Todo ateo al negar la existencia de dios niega la existencia de un ente rector. Paradójicamente los comunistas y socialistas son mayoritariamente ateos, quienes han reemplazado por el Estado al Dios de las religiones. El Estado es una entidad imaginaria regida por individuos que conforman un poder controlador sobre los demás. Mientras el estado existe más allá de los individuos que lo lideran es a todas luces un agente superior sobre la vida de cada individuo. Eso es lo que significa en esencia la actual palabra “dios” traducida del antiguo idioma semítico cuando se escribía alef-lamed: poderoso jefe, gobernante. Se asemeja al theos griego, y al ser luminoso latino, deus, de dónde deriva nuestra expresión “dios”. Por tanto, quienes se precian de ateos en realidad no pueden serlo, son teístas al fin de cuentas a pesar de negarlo, porque, o se subordinan a un agente rector imaginario llamado Estado o son parte del mismo gobernando y especialmente controlando la vida de los demás, esgrimiendo razones falaces como cuando hablan de ‘humanismo’ como una virtud que los dirige y orienta. La pirámide o sistema piramidal existe en la sociedad humana en el mundo entero, solo que existen distintos tipos de sistemas piramidales, unos mejores que otros, en donde algunos han demostrado ser de los peores.
Las religiones también han enseñado que ese agente rector imaginario ubicado en la cúspide es quién además de ser Dios sobre todo otro Dios es también el Creador de todo lo que existe. Respecto a eso los ateos también tienen su imaginario “Dios”, al que materializan cuando colocan allí a sus próceres muertos, por lo que no pueden eludir la regencia superior, aunque muy malamente, donde solo niegan la existencia de un Creador. Pero nuevamente, lo niegan en el sentido de no aceptar la existencia de un Ser superior que hubiera creado todo de la nada, lo cual en el fondo es cierto, porque todo lo ha creado a partir de Sí Mismo, pero más allá de eso, a fin de cuentas, al negar un rector inteligente, es decir causal, en su lugar aceptan que la naturaleza es la partícipe de manera casual de la creación de sí misma. Por lo tanto, su agente creador pasa a ser la Naturaleza y en sentido casual, un agente que da vida a los regentes inmanentes, los cuales conforman el Estado de una sociedad.
A su vez, todo agente rector se alinea acorde a ciertos principios, pero, como no posee ni rinde cuentas a ninguna autoridad superior que a él mismo, muchas veces en determinadas situaciones actúa de modo contrario a lo esperado, convirtiéndose en un ente anárquico. Esta es una característica de los Estados, así como de ciertos individuos que actúan de manera semejante al contradecir sus principios. De hecho, son las personas representativas del Estado que actúan anárquicamente en su Nombre.
Existe tanta maldad e hipocresía en los regímenes totalitarios, donde hasta la más mínima actividad educativa y económica se encuentra controlada y dirigida por el Dios Estado, como es el caso de Cuba, donde los propios cubanos no pueden siquiera conocer la realidad por sí mismos, debiendo aceptar solamente la información que el Dios Estado permite, acompañada del adoctrinamiento político diario so pena de ser penalizados severamente si violan sus mandatos, haciendo que la mayoría vivan una existencia apagada, gastando la mayor parte de la energía corporal en recorrer diariamente la ciudad haciendo largas colas solo para poder comer de nuevo y así tener las fuerzas para buscar nuevamente al día siguiente, y así sucesivamente, mientras los gobernantes, los dioses de ese pueblo, viven a sus anchas disfrutando de todo aquello que al pueblo le es negado. No hay mayor maldad que esa, un auténtico infierno, en donde se puede apreciar en su completa crudeza el total desprecio a la verdad y lo bueno que el Dios Castro, el gran engañador, construyó. Parece mentira que haya personas que no puedan ver esa realidad, y la razón por la cual muchos no pueden notarla se debe sencillamente porque son agnósticos, o no crean exista un Dios del bien y la verdad, que eso es una falacia de los ingenuos, los tontos creyentes, imaginando que un gobierno socialista de veras se preocupa por sus gobernados para su bien, cuando en realidad solo les interesa el pueblo como ganado para su propio beneficio, gozando ellos a costa de los oprimidos y aplastados. Ese es el resultado del ateísmo, donde es imposible que gobernantes ateos hablen la verdad y procuren el bien general de su pueblo.
La prueba más contundente que expone a
los ateos, comunistas y socialistas que niegan la existencia de alguien
superior a ellos a quien deben rendir cuenta de sus actos, lo podemos apreciar
en las muertes o asesinatos perpetrados en contra del ser humano, sobre el cual predicaron que todo era parte del gran adelanto científico humanista
para erradicar la religión del planeta para poder formar un nuevo hombre. Con solamente
mostrar los ejemplos de Stalin y Pol Pot, que durante sus regímenes
dictatoriales se cargaron millones de vidas humanas en aras del “progreso
intelectual humano”, demuestran claramente su falsedad humanista, hechos sobre
los cuales lo ateos, que critican tanto contra las barbaries perpetradas por la
Iglesia, no tienen siquiera consciencia de las perpetradas por los mismos ateos
de su propio bando como los señalados. Lo grave del asunto, es que los ateos (y muchos que no lo son) no se dan cuenta de la principal razón de tales nefastos resultados.
