Introducción:
Es un libro
del AT que forma parte del canon judío y cristiano, y es uno de los libros de
estilo apocalíptico y escatológico, esto es, dedicado a desvelar los
acontecimientos del futuro para quienes esperan para el final de los tiempos la
justicia de Dios mediante visiones y explicaciones angélicas. En las Escrituras
judías y cristianas existen muchos libros de este tipo, pero solamente el libro
de Revelación, de origen cristiano, y Daniel, de origen judío, están
canonizados, aceptados como ‘Palabra de Dios’.
Análisis de sus capítulos. Ubicándonos
en el tiempo y circunstancias
Según el
propio libro de Daniel en su primer capítulo menciona que fue deportado a
Babilonia junto con un grupo de jóvenes nobles el “tercer año de Joaquín” (1:1
según algunas traducciones, como NC), y se mantuvo activo hasta el primer año
de Ciro (1:21).
Históricamente
hubo dos reyes con nombre parecido, uno Joacim y el otro Joaquín, siendo el primero padre del
segundo.[1]
El problema es que el rey que se piensa que fue deportado a Babilonia no reinó
siquiera un año, apenas 3 meses (2Rey.24:8), que abarcó los años 598 y 597 a.C.
No obstante, Joacim (también Joaquim, con m
al final), su padre, que reinó entre el 608 al 598 a.C., fue visitado por las
tropas de Nabucodonosor II y los constituyó en rey vasallo debiendo pagar
tributos, y esto ocurrió posiblemente en el año 605 a.C., de cuando el faraón
Necao II fue derrotado en Carquemis por Nabucodonosor. Ese año se
correspondería al “tercer año” de su reinado, es decir, de Joacim en vez de
Joaquin. Y ello es lo que Daniel parece estar diciendo, porque si bien el rey
no fue deportado fue “hecho siervo” (2Rey.24:1), y hubo una pequeña deportación de algunos
nobles judíos en el año 605 a.C., luego de haber sitiado a Jerusalén, como dice
en Daniel 1:1-4. Al decir que fue hecho vasallo o siervo de Nabucodonosor en el
605, pero que se rebeló luego de tres años de serlo (los primeros tres años lo
era de Necao II, por lo que Judá ya no era libre[2]),
se deduce que comenzó a reinar en el año 608 a.C., en el 605 es dominado por
primera vez por Babilonia y se rebela en el 602 a.C.
De este modo
el pasaje de Daniel 1:1 puede llevarnos a una mala interpretación, quizás en
parte por el parecido de los nombres o por haber estado mal escrito o cambiado
por el recopilador o editor de ese libro bíblico o por distintas traducciones
después, pero lo que puede llevar más que nada a eso es que en 2Cron.36:5-10,
en el vv.6 menciona que Joacim, el antecesor de Joaquín, fue llevado cautivo a Babilonia, algo que al parecer no ocurrió
acorde a otras fuentes bíblicas y extra bíblicas. En el vv.7 menciona que
también fueron llevados en el año 605 a.C. ciertos utensilios del templo de
Jerusalén al templo de Babilonia antes de la deportación de Joaquín en el año
587 a.C. Así que este pasaje de 2Crónicas parecería corresponder con Daniel, si
bien Daniel no dice expresamente que este rey, que sin duda se refiere e Joacím
y no a Joaquín, fue llevado cautivo, solo menciona que se llevaron utensilios
del Templo de Jerusalén y algunos jóvenes nobles, entre ellos Daniel y sus
compañeros, aspecto que 2Cron.36 calla.
Ahora, si
vamos a Jer.25 encontramos a Joacim reinando en el año “cuarto”,[3]
y en Jer.36:9 lo menciona en su año “quinto”, demostrando, según Jeremías, que
no fue llevado cautivo en su ‘tercer año’, sino hecho rey vasallo de Babilonia.
La LXX diferencia claramente a Joacím (Ιωακιμ) de
Joaquín (Ιεχονιας), lo mismo que el TM (Iaoiaquim
y Iaoiakin respectivamente), por lo que los traductores de la NC, por ejemplo,
simplemente no tuvieron el suficiente cuidado de traducir correctamente.
De modo que
podemos concluir que Daniel 1:1 nos ubica desde el año 605 a.C., y el vv.21 nos
lleva hasta el año 537 a.C., un período de 68 años.[4]
Supuestamente, todo lo escrito fue originalmente realizado durante esa época,
aspecto que analizaré más adelante.
El primer sueño y la interpretación
de la imagen colosal
La visión de
la enorme imagen humana (2:31) compuesta de distintos metales, interpretada
como historia de antemano de los sucesivos imperios que gobernaron medio
oriente, el propio libro de Daniel dice que ocurrió en el año 12 (según la NC) del
reinado de Nabucodonosor. Dado que este rey babilonio comenzó su reinado a la
muerte de su padre Nabopolasar en el año 605 a.C., habría sido durante el año 593 a.C., unos 6 años antes de
la destrucción de Jerusalén, ocurrida en el año 587-6 a.C., el cual
correspondió al año 18 y 19 de su reinado (2Rey.25:8; Jer.52:12, 13)[5].
Sin embargo, el asunto, considerando lo analizado sobre el primer capítulo, nos
lleva a que el sueño de la imagen es ubicada su ocurrencia al 2º año de
Nabucodonosor, y esto es en el año 603 a.C. [6]
Estaba
compuesta por la cabeza de oro, los pechos y brazos de plata, el vientre y los
muslos, esto es desde el ombligo hacia abajo a todo a lo largo de ambos fémures,
es decir desde el vientre hasta las rodillas, de cobre o bronce, y las piernas,
es decir desde las rodillas hacía abajo, de hierro, teniendo sus pies el hierro
mezclado con barro (Dan.2:32, 33). Si observan las imágenes artísticas, notaran que casi todas están mal
representadas, porque no entienden dónde están los muslos, los cuales están
junto con el vientre, pintando a los muslos de hierro cuando son de cobre o
bronce.
Verán además
que en todas se muestran las potencias políticas representadas. En esto parece
que todos están bien enterados de su interpretación gracias a las labores
divulgativas religiosas protestantes, extendiendo a la potencia romana incluso
hasta nuestros días, algo completamente ilógico si de una profecía o historia
de antemano se tratara.
Si realmente
ese libro hubiese sido escrito durante el gobierno babilónico en el segundo año
del rey que tomó el control de Jerusalén y al pueblo judío, ese y otros
capítulos habrían sido considerados claramente de origen divino, sobrehumano, proféticos
por los judíos, aspecto que la historia misma y cultura judía lo niega. Los
propios judíos tienen este libro ubicado junto con los “escritos” (Ketuvim) y
no con los “Profetas” (Nevi’im).[7]
Por lo tanto, queda claro que ese sueño de la imagen fue escrito muchos siglos
después con la intención de evocar que fue predicho de antemano para animar la
esperanza judía. Fue una clara mentira piadosa, un engaño en nombre de Dios.
Sus palabras causaron mucho daño a millones de personas, inclusive a Jesús, que
al parecer lo creyó verdadero, pensando era el ungido nombrado por su Padre
para liberar mediante la violencia llevada a cabo por Dios para instaurar la
religión judía depurada en la tierra de Israel, en lo que sería la restauración
del gobierno Teocrático.
