«Tenemos
también la palabra profética más segura (por Jesucristo), a la cual hacéis bien
en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (las
Escrituras), hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana (Phosphorus o Hillel
hijo de Shahar) salga en vuestros corazones (en el futuro de la vida de
quienes andan con la antorcha, o “palabra profética” “mas segura”).» 2Ped.2:19;
Nota: Entre paréntesis introducciones mías.
Marc
Pesaresi me ha dedicado una nueva entrada en su página con el título «Lo
“engañoso” de la Biblia» para responder a lo que considera mis
objeciones sobre algo que escribí en su blog, haciéndolo de una manera que me
obliga extender la respuesta en mi propio blog con un tratamiento sobre varias
cosas de las que comenta.
Pesaresi y
yo es como si anduviéramos con antorchas y nos enredamos con la inerrancia, la
mentira y el error. En su respuesta deja claro que las objeciones por mi
expuestas de quienes critican la Biblia por hallarla falsa o carente de valor,
según su posición, no tienen sustento en las Escrituras, solo brotan de malas e
insanas interpretaciones.
Y en su
introducción afirma:
“En su opinión (la mía), la Biblia es "engañosa" o sea, nada confiable.”
Tergiversa mis palabras sacándolas de contexto. Yo nunca dije tal
cosa. Acepto que las Escrituras, una colección de antiguos escritos,
contienen información verídica, solo que por un lado resulta difícil conocerla
con solo leerla, pues no tenemos manera de ponernos de acuerdo en muchos de sus
dichos a causa de nuestras propias ideas, limitaciones y capacidades
personales. Y por el otro lado en función del principio de inerrancia
aplicado a las Escrituras por ciertas corrientes cristianas protestantes surgen
conflictos por su causa. Por eso había dicho que muchos seguidores de las
Escrituras, al considerarla infalible, diversas expresiones bíblicas les han
hecho creer en sucesos extraordinarios, como el Diluvio tal cual es relatado en
la Biblia, como así también el de creer que la Tierra (como planeta) es el
centro del universo, es decir, asuntos por fuera de lo real y factible y sobre
la manera de interpretar "los cielos y la tierra" cuando de ella
habla.
Pesaresi, al contestar sobre esto último, afirma que eso solo se debe a malas interpretaciones de la Biblia, y pasa a demostrarlo respondiendo a los pasajes bíblicos que cité como ejemplos. Cuando dice eso, reconoce que no todas las interpretaciones son correctas, con lo cual, acorde a su criterio, las Escrituras solo deberían tener una que es la correcta. Y aquí ya tenemos el problema que expuse. Sobre lo primero, bueno, para Dios todo es posible y El puede hacer cualquier cosa, y si la Biblia dice que eso pasó, tenemos que aceptarlo como verdadero. Si hay alguna evidencia indirecta de eso, entonces es la prueba que lo autentica, se enseña.
Los antiguos escritos que componen el canon actual de las escrituras
reflejaba la mentalidad de la época, con lo cual sus “verdades”, por más que
estuviera inspirado por el espíritu de Dios, lo son en función de la manera en
que se pensaba en dichas épocas y para las personas de ese tiempo. Nunca el
espíritu de Dios adelantó conocimiento alguno sobre aspectos relacionados con
la naturaleza y el cosmos, nunca dio a conocer Dios las leyes que gobiernan el
universo para que la humanidad sacara beneficios de ellos, como sucede hoy día
gracias a los conocimientos adquiridos mediante la ciencia y no de la
Biblia.
De allí que, cuando hace menciones relacionadas con aspectos que tienen que
ver con la cosmología, la geografía, etc., no es su interés dar lecciones sobre
esos temas, sino en engrandecer a Dios a partir de lo que han visto de la
naturaleza y de lo que interpretaron de ella en su tiempo para obedecer ‘sus
mandamientos’, un Dios que ‘inspira temor’. Por lo tanto, cualquiera que
pretenda deducir de la Biblia una verdad oculta sobre una realidad científica
de la física o astronómica que todavía no ha sido descubierta, erra al medio. Y
si algo aparece, es por mera casualidad o por similitud de expresiones o
palabras, simples conjeturas, no de ideas, claras y bien definidas.
Tampoco la Biblia se expresa en términos textuales sencillos sobre la razón
de la existencia del mal y el sufrimiento humano, se explaya más en tanteos de
todo tipo, y si algo importante menciona al respecto solo da pistas indirectas
mediante las cuales es posible detectarlo, pero de ninguna manera podemos
hallar en su páginas claramente expresados, es decir legibles a cualquiera que
las lea, asuntos que tienen que ver con nuestra más íntima preocupación
existencial detalladamente explicados, sino que todo se presenta en forma de
parábolas, leyendas, narraciones extremas, cuentos fabulosos, alegorías,
fábulas, metáforas. Y cuando algunos escritores, como Pablo, tratan de explicar
en detalle algo cometen errores conceptuales, retransmitiendo ideas propias de
sociedades ancestrales, haciendo que quienes lo lean lleguen a conclusiones
equivocadas. Muchos de sus escritos forman hoy día parte de la Biblia
cristiana, sin embargo no significan palabras infalibles, solo son buenas
aproximaciones a algo que en el fondo es verdad, pero visto de manera
defectuosa. El mismo se sincera sobre éste asunto, cuando en 1 Cor.13:10-12
dice:
«…más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando
yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas
cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por
espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte;
pero entonces conoceré como fui conocido.»
Y eso que cuando dijo esto, los versículos anteriores revelan una
influencia muy notable del espíritu divino con ideas realmente elevadas y
exquisitas, y esto que expresa también es una verdad plenamente confiable.
Cuando Pablo dijo lo mencionado, existían las Escrituras hebreas o el Tanaj,
también la LXX, una traducción al griego del hebreo, y el Cristo ya había venido
y enseñado hace muy poco, de quién Pablo era un ‘apóstol a las naciones’. Por
lo tanto, si Pablo hablando ante los cristianos les explicaba que vemos
“oscuramente” con todo eso, significa que las Escrituras en su conjunto solo
nos permiten ver de esa manera, salvo, cuando llegue lo perfecto.
Ergo: las Escrituras no forma parte de lo perfecto, aunque son muy
estimadas.
Por eso, en la Biblia, compuesta del Tanaj o Escrituras Sagradas de los
judíos y en el Testamento Cristiano, para quienes nos hallamos en la cultura
occidental cristianizada, no vamos a encontrar nada servido en bandeja, sino
que sus verdades se hallan escondidas a la vista del mundo en general. Eso es
algo que tenemos que descubrir de manera individual por fuera de las Escrituras
(hasta que la brillante estrella de la mañana salga en nuestro corazón) y nos
permita entender apropiadamente todo lo que en ella aparece escrito y mucho más
de la vida que se presenta día a día.
Dicho esto, daré atención a lo que Pesaresi alude de mis escasos comentarios
para demostrar una realidad que algunos no alcanzar a ver en su correcta
dimensión, generando situaciones de debates innecesarios sobre temas referidos
a narraciones míticas y a la naturaleza.
La leyenda del diluvio
Por ejemplo, si el único fundamento que tiene Pesaresi para afirmar que el
Diluvio del Génesis fue un suceso real tal como es narrado por el solo y único
hecho de existir su idea en las más diversas culturas, comete un error de
lógica. Insistir en ello no ayuda en nada. Cualquiera puede darse cuenta que en
sí misma esa evidencia no es concluyente para convertir la narración en un
documento histórico fidedigno, solo prueba que hubo "algo grande"
ocurrido hace varios miles de años relacionado con el agua que formó parte de antiguas
narraciones donde murió mucha gente y animales, de manera semejante al ejemplo
por el mismo mencionado sobre los testigos de un accidente: ‘Los testigos
vieron un "accidente" y cada uno lo describe a su manera’. Eso es
cierto, y la Biblia contiene una de esas narraciones humanas del suceso.
Digamos que en la Biblia podemos hallar una de las teorías que lo explica, y
muchos han creído, a falta de mayor información, que es la mejor narración para
explicar ese suceso, y eso es todo.
¿Cuál suceso?
De una cosa de la que podemos estar seguros es que nunca existió un diluvio
de la magnitud del Génesis y en el contexto como es relatado, en el cual Noé
preservó a todas las especies de animales del planeta en un arca inmensa. Ese
relato es un cuento claramente extremo y exagerado, muy probablemente quimérico
para competir con los dioses de otros pueblos y sus relatos fabulosos del mismo
evento, a partir del cual se desarrolló una conjetura para explicar lo que les
pareció entender a los descendientes sobre lo que sus antepasados les contaron
de una historia que ya venía de hace mucho. ¿Es una mentira? No. ¿Es infiel?
No. ¿Es exagerada? Si. Así y todo, es la mejor manera que encontraron nuestros
ancestros por tratar de explicar un fenómeno aterrador de alcance mundial
ocurrido en un pasado muy remoto preservando al mismo tiempo su identidad
cultural, cuyos registros quedaron conservados en los núcleos de hielo en las
zonas polares. Se ha descubierto que ese suceso se ha estado repitiendo en
forma de ciclos desde un remoto pasado luego de varias decenas de miles de
años, y es muy probable que la narración parta del último hasta ahora notable
cambio climático.
Por lo tanto, no dudo que la historia parte de un suceso real, pero sí
descarto que lo descrito en la Biblia en este caso en particular se ajuste a la
verdad de los hechos tal cual ocurrieron y por los motivos que explica
ocurrieron. ¿Se entiende?