Bien lo dijo Dostoievsky: "Si
Dios no existe, todo está permitido". ‘Sin la idea de un Dios todopoderoso
como juez, qué me importa lo que le pueda pasar a mi prójimo’ comenta un
apologista, y tiene toda la razón a pesar de los crímenes cometidos en nombre
de Dios. La mayoría de los crímenes cometidos en nombre de Dios o de una
iglesia han sido perpetrados por personas que en su interior estaban llenas de
codicia, odio, irracionalidad e ignorancia, sin importar a qué religión perteneciera. De
la misma manera los crímenes cometidos por los ateos, porque son falaces
humanistas, siendo tan perversos y malignos como los que juraban sobre una
Biblia o invocaban a Dios, seguidos, como siempre, por ignorantes que imitaban
sus atrocidades creyendo lo hacían para el mayor bien humano.
Porque, si se culpa a la Biblia o a la
religión como la causa de los crímenes y atrocidades cometidas, ¿a quién
debemos culpar por los crímenes y atrocidades, todavía mayores en cantidades, cometidas por los ateos de los estados comunistas y socialistas? ¿No se
deben (y en ambos casos) al descreimiento en la existencia de una regencia superior del bien
universal que ha llevado al desprecio de los valores fundamentales de la verdad
y el amor?
La regencia sin duda existe, pero el
tema crucial es la clase de regencia que domina. Si lo regio no es realmente
regio, es decir, magnífico, poderoso y excelente por el beneficio y
satisfacción que a todos produce, entonces es una regencia nefasta. Si la
misma, por más que se defina que lucha por la verdad y el bien no lo demuestra
practicándola día a día, entonces son parte de la regencia de la mentira y la
causa de todos los males humanos, y ese tipo de regencia falsa sobreabunda en
cada rincón de nuestro planeta. ¿Es culpa de Dios o de quienes la imponen y de
aquellos que los apoyan para que le sean impuestas en su forma de pensar y
actuar? En un mundo de ateos o de laicos inconscientes no es posible culpar a
Dios de nada, por lo que todos los males perpetrados por el humano pertenecen a
“la humanidad”, y dicho término “humanidad” es al que de modo paradójico
recurren, y más específicamente los ateos, para generar argumentos éticos
con la finalidad de guiar sus supuestas conductas progresistas. No se dan
cuenta que al dejar de lado la existencia de un regente supremo de todo bien y
toda verdad como la máxima a la que todo ser humano debe aspirar, caen en oscuras ciénagas de terror y sufrimiento, vanidad, y profunda desgracia.
Si la regencia existe entonces es porque
existe un Dios universal; y la naturaleza, a pesar que es inclemente y dura, es
mucho más benevolente que muchos seres humanos, que, siendo ateos o creyentes mediante la manipulación empujados por la codicia han perpetrado y continúan perpetrando los peores crímenes
contra la humanidad y arruinando la naturaleza en nuestro planeta, que le ha
brindado sustento y alegría al humano durante decenas de miles de años. Se
obnubilan quienes creen que salvarse de morir por una enfermedad o un
cataclismo, creen que por eso le han ganado una batalla a la Naturaleza, diciéndose
que le han hecho frente y lo lograron, sintiéndose dioses de sí mismos,
suplantando a un Regente Universal que, según ellos, de todos modos demuestra
que no sirve para nada, afirmando confiados es inexistente, porque fue solo gracias
a ellos mismos que creen que viven. Estamos en un mundo donde a todos les
parece que salvar la vida es más importante que salvar el alma, cuando la
verdad y el bien Universal demuestran ante todo ser inteligente que lo más
importante es salvar el alma, porque logrado ello, la vida también es salvada,
porque la vida no es solo sobrevivir, medrar o disfrutar de los placeres
egoístas, sino de vivir en la paz y la dicha en tranquilidad continua, perpetua con todos y todo,
porque no puede haber dicha y sosiego sino no hay paz y bienestar en relación con nuestros semejantes o prójimo en todo (Prov.15:17; 17:1).
En consecuencia, dado que lo regio
existe, eso demuestra que un Ser Supremo al que llamamos Dios existe. ¿Lo busca
Ud.?
El ateo niega exista Dios, y cuando habla de Dios habla del Dios de las religiones, sin saber que ese Dios es algo que el mismo sabe que existe pero no cree. Lo interesante aquí es que los creyentes tampoco saben de qué Dios hablan, ellos solo creen en Dios, y debe ser el que sus padres o alguna religión les ha enseñado, porque intuitivamente así lo sienten, diciéndose a sí mismos que algo supremo tiene que existir. Al ateo esto le causa gracia y lo cuestiona, piensa que solo él es racional y desecha creer que exista algún Dios frente a tantas preguntas que hace y percibe que no se la contestan como a él le gustaría. Pero tanto los religiosos como los ateos no saben, solo creen o no creen. Así efectivamente es, pues le pregunto al ateo, ¿cree que existe el ser? Ningún ateo niega exista el ser. El mismo siente que es él y no otro, esta consciente de existir. Por lo tanto, hasta los ateos saben que el ser existe, tanto en él mismo como en los demás, aunque sea sumamente difícil definir lo que es el ser.