Es
importante tener en cuenta que los gobiernos de medio oriente o aquellos que lo
dominasen, que era dónde se encontraba Israel,
según Daniel serán quitados por violencia, pero no por violencia humana (2:34),
sino obviamente divina. Tampoco dice nada respecto a los demás reinos humanos
que controlan el resto de los dominios de la tierra, de los cuales más bien se
esperaba que fueran respetuosos y obedecieran voluntariamente al reino de
Israel, cuyos líderes creían que poseían la mejor ley divina.
En
consecuencia, cuando se habla de la imagen colosal, en realidad no está hablando
de meras autoridades políticas que gobiernan el mundo civil, sino de regencias
espirituales que buscaban sofocar y eliminar a la religión judía, en parte
debido a su propia corrupción, y en donde se señalaba su restauración futura.
Este aspecto en particular lo encontramos evocado en el libro cristiano de
Ap.11:15, tiempo durante el cual seguía vigente más que nunca la autoridad de
la cuarta bestia.
Sin embargo,
dado que esta esperanza nunca se cumplió, el cuarto reino de hierro se extendió
ya por más de dos mil años, y esta cuarta bestia todavía sigue viva en nuestros
días, tal como es enseñado por diversos creyentes y entusiastas cristianos,
quienes interpretan las profecías de diferentes maneras, dentro de lo que ha
sido el gran tema de la escatología. Esta logia ha ido cambiando a través de los siglos,
apareciendo distintas modalidades de enseñanza, abarcando
en la historia cristiana desde Pablo de Tarso hasta los más recientes maestros
de distintas denominaciones, tanto católicas como protestantes.
El capítulo
tercero de Daniel relata el rescate sobrenatural de los tres amigos de Daniel
del horno ardiente, un relato que procura infundir ánimo a todos los judíos en
la providencia divina mientras esperan con paciencia los designios de Dios.
Los siete tiempos
En Daniel 4
encontramos el relato de la locura de Nabucodonosor, según es relatado por el
propio rey, en donde explica que fue a partir de otra visión o sueño que tuvo
que lo espantó, en dónde vio un gran árbol que fue cortado, y debían pasar
“siete tiempos” hasta poder ser restaurado, según le fue interpretado por
Daniel. Esta visión fue algo que muchos cristianos relacionaron con el cap.2, y
como ‘3 tiempos y medio’ era equivalente a 1260 días, 7 tiempos lo hicieron
equivaler a 2520 días, que pasado a años según su “regla bíblica”, son 2520
años de tener el rey un corazón de bestia. De allí los TJ desarrollaron su
profecía para el año 1914, aplicando ese período al tiempo que durarían los
gobiernos humanos como bestias reinando sobre la tierra desde el momento que el
reino de Judá fue destruido hasta que venga el reino de Dios.[8]
El
inconveniente con esa interpretación es que en ningún momento en la propia
interpretación dada por Daniel equipara éste a Nabucodonosor como representante
anárquico de los reinos bestiales de la tierra (4:22). La única función que
tenía el sueño era dejar bien claro que ningún gobernante humano, quien en este
caso se trataba de Nabucodonosor, regía la tierra por su cuenta, sino que todos
deben rendir cuentas al Elyón, o al Altísimo, como es traducido. Si el rey no
reconocía este hecho, no sería restaurado, y otro hubiera ocupado su lugar.
Quien en realidad gobernaba el mundo era el “Dios de las montañas”, el Elyón,
“usando” para ellos a distintos gobernantes humanos y de distintas creencias
religiosas, quienes en ese momento, a pesar de que los judíos consideraban su
religión como la mejor, en esos momentos estaba tan corrompida que las
religiones de los pueblos circundantes los superaban.
Esta era la
verdadera y la única intención de lo expresado en el cap.4 de Daniel (4:25, 26,
30, 34, 36 y 37). No puede ser más claro este capítulo para dejar bien asentado
que el único gobernante de toda la tierra es Elyón, el Dios de los hebreos.[9]
Obviamente,
es muy poco probable que Nabucodonosor en persona haya experimentado lo que
narra y dicho todo eso, pero para los fieles judíos éstas palabras los ayudaban
a soportar otras autoridades extranjeras, convencidos de que regían en nombre
de Dios y que todas rendirían cuentas a Él.
En cuanto al
motivo por el cual se representa a los reinos no israelitas como “bestias”, era
para indicar sus mínimos conocimientos y poca comprensión sobre la adoración
correcta a Dios, siendo representantes de doctrinas religiosas desprovistas de
amor e inteligencia orientadas al bien y la verdad.
Por lo
tanto, cuando se habla de la restauración del gobierno de Dios por encima de
todos los reinos de la tierra, como es mencionado en el cap.2, estaría hablando
nada más que del restablecimiento de la única doctrina correcta, concerniente
únicamente al estado espiritual, el cual a veces no se correlaciona con ciertas
realidades de la vida literal, pero si se espera que lo haga en el otro mundo.
El fin del reino babilonio
El cap.5
contiene el relato del banquete de Baltasar y su fin esa misma noche,
mencionando que una vez tomado el reino de Babilonia por los medos y los
persas, un tal Darío de Media toma el poder a los 62 años. Este personaje no es
conocido históricamente, solamente aparece en el libro de Daniel. Pero es
probable que sea historia real, al igual que no sabían nada antes de Baltasar,
pensando que el rey en ese momento era Nabonido. Si buscamos fechar este
evento, debió ocurrir durante el año 539 a.C., año en que Babilonia cayó ante
Ciro, el rey del nuevo gobierno persa
oriental que tomaba el control absoluto de toda la región.
Un detalle
que llama la atención del cap-5 es el
vv.18 y 19, donde indica que Babilonia regía a todos los pueblos de la tierra,
o también en Dan.4:22 al decir que su autoridad llegaba “a los confines de la
tierra”, o en 2:37-39 al decir que tres reinos sucesivos de la famosa imagen de
forma humana ‘dominarán toda la tierra’,
cuando en realidad nunca fue de esa manera, ya que Babilonia, a la que se la
comparó con el oro como la suprema, solamente gobernó una parte de la tierra,
ubicada en la zona de medio oriente, siquiera llegó a dominar Egipto, solamente
le quitó tierras y pueblos a los egipcios. Claramente, de tratarse de un relato
histórico, es una exageración. Por ejemplo, Grecia, la parte de bronce que
dominó Egipto, Europa y Medio Oriente, aunque las extensiones de su dominio
superaron a Babilonia, no “dominó toda la tierra”, porque quedaron fuera la
Europa occidental, los escitas, la mayor parte de África, los mongoles, los
chinos y la India. No eran potencias mundiales, sino gobiernos regionales que
llegaron a dominar muchos pueblos, entre ellos siempre a Israel, pero nunca ‘a
toda la tierra’. Por ello, debemos entender por ‘toda la tierra’, a la tierra
de Israel, y con ello, no a la parte literal, sino la espiritual, que sucumbió
a su cultura.
