domingo, 22 de marzo de 2015

¿Habrá que ser un experto joyero?



Al leer los evangelios hallamos que Cristo hablaba del reino mediante parábolas. Los secretos no son para ser divulgados a todos, que puedan ser leídos en libros, revistas o en la Web. Por eso la declaración «quién tenga oídos que oiga», es decir, ‘quién capte que se entere’ señala ese aspecto. Se corresponde al «lugar secreto del altísimo», un pasaje del Salmo 91:1. Forma parte del misterio de Dios del cual Pablo habla pero mal entendido y explicado (Efe.3:9). El conocimiento sobre el reino de Dios en este mundo es personal, íntimo, secreto, como el hombre que descubrió la perla de gran valor y fue y vendió todos sus tesoros (ya no eran tan valiosos para el) para adquirirla, no para compartirla (Mat.13:45, 46). La expresión “donde está tu tesoro se halla tu corazón”, da a entender que en nuestro corazón o asiento de nuestros sentimientos, nuestro interior, se halla lo que es considerado tesoro. ¿Será la única perla de gran valor o son todavía perlas de menor valor las que atesoramos en nuestra intimidad?

La principal evidencia de ser discípulo del auténtico Cristo no viene de hablar y divulgar los secretos del reino de Dios, sino por la unidad que se manifieste entre quienes lo saben y de quien lo sabe para con el resto del mundo que no lo sepa. Las separaciones y distanciamientos demuestran a las claras que hay desconocimiento del secreto del reino de Dios. Para quien vea esto desde fuera es como tener cien cajas cerradas y solo en una de ellas puede estar la joya de oro de verdad. Las demás solo tienen bijuterii de escaso valor. Al tener que elegir debes empezar por la primera. Por su manera de razonar se asemejaría a apostar cuál puede ser, imaginando que la caja más brillante o más grande o mejor construida la puede tener. ¿Cuál caja elegirás? ¿Cómo sabes si la que abras contiene la joya de verdad y no una réplica de escaso valor? Las cajas pueden estar muy promocionadas, ser muy bonitas, y si abres una la joya puede ser hermosa, tener una incrustación, pero ser una baratija. No puedes saber sin es valiosa o no hasta que no sepas realmente qué es lo que buscas. Tienes que ser un joyero, un especialista. No puedes guiarte por lo que te digan es, poniendo fe, o como se dice, «de buena fe». Tienes que asegurarte por ti mismo de que eso es genuino. Si sabes lo que buscas de antemano irás descartando las cajas con bijuterii hasta que halles la joya genuina. Si no sabes lo que buscas, estás en un problema serio, no puedes poner fe en quién te asegure tal o cual cosa, puede estar equivocado o no ser un experto o ser un comerciante que solo le interese venderte algo, entonces no te quedará otra que abrir una por una hasta ver a todas y comparándolas y haciendo pruebas y estudiándolas minuciosamente aprendas a ser un experto joyero y puedas determinar cuál es la joya genuina. Entonces sí, estarás seguro de tener la auténtica. Por eso, el que llega a conocer el secreto del reino de Dios ya conoce, y no por fe como se dice, lo que contienen las otras 99 cajas. Si la sola fe fuera prueba de que las instituciones religiosas donde cada uno profesa la suya fuera la auténtica, no habría separaciones odiosas sino unidad en amor. Como eso no se ve, no queda otra que primero llegar a ser un especialista joyero.

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