De modo que todos saben que el ser existe, sean ateos a creyentes en algún Dios, porque lo importante es saber que existe Dios y no creer que existe. Dios es el ser, la consciencia universal, eso solo un tonto puede decir que no existe. Un ateo, que no acepte este razonamiento, debería consecuentemente negar el "yo soy". Nunca podría decir "yo soy fulano", debería decir: "no creo que yo sea fulano", o "no creo que tú eres fulano", pero si así dijera dirían que es un estúpido.
Y los que creen que existe un Dios, deberían más bien pasar a saber que Dios existe, del mismo modo que saben que el "yo" existe. El problema que tienen los creyentes es que no pueden darse cuenta que el yo, la consciencia de ser, sea Dios, porque imaginan que es un ser totalmente separado, una persona distinta a ellos que tiene la forma de un ser humano con la capacidad de hacer milagros de cualquier tipo, y allí es cuando caen en las incertidumbres propias de los ateos.
Vean por favor este video y respondan lo que sienten después de verlo, más que nada para analizarse a sí mismos sobre su propia reacción en la respuesta en la que piensan. Si no te conmueve, algo anda mal en tu alma, pero si te conmueve, pregúntate por qué te conmueves.
También trato este mismo tema con otros enfoques en ¿Por
qué los ateos se contradicen tanto?
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Veamos ahora los argumentos filosóficos sobre la
existencia de Dios.
Existe un argumento lógico que permite ver que Dios, según los ateos, no existe, y este argumento lo analizó Tomas de Aquino:
“Si de dos contrarios suponemos que uno sea
infinito, éste anula totalmente su opuesto”.(Ia, c2, a3)
O expresado de este otro modo:
1. Si uno de los
contrarios es infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede
con el nombre Dios al darle el significado de bien absoluto.
Pues si existiese Dios, no existiría ningún mal. Pero el mal se da en el mundo.
Por lo tanto, Dios no existe.
‘Si suponemos que Dios es infinito en el bien, el
mal sería imposible que existiera, pero el mal existe, por tanto Dios no
existe’
El error de esta premisa (no es tan perfecta como suponen
muchos) se encuentra en considerar a Dios un
bien infinito. Ese tipo de Dios no existe, salvo de manera abstracta, pero eso no significa que no exista Dios, uno
que sea concreto, debiendo existir uno que no sea “un bien infinito”, es decir,
sea tanto bueno como malo en una especie de perfecta armonía. El infinito bien
no puede existir nunca, porque eso impediría la existencia de su contrapeso, y
el mal no solo existe, sino que debe existir por necesidad, de otro modo el
bien carecería de sentido en sí mismo. Si debemos admitir la existencia de un
bien infinito debemos necesariamente admitir también la de un mal infinito, a
fin de que sea razonable la idea. Eso es algo difícil de entender,
principalmente porque el humano, que es básicamente materialista, impulsado por
sus apetitos, no puede aceptar un Dios de infinito bien sin entrar en ira,
rencor y resentimiento apasionado, justamente porque su lógica intuitiva lo
lleva a confundirse por los males que ve ocurre a su alrededor o padece
directamente sin poder hacer absolutamente nada desde su punto de vista
materialista, ni ver a un Dios que haga algo al respecto corrigiendo los males
que el ve como tales. Pero, como ya todos sabemos, los creyentes, que no corren
la suerte de los incrédulos, tampoco pueden no creer en un ente de infinito
bien al que llaman Dios, porque para ellos es ateo quien eso no cree, o bien,
quién de sí mismo dice ser ateo al no creer en el Dios de las religiones, que
se caracteriza en todas como el ser de infinito bien.
El razonamiento cuestionador es correcto. Por
ejemplo, una infinita luz impediría el desarrollo o avance en el conocimiento,
todo sería tan claro que no se podría distinguir nada en ella, y toda cosa que
deba distinguirse implica la existencia de algo con menos luz. Sin
diferenciación el discernimiento no existe. La infinita luz anula cualquier
situación de menor luz. Por lo tanto, no podría existir la oscuridad, y sin
oscuridad nada tendría sentido, pero solo se trata de la armonía entre ambos y
no de sus extremos. De modo que lo malo aquí son los extremos de oscuridad y de
luz, y eso ocurre cuando se habla de infinito en algo. Lo mismo pasaría si
hablamos de calor. No existe una fuente de infinito calor, porque si así fuera,
impediría la existencia de fuentes de menor calor al ocuparlo todo, perdiéndose
el equilibrio en la generación de calor, que siempre debe ser finito, y lo
finito solo es posible si es regulado por su opuesto. Por lo tanto, Dios es un
ente que posee en equilibrio ambas cualidades, el bien y el mal, quien las usa
de modo inteligente y dirigido al mayor bien posible el que es Dios del bien, y
hacia el mal el que es Dios del mal. En ello, cada yo es quien determina la
clase de Dios que es.