Lo mismo
cuando vemos los documentos históricos, como el cilindro de Ciro, cuando
menciona que se consideraba el gobernante de “toda la tierra” o “mundo”. No
estaba queriendo decir que lo era de todos los pueblos de la tierra, sino solo se
refería a todos los que se encontraban bajo su dominio, y porque ningún otro
pueblo le era rival, aunque no podían gobernar ni mandar en esos otros
dominios. Se consideraban gobernantes mundiales ‘potenciales’, no reales.
Continuando
con el análisis de los capítulos, el cap.6 trata sobre el caso de Daniel cuando
fue arrojado al foso de los leones en algún momento durante el gobierno de
Darío el medo. Otra vez, un relato para levantar el ánimo en la plena confianza
en Dios de cuando el poder cultural extranjero trata de socavar las creencias
religiosas judías, pero en este caso cuando los que odian a los judíos por su
religión tratan de hacer que incumplan las leyes, confiando en que Dios
brindará la salida si se mantienen leales.
Las cuatro bestias
Otra fecha
aparece en Dan.7, al mencionar el ‘año 1 de Baltasar’, de cuando Daniel tuvo la
visión de las ‘cuatro bestias’, que debió corresponder a cuando su padre
Nabonido, que asumió el poder luego de derrocar a Labashi-Marduk en el año 556
a.C. lo dejó como regente en Babilonia, a partir del año 553 a.C., unos 40 años
después de la visión de la terrible imagen.
Podemos
notar que los capítulos no están armados cronológicamente, porque del año 539
a.C. del cap.5 retrocedemos en el tiempo, al menos al 553 a.C. del cap.7, unos
14 años antes.
Es en este
capítulo donde relaciona las cuatro bestias con cuatro reyes (7:17) que se
sucederán históricamente, los cuales se conectan con partes de la imagen del
cap.2. El leopardo con alas y 4 cabezas, que refiere a la 3º bestia, hacer
recordar a Grecia de cuando se dividió el imperio en sus cuatro generales,
aunque en Daniel no se lo menciona específicamente pero es muy evidente la
relación, y la primera, semejante a un ‘león con alas de águila’, se supone
aplica a Babilonia.[10]
Y dado que la segunda, que era como un oso que se alzaba más de un lado que de
otro, apunta muy bien a los medos y los persas, siendo éstos últimos el costado
más alzado, con lo cual se percibe su relación con el sueño de la imagen del
cap.2.
El problema
era que, si se tratase de historia escrita de antemano, la primera bestia ya
estaría gobernando y no que ‘se levantaría en un futuro’ (7:17), porque supuestamente
estaríamos durante el reinado de Babilonia cuando Daniel ve esta visión,
habiendo pasado al menos 40 años. El león no sería una bestia que se levantará,
sino que ya estaba levantada. La única que se pondrían en pie para gobernar en
el futuro sería el oso, Medo Persia, y las otras dos siguientes.
Por ello, la
LXX menciona que esas cuatro bestias son cuatro reinos que “perecerán” (ἀπολοῦνται)
de sobre la tierra, no que se levantarán. Sin embargo, el TM usa una expresión
aramea que indica “establecerse” “ponerse de pie”, por eso las traducciones
traducen “levantarán”, para insistir de alguna manera que se trataba de una
predicción, pero cometiendo un error de ubicación. En este caso no está claro
lo que realmente decía este versículo, mostrando que en griego se encuentra
escrito diferente al hebreo.
Pero digamos
que lo correcto es que haya sido escrito “perecerán”, con lo cual estaría
incluida también la primera bestia, que representaba al reino babilónico, y las
otras que vendrían también perecerían. Esto parece tener sentido, puesto que el
vv.18 muestra que una vez perecidas los “santos del Altísimo” serían quienes
tomarían el control de la tierra. Y sin duda, esto último era el objetivo
principal del relato de Daniel.
Este aspecto
relacionado a la esperanza que el libro de Daniel introduce en este capítulo,
que se encuentra también ligado a Dan.2.44, es de cuando luego de la cuarta
bestia ‘el reino’ lo recibirían “los santos del Altísimo” (7:18). Aquí vemos con
claridad, no solo el objetivo principal, sino la participación de los judíos
devotos en el dominio terrestre del reino de Dios, solo que no está hablando de
toda la tierra en sentido geográfico donde los humanos gobiernen, sino
solamente en la tierra de Israel, una región específica.
Lo que le
llama la atención a Daniel es que esta ‘cuarta bestia’ era muy temible, pues
tenía dientes de hierro con garras de bronce y hubo un cuerno de entre los 10
que se hizo grande, tenía ojos y boca, y hablaba “cosas grandes”, y antes que
los “santos” recibieran el reino fue destruida y quemada en el fuego. También
ve a uno, al que denomina “como un hijo de hombre”, es decir de forma de un
humano, que viene en una nube hasta el Anciano de días y recibe el poder de
gobernar a todos los pueblos de la tierra por siempre.
Entonces
desde el vv.23 al vv.27, uno que asistía a ese evento le explica el significado
de la visión. A Daniel le llamaba la atención de ver a esta bestia con su gran
cuerno atacando a los “santos” y que los vencía, y deseaba saber más de ella.
Y en la
explicación aparece un pasaje de este capítulo que es repetido en el libro de
Apocalipsis, y tiene que ver con la guerra contra los “santos” (creyentes
fieles a Dios), quienes serían entregados en manos de la bestia atacados por el
cuerno que se hizo grande por el espacio de ‘tres tiempos y medio’ (Ap.11:2, 3;
12:14; 13:5). Estos “un tiempo (1), tiempos (2) y medio tiempo” es equivalente
a 42 meses y a 1260 días. En los pasajes de Apocalipsis donde se repite la
fórmula del tiempo de ser vencidos ya no se habla de una cuarta bestia como la
de Daniel, sino de un dragón y de una serpiente. Luego, en el cap.13 recién se
ve una bestia distinta que blasfema y ataca a los “santos” y los vence, en
conjunción con lo que aparece en el libro de Daniel. Ahora es una bestia de
“siete cabezas y diez cuernos” que toma el control por 42 meses (Ap.13:5-7)[11].
Claramente evoca a ‘la cuarta bestia’ de Daniel al introducir la misma consigna
de temporalidad (o de estado).
La cuarta
bestia es la que más atención concentra, porque es la que ataca al pueblo de
los “santos”, y es la que finalmente es destruida para que los santos tomen el
reino y gobiernen la tierra para siempre. Este es el sustrato que comparte el
Apocalipsis de Juan con lo que sería la parte del Apocalipsis de Daniel.
Otra vez, no
parece sensato relacionar esta visión como historia escrita de antemano, para referirse
a los gobiernos de Medo-Persia, Grecia y Roma, incluso Babilonia, sino, si a
ellas se refiere, entonces debió completarse durante el siglo I a.C. y no en el
siglo VI a.C., aunque en ese tiempo el gobierno romano en la península itálica
ya existía, el cual se iba haciendo cada vez más fuerte y mças grande a medida
que transcurrían los siglos.