Insistir que esa narración es un acontecimiento histórico inspirado por el
"Espíritu Santo" y tiene que ser forzosamente la verdad porque 'Dios
no puede mentir', se halla en un error de concepto, pues el Espíritu Santo no
puede transmitir a la humanidad sucesos reales faltando a la veracidad, a menos
que ese Espíritu no sea tan Santo como se afirma; y por otra parte no se ha
ocupado en explicar verdades espirituales mediante libros religiosos escritos
por hombres, por más que esos hombres hayan escrito y copiado con todo el
esmero posible los que les pareció escuchar, ver o entender de lo que
interpretaron de otros o recibieron en sueños y visiones. Ya expresé que las
Escrituras se presentan de manera muchas veces enigmática, y cuando dice
verdades textuales, dependen del lector u oyente captarlas. Esos escritos
tuvieron su razón de existir en su época, cualquier trascendencia de los mismos
no funciona "en automático". Son como los dichos de los sabios,
aguijones, requieren no solo dedicación y conocimientos sobre el lugar, el
momento y la razón de haberse dicho, sino una condición previa del que busca,
por eso, las escrituras no se presentan al humano escritas como los libros
explicativos escolares o académicos, sino en forma oscura, en las que cualquier
lector u oyente no puede fácilmente entender su alcance.
Desarrollos sofistas con aire de doctorados
Antes de mostrar las evidencias textuales de lo que afirmo diré algo en
respuesta a lo expresado por Pesaresi cuando escribió:
«Los Institutos Bíblicos serios, que capacitan
pastores con grado académico, procuran instalar una sana hermenéutica. De
hecho, la teología protestante ha sido pionera en el uso de los descubrimientos
científicos para averiguar el contexto de los relatos bíblicos y el uso de
otras disciplinas para formar a sus alumnos.»
Lamento discrepar con esa afirmación en su aspecto resultante, pues he
descubierto enseñanzas totalmente retorcidas y mentirosas provenientes de esos
grupos “serios”, usando hasta la ciencia y sus datos de manera tendenciosa para
defender la Biblia a cualquier costo. A lo que realmente se dedican es a armar
intrincados sofismas como ovillos de hilos anudados de tal manera que a la
mayoría les resulta imposible de desenredar, y al parecer, a millones les
encanta que así sea. Los Testigos de Jehová han usado muchas de sus ‘sanas
hermenéuticas’, y he conocido muchos Testigos muy felices, así como de otras
denominaciones religiosas, repitiendo como loros ideas como si fueran hechos
reales comprobados sacados como verdades irrefutables de sus publicaciones
'respaldados por la ciencia' cuando en realidad son armados sofistas deshonestos.
Esa manera de instalar la inerrancia de las Escrituras no ayuda a quienes
la objetan con motivos muy concretos y lógicos, generando una reacción más
problemática todavía.[1] De todos modos, sus empeños sirven
para concebir el límite de los contrastes y ayuda a quienes sinceramente buscan
a Dios.
Las Escrituras judías y la Tierra como centro del Universo
Ahora sí, vamos a comprobar si las Escrituras son perfectas o imperfectas,
sin error o con error. Comienzo por tratar los siguientes puntos descritos en
la respuesta en su blog a mis exposiciones para demostrar lo que he dicho:
Pesaresi, con un aire de suficiencia, dice:
He estado buscando el versículo que diga en las
Escrituras "la Tierra es el centro del Universo" y no lo pude hallar.
O algún copista lo omitió voluntariamente o bien, tal afirmación nunca exitió.
Parece raro que Pesaresi, experto en interpretaciones y que se ocupa en
enseñar a los demás, no haya encontrado ese texto. Claro, él espera palabras
textuales como si fuera un libro escolar actualizado. Para hallar lo que es una
idea, solo debe aplicar la misma lógica por el expresada: las escrituras se
expresan en lenguaje sencillo y de la época. Si en las Escrituras se halla un
pasaje expresado con palabras antiguas, para captar la idea de lo escrito con
solo actualizar las palabras a nuestros tiempos para entender a qué se referían
con dichas palabras obtendremos la idea verdadera.
Pero aparece un problema: Cada versión de la Biblia no es igual, y al leer
los mismos pasajes en una y en otra, se encuentran diferencias que luego llevan
a discusiones y distintas interpretaciones. Luego a partir de eso se instalan
los prejuicios, y cada quién cuando lee, aún de otras traducciones, interpreta
distinto, pasando por alto las sencillas ideas allí expresadas argumentando
"malas traducciones". De allí que el problema del malentendido se
debe a que Pesaresi cita de una versión de las Escrituras cuyo pasaje le
permite decir lo que dice sin que nadie note nada raro. Cuando Pesaresi copia
un pasaje de Amós mencionado por mí, cita de una versión de la Biblia que
cambia el sentido de un concepto vertido de manera muy distinta por otras
versiones. El copia lo siguiente de Amos 9:6
Dios hizo su casa en el cielo, pero puso las bases en
la tierra.
Dios llama a las aguas del océano, y las derrama sobre la tierra.
(¡Nuestro Dios es todopoderoso!)
La primera oración (remarcada en color) es la que entra en discusión, no la
segunda, pues lo del ciclo hidrológico no es lo cuestionado. La tercera oración
es la manera en que cierra el versículo los motivos por los cuales dice lo que
dice en las dos oraciones anteriores, y lo he agregado yo para tener una idea más
completa del pasaje. Otras versiones leen en su conclusión: “Jehová es su
nombre”; ¡Yahveh es su nombre!; “su nombre es el Señor”: etc.
Sobre la primera parte, Pesaresi-interpreta y-explica el texto diciendo:
“Dios hizo su casa en los cielos es obvia referencia a
la creencia que Dios mora “en las alturas”, en los cielos. Pero no cualquier
cielo,…”
Para Pesaresi los “cielos” de los que habla son los invisibles, el “tercer
cielo” mencionado por Pablo, donde según él vive Dios, y afirma claramente que
no se refiere a los cielos visibles. De allí pasa por alto el resto de la
oración como si lo mencionado a continuación no fuera algo importante,
imaginando quizá se refiera solo a los fundamentos de la tierra, y se concentra
en el ciclo hidrológico, algo para nada cuestionable, pero que Pesaresi le
carga la tinta solo para desviar la atención de su subconsciente.
De la segunda parte de la oración de la que hablo (“pero puso las bases en
la tierra”), es donde pasa a referirse que Dios puso los cimientos o base en la
tierra de algo sobre el cual habla en el principio de la
frase. Eso al teólogo Pesaresi, curiosamente, se le pasa por alto.
La versión que usa para denostar mi comentario sobre Amós 9:6 aparece igual
a como se halla en la Traducción en Lenguaje Actual:
«Dios hizo su casa en el cielo, pero puso las bases en
la tierra.» TLA
Entonces, cualquiera que lee entiende que Dios se hizo su casa en el cielo,
invisible claro, “pero” “puso las bases en la tierra”. ¿Las bases de
qué? ¿De su casa invisible en el cielo? Eso es lo que parece decir. Pero, ¿su
casa invisible del cielo tiene sus cimientos en la tierra? ¿Cuáles son? Claro,
como es invisible no se ven esos cimientos. ¿Qué sentido tiene lo que dice?
Algunos quizá opinen que esa segunda parte a lo mejor se refiere a las
bases o cimientos de la tierra, y no tiene conexión alguna con la primera parte
de la oración con la morada de Dios. Pero si así fuera diría: “y puso las bases
de la tierra”. Por la manera en que se halla traducida, a pesar de hallarse muy
oscurecida, todavía revela conexión, dando a entender se refiere a una sola
cosa.
Se parece a estas otras:
«Dios construye su excelso palacio en el cielo y pone
su cimiento en la tierra,» NVI
El palacio de Dios lo construye el mismo en el cielo, donde vive, por lo
que debe ser invisible de acuerdo a nuestro especialista en las Escrituras, y
pone el cimiento de su palacio en la tierra, tampoco se ve,
claro, es invisible. ¿Para qué lo dice para alabar su nombre por su obra, tal
como aparece al final del versículo seis, si nadie la ve, ya que es invisible?
Otra versión parecida:
«El hogar del SEÑOR llega hasta los cielos, mientras
que sus cimientos están en la tierra.» NTV
¡Que casa tan alta la del Señor! ¡Vaya, que no me había dado cuenta! ¡Qué
casa más rara!
Considerando cuando Pesaresi en su extenso artículo interpreta que
los “cimientos” o “base” de la tierra es la “piedra angular” o núcleo de la
misma, el “basamento” de la morada de Dios en este caso se funda en la tierra,
es decir la “casa del Señor” se apoya sobre la superficie de la tierra, pero la
tierra misma se cimienta en su núcleo, que se halla en su centro. Resulta muy
interesante esta variante interpretativa mediante la cual la tierra visible es
el centro o fundamento de la inmensa casa invisible de Dios.
Dejando de lado un poco la imaginación, había dicho que otras versiones
traducen de manera bastante distinta el mismo pasaje brindando ideas muy
distintas.
