1998) a la izquierda.
Quien hizo
de la figura un grabado en el siglo XVII[15]
también agrega un texto explicativo diciendo:
"Cosmología medieval", grabado, el
astrólogo; comprende a derecha, sol y luna, estrellas; debajo la campiña con
sus caseríos, donde es central un árbol; a su izquierda debajo el astrólogo postrado,
mirando a su parte superior donde se puede ver la mecánica celeste.
Sobre la astrología, una cita de Santo
Tomás de Aquino (1225-1274) dice:
"La astrología -excluidos los elementos de
nigromancia- podría ser aceptada como objeto digno de estudio; y además, podría
considerarse complemento de la visión que del universo tiene la iglesia.
Como se
puede apreciar, las interpretaciones del mismo grabado o dibujo varían en
función de la mentalidad y conocimientos de quién la observe, en gran medida
acorde a lo que hoy los líderes espirituales estén dispuestos o sean capaces
a/de revelar.
Sobre dicha ilustración, Jung la presume de origen rosacruz de
fuente desconocida. Sobre ella comenta ver a su derecha lo que se entiende como
el mundo conocido en la cual un peregrino (presencia del báculo[16])
buscando saber más se abre camino por el límite nocturno, significado por las
estrellas, y descubre del otro lado un cosmos desconocido, nuevo, sobrenatural,
donde aparecen de manera estratificada nubes, esferas luminosas, montes y
sugestivamente la antigua “rueda de Ezequiel” en el margen superior izquierdo,
tomada de una visión que tuvo dicho profeta del “carro de Dios”.[17]
Claramente, debe interpretarse esa zona como el mundo invisible, el lugar de
las visiones y de cosas misteriosas que nada tienen que ver con la “mecánica
celeste” o muy poco con una cosmología, por no decir ‘astronomía y astrología
medieval’. El “carro de YHVH” visto por Ezequiel es de alguna manera una
correspondencia moderna de vehículos u ovnis tecnológicamente más desarrollados
relacionados a visiones de sucesos o fenómenos desconocidos modernos.
Imagen descriptiva de la visión de Ezequiel viendo
el “carro de Dios”[18]
usada en emblemas alquímicos antiguos. A la derecha copia de imagen coloreada
escogida por Jung para mostrar el concepto medieval de como el niño adquiere el
alma en el seno materno, tomado del manuscrito “Scivias” de Hildebard von
Bingen del siglo XII.[19]
Existe un
dicho francés extraído de modo interpretativo del libro de Génesis que reza: ce que diable ne peut, femme le fait (Lo
que el diablo no puede, la mujer lo hace). Esta palabras revelan un secreto muy
relacionado con la imagen del peregrino, arquetipos que en la Iglesia Católica,
por ejemplo, la mayoría de los fieles ni idea tienen sobre su trasfondo
histórico, y si la tuvieran se turbarían tanto que no podrían soportarlo,
prefiriendo creer en adornos sentimentales superfluos imaginando forman parte
de la “evolución” de la Iglesia, que se adapta al “progreso de la sociedad.”
Buena parte
del libro, Jung se ocupa en exponer e interpretar distintos sueños de sus
pacientes relacionados con ovnis para señalar la conexión de sus figuras y
contexto con antiquísimas experiencias ya conocidas por la humanidad,
insertando en algunos ejemplos de casos en los cuales afirma que sus pacientes
nada sabían de la existencia moderna de estos aparatos voladores, que se
hicieron mundialmente conocidos durante la II Guerra Mundial y especialmente a
partir del año 1947.
Estrella blanca usada por las fuerzas militares
estadounidenses en contraposición con la estrella roja usada por la ex Unión Soviética,
señalada por Jung en un contexto psicológico como la relación de los contrarios
entre la parte femenina americana o fémina
cándida frente a la parte masculina rusa en su papel de amante rechazado.
En el
epílogo del libro, Jung no puede dejar de mencionar a Orfeo Angelucci, un
contactado. Traduce una parte de su libro del inglés en su propio libro, el que
luego es traducido al castellano por Alberto Luis Bixio del cual extraigo mis
comentarios, exponiendo una realidad metafísica que suele interpretarse de
distintas maneras, siendo una de ellas la del mismo Jung.
En los
siguientes párrafos copio una traducción del inglés de Google mejorada por mi
tomada directamente del libro de Orfeo Angelucci titulado El secreto de los platillos publicado en inglés en 1957.
«Al escuchar sus palabras me pregunté por qué estos
seres increíbles no habían aterrizado varias naves espaciales en uno de
nuestros grandes aeropuertos y así convencer al mundo de manera simple y rápida
de su realidad.
En respuesta, oí estas palabras: "Esa sería la
manera de las entidades de su Tierra, Orfeo, pero no es nuestro camino.
Principalmente porque funcionamos en dimensiones desconocidas para el hombre y,
por tanto, interpretan todas las cosas de manera diferente también, porque hay
leyes planetarias y cósmicas tan implacables como las leyes naturales de la
Tierra.
"La ley cósmica impide activamente que un
planeta interfiera en la evolución de cualquier otro planeta. En otras
palabras, Orfeo, ¡la Tierra debe elaborar su propio destino! Vamos a hacer todo
lo que esté a nuestro alcance para ayudar a la gente de la Tierra, pero estamos
definitivamente y en gran medida limitados por la ley cósmica. La evolución de
la vida en el estado actual de progreso material en la Tierra está en peligro,
motivo por el cual hemos hecho nuestra reaparición en la atmósfera de su
planeta.»