Por otra
parte, es importante señalar que tales gobiernos no abarcaron a ‘toda la tierra
habitada’ en su máximo apogeo, aun considerando a Grecia, que en su mayor
extensión solamente abarcó las tierras hacia el oriente. Por lo
tanto, lo que mejor cuadraría hasta ahora es que estaría hablando de culturas
que influenciaron a los judíos durante los diferentes dominios que controlaron
la región donde ellos vivían, no solo en la media luna fértil donde estaba
Jerusalén, sino que también irían de Grecia, Egipto, Asia menor, Medía, Persia
y hasta los límites con la India,
lugares hacia donde fueron esparcidos, primero la 10 tribus de Israel al caer
Samaria en el 721 a.C., y luego, especialmente los judíos, al perder el templo
de Jerusalén en el año 586 a.C.
El carnero y el macho cabrío
En el
capítulo 8, aparece otra visión, y dice que ocurre al tercer año de Baltasar, o
alrededor del 550 a.C., unos 11 años antes de la caída de Babilonia ante Ciro.
Es la visión del carnero y el macho cabrío, que en lo vv.20 en adelante explica
que aplica a los reyes de Media y Persia el primero y al de Grecia el segundo.
En Dan.8:14
aparece la mención de 2.300 tardes y mañanas que durará la holladura del
santuario hasta que sea restaurado o purificado. Esta cifra no guarda relación
con los tres tiempos y medio o 1260 días, aunque parece referir a lo mismo.
Este período menor es nuevamente mencionado en Dan.12:7 como “tiempo, tiempos,
y la mitad de un tiempo”, período de tiempo hasta que se acabe el poder de
dispersión sobre los santos. Luego agrega dos cifras más: 1290 días y 1335 días
(12:11, 12). Ahora, sobre los 2.300 días, que serían unos 76,6 meses, o unos
6,38 años, no es posible saber que signifique algún período de tiempo, por lo
que no se sabe a qué se refiere. Probablemente, como todas las cifras usadas en
la Biblia, tenga un significado cualitativo y no cuantitativo.
En Dan.8:21
le explica Gabriel que el macho cabrío representaba al rey de Grecia, y su
cuerno grande al primer rey, esto es a Alejandro magno. En el vv.23 aparece
otro rey después de que los cuatro reinos de Alejandro acaben, siendo el que
actuará contra el santuario y los santos del Altísimo.
El argumento
apocalíptico, de los capítulos 2, 7, 8 y 12, es el mismo que se repite en Revelación
o Apocalipsis de Juan: los siervos de Dios deben armarse de paciencia y luchar
contra el mal que se desenvuelve de distintas maneras, ser perseguidos por el
mal, padeciendo toda clase de presiones e infortunios para ser desleales a Dios
hasta que viene Dios como juez al final y los rescata y glorifica. El lenguaje
de simbolismos que usa no significa otra cosa que aquello que da a entender en
el sustrato del mensaje: sufrimiento pero gloria a los pacientes. No existe una
significación específica, aplicada a una época o situación histórica mundial,
ya que la conducta humana es la misma siempre a través de los siglos, solo
cambian los personajes, pero los sucesos se repiten de continuo. Su significado
es atemporal siempre, y cuando pretende anunciar de antemano los hechos, solo
habla de lo esperado, lo que es propio de la sociedad humana.
No obstante,
en el caso de anunciar la sucesión de potencias mundiales, eso no pudo ser
anunciado de antemano, allí está directamente mintiendo, usando un recurso
engañoso para infundir una esperanza segura a los sufrientes devotos de Dios
que llegan a creer en esas palabras. Medo Persia y Grecia y el desenvolvimiento
de los descendientes seléucidas contra el templo judío, fue sin duda escrito
cuando tales hechos ya sucedieron, por lo que es imposible que haya sido
escrito durante el 3º año de Baltasar, mientras todavía no había templo ninguno
restaurado.
Roma recién se
constituyó como república dominante de todo el mediterráneo luego de vencer a
Cartago y Grecia en el siglo II a.C., que debió corresponder al siglo en el
cual a lo mejor se escribió la “profecía” de Daniel.[12]
Seguramente fue retocada, sino completada a partir del siglo I a.C., de cuando
pasó a controlar el oriente próximo, donde estaba Jerusalén (se le legó Pérgamo
en el 133 a.C., y conquistó finalmente el imperio seléucida en el 63 a.C.),
siendo ésta el cuarto reino y la temible cuarta bestia de ‘dientes de hierro y
garras de bronce’ a la que se le dijo que ‘devorara mucha carne’, humana,
claro, a medida que incrementaba la extensión de sus dominios hasta que pasó a
dominar la tierra de Israel mencionada anteriormente en el cap.7.
De allí, que
de representar reinos en un proceso cronológico, Dan.8 no resulta claro, ya que
no llega a hablar de una cuarta bestia, que es la que es mencionada en el cap.7
como la causante de lo que repite en el cap.8, cuando menciona que fue un
cuerno procedente del ‘macho cabrío’ griego
quién ‘quitó el continuo sacrificio’ (8:11) cuando en el capítulo
anterior, quien hace eso es un cuerno de la “cuarta” bestia (7:21, 24, 25), no
de la “tercera”.
El controvertido anuncio del Mesías
Continuando,
llegamos al cap.9, donde menciona que era el año 1 de “Darío el medo”, situándonos luego de la caída de Babilonia con la muerte
de Baltasar y entendiéndolo como el primer año de Ciro el persa, cuando Daniel
estaba estudiando el tema de los 70 años de desolación de Jerusalén.[13]
Se supone sería en el año 539/8 a.C., que desde el año 586 a.C., año en que
Jerusalén y la tierra de sus alrededores quedó desolada, habrían pasado apenas
unos 47 años, entendiendo por el relato que para Daniel estaban cerca de
cumplirse los 70 años de desolación y que vendría la restauración, por lo que
para él posiblemente contaba a partir del año 605 a.C., considerando la
expresión “desolación” en su aspecto espiritual y no literal. En ese momento es
cuando el ángel Gabriel (el mismo que anuncia el nacimiento de Jesús en Mateo)
le dice a Daniel que todavía faltaban “setenta semanas” (9:24), o el
equivalente de 490 días, para que se cumpliese la desolación, la cual, primero para
los judíos, y luego los cristianos, al no cumplirse como esperaban, el final
del capítulo se pierde con declaraciones insustanciales, llevando de esa manera
el tiempo original de días luego a años, y que su comienzo sería, no desde la
destrucción de Jerusalén, sino desde el edicto de su reedificación.[14]
La liberación
de Ciro fue hecha en el año 539 a.C., pero no tuvo real cumplimiento hasta que
se colocó el fundamento del templo en el año 537 a.C. (marcando de ese modo el
fin de la desolación[15]),
y posteriormente completado por Zorobabel en 515 a. C. Nótese de cómo en el cilindro de Ciro, el mismo monarca se ubica como “rey
del mundo” actuando a favor de todas las religiones que hasta ese entonces
habían sido sometidas por sus antecesores.