Curiosamente, este concepto que sabemos existe en la
cultura oriental también aparece en la Biblia, en un pasaje que la mayoría no
lo entiende debidamente. Se trata de Ecl.7:16. Ser sabio en demasía lo toman
como ser arrogante, y ser necio en demasía como ser deliberadamente malvado,
pero no es de eso que se trata, sino que habla del equilibrio que debe existir
entre el sumo bien y el sumo mal. En ambos sentidos, tanto la presencia de
excesivo bien como de excesivo mal son perjudiciales. También hay otro pasaje,
donde muestra que siempre algo bueno debe ser finito, de lo contrario deja de
ser bueno, y es Prov.25:16. Aquí también entendemos que la miel no sería buena
si no fuera necesaria por causa de faltarnos algo, lo que significa falta, un
desequilibrio nutricional en nuestro cuerpo, que en esencia es algo malo que
necesita ser combatido para estar sano, pero siempre en su justa medida.
Por lo tanto, de existir Dios, tiene que ser un ente
superior pero finito, no en su sentido corruptible, sino en su sentido de
óptimo bien. Esto, por cierto es inaceptable por todos los creyentes, y aquí,
en esta contradicción, es donde se concentra la discusión, porque de entrada
afirman que un Ser que no sea en virtudes infinitas no puede ser llamado Dios.
Esa afirmación en realidad lleva a negar la existencia de Dios, porque es una
afirmación extrema.
El argumento segundo de Aquino es el que dice:
“Lo que puedan realizar pocos principios, no lo
hacen muchos. Pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros
principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se
reducen a su principio, que es la naturaleza, y las libres, al suyo, que es el
entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de
recurrir a que haya Dios”
O expresado también como sigue:
2. Lo que encuentra su
razón de ser en pocos principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo que
existe en el mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en
otros principios; pues lo que es natural encuentra su principio en la
naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en la razón y voluntad humanas.
Así, pues, no hay necesidad alguna de acudir a la existencia de Dios.
Si es posible explicar los principios por los cuales
opera la naturaleza eso deja de lado la necesidad de Dios para su
funcionamiento. La naturaleza funciona sin la necesidad de una causa
trascendente, considerando suficiente explicación las causas naturales. Luego
menciona al entendimiento y la voluntad en los seres libres como otra razón por
la que Dios se torna innecesario.
A pesar de eso TdA rechaza el agnosticismo y
considera que la existencia de Dios es demostrable, un Dios de infinito bien,
algo que por lógica pura se demuestra lo contrario. Que Dios es considerado un
ser infinito forma parte de cualquier creencia
cristiana.
A la objeción primera (1) escribe TdA:
1.
Escribe Agustín en el Enchiridio: Dios,
por ser el bien sumo, de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo de
mal en sus obras, a no ser que, por ser omnipotente y bueno, del mal sacara un
bien. Esto pertenece a la infinita bondad de Dios, que puede permitir
el mal para sacar de él un bien.
Y a la segunda (2) responde:
2.
Como la naturaleza obra por un
determinado fin a partir de la dirección de alguien superior, es necesario que
las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a su primera causa.
De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario reducirlo a
alguna causa superior que no sea la razón y voluntad humanas; puesto que éstas
son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido a cambio y
posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente
necesario, tal como ha sido demostrado.
Como se puede ver, en la primera, acudiendo a
Agustín, se detiene en decir solamente que al mal Dios lo usa para generar un
bien al ser de “sumo bien” o infinita bondad, dejando sin contestar la
objeción. Decir que ‘del mal se puede sacar un bien’ suena contradictorio,
semejante a la frase “no hay mal que por bien no venga”, donde todo se
relativiza, donde en la vida hay cosas buenas y malas, nunca un estado de bien
continuo. Por ejemplo, puedo morir, causando mucho daño a mi esposa e hijos,
pero puede servir para bien si, siendo millonario, ellos heredan mi fortuna y
puedan acometer libremente nuevas experiencias de vida. Estarán tristes un
tiempo hasta que superen esa tragedia, luego a encarar la vida con suficiente
dinero, nada de mal si se usa bien. Pero eso no resuelve de tener que sufrir el
mal, demostrando que el bien es parcial, nunca completo. A pesar de la
evidencia implícita de Agustín, Aquino no responde a dicha objeción de modo
directo porque considera que la existencia de un Dios infinito ya está
demostrada por cinco vías, con lo cual, en su argumentación estaría dando a
entender que esa objeción tiene que ser inválida.
En la segunda objeción reduce por necesidad a Dios
como la causa superior de todo, la llamada “primera causa”, debiendo aclarar
que es en su sentido jerárquico y no cosmológico. Aquí el arjé o principio griego no es el inicio temporal de las cosas, sino
la existencia de las mismas aquí y ahora, un principio atemporal, tal como lo
es un principio moral. Dicho sea de paso, todos interpretan Génesis 1 y 2 así
como Juan 1 en sentido cosmológico, pero allí no habla del comienzo de la
existencia de las cosas, sino de la existencia jerárquica de las entidades
donde todas las cosas ocupan su lugar.