Empecemos por una antigua, la RV de 1569:
«El edificó en el cielo sus grados, y su ayuntamiento
fundó sobre la tierra.» RV 1569
¿Cambia bastante, no? De casa o palacio pasa a grados o divisiones, los
cuales están en los cielos, entendiendo que los niveles de los que habla
pertenecen al cielo visible creado por Dios y no al invisible donde estaría
Dios viviendo, pues ese “ayuntamiento” de grados o su conjunto Dios lo apoyó
sobre la tierra. Ahora sí, la oración es armoniosa, y está hablando de algo más
fácil y claro de entender. Ahora tenemos un conjunto de cosas visibles, que se
pueden contemplar, porque de lo que habla es del universo físico, de su obra
creativa incluyendo la tierra. Con esta versión se entiende un poco mejor, y
ahora tiene razón de ser que al final, cuando, después de incluir otra
manifestación de la naturaleza visible propia del ámbito terrestre, el ciclo
hidrológico, hace chapa (propaganda) diciendo: “Jehová es su
nombre”, como para que lo vayamos conociendo y le rindamos reverencia.
La misma versión en el año 1865 traduce:
«El edificó en el cielo sus grados, y su conjunto
fundó sobre la tierra» RV 1865
Nuevamente, los grados, niveles, escaleras o alturas son del cielo,
pertenecen al cielo, y si todos esos distintos niveles los fundó sobre la
tierra, debe referirse a su obra creativa del Génesis capítulo uno, al universo
con la tierra abajo, el punto de apoyo donde afirma los cielos, donde el mismo
Job en Job 26:11 (que, ¡oh cáspitas! Pesaresi pasa olímpicamente de largo en su
elaborada respuesta al suponer es un error de Bildad) dice que el cielo tiene
columnas, dando a entender que se apoya sobre la tierra como un gran edificio,
con lo cual la tierra, si tiene un “núcleo” como afirma Pesaresi al referirse
al Salmo 104:5, tiene que estar en el centro de universo, pues los cielos, con
sus gradas o niveles, rodea a la Tierra, la cual sabemos es esférica (o casi,
no vamos a perder tiempo en eso), con lo cual lo hace de manera totalmente
esférica, por lo que el entero universo se asienta sobre ese núcleo o centro de
la Tierra. Esta idea cosmológica era en lo antiguo muy común por miles de años,
desde al menos desde Platón hasta Tycho Brahe (hace apenas 400 años), y
Copérnico saca la Tierra del centro y pone el Sol en su lugar, con lo cual el
entero universo pasaría en apoyarse ahora sobre el Sol y ya no sobre la Tierra
(terrible herejía). Allí pues tiene Marc Pesaresi el texto que anda buscando y
que no lo encontraba.
Los hombres leyendo de las escrituras consideraron que los cielos y la
tierra materiales debían corresponderse a los conceptos filosóficos que los
describían, descritos sin necesidad de recurrir a la investigación que lo
demostrara, porque nacían del fondo de la razón humana, que con ayuda de las
matemáticas y la intuición, sin otros recursos que la observación hasta dónde
el ojo desnudo podía ver y la mente reflexionar, definían el cosmos. Existían
ciertas similitudes entre los distintos pensadores humanos de la antigüedad con
las ideas plasmadas en las Escrituras cuando, al componerlas, trataban los
asuntos que les concernían. De allí que, al notarlas muchas personas cultas hoy
día cuando las ven en las Escrituras, cuestionen su procedencia de un Dios
Omnisapiente e infalible que la inspiró para la posteridad, pensando que en
esos pasajes Dios enseña al hombre sobre el cosmos, cuando en realidad no lo
hace, ni fue escrita por Dios para la posteridad, ni nada de las tonterías que
se enseñan.
Todo eso es por culpa de la inerrancia. Si no fuera por eso, este problema
no habría surgido.
La expansión o firmamento, el límite del Universo compuesto de agua
Pero continuemos con la lectura de Amós de otras versiones más modernas que
lo presentan de modos igualmente distintos a los mencionados al principio.
La RV de 1960 poco a poco la va alterando, y traduce:
«El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido
su expansión sobre la tierra.» RV 1960
Las cámaras o habitaciones, ¿del cielo visible o del invisible? Por la
composición de la entera oración da a entender del cielo visible, porque de
otro modo la segunda parte de la oración quedaría descolgada a menos que se
suponga que el determinante posesivo de la segunda parte (su) signifique
'la expansión de Dios.' Si así fuera, y suponemos que el primer determinante
posesivo plural (sus) corresponde a Dios y no del cielo, entonces Dios se
hace sus cámaras en el cielo y asienta una expansión que es suya sobre la
tierra. ¿Dice algo hilvanado o es un popurrrí de cosas que
hace? Ahora, si ese determinante posesivo se conecta con las cámaras, y
que éstas no son las de Dios, sino del cielo, se entiende que la expansión de
las cámaras del cielo Dios las establece sobre la tierra. Ahora la entera
oración parece decir algo en concreto. Aquí, como habrán notado, aparece
una palabra nueva, la “expansión”.¿De dónde la saca, pues no aparece en el
original, ni en hebreo ni en griego. Claramente el traductor interpreta y
agrega. ¿Qué? ¿En qué piensa el nuevo traductor? Piensa que “la expansión” de
las cámaras del cielo Dios la ha establecido o apoyado sobre la tierra. ¿Es la
expansión alguna del cielo invisible de Dios o se refiere al firmamento del
universo primitivo? Es por demás obvio que pensaba en el cielo visible. Algo
cambiada ya la RV, introduciendo palabras que no aparecen en hebreo de un Tanaj
del texto masorético de 1917 de la SJP[2], pero, al interpretar
bien dicho pasaje, se mantiene todavía en los lineamientos más antiguos,
incorporando ahora el concepto de expansión o firmamento, y cuando en las
Escrituras usan esa palabra, no habla de ninguna construcción invisible en la
morada del tercer cielo de Dios sino del límite del cielo, es decir, del
universo, como aparece en Génesis 1:6,7. De modo que en ésta nueva traducción
se manifiesta de manera clara cuál era la idea que se tenía sobre ese pasaje de
Amós.
En la Biblia católica aparece de esta otra manera:
«El que edifica en los cielos sus altas moradas, y
asienta su bóveda en la tierra.» BJ
Aquí aparece otra palabra, “bóveda”. Dios edifica en los cielos sus moradas
elevadas, ¿Para quienes? No la suya, de lo contrario estaría en singular “su” y
no “sus”, por lo que debe referirse a la de “los cielos” para los astros; y
asienta “su bóveda” en la tierra, la de las “altas moradas” claro y no la de su
palacio invisible. Nuevamente, si se asientan sobre la tierra está hablando del
universo físico, los cielos con el conjunto de sus “altas moradas” de la obra
creativa de Dios.
En la versión de 1569 y de 1865 se usa “ayuntamiento” y luego “conjunto” significando lo mismo, y esa expresión si viene del hebreo masorético. Cuando luego se cambia a “bóveda” o “expansión” que es el firmamento, altera el concepto anterior sobre las gradas o divisiones de los cielos, pues no las incluye, señalando solo a la parte más lejana o externa de lo que se creía era el límite del universo, donde se suponía estaban las estrellas fijas o constelaciones. En cuanto a las estrellas que no eran “fijas”, conocidas hoy como los cinco planetas y la Luna y el Sol, ocupaban otras posiciones o grados de esos cielos más cercanos a la tierra.
Otras traducciones actuales vierten de manera parecida.
«el que edifica en los cielos sus altos aposentos, y
sobre la tierra ha establecido su bóveda» BA
Nuevamente, los altos aposentos de los cielos visibles, está claro, no de
otro lugar invisible donde supuestamente vive Dios, sino de la escalera o
grados en dónde a diferentes alturas se hallan los astros colocados por Dios
rematada finalmente con la bóveda; y su bóveda o firmamento (de esos “altos
aposentos”), el límite, como la cúpula de una catedral, Dios la establece sobre
la tierra. Es un edificio o construcción visible, no es algo invisible, pues si
así fuera no necesita apoyarse sobre algo material. Por eso, allí habla de la
obra creativa de Dios, de “los cielos y la tierra”, el universo, no de cosas
invisibles, aunque la “bóveda” en este caso se use como una muleta para darle
más sentido al pasaje de acuerdo a lo creído entonces.
Veamos otra:
«El ha edificado su morada en los cielos y ha puesto
su bóveda sobre la tierra» BL
Aquí aparece una rara combinación. Dios se hizo su casa en “los cielos”, y
por otra parte ha puesto “su bóveda” sobre la tierra, ¿la bóveda de la tierra?
No. Parece más bien la cúpula o bóveda de Su morada. ¿Necesita materia para
apoyar algo invisible, espiritual? ¿Qué clase de edificio es ése? La manera de
estar vertido-interpretado-este pasaje es incoherente.
Otra traducción presenta el pasaje de manera más enigmática todavía:
«El se ha construido su solio en el cielo, y ha
establecido sobre la tierra el conjunto de tantas criaturas.» TA
En esta otra versión católica, Dios se construye las gradas ¿de su trono?
en el cielo, y sobre la tierra establece el conjunto de numerosas…¿criaturas?
¿Seres vivos? ¿De qué habla? Cualquiera puede interpretar lo que sea de este
pasaje. Pero Platón viene en nuestra ayuda, porque sabemos gracias a él que
antes los astros (Luna, Sol, estrellas) eran considerados seres vivos. ¡Ahhh…!