De alguna
manera Gabriel y editores posteriores cambian
el enfoque de Daniel de los 70 años de desolación predicho por Jeremías a una
nueva profecía de 70 semanas que debían pasar hasta que se cumpliera todo, pero
que luego pasó indefectiblemente a años,[16]
y en donde, según la traducción, vendría un ungido, un príncipe, o un santuario
hasta que todo se consumara. Las traducciones cristianas al traducir cambian el
enfoque para que hable de un Mesías anunciado por Daniel, esperado alrededor
del primer siglo de nuestra era, finalmente aplicado a Jesucristo.[17]
El libro de
Daniel, que contiene una escritura apocalíptica, curiosamente no usa el nombre
divino YHWH en ningún pasaje de ningún capítulo, salvo en el capítulo 9, un
capítulo que llamativamente no aparece en los manuscritos de Qumrám, usando en
su lugar expresiones como “Dios”, “Altísimo” (Elyon), “Anciano de días” y
“Señor” (Adón) en sus otros 11 capítulos. El cap.9 ha sido uno de los más
controversiales debido a sus distintos formatos producto de distintas
interpretaciones, donde en el masorético lee distinto a la LXX. Originalmente,
en ambos documentos nunca predijo ningún Mesías o Cristo. Fueron las
traducciones que posteriormente llevaron a decirlo de modo explícito luego de
entender esos pasajes como “profecías mesiánicas”.[18]
Si vemos la
manera en que los cristianos usan este libro, por ejemplo en la pregunta hecha en Quora, notarán en las respuestas la manera
en la cual relacionan Mat.24:15, 16 (también Mc.13:14, 15 y Lc.21:20-22) con la primera y segunda venida de
Cristo juntas. Por ejemplo, lo relacionan con Dan.9:26, 27 (LBLA), pero muy superficialmente, porque por la manera en
que se encuentra traducido, notamos expresiones extrañas. Por ejemplo, ¿quién
es ‘el que confirmará el pacto con muchos por una semana’ del vv.27, y quién
‘hará cesar el sacrificio y la ofrenda’? Para algunos es Jesús, para otros el
desolador.
También es
importante entender, que al cabo de las 70 semanas, lo que vendrá será el fin de la injusticia, el juicio final
(9:24), y todo eso ocurrirá al final de la segunda mitad y última semana de las
70. En Dan.12:11 y 12, parece mostrar que desde el momento que la abominación
desoladora haya sido instalada (Dan.11:31), y esto sería a la mitad de la semana (Dan 12:11 con Dan9:27), no solo transcurrirán los 1260
días restantes de la segunda mitad de esa última semana, sino que se le
agregará 30 días más (1290 días), alcanzando un máximo de 1.335 días hasta que
todo finalice. Esto sería unos 3,7 años en total, o sea 0,2 año más que la duración
de los 490 días (años), que es cuando los creyentes ‘serán finalmente felices’.
Si 1260 días equivalen a 42 meses, se excederán 2,5 meses más, hasta los 44,5
meses. Durante esos 2,5 meses los creyentes verán la liberación de la opresión
del mal.
Igualmente,
como el libro de Apocalipsis, escrito a fines del primer siglo o comienzos del
segundo, menciona que todavía estaba ‘cerca’ de cumplirse los “3 tiempos y
medio”, si realmente se tratara de tiempos cronológicos reales, entonces la
‘orden de restaurar el templo’ debió partir allá por el año 380 a.C. y no en el
año 539 a.C., ni tampoco por el año 460 a.C., como insisten algunos. Es que tan
solo llegar al año 29 EC implicaría el cumplimiento de los 3 tiempos y medio, y
eso todavía no había ocurrido según el propio Apocalipsis de Juan. Y comenzar a
contar las 70 semanas alrededor del año 380 a.C. no encaja en ningún suceso
cronológico, con lo cual, hablar de ‘490 años’ no tiene sentido alguno.
De allí que
la expresión “tres tiempos y medio”, “tiempo, tiempos y medio tiempo”, “1260
días”, “42 meses”, así como “tres días y medio” de Ap.11:9, 10 como los “tres
años y seis meses de hambre” de Luc.4:25 (1Rey.18:1; Sant.5:17), no significan
período de tiempo alguno sino estados de la iglesia, su fin y posterior recuperación,
una connotación puramente de su estado espiritual. Esta cifra misteriosa Daniel
la usa tanto para el rey mencionado durante el reinado de un cuerno de la
tercera bestia como otro de la cuarta, con lo cual tales estados se suceden de
manera repetitiva para indicar los estados de los creyentes (sean judíos o
posteriores cristianos) en el ‘cuerpo de la iglesia del Señor’.[19]
La última visión junto al río
Pasando al
capítulo 10, comienza a relatar una visión que tuvo junto al río en el año 3º
de Ciro alrededor del 536 a.C. (año 1º de Ciro según la LXX), una visión que
era para mostrar las cosas que pasarían en los últimos días de pruebas del
pueblo judío. Este capítulo continúa en el cap.11, de cuando pasa hablar de las
disputas entre el rey del norte con el rey del sur y finaliza la visión con el
cap.12, en donde señala el final (12:7).
En el
capítulo 11 menciona los siguientes reyes de Persia hasta que aparece el de
Grecia, señalando claramente a Alejandro magno, de cómo su reino se dividió en cuatro
(11:4). Luego pasa a relatar una historia propia de los ptolemáicos, ubicados
en Egipto, al sur de la tierra de Israel, contra los seléucidas ubicados al
norte de Israel con Antíoco Epifanes a la cabeza como el profanador del templo,
hecho que ocurrió alrededor del año 168 a.C. El fin de estos dos reyes o
regencias, que menciona Daniel (11:42 para el rey del sur y 11:45 para el rey
del norte) llegaron durante el siglo I a.C., de cuando pasaron finalmente a
convertirse en provincias romanas.
El proceder
de Antíoco IV Epifanes selló el proceder del anticristo mencionado en la
epístola cristiana de 2º a los Tesalonicenses para otro cumplimiento futuro (ya
que en esa época macabea tampoco se cumplió lo esperado), comportándose como el
propio Dios en el templo de Yhwh.[20]
Y aquí
entramos en el cap.12, de cuando menciona que en ese tiempo, en esos ‘últimos
días’, cuando caen ambos reyes, se levantará Miguel, el príncipe espiritual de
los judíos. En este capítulo aparece de nuevo la cifra cualitativa (que todos
entienden en sentido cuantitativo o cronológico) expresada como “tiempo,
tiempos y la mitad de un tiempo”, esto es, ‘tres tiempos y medio’ o 1260 días
ya vistos (7:25).
Y cuando se acabe la
dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.” (12::7,
RV60)
Es decir,
todo lo relatado en el libro de Daniel de cuando los ‘santos reciben el reino’
luego de que se liberan del poder de las bestias al ser destruidas por el poder
de Dios, descrita también en la forma de una roca que se desprende de una
montaña y golpea la imagen en los pies y la destruye por completo, eso
finalmente ocurrirá al final de los ‘tres tiempos y medio’, tiempo durante el
cual actuaría ‘la dispersión del pueblo de los santos’. Estos ‘tres tiempos y
medio’ ocurrirían durante el dominio de la cuarta bestia, la que sería
destruida para dar paso al reino de los cielos.