Aquino resume las cinco vías que, según él,
demuestran inequívocamente que Dios existe. La primera y “la más clara” según
él, es la derivada del estudio del movimiento. Todo aquello que se mueve
siempre es movido por otro, y finalmente, por necesidad lógica debe reducirse
al primer motor, que es Dios, simplemente porque no puede existir una serie
indefinida de motores sin un motor inicial que mueve sin ser el movido por otro
anterior, es decir, el origen del movimiento o cambio, no aplicado en sentido
local, sino en el concepto de pasar de potencia al acto, un desarrollo
filosófico aristotélico. Aquí estamos hablando de una causalidad jerárquica,
semejante el ejemplo del Estado, que sin su presencia, no existiría un orden
piramidal. Físicamente no demuestra nada, porque nadie ve cómo un Dios
religioso mueva algo partiendo de su origen, solo se deduce de la premisa de la
existencia del primer motor, donde se dice que necesariamente así debe ser
porque no puede existir una serie indefinida de motores. Obviamente es una
premisa filosófica válida tomada de las conclusiones parciales de la física,
aunque resulte difícil determinar en la naturaleza el primer motor, y en
especial que sea inmaterial, solo de modo abstracto, otorgándole existencia a
una idea creída verdad. El ejemplo del bastón que es movido por la mano, y ésta
la mueve la voluntad de una persona, luego quién es la persona sino un alma, y
el alma viene de Dios, entrando de este modo en terreno de suposiciones, que no
por ello son inválidas. Lo cierto es que físicamente si la persona no se
alimentó, no podrá mover el bastón, entonces tenemos al alimento como otro de
los ‘motores intermedios’, y toda la energía sabemos nos viene del Sol, por
tanto, si el primer motor es el Sol no estarían errados quienes adoraban al Sol
como Dios. Pero sabemos que tampoco el Sol es motor por sí mismo, sino por
otras causas. Es muy difícil seguir la línea de ‘motores’ en la naturaleza
hasta poder llegar al primer motor que no es movido por nadie, más bien vemos
un circuito continuo y entrelazado de motores, solo la simplificación lleva a
decir que debe existir el primero e independiente de todo movimiento anterior y
que ese es Dios. A pesar de lo mencionado, jerárquicamente es posible entender
hasta cierto grado la presencia de una entidad como el primer motor, invisible,
abstracta o hasta sobrenatural que podría corresponder a la causa primera, solo
que no podemos mostrarla, porque es invisible y solo se sigue de la experiencia
mental que un creyente puede llegar a tener y ver como ocurre en otros órdenes
de la existencia, como el ejemplo del Estado que he analizado.
Otro modo de razonar la primera vía es como sigue:
1. Encontramos
en el mundo algunas cosas que cambian, que pasan de la potencia al acto.
2. Todo
lo que va de la potencia al acto es actualizado por algo que ya está en acto.
3. Es
imposible ir hasta el infinito en una serie jerárquica de actualizadores
actualizados.
4. Ergo.
Tiene que ver al menos un actualizador no actualizado o puramente actual o acto
puro, con el poder de actualizar el resto de cosas sin tener que ser él
actualizado por otro.
5. Ese
actualizador divino posee los atributos necesarios para poder ser llamado motor
inmóvil, que algunos llaman Dios.
El segundo punto puede tener cuatro posibilidades:
a. La
potencia se ha actualizado porque sí, sin motivo alguno.
b. O
bien la potencia se ha actualizado a sí misma.
c. O
bien la potencia ha sido actualizada por otra potencia.
d. O
que la potencia es actualizada por algo que es en acto.
La opción a. viola el sentido de razón suficiente.
La segunda no tiene sentido para Tomás, porque si una potencia pudiera actualizarse
a sí misma, pues ya habría estado actualizada. La opción c. tampoco sirve
porque una potencia por sí misma no puede actualizar ni hacer nada,
precisamente porque existe solo de modo potencial. Esto deja la opción d como
la única válida para ser parte de la premisa. Esto tiene sentido, porque
actualizar equivale a comunicar el acto, y nada puede dar lo que no tiene. Por
lo tanto, todo lo que va de la potencia al acto es actualizado por algo que ya
es en acto.
Llegado a este punto hay dos opciones dice Aquino
según Enric: 1) o bien aquello que actualiza la potencia lo hace sin ser el
mismo actualizado, 2) o bien para actualizar la potencia tiene que pasar el
mismo de la potencia al acto. Si es así, por el principio de causalidad,
entonces él también tiene que ser actualizado por otro. Y si éste otro también
pasa de la potencia al acto, lo mismo vale para él. Y así sucesivamente para
cualquier actualizador actualizado que añadamos. Esta es una serie jerárquica,
porque cada uno de estos motores mueve o actualiza el miembro siguiente o
posterior solo en la medida en que es movido o actualizado por el miembro
precedente o anterior. En el mismo acto de actualizar, aquí y ahora, están
siendo actualizados, y por eso el poder de actualizar lo tiene cada uno solo de
modo derivado. Pueden actualizar solo en la medida que algo otro lo actualiza.