Otra:
«Él construye en el cielo su trono, y sobre la tierra
su bóveda asienta» BVSA
Otra vez, mezcla “su trono” que Dios se construye para él en “el cielo” con
la “bóveda” de ese trono, una cúpula media rara de entender al decir que la
“asienta” o apoya sobre la tierra. ¿Qué apoya sobre la tierra? ¿Una estructura
espiritual, invisible?
Lo más que nos podemos acercar es que en el hebreo ‘supuestamente’
original, la parte de la oración que sigue después de una coma (en hebreo no
usaban comas) muestra que el conjunto de las gradas, aposentos, casa, morada,
etc. (sea que fuera la de Dios o la del cielo visible, lo dejo a criterio del
lector) Dios la apoyó sobre la tierra. Y ese es el punto que yo
expongo cuando cito ese pasaje que a Pesaresi se le pasa por alto discutiendo
otra cosa muy distinta. Si los cielos enteros se apoyan sobre la tierra,
entonces la tierra se halla en el lugar más bajo de la
creación, y si los cielos rodean una tierra circular, como sí lo dice la Biblia
en Isaías, entonces la tierra se halla al centro de una semiesfera celeste, por
eso aparece la expresión “bóveda”, con lo cual ya avanzamos bastante, pero en
otro pasaje de Job dice que la tierra “cuelga sobre nada”, con lo cual no hay
nada debajo de la semiesfera en que se apoye la tierra, entonces la tierra está
realmente en el centro de apoyo del resto que se apoya en ella,
y cuando se supo que los cielos rodean a la tierra por ser una esfera,
claramente demostrado por los viajes de las naves de Magallanes hacia el siglo
XVI, la Iglesia “descubre” las evidencias concretas de que la tierra es
‘realmente’ el centro del universo un siglo antes de que Galileo mirara por su
telescopio a los astros. Es cierto, no existe un texto bíblico que diga “La
Tierra es el centro del universo”, pero sí dice que es el fundamento
del mismo, su parte más baja, dónde los cielos (universo, el “conjunto de
tantas criaturas”) se apoyan, afirman sobre ella, por eso en Job 26:11 menciona
“las columnas del cielo”, con lo cual la Tierra se halla en la parte central de
una edificación cósmica. Sin la tierra no habría universo. La idea sencilla
era: sin suelo firme ni cimientos no hay catedral ni hay cúpula. ¿Se entiende?
Todo lo creado por Dios ubica al humano en el centro de su obra cósmica.
Correctamente debo admitir que lo del centro cósmico universal en forma de
huevo fue una idea posterior, la idea original era que la tierra formaba parte
de la obra más inferior de Dios, porque en los tiempos que se escribió ese
pasaje la idea que se tenía de “los cielos y la tierra” era de una tierra
circular plana rodeada de mares, luego la atmósfera, la Luna, el Sol y las
estrellas en sentido ascendente, formando en su parte más alta una especie de
cúpula que se apoyaba en las extremidades de la tierra. Y esa es la cosmovisión
que describe Amós. Cualquier “verdad entre líneas” no se relaciona con la
naturaleza material, sino solo con la espiritual.
Esta manera de interpretar este pasaje de Amós relacionándolos con los
cielos visibles no se me ha ocurrido a mí solo, viene de siglos, y la podemos
ver repetida en diversas comunidades evangélicas también, como en Evangelismo
en Acción.[3] Por
razones muy obvias, hay quienes no les gusta que aparezca en las traducciones
modernas pasajes de la Biblia que aludan a las creencias de antaño, ¡y son
precisamente aquellos que pretenden instalar la inerrancia de la Biblia!
Y esto de lo ‘arriba y abajo’ es una enseñanza bíblica se tome de dónde se
tome y se la interprete como se la interprete. Diré que es un dogma de
las Escrituras que, sin importar lo que la humanidad pensara sobre la realidad
del cosmos, sea a partir de las Escrituras o mirando los cielos y la
naturaleza, filosofando como Platón, y sin importar por las distintas manera de
haberla traducido e interpretado, es una verdad espiritual eterna.
Como claramente la Biblia no es un libro de geofísica ni astronomía, no vamos a
encontrar lo que espera hallar Pesaresi, pero, ¡vaya si habla de geofísica y
cosmología! Los escritores usan lo que suponen es de la naturaleza que le rodea
para armar sus expresiones narrativas o de alabanzas a Dios y en ellas se cuela
el espíritu elevado para establecer una verdad espiritual para los siglos de
los siglos. (Gen.28:10-13; Isa.6:1,2, 66:1; Salm.11:4; Mt.5:34,35; Hech.7:49)
Pero no todos los que participan de las Escrituras entienden este punto tan
importante, entre quienes el hombre físico reacciona burlándose o descreyendo
sobre el valor de las Escrituras porque no se ajustan a las realidades en la
actualidad descubiertas, a quienes protestantes como Pesaresi desean convencer
de lo contrario, siendo parte de grupos donde hay quienes las leen al momento
de interpretar y re interpretar, introduciendo sus ideas humanas acorde a los
nuevos conocimiento de astrofísica y física teórica, moldeando así los
pensamientos religiosos de las personas, alejando y oscureciendo y a veces
hasta anulando por completo un mensaje oculto envuelto en una narración
simple y sencilla de una idea antigua muy distinta a la conocida en la
actualidad.
De lo hasta ahora visto en este caso sobre Amós, inferimos que para poder
emitir un juicio lo más cercano a la verdad tenemos que aprender hebreo (y
griego también), porque si me confío en las traducciones, puedo llegar a
conclusiones totalmente equivocadas a lo que fue dicho originalmente. Pero no
todo el mundo tiene tiempo para aprender e investigar, y prefiere confiar en
sus líderes religiosos, algunos preparados académicamente, que en función de
ello se arrogan las libertades de interpretación como meras figuras
científicas, según Pesaresi, para el progreso del conocimiento. El problema de
este camino en el cual se depende de otros, es que las personas fallecen sin
haber nacido “del espíritu”, y el tiempo para la llegada de dicho proceso se
puede extender demasiado tiempo. Es imprescindible tomar las riendas del asunto
personalmente.
Por suerte tenemos versiones como la RV de 1569 que nos ayuda a entender un
poco mejor, percibiendo se trata ni más ni menos que de “los cielos y la
tierra” de Génesis 1:1 y explayado luego en Gen.1:2-31, que muchos han
entendido se refiere al universo, menos Pesaresi, claro.
Hoy día nadie se da cuenta, porque al igual que Pesaresi, suponen que el
geocentrismo no cambia mucho la idea cosmológica antigua de la actual. Son solo
teorías que no cambian nada, piensan. Las Escrituras son perfectas, y el que
interpreta mal de ellas es su problema, no de las escrituras, como afirma el
susodicho.
Que se use los cielos o universo visible para explicar sobre los
invisibles, como Agustín defendía, es harina de otro costal que los teólogos
han separado muy cuidadosamente a lo largo de los siglos sin poder decir nada
sustancial, siendo la fuente de tantos debates entre ciencia y religión.
Los grupos protestantes se han dedicado a tratar de conciliar pasajes
bíblicos como esos con las ideas actuales sobre el cosmos en la actualidad a
fin de resaltar la infalibilidad o inerrancia de las Escrituras en todo lo que
expresa, tratando de tapar debajo de la alfombra cualquier conexión con una
manera antigua de ver la naturaleza tal como se halla en la Biblia, debido a
sus principios doctrinales. Por eso Pesaresi no ve (no puede interpretar como
otros) pasajes de ese tipo de la manera que lo he descrito.
Para recalcar el concepto expresado de lo “perfecto guardado en lo
imperfecto” y sobre la manera de descubrirlo, me explayaré a continuación
preguntando: ¿Con qué autoridad y de dónde sacaron las versiones por mí
transcritas la razón para poner esas palabras mientras que la transcrita por
Pesaresi usa otras palabras distintas para transmitir pensamientos diferentes?
En otras palabras: ¿participó el afamado Espíritu Santo?
Aquí hay un excelente ejemplo de manera bien obvia de cómo la conclusión de
Pesaresi es distinta a la mía por la simple razón de haberlo leído de otra
versión en español del mismo pasaje original de la Biblia. ¿Elige a unos y
excluye a otros el Espíritu al momento de influir?
Sea que lo fuera o no, solo sabemos que existe una realidad que
inevitablemente nos lleva a preguntar: ¿cuál versión es la correcta? ¿Se debe
traducir gradas, escalas, categorías de los cielos visibles; o aposentos, casa,
morada de los invisibles, ayuntamiento, conjunto, cimientos, bases, apoyó? ¿Se
refiere al conjunto o agrupación de las gradas, moradas o lo que sea lo que se
funda sobre la tierra o solo habla que la tierra es la que se halla fundada en
sus cimientos? ¿Es de los cielos de Dios invisibles o de los cielos creados
visibles de lo que habla? ¿Es correcto o no que introdujeran la palabra
“bóveda” o “expansión”?
Allí es donde caemos en manos de los traductores, los “expertos” teólogos
quienes no han tenido escrúpulos en acomodar muchos pasajes de la Biblia a la
aceptación de una autoridad religiosa y de la comunidad a la que iba dirigida.