Cronológicamente
jamás sucedió. Los cristianos que leen y entienden según la letra continuaron
deseando el fin durante principios del segundo siglo, pero nunca vino, y
cambiaron la estrategia. Lamentablemente, siglos después aparecieron otros
cristianos con ideas de sucesos literales parecidos. Es que resulta imposible
sustraer del relato los aspectos cronológicos incorporados, como los referidos
a Nabucodonosor, Alejandro magno, y hasta Antíoco Epífanes, por eso los fieles
(santos) que miraban con atención esta “profecía” siempre buscaron relacionar
la venida del reino de Dios con los hechos terrenos, acontecimientos que les
servirían de guía y de esperanza a la vez para de alguna manera acariciar el
cumplimiento de tales predicciones que finalmente traerán la liberación del mal
y las injusticias a los creyentes que esperan con anhelo y paciencia la
intervención divina.[21]
Pero todo
fue un engaño propiciado desde las entidades sobrehumanas. Tanto el judaísmo
como el cristianismo fue un invento de esas entidades, y los evangelios se
nutren del libro de Daniel, y Apocalipsis se hace eco del mismo, repitiendo la
misma consigna. Es imposible extraer de los libros proféticos predicciones de cronología
alguna, dado que si bien en su sentido literal eso parece decir, su verdadero
significado ha sido ‘ocultado por el Señor a propósito para que solamente los
elegidos puedan llegar a entender llegado el momento’, acorde a lo explicado
por Swedenborg. Tales misterios, son ocultados a ‘los sabios e intelectuales’ y
revelada a ‘los niños’ (Luc.10:21). Los niños son los que primero la entienden
según la letra, y a ellos, llegado el momento, les es ‘revelada’ su
significación oculta cuando se dan cuenta que no era así, y el Señor mismo
juzga que merecen saberlo.
Conclusión
Resulta
improcedente creer que un tal Daniel del siglo VI a.C. hubiese escrito la
historia del curso de las cuatro potencias gobernantes de la región con siglos
de anticipación, de cuando apenas comenzó la primera de las mencionadas,
Babilonia, a regir el medio oriente, y solo el medio oriente, porque el
mediterráneo no era parte de su control, por lo que es impropio verlas también como
potencias “mundiales” antiguas, solamente potencias regionales que pasaron a
dominar la tierra de Israel y de Judá en sucesivos períodos. El libro de
Daniel, al considerar a Roma como la “cuarta bestia”, tuvo que se compuesto, al
menos esos versos, hacia la mitad del siglo I a.C., para cuando Israel llegó a
estar bajo su dominio, pudiendo entrever una composición previa a partir del
siglo II a.C.
Ni Esdras ni
Nehemías, quienes escribieron después del exilio, mencionan a Daniel.
Claramente es un notorio “profeta” predictivo durante el exilio que es
inexistente para los judíos. Tampoco lo hace el 2º libro de Crónicas al final, que llega hasta el 539
a.C., y ninguno de los últimos profetas menores que escribieron después del
exilio, Ageo, Zacarías y Malaquías, lo mencionan. En el libro de Los Macabeos,
que narra episodios ocurridos de los mencionados en el cap.7, 8 y 11 de Daniel,
solamente es mencionado él y sus tres compañeros como ejemplos de integridad,
en 1Mac.2:59, y 60, para nada de predicción, lo que
puede hacer suponer que partes de lo que hoy tenemos como Daniel contenían esas
historias, que hoy figuran intercaladas con las famosas predicciones, quizás
desconocidas cuando escribieron los libros de los Macabeos.[22]
Solo poseemos una tardía evidencia literaria para el uso de Daniel, y en lo
concerniente a sus “profecías” como predicciones, recién hacia fines del primer
siglo en escritos cristianos, pero esperados para un futuro. El que quiera
creer que el libro de Daniel dice la verdad, que lo crea, pero las evidencias
de lo contrario son evidencias, inexistiendo evidencia alguna a favor de la
teología tradicional, salvo la credulidad.
En el segundo
libro de los macabeos, hay menciones sobre Nehemías, Jeremías y Salomón, pero
nada sobre Daniel, mencionando al menos que Alejandro magno fue predicho por
Daniel cuando habla de su reino, de cómo se dividió en cuatro reinos. Tampoco
lo menciona prediciendo los acontecimientos que ocurrieron durante el período
de los hermanos Macabeos, de cuando Antíoco IV Epifanes suspendió los
servicios del templo entre los años 168 y 165 a. C., quizás los típicos
“tres años y medio” luego mencionados. En ningún lugar existe mención alguna de
que sería Dios quien traería el juicio y el fin, sin necesidad de pelear, más
bien los libros escritos con el nombre de Macabeos, a pesar de introducir
milagros y sucesos sobrenaturales el libro segundo, apelaban a las guerras israelitas
de antaño en las cuales los que peleaban se enfrentaban a la muerte, como
ejemplo de fe, y nunca esperaron nada diferente, una liberación en un sentido pacífico
como lo hace Daniel, solo glorificaban la lucha literal armada movidos por un
nacionalismo teocrático literal completamente necesario para no quedar
aprisionados por la autoridad de rey supremo de otra nación que los estaba gobernando,
en este caso del reino Seléucida, incluso, según esos libros confiesan, bajo la
sombra del poder romano, quienes solo los sometían para cobrar impuestos.
Mientras pagaran, y no insistieran con su religión judía ortodoxa que los
inspiraba a luchar por la liberación de ese yugo, había paz. De hecho,
reconocen que había muchos judíos que no querían pelear contra sus amos
seleucidas, motivo por el cual los Macabeos los consideraban traidores.
¿Habría sido
Daniel del bando contrario a los Macabeos a pesar que el primer libro lo nombra
como un ejemplo de rectitud?
En el AT
tenemos los llamados profetas menores, que son Oseas (contemporáneo de Isaías,
pero de Israel y no de Judá), Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc,
Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías; en total son los 12, quienes escribieron posiblemente en el orden en que
aparecen, desde el año 750 a.C. (empezando por Oseas hasta unos años antes de
la aparición del imperio babilónico en el 630 a.C. (hasta Sofonías), de allí al
587 a.C. aparece el profeta mayor Jeremías (600 a 586), y luego durante el
exilio Ezequiel (586-570) otro de los profetas mayores, luego, siguiendo con la
lista de los menores, durante la época de la reconstrucción del templo, la
ciudad y sus murallas, desde el 538 a.C. hasta alrededor del año 432 a.C. (los
tres últimos), cuando se cierra con el último (Malaquías) el canon de
`profecías’ judías. Se cree que otro
que escribió durante el exilio fue Daniel, pero existen muchas evidencias que
indican lo contrario.[23]
Ninguno de
los profetas menores que escribieron después del exilio, Ageo, Zacarías y
Malaquías, lo mencionan, cuando supuestamente habría “predicho” tales sucesos. Únicamente
es mencionado en Ezequiel 14:14, colocado a la altura de Noé y Job, algo
extraño, ya que Ezequiel sería un contemporáneo suyo respecto a los otros dos, quien
supuestamente también escribió durante el destierro en Babilonia. De allí que
lo más probable sea que el “Daniel” de Ez.14:14 se corresponda a otro personaje
desconocido en el AT muy anterior al Daniel mencionado en el libro homónimo. [24]
De modo que
toda la literatura religiosa judía a partir de la época alrededor de Artajerjes
II hasta el siglo I a.C. que abarcó el espacio de más de tres siglos, libros
tales como Judith, Tobías, Macabeos, Eclesiástico, Baruc, Sabiduría, Esdras III
y IV, Jubileos, Enoc, y muchos otros, no forman parte del canon judío, y
solo en parte en el canon cristiano católico de aquellos que ya existían en la
LXX, todos inexistentes en el cristianismo protestante, que sigue el
lineamiento judío para su colección de libros del AT.[25]
Por lo
tanto, si fuera realmente verdad que Daniel predijo el advenimiento de la
potencia griega y su posterior división en cuatro reinos, como mínimo en algún
otro libro religioso judío debió ser mencionado el cumplimiento de semejante
predicción. Al no existir ni las más mínima mención que aluda a tamaño
acontecimiento predictivo, eso solo desmiente la veracidad del libro.