Y este tipo de serie debe tener un primer miembro, un actualizador que no sea
actualizado, es decir, que no pase de la potencia al acto, sino que sea
puramente actual. Tal miembro es el actuante primordial, que puede ser llamado
Dios.
Hay quienes varían el paso 2. de la premisa
diciendo: “que todo lo que exhibe una actualidad que no tiene por su propia
naturaleza la recibe de otro que ya es en acto.” De esta manera ven que se
puede llegar mejor al miembro inicial que es puro en acto y no una potencia
actualizada, denominada versión existencial, para diferenciarla de la
tradicional de Aquino.
La segunda vía es la llamada de “causa eficiente”,
también conocida como la vía de la causalidad. Sigue una lógica similar a la
anterior, donde considera imposible que exista indefinidamente una sucesión de
causas eficientes sin que parta de una que lo sea por sí misma, que debe ser el
origen para todas las demás, ya que ninguna causa puede serlo por sí misma a no
ser Dios. Tanto el motor inmóvil como la causa eficiente por sí misma, son
deducciones parciales que podemos ver en la naturaleza. Por ejemplo, podemos
ver un edificio terminado, pero si un arquitecto no hubiese planificado la
construcción que llevará a cabo, ese edificio no hubiera sido construido, pero
a su vez tuvo que haber alguien que lo imagino antes para pasar a pensar en
planificarlo. Pero esa conclusión es
comprensible pero imperfecta. Es cierto que hubo alguien que lo imaginó, siendo
el origen del mismo, pero a su vez, ese alguien jamás lo hubiera imaginado si
no supiera lo que es un edificio, ni visto algo parecido en otra parte. Siempre
encontraremos precedentes que influyeron, moviendo o causando que la imaginación
actuara. Encontrar físicamente el primer motor o la causa eficiente de origen
resulta imposible, porque podemos ver una cadena interminable de sucesiones, no
solo en series causales horizontales sino también en la verticales o
jerárquicas. No obstante, dependiendo de qué es lo que buscamos
específicamente, podemos encontrar el origen de dicha causa sin necesidad de ir
ascendiendo a más causas anteriores si resulta suficiente, es decir, por
finito, para quién consulta.
Esta segunda vía puede también expresarse de esta
manera:
1. Encontramos
en el mundo causas eficientes subordinadas, esto es, causas causadas (o
dependientes).
2. Nada
es causa de sí mismo.
3. Es
imposible ir hasta el infinito en una serie jerárquica de causas causadas.
4. Ergo.
Tienen que haber (al menos) una primera causa incausada.
5. Esta primera causa incausada posee los atributos necesarios para poder ser llamado causa eficiente, que algunos llaman Dios.
La tercera es la que se deduce a partir de lo
posible y de lo necesario, también denominada de la contingencia, y otra vez
usa un razonamiento similar a los anteriores al introducir nuevamente la
imposibilidad de una sucesión lineal indefinida, mostrando que es imposible que
algo haya surgido de la nada, a no ser que exista alguien que como ser inicial lo
produjera, porque todo lo que existe, llega a ser al venir de otro anterior, y
es probable que antes nada existiese, por lo que es imposible que algo llegara
a existir por sí mismo. Pero aquí introduce una premisa conjetural cuando dice:
“Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir,
hubo un tiempo en que nada existió.” Probablemente, también es posible pensar
del mismo modo que nunca nada no existió, por lo que la sucesión indefinida
sería la respuesta. Por ejemplo, hubo durante millones de años que los humanos
no existieron, pero existieron vegetales y animales de todo tipo. Hubo un
tiempo en que el Sol, la Tierra, la Luna y demás planetas no existían, pero
existía la Vía Láctea y miles de millones de galaxias más durante miles de
millones de años antes. Así, unos cuerpos vinieron de otros, y la naturaleza
por sí misma no nos permite ver que debe existir un ser necesario para que
exista lo posible de cada cosa existente si la misma de algún modo siempre
existió. En ello se basa la teoría de la evolución. No obstante, Aquino no se
equivocó al decir que es posible que antes, por ejemplo el ser humano como una
de todas las cosas que ahora existen, hubo un tiempo cuando no existió, porque
efectivamente no existió, al menos hasta ahora no existen evidencias de ello
aunque otras formas de vida existieron, por lo menos desde hace 550 millones de
años atrás. De allí que la discusión se centra en cómo aparece el ser humano en
la naturaleza.
Richard Dawkins en su famoso libro El Espejismo de Dios comenta esta
tercera vía como “argumento cosmológico”, y del siguiente modo:
1 --Tiene
que haber habido un momento en que nada físico existía.
2. --Pero
ahora, como existen cosas físicas, tiene que haber habido algo no físico que
las haya traído a la existencia.
3. --Ese
algo es Dios.