Y esto que digo no es presunción, se debe a que cuando uno investiga los
pasajes originales en griego y hebreo ve esas diferencias y alteraciones y
acomodamientos para que diga lo que ya creen que debe decir en distintas épocas
de la historia y en consonancia con las doctrinas del grupo mayoritario a
quienes van dirigidas y se busca unificar. Y esto que digo es verdad, no es una
mentira. Por eso, traducciones actuales cambian las palabras en el mismo idioma
español del pasaje de Amós en cuestión para que se oculte lo que antes decía de
aspectos que ahora ya no son aceptados, acomodándolo a las ideas teologales
modernas y de ese modo no surjan discusiones sobre temas antiguos incomprensibles,
muchas veces entre las “ovejas del rebaño”.
Es por eso que leyendo de distintas versiones de las Escrituras no podemos
saber a ciencia cierta a qué se refiere, si a la morada de Dios, su trono con
gradas o a las ubicaciones de los astros, o a la bóveda o firmamento. ¿Es
posible que se refiera a ambas cosas a la vez? Cada cual lo interpretará según
lea de su versión de la Biblia y acorde a sus ideas principales respecto a Dios
que un grupo religioso al cual pertenece le haya inculcado.
Ergo: la Biblia no es confiable en todo lo que dice. Es imperfecta.
Y los que la predican y sus interpretaciones pueden ser tan incompetentes como
la de sus traductores.
Volvemos a estar en armonía con el mismo resultado obtenido luego de
analizar lo escrito por Pablo en 1 Cor.13:10-12. Parece que éste escritor
cristiano pensaba lo mismo que pienso yo.
Por eso, cada cual personalmente debe juzgar y decidir si aceptar algo o
rechazarlo. El perfeccionamiento solo puede darse en la conciencia humana y no
en frases escritas. En sí misma las frases y palabras de las “Santas
Escrituras” son irrelevantes para determinar sobre algo si es verdad o un error
o hasta una mentira, porque sencillamente no es un documento confiable al
constituirse en algo enormemente limitado por las palabras a causa de tantos
malentendidos, tiene errores, contiene manipulación humana en pasajes
claves, a veces muy sutiles, para acomodar todo aquello que comprometa la
veracidad de doctrinas establecidas por las principales corrientes religiosas
con su “sana hermenéutica” en la historia de los tiempos.
¿Significa eso que las Escrituras no sirven para nada, son un conjunto de
lindas historias sin valor alguno? Para nada. Las Escrituras reflejan la
imperfección humana, y son un pálido reflejo de la luz perfecta del Padre. Para
hallar las perlas valiosas, los significados auténticos de realidades
espirituales, cada individuo debe tener en sí mismo el espíritu de arriba para
ayudarle a comprender. Y ésta es la clave, razón de ser de lo dicho en 1 Juan
4:1 de probar lo que lee o escucha. Juan da una regla para medir, que era
aplicable desde su tiempo en adelante: negar la encarnación de Jesús
determinaba la falsedad de una enseñanza religiosa, por más disfrazada de
cristiana que aparezca. Hoy día hay quienes no niegan que Jesús vino desde la
región invisible y encarnó, pero se enemistan y odian entre sí. La encarnación,
y reencarnación, son temas claves en las Escrituras cristianas, pero sobre el
particular existen enormes lagunas y disidencias al respecto.
Cuando una persona recibe y conoce al “ayudante” y “consolador”, no hay
manera que se pierda sin poder entender cualquier situación o enseñanza. Cuando
eso ocurre, se cumple lo que dice el escritor del pasaje que puse al comienzo:
“hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana (Lucifer) salga en
vuestros corazones”. Es cuando llega lo perfecto como dijo Pablo. Mientras
tanto, personas como Pesaresi, andan con sus antorchas iluminando el sendero
con lo que pueden entender al leer la letra muerta, pues las antorchas no
permiten ver claramente, por eso los malentendidos. Entre los que se hallan en
la luz, ya no existen malentendidos. No creen, saben. (Prov.4:18)
Si realmente a Dios le importara tanto dejar un libro escrito para ayudar a
la humanidad, podría muy fácilmente (es más sencillo que detener el Sol y la
Luna u otros increíbles milagros) entregar a todo el mundo un escrito actual y
en lenguaje moderno con todas las enseñanzas necesarias sin intermediarios de
ninguna clase. Pero está por demás claro que no es la metodología de
comunicación que Dios apruebe.
Las columnas del cielo y el "núcleo" de la Tierra
Pasemos a otros malentendidos. Pesaresi explica:
Job 26:10,11 trata sobre un discurso pronunciado por
Bildad, amigo de Job. Ahora bien: una lectura del libro de Job revela que,
todos los argumentos pronunciados por los amigos de Job, estaban equivocados.
Se equivoca. En el mismo capítulo (Job 26:1) dice que esas palabras forman
parte del discurso de Job y no de Bildad. De todas maneras, si Job se hubiera
equivocado en lo que dijo, ¿no estaría corregido en otra parte de la Biblia o
en el mismo libro de Job. Pues no hallamos para nada eso, más bien hallamos
expresiones como la que estudiamos de Amós que la reafirman.
Cuando pasa a explicar el Salmo 104, Pesaresi no se da cuenta y dice algo
que como expuse lo compromete, cuando reconoce el centro de la Tierra. Dice:
Salmo 104:5 habla de cómo Dios afirmó la Tierra sobre
sus bases y nunca más será removida. La tierra se encuentra asentada sobre un
basamento: el núcleo. Removerla de esta “piedra angular” sería su fin.
Pero, nuevamente hay algo que aclarar. Pesaresi habla del centro de la
Tierra o núcleo porque lo leyó en el diario del lunes. En el diario anterior al
lunes y en las escrituras no se creía que la Tierra fuera esférica, sino una
inmensa masa rocosa asentada sobre el agua de forma plana, con lo cual el sentido
antiguo de las palabras dan otra idea diferente a los conceptos espirituales
sobre ellos desarrollados.
Sobre los versos contextuales no los notó o nunca los leyó. Veamos el Salmo
104:2-9 de una versión católica. La TA:
«Señor Dios mío…cubierto estás de luz, como de un ropaje. Extendiste los
cielos como un pabellón o cortina, y cubriste de aguas la parte superior de
ellos. Tú haces de las nubes tu carroza; corres sobre las alas de los vientos.
Haces que tus ángeles sean veloces como los vientos, y tus ministros activos
como fuego abrasador. Cimentaste la tierra sobre sus propias bases; no se
desnivelará jamás. Se hallaba cubierta como de una capa de inmensas aguas;
sobrepujaban éstas los montes. A tu amenaza echaron a huir, amedrentadas del
estampido de tu trueno. Se alzan como montes, y se abajan como valles, en el
lugar que les estableciste. Le fijaste un término, que no traspasarán, no
volverán ellas a cubrir la tierra.»
No dudo de su capacidad para interpretar textos, pero no sé si se da cuenta
que en esos versos está evocando el pasaje del Génesis referido a los primeros
días creativos (con intenciones religiosas, claro. No vamos a seguir
discutiendo eso, espero). Le ayudaré a mostrárselo: ‘Dios se viste de luz’.
Aquí da una interpretación dando a entender de cuál era la luz del primer día,
que algunos piensan es del Sol. Para el salmista es de Dios, porque el Sol
recién lo forma el día cuarto. Luego continúa: ‘y extendió los cielos como una
cortina.’ ¿A qué cortina se refiere? ¿Lo sabe o prefiere no tocar el tema?
Luego amplía más todavía: ‘y cubrió de agua la parte superior de la ‘cortina’’
¡Vaya! ¿Tampoco entiende eso o necesita re-interpretarlo para acomodarlo a una
visión cosmológica moderna? ¿Dónde pensaban que estaba esa “cortina” los
teólogos en el pasado? ¿Más allá de las nubes y antes de la Luna como enseñan
algunos? ¿Allí creían se hallaba la “bóveda”? ¿Tendremos que recurrir a alguna
‘sana hermenéutica protestante’ para encontrar la verdad, o a una versión más
exacta de la “Palabra de Dios”, o alcanza la propia capacidad racional
del lector para darse cuenta sobre lo que dice?
Cualquiera que investigue lo suficiente y lea sin tener que recurrir a
ninguna 'sana hermenéutica' verá que está hablando claramente del dosel
superior, las aguas celestiales o límite del universo o ‘cielos’ tal como todos
creían antaño, el firmamento o bóveda, como si se tratara de una especie de
membrana que limitaba al cosmos y del cual se suspendían las estrellas y demás
luminarias para alumbrar sobre una tierra llena de vida y a la humanidad, los
cielos y la tierra creados por Dios, es decir, lo que todos entienden refiere
al entero universo visible, con la tierra ubicada abajo sobre un vasto
territorio circular rodeado de aguas, o (más adelante) en su centro cósmico
suponiendo la tierra una esfera inmóvil. Cualquiera que piense algo diferente,
es porque se halla mal informado. No le contaron toda la verdad sobre lo que
creían los escritores "inspirados" en esas épocas.
Siguiendo, ‘Dios recorre el cielo sobre las nubes y con alta velocidad, al
igual que hace a sus mensajeros y ministros que despiden fuegos abrasadores
(rayos)’. No sé porque, pero no puedo no pensar en Zeus, el dios griego. Pero
sigamos. ¿Está hablando ahora de la ‘cortina’, o lo que hay sobre ella, o
debajo de ella? El salmista, parece seguir hacia abajo, de lo que ha visto y
conocido, la atmósfera con sus atemorizantes nubes veloces tormentosas con sus
rayos y truenos, imaginando a Dios cabalgando en su carro celestial, por lo
cual entendemos es hacia abajo, incluso sigue y pasa a hablar ahora respecto al
suelo, cuando menciona a la tierra ‘fundada sobre sus bases’. Aquí opina
interpretando el Génesis que durante la creación el suelo estaba cubierto
completamente de agua antes de emerger cuando dice ‘se hallaba
cubierta…de…aguas’ que cubrían hasta ‘los montes’, y a la orden represiva de
Dios éstas se alejan y dejan emerger el suelo con sus valles y montañas. Dios
le fija un límite para que nunca más vuelvan a cubrir la tierra.