Se dice que
otro libro que predijo a Alejandro magno fue Zacarías, un profeta que vino del
exilio babilónico a los 17 años y profetizó durante la reconstrucción, al menos
hasta el año 422 a.C., unos 100 años antes que Alejandro llegara a Jerusalén.[26]
Sin embargo, no encontramos predicciones de acontecimientos sino de estados del
espíritu. Es contrario a la realidad pensar que en las Escrituras hay
predicciones, porque las mismas no existen sino solo en la imaginación. Además,
sería inútil escribir sucesos que ocurrirían muchos siglos después.
Esto es muy
fácil de ilustrar. Supongamos que alguien de alguna iglesia escribe hoy una
profecía luego de recibir visiones y experiencias extraordinarias de lo que va
a ocurrir recién en el año 2620 o 2750, mencionando que por esa época vendría
Cristo y todas las iglesias gobernarían el mundo unidas en una sola fe, sin
enfermedades ni más muerte.
¿Le
interesaría a alguien?
Seguramente
a nadie le interesaría leer y menos analizar una profecía que se desenvolvería
durante siglos, con un cumplimiento final anhelado recién al final de varios
siglos, mucho más allá de la generación de vida de cada persona. Francamente,
nadie siquiera le daría importancia alguna a una “profecía” de este tipo.
Pero si
alguien dice, jurando en nombre de Dios, que encontró en un monasterio un libro
escrito hace 500 años en el que un visionario predijo los acontecimientos
actuales, como por ejemplo el surgimiento del capitalismo contemporáneo, que
gracias a la industrialización y la tecnología, habría sobreabundancia de
alimentos y todo tipo de mercancías de gran utilidad, un mercado de consumo
inmenso por su bajo precio de los artículos, en el cual el ser humano volaría
viajando por los aires, iría a la luna y haría explotar hongos destructivos, que
su población aumentaría de manera explosiva gracias a que habría curaciones de
enfermedades que antes no existían, viviendo la mayoría en inmensas ciudades de
millones personas, una economía globalizada fundada en el petróleo, que
enviarían robots a Marte, la creación de la Unión Europea, y que, y ahora viene
lo más interesante, que es la verdadera razón del libro, por el año 2025,
cuando sea que China alcanzare su apogeo, vendría Cristo y todas las iglesias
gobernarían el mundo unidas en una sola fe, sin enfermedades ni más muerte; es
muy probable que muchos cristianos “piquen” y lleguen a creerlo como ‘proveniente
de Dios’, cuando en realidad todo no es más que una burda mentira.
Y si no me
creen, vean el enorme éxito que tuvo la saga “caballo de Troya” del escritor
J.J. Benítez, quien repite muchas cosas tal como aparecen en el libro de
Urantia y el Oaspe, sobre las cuales quienes leen dicha novela se creen todo lo
allí escrito como algo verdadero, aparentando corregir las distorsiones que
aparecen en los evangelios y todo el NT. Hasta se creen que es posible viajar
literalmente al pasado.
Bueno, más o
menos como eso es el libro de Daniel…
Esto para
quienes toman las Escrituras como Palabra que predice los acontecimientos del
mundo. En realidad, Dios no sabe ni le interesa cómo se sucederán los
acontecimientos mundanos. Sería muy aburrido que supiera todo de antemano, así
que no sabe realmente qué cosas y cómo ocurrirán, simplemente porque no le
interesa. Pero, al parecer, busca llamar la atención de quienes creen eso para
seducirlos y engañarlos, a fin de que luego puedan llegar a conocer lo que
realmente dice “su Palabra”.
Por eso, la
manera en que se encuentra escrito es como un anzuelo: si todo lo mencionado lo
“predijo” con siglos de anticipación, y supuestamente “se cumplió”, entonces lo
que falta cumplirse, para quien crea, por más inverosímil que fuese, sin duda
alguna se cumplirá.
Lo llamativo
que no predice exactamente nada, salvo que Dios liberará a sus fieles, y les
dará el reino, habrá una nueva tierra y un nuevo cielo, y cosas de ese tipo en
las que cada cual imagina desde su subjetividad lo que desea ver.
Pero, según
lo da a entender Swedenborg, no será como imagina, porque sin duda se cumplirá,
eso es lo único realmente seguro, ya que todos moriremos y pasaremos a vivir en
el mundo de los espíritus, y cuando eso ocurra en la experiencia de quién
creyó, será más grandioso de lo que imaginó. El Señor “pesca” a los niños con
lo literal de la Palabra como un pescador lo hace con los peces, y cuando esos
niños descubren que su aspecto literal es solo una cobertura engañosa para
ocultar a los indeseados el mensaje de la verdad, descubrirán su auténtico
significado.
Francamente, no veo nada importante que deba ser tomado en cuenta como predicciones en lo referido a los escritos proféticos, salvo aquello que percibimos en un sentido subjetivo, que de alguna manera nos mantiene mirando aquellas cosas que deseamos ver que sucediesen. Pero en absoluto a sucesos políticos o mundiales específicos alguno, eso para mí es una tontería. He descubierto que los libros religiosos deben ser tomados como libros que falsean la realidad, y por tanto, cometen transgresiones (o las inducen) como cualquiera.
[1] En
hebreo un nombre termina con la letra M (mem) y el otro con la N (nun), además
de tener diferente otra letra intermedia, uno posee la Q (qof) y el otro la K
(kaf) respectivamente.
[2] El reino
de Judá se encontraba tironeado por fuerzas superiores a él, tales como los
asirios, los babilonios y los egipcios. Josías, por ejemplo, peleó a favor de
Babilonia en contra de Egipto, muriendo en la batalla de Megido
[3] El
pasaje equipara el año 4º con el año 1º de Nabucodonosor, el mismo de cuando
sitia a Jerusalén llevándose tesoros y a ciertos nobles, entre ellos a Daniel y
sus amigos, según Dan.1:1. Es probable que la profecía de Jeremías haya sido “expresada”
después de éste acontecimiento. Lo cierto es que en Jer.25 “predice” los 70
años de desolación a partir de quedar desolada toda la tierra de Judea, tiempo
para el cual el reino de Babilonia caería para dejar libre a los judíos
(Jer.25:9-12; 29:10-14). En Jer.25.18 la oración del TM parece dar a entender
(según la RV60, BJ, NVI, etc.) que esas “expresiones” fueron dichas durante o
hasta después del exilio y no en el año 1º de Nabucodonosor, no así en cambio
en la LXX, ante lo cual es imposible saber cuál versión dice verdad u oculta
algo.
