martes, 6 de agosto de 2024

El alma, según Sócrates, Platon, y hoy


                            Alma llevada al cielo por los ángeles de William Adolphe Bouguereau

En un video de adictos a la filosofía, Enric hace un comentario llamativo al replicar diciendo que muchos le cuestionaron cuando hizo un video sobre las evidencias aportadas por Platón de la existencia de un alma inmortal al presuponer que existe el alma, esto es, un alma como algo separado de la materia corporal mortal pero que forma parte de nuestro ser inmortal, afirmando que “la ciencia ya ha demostrado que no es así” (min.4:16). Al escucharlo de inmediato comencé a buscar en la web dónde y cómo la ciencia demostró que el alma no existe.

¿Qué es lo que no existe? ¿El alma de Platón, de Aristóteles, de Descartes? ¿Del espiritismo, de las religiones? 

¿Nos referimos a un fantasma o espíritu? ¿O hablamos de la mente o la consciencia como algo intangible que existe aparte del cuerpo o no? ¿Es el alma un espejismo o una ilusión fuera de toda realidad concreta? ¿Cuál de ellas?

Aquí es necesario comprender que Enric se expresó de un modo que puede entenderse mal, dado que lo correcto habría sido decir que “no hay evidencia científica sobre el alma según lo dicta el pensamiento filosófico y religioso humano”, lo cual, no demuestra en sí mismo su inexistencia. Ello es porque ‘la ausencia de prueba no es prueba de su ausencia’.

Al eludir la posibilidad de ser sujeto de estudio científico, esto es, bajo las metodologías materialistas vigentes (o ya naturalistas para los más modernos) fundamentadas en experimentos creados por distintas premisas y dirigidos para comprobarlas, no puede con ello refutar una idea al punto de afirmar la inexistencia de una demostración científica. La detección de fenómenos en un experimento repetido y dirigido solo puede dar prueba de leyes físicas inmutables, no de lo que no se puede detectar, y que además se produce por efectos de voluntades inteligentes, no que forme parte de un mundo físico invisible.

Todavía continuamos navegando en zona de misterio, existiendo muchos fenómenos, aparentemente muy simples, vistos y experimentados por millones, pero inexplicables. Que muchos escépticos estén convencidos de sus conclusiones, eso no quita que resulte diferente de las conclusiones de fe de muchos creyentes.

Lo que sí sabemos es que existe la mente y la conciencia de ser o consciencia, que forma parte de la identidad única y personal, y, algo importante, que la misma nos habla. Relacionar el alma con la consciencia ha sido una de la conexiones que más problemas enfrenta la ciencia, porque es innegable que la consciencia existe, pero no es posible demostrar de manera mecanicista al punto de poder afirmar o negar fuera de toda duda mediante experimentos científicos que la misma muere y desaparece al morir el cuerpo o pervive en otra dimensión.

Hay quienes afirman que la consciencia es algo que emerge de la materia y se encuentra en el cerebro, y es tan efímera como lo es cualquier ser vivo, imaginando incluso que hasta la IA puede llegar a tener una consciencia.

Pero también es posible que cada consciencia perviva, o hasta sea “copiada”, al momento de morir y pasar a formar parte de otro ser, o pasar a formar parte de un espíritu que habita el cuerpo, nadie lo sabe, pero todo es posible. 

Es muy interesante lo que afirma el entrevistado por Enric, cuando dice que “la ciencia no existe”, “existen los científicos”, es decir, no hay una entidad independiente llamada “ciencia” como la responsable final que nos da luz, sino que llamamos ciencia a los resultados que brindan los científicos en la medida que van progresando en sus distintos campos de saber, y su manera de abordar un tema repercute en los resultados que encuentra. Esto significa que el saber resultante que se difunde se halla condicionado por los propios límites de su método y muchas veces además por los intereses particulares de sus buscadores.

Muy interesante la discusión sobre el concepto de vida. La vida es algo diferente a la muerte, pero si la vida es simplemente un mecanicismo, relativizando su concepto, queda por tanto eliminado como algo trascendente, y en ese ámbito quedaría eliminado el concepto de muerte, planteándose hasta qué punto existe o no la vida y la muerte. Si se elimina el concepto de vida, también se elimina el concepto de muerte, y hasta qué punto se puede decir que la muerte no existe.

En su explicación, el profesor cita a Hans Jonas, mostrando cómo la sociedad contemporánea dejó de considerar la vida como lo real pasando a ver solo a la muerte como lo real, como el final y principio de todo.