Al leer el
testimonio de Orfeo Angelucci[20],
se puede sospechar es un relato de ficción, o bien una experiencia onírica
posteriormente desarrollada y arreglada (posiblemente por el editor Palmer)
para que parezca una experiencia física real. Jung acepta que Orfeo vio algo
real y de manera consciente. No obstante, más allá de las cuestiones sobre su veracidad narrativa, lo destacado del relato es el afloramiento de realidades psíquicas profundas que anidan en el corazón humano. El mismo Jung
equiparó dicho relato a un cuento de ciencia ficción también escrito para la
misma época por Fred Hoyle, titulado The
Black Cloud, en el cual se destacan las mismas problemáticas existenciales
desarrolladas en un contexto diferente, menos comprometido.
Al respecto, escribió algo importante a tener en cuenta sobre ambos cuentos, estableciendo
una diferencia entre Orfeo Angelucci y Fred Hoyle:
«Si se compara todo esto
(un relato de ciencia ficción de un académico muy respetado) con la ingenuidad
de Angelucci se tendrá un valioso cuadro de la diferencia que hay entre una
mentalidad inculta y una mentalidad científica y cultivada. Las dos desplazan
el problema a lo concreto: una para hacer verosímil una acción salvadora del
cielo; la otra, para convertir en diversión literaria una esperanza secreta o
–mejor dicho-angustiosa. Las dos mentalidades, por diferentes que sean están
afectadas por el mismo factor inconsciente y se sirven de un conjunto de
símbolos que en principio es el mismo, para expresar la presión del
inconsciente.»
Lo expresado
por Jung posee correlaciones tan evidentes con películas seriadas tales como
Viaje a las estrellas o Guerra de las Galaxias, las cuales prendieron muy
fuerte de manera inconsciente en millones de seguidores, pero de manera menos
evidente con toda clase de novelas escritas en todos los tiempos, en las
cuales se plasman los contenidos del inconsciente denominado vulgarmente
“inspiración”. Hasta muchos relatos bíblicos son novelas ancestrales inspiradas
por el inconsciente en las cuales, dada la fenomenología involucrada en la
misma, los escritores creyeron haberla recibido directamente de Dios, un Dios
al que luego desarrollan e instalan acorde a sus pensamientos.
De allí que
las respuestas halladas en el libro de Orfeo sobre las cuestiones existenciales
provienen, para Jung, del inconsciente,
que luego el consciente acorde a su mentalidad interpreta y desarrolla.
No se trató de ningún contacto directo con extraterrestres de “carne y hueso”,
como imaginan muchos seguidores de tales fenómenos, provenientes de galaxias y
planetas lejanos. Las experiencias vienen
del cosmos invisible, y pueden manifestarse de distintas maneras, pudiendo partir
de visiones y proyecciones ocurridas dentro de la mente sin haber viajado a
ninguna parte ni estado literalmente en ninguna nave ni conversado con ninguna
persona en otro lugar, pues el cuerpo permanece acostado durmiendo. En el caso de Orfeo ocurrieron de acuerdo a su
narración fenómenos realmente impresionantes, prácticamente imposibles de
aceptar. No obstante, a pesar de ello, no significa que todo es una quimera, y
no me refiero al fenómeno en sí mismo, para el cual los materialistas lo
asocian producto de un estado de enfermedad cerebral, sino me refiero al
contenido del mismo, que guarda una relación, que nada tiene que ver con
ninguna enfermedad ni locura, sino con cierta realidad propia de cada individuo
que lo experimenta y posee a su vez una correlación con todo ser humano.
Existen sobradas evidencias, para quién desee comprobarlo, de la presencia de
entidades inteligentes invisibles operando sobre las mentes individuales de
cada ser humano en niveles diferentes y propósitos variados. Las experiencias
vinculadas con información y desarrollo psíquico individual son manifiestas en
grados a veces sumamente notables, imposibles de negar.
Espero publicar en breve la nueva traducción de este libro de Angelucci para todo aquel que le interese leerlo en un
español más fluido y entendible. Es realmente profundo, atrapante por lo sorprendente
de sus narraciones increíbles, pero emotivo y sincero, sin malicia. El
propósito del escritor fue dar un testimonio alentador a la humanidad.
[1] Imagen tomada de: http://www.askasis.com/OVNIS/ovnis.htm
[2] Para
muchos escépticos lo único que los extraterrestres han transmitido a sus elegidos -personas
casi todas ellas de escasa o nula formación- son mensajes mesiánicos vacíos de
contenido y advertencias sobre inminentes fines del mundo que no se han
convertido en realidad. http://www.escepticospr.com/Archivos/ovnis1.htm
. A menudo me pregunto, ¿qué tipo de contenido no sería “vacío” para ellos? A un
cerdo si le tiras unas perlas juntos con unas manzanas, ya sabemos qué cosa
consideraran importante y cuales las pisotearán, enterrándolas en el barro de
su chiquero. ¡Imaginen a los cerdas con collares de perlas!
[4] De cosas que se ven el cielo página 41.
[5] De cosas que se ven el cielo página 60.
[6] De cosas que se ven el cielo página 69.
[7] De cosas que se ven el cielo página 75.
[8] De cosas que se ven el cielo página 84.
[9] De cosas que se ven el cielo página 87.
[10] De cosas que se ven el cielo página 107.
[11] De cosas que se ven el cielo página 166.
[12] De cosas que se ven el cielo página 170.
[13] De cosas que se ven el cielo página 180.
[14] Fuente:
Wikipedia.
[16] Es decir,
ni un astrólogo, ni astrónomo medieval, sino un caminante, alguien que va por
un camino hacia un lugar que desea llegar, que le impulsa ir para conocer sobre
lo que intuye pero todavía no sabe, hasta que lo descubre.
[17] Del
libro bíblico de Ezequiel capítulo 1.
[20] En
breve publicaré el libro completo en una edición mejorada al español.
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