[4] Si bien
en Dan 1:21 menciona el primer año de Ciro, en Dan.10:1 en el TM menciona el
tercer año de Ciro. Solo la LXX menciona el año primero también en Dan.10:1, lo
que sería en todo caso el año 538 a.C.
[5] Con
tales datos de fechas absolutas la cifra del año 607 a.C. de los TJ como año de
la destrucción de Jerusalén y a partir del cual se debe contar el tiempo hasta
el regreso del reino de los cielos queda completamente en ridículo, pero ellos
igualmente la siguen enseñando como verdad profética a causa de su tan
particular año 1914.
[6] El texto
masorético y la LXX lee “segundo año”,
por lo que no se sabe el motivo por el cual NC traduce “12”. Aunque confunden a
Joacim por Joaquín, y dado que éste fue llevado cautivo en el 597 a.C., sería
en todo caso el 10º año y no el 12º contando a partir del 605 a.C. Pero las
Escrituras parecen decir que el sueño se produjo en el año 603 a.C., 5 años
antes de que Nabucodonosor tomara control del territorio judío nuevamente
colocando a Sedecías como rey vasallo en lugar de Joacim, quien se rebeló en el
602 a.C., y al parecer murió luego ese mismo año 598 a.C., y en su lugar fue
llevado su hijo Joaquín al destierro en el 597 a.C. Tampoco es probable que
Daniel dijera que era el segundo año de Nabucodonosor como ‘rey de Jerusalén’ y
no de Babilonia bajo Sedecías, lo que sería alrededor del año 595 a.C., 8 años
antes de la destrucción de Jerusalén en vez de 6. Además, el Joaquín mencionado
en Daniel 1:1 en la NC reinó 3 meses
y no 3 años. De allí que en ese pasaje se refiere en realidad al 3º año de
Joacím, el padre de Joaquín, siendo el año 605 a.C, correspondiendo al primer
año de Nabucodonosor, siendo ese año coincidente con la deportación de Daniel y
no con el año 597 a.C. Dicho esto último, es posible que 70 años partiendo del
año 605 a.C. nos lleve al 535 a.C, muy cercano al 537 a.C, año del edicto
liberador, dos años después de la caída de Babilonia.
[7] Llama la atención este hecho porque ya en tiempos de Flavio Josefo, y el propio Talmud, cuentan que cuando Alejandro magno llegó a Jerusalén, el sumo sacerdote le mostró en el libro de Daniel la predicción hecha más de 200 años antes de la llegada al poder de un gobernante griego que dominaría el mundo. Ver GeoPPDF y aurora-israel. Pero, si así hubiese sido, también le habrían mostrado que en 'su mayor fuerza sería quebrado y su reino se dividiría en cuatro', lo que hubiera sido una muy inquietante predicción, como lo menciona Dan.8:8, luego 21 y 22. Como nada de eso es mencionado, todo eso es tomado como una leyenda inventada mucho después que tales sucesos ocurrieron, y Flavio Josefo lo repetía, sea crédulamente o bien para enaltecer su cultura religiosa..
[8] Para que
la cifra de 2520 años confluya hacia el año 1914 comenzaron a contar a partir
del año 607 a.C., de cuando todavía el reino de Judá con el templo no fue
destruido, fechas que todavía no estaban tan claras hacia fines del siglo XIX.
[9] Este
principio fue luego cambiado por los cristianos, cuando Pablo menciona en 2Cor.4:4 que el
gobernante de este mundo es el Diablo (Jn.12:31; Hech.26:18; 1Jn.5:19; Ap.20:2,
3).
[10] Típico
de la cultura asiria los leones pasaron a la cultura babilónica. Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Le%C3%B3n_de_Babilonia_(estatua),
donde el león no tiene alas. También en https://es.wikipedia.org/wiki/Le%C3%B3n_andante.
El hecho de que tuviera alas, y de águila, elevaba su animalidad a un nivel de
conocimiento o inteligencia superior, algo que le fue quitado y se la hizo
equivaler a un simple humano, impidiendo que fuera lo que suponían ser.
[11]
Precisamente multiplicando 3 ½ por 12 nos da 42.
[12] Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_romana
y https://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_romano
[13] Hay
quienes ven a Darío I
aquí, llevando a Daniel a vivir alrededor de 1 siglo, hasta el año 521 a.C.
Ver: https://www.editoriallapaz.org/Daniel1.GIF.
[14] Como
contando a partir de este período (año 537 a.C.) tampoco se llegó a Jesucristo,
se tuvo que contar a partir de otra fecha para hacer encajar la interpretación
de los 490 años. Para más información visitar la siguiente página
de la web.
[15] En este
caso no se cumplen los 70 años de modo literal, sino solo 50 años, de allí que
algunos consideren su real cumplimiento en el año 516 a.C, de cuando fue
completado el templo, inaugurado al año siguiente. Aun así, el término
“desolación” solo podría aplicarse de forma espiritual, porque esas tierras
nunca estuvieron desoladas completamente, solo que vivían otros pueblos en vez
de judíos. Básicamente estaba desolada de judíos y su religión.
[16] Dado
que 490 días que abarcan 70 semanas literales es tan poco tiempo, en el cual
nada de lo expresado sucedió, pasaron a ser consideradas en su conjunto como“70 semanas de años”, en
la que en los últimos 3 años y medio de los 490 en total (a partir de los 486,5
años), todo se consumará. La última
semana de las 70 se divide en un período que abarca una primera “mitad de la
semana” y, a partir de ésta la mitad restante a un período de 1260 días, y dado
que esos días son 3 años y medio con meses de 30 días, este tiempo ha sido
utilizado como regla y consigna escatológica.
[17] Es
interesante, por su relación numérica, ver que 490 es bíblicamente igual a 49,
y este valor corresponde a 7 semanas. En
primer lugar, la liberación bajo la ley judía de todas las ataduras civiles se
producía luego de 49 años, en el año 50, que se llamaba Jubileo, hecho que se
celebra rememorándolo anualmente 7 semanas
después de Pascua, llamado Pentecostés.
[18] Para
mayor información visitar mi blog con el tema La
iglesia y el nombre Cristo y cristianos. También hay más información
relacionada en mi sitio privado de la web bajo el tema Inconsistencias
cristianas.
[19]
Swedenborg escribió acerca de esta cifra los siguiente: "Cuarenta y dos meses" significa
incluso el final de la iglesia anterior y el comienzo de la nueva, como se
indica arriba (n.489); lo mismo que significa “tres días y medio” (n.505); y
por “un tiempo y tiempos y medio tiempo” (n.562); y también por "mil
doscientos sesenta" (n.491), porque cuarenta y dos meses hacen tres años y
medio (párrafo 583 de Apocalipsis
Revelado).
[20] Raro
que en el caso de Antíoco no se cumpliera lo expresado en Dan.2, en donde si un
gobernante no reconoce al Altísimo como gobernante, éste lo humilla y quita de
ser rey. Bueno, fue expulsado por los macabeos, y Antíoco vivió tres años más
hasta que lo sorprende la muerte tras una enfermedad alrededor de los 51 años.
[21] Dado
que los ‘tres años y medio’ no son literales, tampoco lo son los 490 años
calculados a partir de las 70 semanas, con lo cual la cifra usada es un
autoengaño.
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