Los cuatro argumentos platónicos

Voy a considerar los 4 argumentos que menciona Enric expuestos por Platón para demostrar la convicción de que el alma humana no puede ser mortal, destruyéndose como el cuerpo.

1.     Por la compensación de los procesos contrarios.

2.     Por la reminiscencia.

3.     Por la afinidad por las ideas.

4.     Por exclusión de los contrarios.

Por la compensación de los procesos contrarios. Este argumento  se basa en que todo estado implica un proceso. Por ejemplo, existen el frío y el calor, por poner un ejemplo sencillo. Son dos estados claramente distintos. Para que algo pase de frío a caliente debe calentarse. Pero eso quiere decir que por compensación, debe existir el proceso contrario, que es cuando algo caliente se enfría.

Del mismo modo, existen los estados vivo y muerto. El proceso que lleva de estar vivo a muerto de llama morir. Eso obliga a pensar que debe existir, por compensación, el proceso de revivir, es decir, pasar de muerto a vivo.

Este concepto es el que usan, inconscientemente, los creyentes en la resurrección.

Tanto sea que al alma sea inmortal o mortal la idea de una existencia más allá de la muerte permanece, cambiando sólo la forma en que tal creencia pudiese considerarse posible. Puede continuar viva en otra dimensión una vez que muere el cuerpo o ser reconstruida en otro momento para poder volver a vivir de nuevo si se dan ciertas condiciones.

Lo segundo también implica que debe existir una entidad que se encargue de resucitar a los muertos formando nuevos cuerpos, aspecto muy complicado y poco creíble. Lo primero en cambio no requiere ningún proceso de reconstrucción completa de cuerpo alguno de parte de alguna IA universal o entidad súper consciente, porque la vida en sí misma siempre existe, y cada ser, que sería en esencia indestructible, solo pasaría a habitar otros cuerpos durante el ciclo que dure cada uno de ellos.

De esta manera, el alma sería algo no corporal, sino una forma de energía ordenada de cierta manera que existe en otra dimensión totalmente por fuera e independiente del mundo físico.

Poco sentido tiene aquí basarse en textos bíblicos como ‘declaraciones de Dios’ para negar o acreditar algo, porque ninguna declaración va más allá de la limitación física del pensamiento humano.

No existen declaraciones propiamente “de Dios” explicando sobre la constitución del ser humano y lo que le sucede después de morir. En el AT todas son divagaciones humanas, inexistiendo una contemplación de una existencia por fuera de este mundo físico; y recién en el NT se atisba a través de las declaraciones de sus pasajes una resurrección a una vida no física fuera de este mundo, una idea surgida en una suerte de evolución religiosa, aunque bastante confusa todavía.

Por la reminiscencia. Es la capacidad de saber cosas antes de serle manifiesta. Así, el conocer es recordar, es reconocer lo que ya se sabía. Esto implica que el alma tuvo que existir antes que el cuerpo.

Este argumento ha sido también utilizado por diferentes pensadores, como Orígenes o el psicoanalista Carl Jung. Todos somos personas que no venimos a este mundo como una tabla rasa, sino con una carga de personalidad definida, y eso no puede ser explicado desde el punto de vista de la sola genética, sino de la presencia de una mente o consciencia previa al cuerpo.

Por la afinidad por las ideas. Lo que más se asemeja al alma son las ideas. Las ideas son intangibles, inmateriales, implican conocimientos de los bello y lo que no lo es, lo adecuado de lo inadecuado, lo mejor de lo peor, y tiene efecto en el mundo físico por parte de quién las posee.

A su vez, la idea de lo inmortal forma parte del pensamiento humano. Y si el alma puede poseer la idea de la inmortalidad, reflexionar sobre ella, es porque el alma lo es.

Por exclusión de los contrarios. Nada puede ser al mismo tiempo dos cosas a la vez. La vida no puede ser al mismo tiempo la muerte ni viceversa, así como el frío no puede ser calor a la vez ni viceversa. Pero, como ya sabemos, ambos estados existen. Esto implica que, así como una idea no depende de la vida de un cuerpo, ya que pervive la muerte del cuerpo una vez que éste la transmite, del mismo modo el alma, que es de dónde surge la idea, debe de pervivir como ella, que es su fuente.

Aunque haya cosas que pueden ir de un contrario a otro, los mismos contrarios se excluyen mutuamente.  El fuego es caliente, y si bien se conecta con el frío, no puede ocupar su lugar y seguir siendo fuego. Por lo tanto, cuando uno de ellos se acerca a su contrario, el contrario, o perece o se aleja.