Como se puede apreciar, Dawkins no entendió dicha
vía correctamente, asociándolo al argumento Kalam, contra el cual el propio
Aquino se oponía, quien consideraba que la eternidad del universo era una
posibilidad que no podía descartarse filosóficamente. A Aquino no le preocupaba
si el universo tuvo o no tuvo un comienzo, sino lo que en último término
mantiene la existencia del universo aquí y ahora de la manera que se encuentra,
descartando la serie lineal al pasado y hablando solo de una serie jerárquica o
verticalista actual. Así, cuando menciona que es posible que lo que ahora
existe antes no existiese, no se refiere al mundo físico en general, sino en su
estado de existencia actual. El estado actual es posible que antes no
existiera, lo cual es cierto, por tanto, alguien debe ser el responsable de la
existencia del estado actual del mundo. Para Aquino debe existir una
inteligencia superior a la que llama motor primero, causa eficiente o de la
razón de lo contingente o de las cosas transitorias que le diera origen a cada
estado natural existente del cosmos en cada momento a través de los tiempos. Si
bien habla de un estado verticalista sin ir al comienzo de los tiempos para
probar que el universo tuvo un comienzo de la nada, no deja de ser cosmológico
al señalar que el universo actual existe por la primera causa incausada, la
eficiente y la razón necesaria de lo contingente, porque invariablemente
introduce una entidad invisible imaginaria como origen de todo.
En el caso de Dawkins, quien debe tomar de
intérpretes cristianos como Craig, establece que todo lo material tuvo
principio de lo espiritual, aspecto supuesto pero imposible de demostrar, salvo
conjeturalmente para algunas cosas, no para todas, porque también es posible
que el universo material siempre haya existido, con lo cual estaríamos
limitando la aparición hasta cierto grado y de solo ciertas cosas en el mundo
como originadas del espíritu.
La cuarta vía es la llamada de los grados de
perfección. Existen distintos grados de calor, así como de nobleza o de bien.
El grado máximo es el que señala el tope y la existencia de cada uno, siendo el
mínimo su ausencia o su opuesto. Según Aquino, no podrían existir grados de
nada si no existe primero algo que lo distinga como propio en su grado máximo,
diciendo que así como el fuego indica el máximo o completo o perfecto en calor,
Dios lo es por el máximo, completo o perfecto en bien, ya que el bien y el mal
son cuestiones de justicia, inteligencia y disposición.
Dawkins resume según su comprensión de esta manera
la cuarta vía:
1. --Vemos
en el mundo que las cosas difieren
2. --Hay grados, digamos de bondad o de perfección
3. --Pero
juzgamos estos grados por comparación con un máximo
4. --Los
seres humanos pueden ser tanto buenos como malos.
5. --Así
que la máxima bondad no puede estar en nosotros
6. --Por
lo tanto tiene que haber un standard máximo de la perfección en todo, y este es
Dios.
Aquino en realidad distingue entre perfecciones
mixtas y perfecciones puras o trascendentales. Las mixtas son aquellas que
incluyen algún tipo de imperfección o limitación en su naturaleza o definición.
Algo que puede ser extenso, y por tanto divisible y por tanto corruptible, y
eso es una imperfección, como por ejemplo el color rojo. Pura en cambio es
aquella perfección que no incluye límite o imperfección alguna en su naturaleza
o definición, por ejemplo la sabiduría. También Aquino menciona otras, como el
ser, la bondad, la verdad, la nobleza o la belleza. Los tales se dan en todos
los entes sin excepción por el simple hecho de existir. Dado que algunas de
ellas las podemos apreciar por grados, considera que las mismas deben de
existir en su grado máximo en un ser llamado Dios. Pero otra vez, si bien eso
explicaba Aquino, algo que Dawkins no entendió, los grados existen no porque
exista el grado infinito ni otro ser que en oposición posea lo sumo de la
estupidez, de no ser, de maldad, de mentira o de fealdad, sino que los tales
existen por sus propias condiciones presentes en los distintos entes
existentes. De lo que Aquino en realidad hablaba era de los límites abstractos
de las cualidades descritas y no de un ser que las tuviera en modo infinito,
porque si así fuera, no deberían de existir lo opuesto ni los grados en nada de
lo por él supuestamente creado.
La última y quinta vía es la llamada del orden
inteligente, o de la finalidad, en el que todas las cosas siguen un plan de la
que ellas como participantes no son conscientes. Que muchas cosas y animales
sigan un orden que propicia un resultado en el cual no son partícipes responsables
ni conscientes del mismo sigue de considerar que hay alguien que
inteligentemente los pre-ordenó de esa manera para que logren sus objetivos.
Para Dawkins, esta quinta vía, que es el argumento
teleológico, lo relaciona con el argumento de diseño.
1. --Las
cosas del mundo, especialmente los seres vivos, tienen la apariencia de haber
sido diseñadas.
2. --Nada
que sepamos parece diseñado a menos que haya sido diseñado
3. --Por
tanto tiene que haber habido un diseñador, que llamamos Dios.
Según se explican, manifiestan que Aquino en ningún
momento habló de diseño ni hace referencia explícita a los seres vivos, sino
que esto fue tomado de un argumento de William Paley, un filósofo del siglo
XVIII. Tanto es causa final un ojo para la visión como un fósforo para encender
un fuego o el agua de mojar todo lo que toque, todos tienen una causa final,
denominado de intencionalidad física. La evolución misma requiera de
regularidades causales para poder producirse la evolución, por lo que el punto
de partida de la quinta vía seguiría estando intacto.