No ver la conexión directa entre un Dios invisible (sin forma) que se
manifiesta mediante los más diversos fenómenos de la naturaleza y sus vastas
“criaturas” hasta los confines del cosmos es propio de nuestros tiempos, pero
no de los antiguos. Cuando Spinoza quiso traerlos de vuelta al pensamiento de
su tiempo, todos lo tildaron despectivamente de panteísta, un hereje, un
idólatra.
Algo más. Cuando en Génesis explica la separación de las aguas para formar
el firmamento o ‘cortina’, el salmista pasa a hablar de la atmósfera donde se
hallan las nubes y las tormentas, imaginando que eso lo hizo Dios antes de que
aparezca lo seco, pues eso le lleva a imaginar al interpretar Génesis cuando se
producen un espacio entre aguas y aguas. En su interpretación, por simple
lógica intuitiva, supone que ya existía suelo rocoso fundado sobre ‘sus bases’
sobre el cual se hallaban las aguas cubriendo a la tierra, y que la misma
emergió como resultado de escurrimientos de las aguas. Está describiendo lo que
entiende del capítulo primero del Génesis en estos versos. ¿Significa que fue
de esa manera la formación de la tierra? ¿Debemos aceptar como verdadera y
literal su explicación, “inspirada por Dios sin error alguno”, o tan solo como
la mejor idea que pudo alcanzar luego de meditar largamente en todo lo que leyó
y conoció en su época?
La tierra habitada flota sobre las aguas
En el Samo 136:6, menciona un aspecto interesante que Pesaresi pasa por
alto. Aquí el escritor tenía una visión del pasaje de Génesis en el cual Dios
extendió, colocó, fundó o afianzó la tierra «sobre las aguas». Este pasaje no
es captado en su auténtica dimensión, tal como era imaginado en la antigüedad,
por causa de los conocimientos actuales que tenemos del planeta. Solemos
contaminar esos versos con los avances de la ciencia humana. Un antiguo
filósofo griego, Tales de Mileto, creía que la tierra se hallaba ‘apoyada sobre
las aguas’, siendo ese filósofo quién conjeturaba que el comienzo de todo fue a
partir del elemento agua, tal como lo enseña claramente el Génesis; y las
montañas y los valles con sus islas flotaban sobre el agua abismal como un
corcho o barco rocoso gigantesco.
Pesaresi dice que ese Salmo explica:
“…como Dios extendió la tierra sobre las aguas, es
decir, creó lo que hoy llamamos continentes. ¿Adónde se ha cambiado de opinión
al respecto?”
¿Creó los continentes apoyándolos sobre las aguas? ¿No ve en qué ha
cambiado? Primero, no habla de tierras, en plural, sino en singular. En la
Biblia tampoco existe alusión alguna a la tierra como planeta (Tierra), tal
como la vemos hoy, y nunca habló de continentes o “tierras” extendidas en
distintas partes del globo, sino solo de ‘la tierra habitada’ o tebel,
una sola, que hoy día generalmente se malentiende o suplanta por “planeta
Tierra”. Luego: ¿se ‘formaron “los continentes” “sobre las aguas”? Ni siquiera
las islas se formaron sobre las aguas, sino que crecieron desde el fondo del
mar como volcanes, es decir: salieron del mar del suelo inferior, no se
apoyaron sobre la mar. En realidad muchos territorios que hoy día forman parte
de distintos y amplios continentes se formaron bajo las aguas, no sobre.
Afloraron después como resultado de movimientos tectónicos descubiertos hace
muy pocos años de manera casual. Vastos territorios se elevaron a consecuencia
de esos movimientos, es decir, fueron aflorando lentamente desde el fondo de
mares hacia arriba, como la Patagonía, millones de años después que el planeta
Tierra ya existía (fue creado). Algunos de ellos se elevaron tanto que formaron
las montañas del Himalaya. Decir que los continentes ‘fueron creados’ en
realidad es una manera de decir algo de lo cual se desconoce: los continentes
existieron siempre y los que se formaron en realidad son las distintas
configuraciones continentales, transformándose lentamente entre las aguas o
emergiendo de antiguos lechos oceánicos, pero nunca de los abismos. Los abismos
actuales son las zonas de subducción que siguen elevando los lechos marinos en
la dirección continental por efecto del choque de placas.
¿Qué tiene que ver aquí la argumentación científica de dónde vino o no vino
el agua? ¿Qué importancia tiene si la Tierra siempre tuvo agua o la recibió o
se formó después? ¿No se entiende el concepto “sobre las aguas”? De lo que se
trata es la manera en que aparece el suelo seco, con sus montañas, valles
e islas. Lo correcto es que hubiera dicho al menos que fundó, apoyó el suelo
seco de las tierras “entre las aguas” sobre la tierra de sus bases y no “sobre”
o encima de las aguas. ‘Tender o extender el suelo o la tierra sobre las
aguas’, tal como aparece en muchas versiones antiguas, no se está refiriendo a
la altura que emerge la tierra, sino a su cimiento o apoyo, que de paso no era
vista como una esfera sino como algo plano y circular, porque para los antiguos
el océano era insondable, desconocían su profundidad, imaginando era todo agua
incluso por debajo de los vastos territorios. Este océano era el que se creía
circundaba a la tierra a su alrededor, imaginada como una vasta formación de
suelo seco ubicada en el centro de una geografía plana. De modo que cuando en
las Escrituras dice eso no está diciendo lo que realmente ocurrió, simplemente
habla de la tierra y no de la Tierra, imaginando ocurrió de ese modo. La
realidad es que ocurrió de una manera totalmente distinta, y el espíritu que
participó del escrito original no se lo reveló al escritor, sea porque a lo
mejor no lo sabía o no podía decirlo.
Hoy día, existen personas que basándose en textos bíblicos enseñan que la
concepción astronómica actual es un tremendo error de interpretación, porque la
tierra es el centro del universo y se halla inmóvil, y todo gira en torno a
ella. Supongo que a lo mejor alguien dirá que puede ser, ¿Quién sabe? ¿No?
Las trampas de la materialidad suelen atraparnos en discusiones inútiles.
Muchos les resulta buen negocio instalar misterios irresueltos cuando no los
hay, solo para mantener en el "misterio" de la fe a los escritos
antiguos de la Biblia cuando resultan sencillos de entender a qué se refieren
cuando se expresan.
Pesarsi dice:
“Los protestantes distinguimos claramente cuando el
lenguaje es simbólico de otro literal.”
Menos mal.
Lo que veo, para Pesaresi esos pasajes son literales, solo que los acomoda
a la manera de ver la tierra hoy como planeta y no como lo entendían antes los
que escribieron esos pasajes y los que leyeron de ellos transmitiéndoles ideas
semejantes. Minimiza y pasa por alto frases y pasajes claves, perdiéndose con
ello las verdades ocultadas en esas ideas imperfectas.
Cuando Pesaresi habla de los “cimientos” dice:
«La Biblia nunca hablaría de "núcleo
terrestre" porque nadie en su momento lo entendería.»
Sin darse cuenta el mismo Pesaresi admite que en ese pasaje habla del
“centro de la Tierra”, y como ya expuse, si sobre la tierra se apoya el
universo, expresado en las escrituras como “los cielos”, entonces más claro
imposible, al fin pudo encontrar Pesaresi usando su misma “sana hermenéutica” o
desarrollo interpretativo dónde en la Biblia finalmente muestra que “la tierra
es el centro del universo”. Es solo cuestión de armar correctamente las piezas
del rompecabezas interpretativo y reconocerlo.
Curiosamente, lo que afirma Pesaresi, de que en el Salmo 104:5 la Biblia
está hablando del “núcleo de la Tierra” en lenguaje antiguo es falso, solo
habla de las partes firmes más bajas de la tierra habitada. No se refiere al
centro de la Tierra sino a las bases de la superficie del suelo, la tierra
habitada o tebel. Al decir que “nunca será removida”, da a entender
el carácter de sólida de la misma, que permanece por los siglos de los siglos,
a diferencia de los cimientos de algunas casas humanas que se parten y deshacen
cuando el agua penetra. Pero el dogma "abajo y arriba" no se altera.
En otro pasaje bíblico, 2 Sam.22:16 se considera otra idea oceanográfica
desarrollada entonces, la cual suponía que el fondo de los mares era parte de
ese fundamento o cimientos de la tierra habitada (no hablemos de continentes,
pues no tenían noción de ellos), la cual-a lo mejor, no lo sabemos-el salmista
tenía en mente lo que hoy conocemos como plataforma continental al componer ese
Salmo, algo que suele verse cuando suceden las mareas del mar Rojo y dejan al
descubierto el fondo del mar por el cual las caravanas lo cruzaban.