De esta manera, si el alma se identifica con la vida y el cuerpo con la muerte, eso significa que el alma no puede ser muerte. O perece o se aleja, es decir, se excluye.

Al excluir el alma la muerte, es por tanto inmortal. La misma no puede perecer, porque eso significaría aceptar la muerte, con lo cual, solo puede alejarse de ella.

Como el alma es la que trae vida al cuerpo, cuando el mismo muere, ella simplemente se retira. Al corresponder el alma en esencia a la vida, la misma es imperecedera, no puede morir.

A continuación otro video donde se puede ver cómo Platón mismo critica sus propias ideas: https://www.youtube.com/watch?v=gae4jaV_w2A

El alma hoy

Resulta sorprendente que este tema de la existencia del alma como algo intangible perdura entre nosotros, no sólo entre creyentes religiosos, sino hasta entre ateos. Tal es el caso de Michael Huemer, un profesor de filosofía de la Universidad de Colorado en Boulder,  crítico con el escepticismo filosófico radical y escritor entre otros libros de Knowledge, reality and value, donde razona sobre la realidad de la existencia de un alma inmaterial refutando cada una de las objeciones materialistas al punto de que nada sólido pueden responder, todo sin la necesidad de creer en Dios, ya que no es creyente en ninguna religión. Se puede ver en este otro video de Enric un resumen de sus argumentos.

https://www.youtube.com/watch?v=w25rxNdGz9s (video de Enric)

https://revistascientificas.us.es/index.php/themata/article/download/21036/20297/97290 (Sobre Huemer)

https://spot.colorado.edu/~huemer/sample8.pdf (ejemplo del libro hasta página 78)

M. Huemer cuestiona los argumentos materialistas escépticos sobre dónde reside la identidad de un individuo en base al mito del barco de Teseo. Nuestro cuerpo cambia, inclusos las neuronas también, y nosotros en cambio sentimos internamente ser los mismos que éramos cuando niños, adolescentes o adultos en sus distintas etapas. Una huella digital, o cualquier otra parte de nuestro cuerpo que permanezca igual, no manifiesta de por sí que es el mismo cuerpo lo que define una identidad, porque de hecho, cambió. Nuestro cuerpo se copia o clona constantemente mientras que nuestra identidad se mantiene.

Esta situación permite deducir que hay en nosotros algo que no cambia mientras el resto cambia, es decir, el saber que soy el mismo que era antes y no otra persona, aun considerando los cambios adquiridos por el conocimiento y las experiencias. Existe un elemento inmaterial y no físico que permanece en todos estos cambios, garantizando nuestra identidad personal a lo largo del tiempo. Hasta nuestra personalidad puede cambiar completamente, podemos ser muy diferentes de lo que una vez fuimos, pero internamente seguimos identificándonos como el mismo de siempre, el mismo desde que nacimos y viajamos por la vida. Esa percepción es lo que damos en llamar alma, nuestro ser más íntimo.

Esto es lo que Huemer plantea, mencionando que la única explicación filosófica para estar seguros de que somos el mismo ser que éramos antes es aceptar la existencia del alma. Lo que no ha cambiado es la identidad de nuestra alma, por eso sentimos y estamos convencidos de ser el mismo individuo que éramos antes.

O tenemos un alma intangible e inmutable o la persona que parió ese bebé no era nuestra madre porque hoy ya no soy materialmente el mismo de lo que era cuando fuimos un bebé, luego un niño, etc.

Existen muchos argumentos para negar lo susodicho, pero, como afirma Huemer, todos están abiertos a contraejemplos.

Uno de estos es la teoría del cuerpo. Tanto cuando era niño como adulto se cuestiona diciendo que somos lo mismo porque tenemos el mismo cuerpo.

Pero esta teoría tiene dos problemas. Primero, que al cuerpo se aplica la paradoja de Teseo. Dado los cambios que el cuerpo ha tenido, se necesita de algo que garantice nuestra identidad en el tiempo de que se trata del mismo cuerpo, numéricamente hablando. Dado que los cambios son pequeños a medida que transcurre el tiempo, solo conectamos una línea que los une a todos, sin notar los cambios tan importantes en todo el cuerpo entre dos épocas distantes. Dado que conocemos la historia del cuerpo, asumimos es el mismo, pero que realmente ha cambiado, sin haberlo notado lo suficiente.