Pero Pearesi no quiere ver eso, sino algo distinto, por eso pretende decir
que las Escrituras solo usaron lenguaje antiguo y no el moderno sin explicar el
motivo real mediante el cual el “Espíritu Santo” se expresa. Eso es obvio, cualquiera
lo sabe. El secreto es darse cuenta de a qué se refería, pero, ya veo, según él
Dios no les dijo ni les habló en términos que armonizaran con los conocimientos
cosmológicos actuales ni nunca arrojó luz alguna sobre una realidad geográfica
ni astrofísica que luego se descubriera era verdad, sino siempre con los mismos
pensamientos antiguos en que ellos creían, porque de lo contrario no habrían
entendido de lo que hablaba. ¿De cosmología? No claro, ya sabemos que es sobre
moral y obediencia. Entonces, cuando habla de la ‘cortina’ celestial de agua en
realidad estaba hablando de otra cosa, y solo usó eso porque en eso creían
entonces, de lo contrario no habrían entendido que Dios es un ser todopoderoso
a quien temer. ¿Alguna relación? Ninguna. Cuando relata la creación usa un
modelo cosmológico antiguo para señalar solo que El es el Creador, no para
explicarles como fue en realidad ni cómo es. ¿Para qué se molesta en explicarlo
entonces? En otras palabras, cuando lean la Biblia y diga algo sobre los cielos
y la tierra que parece no concordar con lo que hoy sabemos de ello, no se lo
tomen en serio, Dios solo usaba ideas de aquellos tiempos para expresar sus
“verdades”, como por ejemplo el Diluvio. No es un relato literal, muchachos, es
solo una narración en la que Dios usa lo que la gente de antaño creía sucedió
para infundirles temor y obligarlos a obedecer. Bueno, entonces el diluvio no
sucedió ni tal como se describe ni por los motivos por los cuales ocurrió, fue
solo para meter miedo a los ingenuos paisanos para que hagan caso de las leyes
morales que debían regular sus vidas.
¿Por qué entonces gastan tanta tinta para defender posturas cientificistas
si después de todo el asunto pasa por otra parte mucho más simple de entender?
Porque el espíritu intuye que hay algo más, pero todavía no sabe qué.
En el Génesis, dejando de lado las re interpretaciones, solo enseña que el
universo (los cielos y la tierra) es una obra de Dios que el construyó a partir
de “las aguas”. De las aguas mediante el poder del aire o viento una vez hecha
la luz hace la bóveda al que llama “cielo” y de las aguas emerge el suelo que
una vez seco llama “tierra”, donde crea la vida vegetal (que debe recibir luz y
calor del elemento fuego). Luego hace la Luna, el Sol y las estrellas, y las
coloca en sus posiciones o gradas, a distintas alturas, en el cielo para medir
el tiempo. Después pasa a crear animales y al humano, primero en los mares y
luego sobre la tierra. Esos cielos y tierra es lo que hoy todos entienden es el
Universo, pensando en la tierra como Tierra, es decir, como planeta y no una
vasta superficie plana que tuviera extremos y centro como cuando se escribió el
Génesis. ¿Difícil? No para quien se halle carente de prejuicios ni venga
cargado con "sanas" interpretaciones.
Hoy hay quienes afirman que “las aguas” se corresponderían al supuesto
plasma caótico existente durante el inicio del Big Bang. Entonces, con una
parte de ese plasma hizo el universo astronómico y con la otra parte restante a
la Tierra como planeta después. Preferible dejarlo como está, pues el Génesis
suscribe a tebel como la zona inferior de todo el universo del
cual parte toda Su creación, y ello posee una connotación originada de una
verdad intuitiva humana irrefutable: la de sentir que el entero universo se
halla “arriba” y la humanidad “abajo”. Y “abajo” no es “gloria” sino humildad,
humillación, y “arriba” es elevación, perfeccionamiento, honor. Lo mismo daría
si el humano se halla en la Luna o en Marte, los cielos estarían arriba, la
Tierra sería una estrella errante que gira en torno al astro dónde está
ubicado, y para el humano ese lugar estaría abajo. Pero no existe el abajo y el
arriba en el universo. Y toda edificación parte siempre desde abajo hacia
arriba. Nadie hace “castillos en el aire”, reza el dicho. Pretender hallar en
las Escrituras oculta una realidad descubierta luego por el hombre no es nada
nuevo, ya lo vienen haciendo hace siglos, resultando en uno de esos
“descubrimientos” el concepto de la Tierra en la forma de un enorme globo ubicada
en el centro de otro mucho mayor, siendo el conjunto el Universo. Antes de eso
era otro distinto, y ahora la astrofísica pareciera “finalmente” descubrir tal
conexión para otorgarle una atribución divina a las palabras antaño escritas.
La humanidad busca evidencias de Dios, esto es: busca a Dios, pero no lo busca
con el corazón, sino como si fuera un objeto o cuerpo causal. No lo busca para
ir a su encuentro, sino para tomar distancia. No lo busca como un Dios vivo,
sino como alguien que dejó algo escrito hace milenios, en la imperfecta letra
de otros tiempos.
Los humanos somos unos hipócritas y mentirosos, queriendo ocultar siempre
nuestras verdaderas intenciones sobre lo que pensamos por simple conveniencia,
para vivir mejor, sentirnos superiores a los demás, usarlos y tener poder y
‘ser llamado rabí’.
«Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?» Jer.17:9 RV
Eso es histórico y bíblico, no es mi opinión. Allí tenemos el origen de
todos los engaños. Y esa expresión, es un dicho del espíritu superior, porque
el mismo la reconoce como suya.
Pesarsi defiende la amplitud de interpretaciones, pero es obvio que
discrimina aquellas que no concuerdan con su manera de pensar, encasillando a
cualquiera que le resulta inaceptable por meras cuestiones doctrinarias y no de
lógica racional, envolviéndolas a todas, incluidas las propias, en una nube de
incertidumbre o posibles teorías (para mantener el misterio), o bien diciendo
provienen del archienemigo de Dios, el Diablo, como es el caso cuando refiere a
los Testigos de Jehová.
Sobre la unanimidad de criterios dice:
“¿Quién dijo que debe haber unanimidad en el modo de
interpretar?” espeta Pesaresi.
Pues, en esencia sí, debería existir. La discordia producto de los
antagonismos se fundan en interpretaciones distintas, y la humanidad se odia y
se mata por eso, revelando el carácter imperfecto de esos escritos religiosos
judíos. El objetivo debiera ser la unidad y no fanatizarse con las
interpretaciones. Es más importante cómo nos llevamos que lo que a cada grupo
le parece o no lo que dice o no dice la Biblia. Pero, obviamente, eso es
imposible en este mundo, y no por culpa de la Biblia por el hecho de ser
imperfecta, cuidado, ¡en absoluto! La culpa solo es nuestra, de la humanidad.
Pesaresi da a entender que la Biblia es como la naturaleza: hay que investigarla
concienzudamente para hallar la verdad. No está mal, estoy de acuerdo con lo
expresado, pero hay un problema. La naturaleza se halla escrita en un lenguaje
que es en principio desconocido, y hay que ir descubriéndolo y aprendiéndolo
sobre la marcha, con lo cual es inevitable que se cometan errores. De la Biblia
ya aprendimos que no nos da ninguna pista sobre la realidad material que el
hombre desconocía y todavía desconoce. Y sobre su realidad espiritual es
enigmática. Ahora, la Biblia es opuesta a la forma en que la naturaleza se
expresa, arranca con un lenguaje conocido expresando ideas, y esas son tal como
cuando se escribieron desde un principio. Si han permanecido sin cambios no hay
manera de no ver el problema. Pero, si a eso debemos agregar que luego muchos
las fueron alterando y acomodando, traicionando las ideas originales que les
incomodaban como lo he demostrado claramente con un ejemplo bien claro, no
tenemos manera de emitir un juicio perfecto basado solo en las palabras
escritas en ella. Necesitamos algo más que debe estar por fuera de las antiguas
Escrituras, y debe ser completamente fiable.
Cuando hablamos de “Escrituras” es preciso tener en cuenta que han existido escritos muy estimados por los cristianos del primer siglo que luego fueron sacados de circulación y “tapados”, como el libro de Enoc, citado por Judas. Otros muchos escritos también contienen expresiones inspiradas y que actualmente no son parte de la Biblia porque un grupo de eclesiásticos decidieron eran del Diablo y no de Dios. Por ejemplo el evangelio según Tomás hallado en Nag Hammadi en 1945. Sus expresiones tienen una riqueza espiritual enorme, donde muchos de sus pasajes aparecen en los evangelios y al menos se sabe que Clemente lo citó. Pero, otra vez, el hecho de ser “inspirado” no significa que se constituya en la “verdad revelada” para conocerla, porque la mayoría que lo lee no entiende absolutamente nada, o bien, entiende para los caños. Cualquier libro, por más inspirado de Dios que fuere no sirve para revelar nada a menos que el alumno se halle a la altura del maestro, esto es, tenga en sí el mismo nivel del espíritu que inspiró al escritor original. Si un individuo no tiene el espíritu que inspiró otros escritos, no entenderá nada de lo que lee, porque su lenguaje le es incomprensible. Y si bien ese espíritu es un don gratuito, no aparece y nos guía claramente hasta tanto no lo conozcamos y sepamos de quién se trata. Nadie le abre la puerta a un desconocido de noche, solo si reconoce quién es. Lo mismo con el espíritu de lo alto. Todos aquellos que leen éstas frases “raras” que escribo, les parece que soy un presuntuoso o bien soy un espiritista en comunicación directa con el Diablo. Frente a lo desconocido que le atemoriza, no puede menos que identificar cualquier cosa parecida al enemigo de su dios a quien sigue creyendo es El único Dios. Pero el engaño no está fuera, sino en nuestro corazón.