En segundo lugar tenemos un contraejemplo muy obvio, que sería un trasplante de cerebro a otro cuerpo. El otro cuerpo pasaría a ser ahora del cerebro trasplantado, con lo cual el cuerpo no puede ser garantía de identidad. Si bien este tipo de trasplantes no se pueden hacer hoy, el hecho de que metafísicamente sea posible, es suficiente.

¿Podría entonces la clave estar en tener el mismo cerebro? De nuevo, hay dos inconvenientes. Primero, vuelve aplicarse la paradoja de Teseo, en dónde el cerebro no permanece materialmente el mismo sino que también va cambiando.

Luego, podemos introducir otro contraejemplo, como el de la posibilidad de cambiar un hemisferio introduciendo la información tomada del anterior e introducida al nuevo. Si el yo ha sobrevivido pero con un cerebro distinto o enteramente nuevo, entonces la identidad no puede estar en el cerebro.

Tiene que haber algo más que garantice la identidad a los largo del tiempo que el solo cerebro.

¿Podría estar la identidad en la memoria? La amnesia no puede ser tomada como la muerte de una persona al romper la cadena de recuerdos. Es la misma persona que ha olvidado muchos recuerdos o ha perdido capacidades, pero sigue siendo la misma, como alguien que ha perdido una pierna o un brazo.

En caso de un accidente, por el cual una persona pierde temporalmente la memoria, tendríamos que decir que la persona anterior ha muerto y ahora es otra distinta. Luego, si un mes después recupera la memoria, entonces sí es la misma persona. Pero esta misma persona también se acuerda de haberse despertado en un hospital. Esto significa que la persona después de un mes es la misma que antes del accidente.

Entonces, si todo es por simple información, podríamos crear un clon que sienta ser la misma persona que la clonada por el solo hecho de ser un clon en todo, y entonces existirían dos yo idénticos, algo que viola el carácter de identidad única.

Un clon no satisface el concepto de identidad, porque se diría que la información del clon no la experimentó él mismo sino que le fue introducida tomada de quien la experimentó realmente. Sería por lo tanto un problema irresuelto.

Una ameba se reproduce en dos amebas, pero ambas no pueden ser las mismas. ¿Qué opción queda? Pues aquella que nadie desea tomar, de que exista en nosotros algo inmaterial y no físico que determine nuestra identidad existencial espacio-temporal.

No podemos dejar que el pensamiento de grupo nos prive de la mejor solución disponible al gran problema filosófico de la identidad personal.

El planteo se resume en dos posibilidades:

O bien no somos los mismos a través del tiempo producto de los cambios corporales o bien cada uno tiene un alma atemporal e inmaterial que nos asegura nuestra identidad existencial independientemente de los cambios corporales ocurridos.

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Sobre el tema de la identidad suele traerse a colación el alma de los animales, ya que en la Biblia, en el AT, se refiere a ellos como nefesh en hebreo y psiké en griego.

¿Tienen una identidad personal cada animal?

Francamente nadie lo sabe, porque no podemos comunicarnos con ningún animal para que nos cuente lo que siente y piensa.

En cambio, cualquiera que lea este artículo puede expresarse y definirse, sabiendo uno mismo que los puntos mencionados relativos a nuestra identidad personal es por demás razonable.

Por otro lado, el que en el AT se use nefesh y psiké al hablar de animales, no está diciendo que esos seres poseen una identidad personal como la nuestra. Simplemente está diciendo que están vivos por manifestar movimiento propio, tal como el hombre es un ser vivo, semejante a un animal, con ojos, boca, medios de locomoción, etc.

Un vegetal también es un ser o entidad viviente, pero en la Biblia, los humanos que la escribieron no pensaron que debían ser almas también debido a que su concepto de vida, sinónimo de alma, debía estar relacionado con un ser no solo “moviente” sino con ojos, cabeza, boca, etc., y los vegetales en eso son formas de vidas diferentes.

Pero, como vemos, los antiguos no le aplicaron a esa forma de vida el mismo sinónimo de alma, porque razonaban de otra manera al disponer de conocimientos mucho más escasos, diferentes y con otras conclusiones, pero estrictamente hablando, si son una forma de vida deberían ser almas también.

Por otra parte, el hecho que se use la palabra alma para referirse a algo intangible y no material, se debe simplemente a su conexión griega con las ideas, que son parte de una energía intangible, pero bien podríamos llamarla de otro modo, dejando la expresión alma para referirnos solamente a los seres vivos físicos animados, y hasta a las plantas si algunos aceptan la propia sinonimia bíblica, y desarrollar otra expresión que englobe específicamente lo que buscamos definir.

No sería más que una simple convención. Podría ser YO, EGO, o cualquier otra.