Por lo tanto, investigando las Escrituras seguros vamos a encontrar
verdades, pero no todas de las que se imaginan, sino que algunas echarán
por tierra ideas como el concepto de inerrancia. Vamos a encontrar que hay
cosas en las cuales las Escrituras demuestran carecer de información verídica.
Pensar que la Biblia es una sola en su mejor versión es de ingenuos, son muchas
versiones, y para aprender algo se necesita leerlas a todas. Pero si deseas
saber con mayor certeza estás obligado a aprender hebreo y griego antiguo, algo
que ya prácticamente murió con las generaciones que los usaron. Y esperar eso
de un libro considerado “infalible” para "enseñar al mundo la doctrina de
Dios" es pedir demasiado, por no decir lo imposible, un fraude, pues las palabras
no cambian pero sus significados van cambiando, y no se trata de aplicar
sofismas para acomodar ideas distintas a las mismas palabras, sino descubrir
las verdades de Dios ocultas en ellas más allá de las imperfecciones en ella
contenidas, sabiendo reconocer que algunos de los conceptos vertidos no son
correctos y aceptarlos, pudiendo notar que provienen del ser humano en el
error, tal como lo expresa Pesaresi en su comentario sobre Bildad. Allí,
Pesaresi, aunque en un contexto erróneo, está diciendo una verdad real, y solo
mediante la acción del espíritu procedente de lo alto podemos descubrirlas,
pero ese bautizo en el espíritu únicamente sucede si hemos nacido “del
espíritu”, y depende enteramente de cada individuo.
Voy a dar otro ejemplo. Cuando se lee un libro de medicina antiguo donde
enseña cómo se produce una infección y la manera de tratar la infección,
¿cambian con el tiempo las interpretaciones de ese pasaje o sigue siendo el
mismo aunque pueda incluso hasta no ser del todo correcto, por ejemplo cuando
se descubren que hay infecciones de origen bacteriano, y por ende es mejor
tratar una infección bacteriana con antibióticos y no con otros métodos? El
conocimiento se amplia, pero las interpretaciones no, siguen siendo las mismas,
estén o no esté equivocadas. Lo que sucede es que con los libros de medicina no
hay problemas en aceptar errores en las ideas o conceptos creídos ciertos antes
y no ahora, pero con la Biblia, cuando enseñan que jamás erró en nada, tienen
un problema serio cuando se demuestra que si se equivocó en muchas cosas que
dijo, como por ejemplo sobre el Diluvio o cómo es el universo. Lo sobresaliente
de la Biblia, es que a pesar de contener información que no se ajusta a la
realidad que expresa, en su esencia manifiesta verdades espirituales
insospechadas por personas que todavía no han nacido “del espíritu”.
La Biblia contiene errores, es imperfecta, contiene pensamientos humanos
además de los de Dios. Incluso moralmente es en muchos aspectos despreciable de
aplicar. Pero en esencia, el espíritu de lo alto se expresa imperfectamente de
manera perfecta en cuestiones que tienen que ver con lo más profundo del
humano. Parece una contradicción, pero es así.
En el fondo la vida de las personas gira en torno de lo que aceptamos y lo
que rechazamos, y las decisiones deben tomarse sin tener información completa
de la razón de nuestra existencia en este mundo. Cada cual decide que la suya
es mejor que la de otro, y solo esa persona conoce en verdad las razones
ocultas de su decisión, y esa es la única verdad posible de conocer por
nosotros mismos y que es necesario descubrir.
Por eso, ¿qué tiene que ver el malentendido del tema con el viaje por mar
de Pablo? Acaso, si ese relato bíblico es auténtico, ¿significa que todo lo
demás también? Las evidencias demuestran que no. Pesaresi posee una ilógica
manera de establecer verdades. Para el, si en una caja de manzanas dos están
sanas, el resto también y las pone a todas en la juguera. Pero hay que mirar
una por una antes de usarlas para preparar un jugo de manzanas para
refrescarse.
Cualquiera que haya leído a Herodoto, por ejemplo, podrá darse cuenta que es fiel a lo que cree es auténtico, y sus relatos no son engañosos, son como son, y al leerlos podemos darnos cuenta si en algunos exagera o solo repite una fábula. Esto es posible porque nadie ha dicho que ese libro es "Palabra de Dios". Pero muchos de sus relatos fantásticos se parecen al estilo de ciertas narraciones bíblicas.¿Pasan a ser ahora auténticas a causa de la doctrina de la inerrancia? ¿Por qué mejor no dejarlas en su contexto original y tratar de percibir lo que realmente desean expresar?
Las verdades o pensamientos elevados contenidos en las Escrituras no es a
través de la lectura que las descubrimos, sino mediante el espíritu que actúa
cuando las leemos solo en aquellos que han nacido “del espíritu”, que ha
resucitado siendo muertos en vida. Para ese tipo de personas, no solo actúa al
leer las Escrituras, sino en cualquier otro libro de su interés o dichos de
cualquiera, así como entender lo que oímos y vemos a diario en nuestras vidas
de todo lo que sucede a nuestro alrededor.
Por eso, hay algo en lo que concuerdo con Marc. Es cuando menciona el accionar del «Espíritu Santo», cuando escribe:
“el protestantismo, apela al magisterio del Espíritu
Santo quien es el único maestro que enseña sobre los pormenores de las
Escrituras y el plan de Dios para la humanidad que describen sus páginas.”
La idea de Pesaresi en este campo la suscribo, solo que descarto que sea
dado al protestantismo, como si fuera una norma doctrinal que solo opera de
manera congregacional, como si fueran un único medio por el cual tengan
autoridad para afirmar de lo que hablan. Cualquier persona que sinceramente
desee conocer a Dios y encontrar el sentido y razón de nuestra existencia no
necesita recurrir a alguna corriente religiosa, no basta con leer ni estudiar
las Escrituras, ni con la ayuda de los más elevados y respetados doctores en
filosofía y teología, sino que necesita que el Espíritu le ayude a comprenderla,
y ese espíritu actúa de manera íntima e individual y no en forma colectiva, el
cual solamente aparece luego de un proceso idéntico al Cristo: sufrimiento,
muerte y resurrección. Esto es otro dogma bíblico que encierra una verdad
perfecta. En las escrituras se repite este arquetipo en muchas y diversas
ocasiones. El que no entienda esto que digo sin discusiones ni malentendidos,
es porque todavía está del otro lado, sea decapando la cebolla o lejos de ella,
como dice Pesaresi:
La Biblia fue escrita adrede para motivarnos a pensar,
rebuscar, volver a re interpretar y sacar conclusiones. Es como una cebolla. No
acabamos de quitar una capa, que aparece la otra. Aun así, pasajes como
referidos a que solo en Cristo Jesús tenemos salvación, no hay modo alguno de
distorsionar.
Estoy completamente de acuerdo en que las Escrituras se hallan expresadas
de modo provocativo, donde muchos de sus pasajes invitan al convite de tener
que resolver enigmas. Es bueno enfrentar cualquier libro como un enigma a
resolver. Ejercita nuestra inteligencia y capacidades de incrementar nuestro
entendimiento. La cuestión es resolverlos (sin halos de misterios), y cuando
emprendemos ese sendero, con convicciones y sinceridad, inevitablemente nos
tendremos que enfrentar al Dragón, el Leviatán del mar, ser tragados, muertos,
permanecer un tiempo así para finalmente (señal de Jonás) ser vomitados,
resucitar. De modo que es una tarea personal que cada quién debe emprender sin
importar en cuál religión se encuentre, pudiendo ser hasta un agnóstico o ateo,
nada de eso importa. Cualquier persona puede acceder al ‘lugar secreto del
Altísimo’, y cuando lo logra será solo por operación del Espíritu de Dios que
pudo llegar. Entonces trasciende cualquier religión o doctrina o pensamiento o
Escrituras.
[1] Agustín de Hipona(354-430) escribió
acerca de los estudiosos no cristianos y filósofos de naturalistas que: “Si
encuentran un cristiano confundido en un campo que ellos mismos conocen bien y
lo oyen haciendo declaraciones sin sentido acerca de nuestros libros, ¿cómo van
a creer esos libros en los asuntos concernientes a la resurrección de los
muertos, la esperanza de vida eterna, y el reino de los cielos, cuando piensan
que sus páginas están llenas de falsedades y hechos que ellos mismos han
aprendido a luz de la experiencia y de la razón? Imprudentes e incompetentes
expositores de la Sagrada Escritura acarrean indecibles problemas y dolor a sus
hermanos más prudentes cuando se ven atrapados en una de sus maliciosas
opiniones falsas y son confrontados por aquellos que están vinculados a la
autoridad de nuestros libros sagrados.
(Agustín,
en El Sentido Literal de la Escritura (On the Literal Meaning of Scripture),
1,19) Si eso ya pasaba hace 1.600 años, con cuanta más razón hoy, cuando el
conocimiento sobre la naturaleza tanto se ha perfeccionado. Ver: http://ncse.com/es/religion/como-leer-biblia-permiteme-contarte-las-maneras
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