Para Aquino, estas cincos vías demostraban fuera de
toda duda la existencia de un Dios infinito en todas las cualidades y virtudes,
por eso no responde al planteo en el cual un ser de bien infinito anula su
contrario, y si al que llaman Dios es una persona infinito en amor, bondad y
todo bien, la indiferencia, el odio y el mal no podrían existir, pero como
vemos existen, por lo que ese tipo de
Dios no puede existir a pesar que Aquino luego concluyera que sí.
Hay otras dos vías más que Aquino menciona aparte de
las cinco vistas. La séptima, por ejemplo, es aquella que dice:
“Si el mal existe, Dios existe. Pues el mal no se
daría si desapareciese el orden del bien, cuya privación es el mal. Y tal orden
no se daría si Dios no existiera.”
Contra Gentiles III, 71.
Lo que dice Aquino no es nada nuevo, porque está
diciendo ‘si el mal existe, el bien existe’, porque donde no exista el bien es
imposible que solo haya mal, pues de ese modo se destruiría a sí mismo. Ahora
bien, es claro que “el orden no se daría si Dios no existiera”, porque
solamente la voluntad del bien puede controlar el mal.
Ver https://tomasdeaquino.org/cuestion-7-de-la-infinidad-de-dios/
El problema se centra a lo que nosotros llamamos
infinito, un concepto imposible de abarcar por su grandiosidad. El universo
mismo se nos presenta como infinito ante nosotros, tanto en espacio como en
tiempo, y nadie puede demostrar que lo es como si no. Solo captamos su falta de
límite, y tan solo eso basta para definirlo como infinito, más allá de nuestra
incomprensión. Muchos todavía insisten que no puede serlo en tiempo, que tuvo
un comienzo de la nada por acción de un ente necesario al que denominan es
Dios. Pero este argumento falla, porque si se acepta que el universo es
infinito espacialmente también necesariamente debe serlo en tiempo. Además, de
lo que conocemos del mismo, es enormemente superior a lo que pudiéramos
conocer, nuestro cerebro sería incapaz de absorber tanta información. Siquiera
podemos absorber la que existe a la mano en nuestro planeta. Nuestra finitud es
extremadamente tan pequeña frente a la naturaleza que nos rodea, la que podemos
tocar y ver todos los días, que resulta deprimente si lo pensamos bien,
dándonos cuenta que apenas somos unos animalitos un poco más inteligentes, con
una capacidad creativa, cierto, pero extremadamente limitados física y mentalmente.
Esta realidad hace que los conceptos lógicos que van
más allá de lo cognoscible sean solo válidos en modo abstracto, en sus límites
meramente mentales, los cuales obviamente desconocemos en la realidad. Lo
importante es que al mismo tiempo de desconocerlos, no negamos a priori su
existencia, debido que la suponemos de ese modo. Aun así, nadie se preocupa de manera
pasional si el universo es o no es infinito, ni nadie afirma que no puede ser
infinito porque no existiría algo así por corresponder a algo simplemente
ilógico por las razones que esgrimiera. Sin duda es ilógico, pero nadie se
desvive si fuera infinito, lo que implica no solo en espacio, sino en tiempo,
puesto que una requiere de la otra.
De modo que si existiese el bien infinito en sentido
cualitativo, es necesario que exista el mal infinito también. Los creyentes
separan en dos personas diferentes estas cualidades, porque las antropomorfizan
separadamente y mal, negando que Dios sea infinito en ambas, cuando en realidad
solo es equilibrado de modo perfecto en ambas, ni siquiera es infinito en el
bien, solo lo es en su máximo bien en presencia ineludible del máximo mal. Es
imposible generar un bien si no se parte de un mal. La idea abstracta de un
Dios solo de infinito bien, aunque fuera solo en sentido cualitativo, también sería
totalmente ilógica, imposible de existir, porque eso conllevaría la necesidad
de otro Dios enemigo de infinito mal, y los católicos no entienden ni pueden aceptar
tal cosa sin dejar de ser católicos, porque ellos enseñan que Dios es eterno en
tiempo y único además de carente de equilibrio, y esos conceptos, si son
aceptados como veraces, generan un sinnúmero de contradicciones imposibles de
resolver racionalmente, dando lugar a que el ateísmo florezca.
Ver https://fundacionorotava.org/media/web/publication_files/publication23__a2_c003w.pdf
Los razonamientos filosóficos que parten de las
ideas de Aquino (comentario) sobre la existencia de
Dios son defectuosos, porque inventan un Dios filosófico para ajustarlo a sus
propias cavilaciones partiendo de premisas incorrectas. A diferencia de lo que
ellos piensan, Dios necesariamente está limitado por su propia naturaleza. Ellos
enseñan que Dios es la última causa, un ser incausado, lo que es impropio,
porque el mismo se causa a sí mismo (Ex. Seré lo que seré). La naturaleza
material, la que vemos, no es una sucesión de causas y efectos que deben de
tener obligadamente una causa no causada en un pasado, buscando siempre una
causa anterior para todo lo existente llegando a una última causa, sino una de
transformaciones eternas, de ciclos repetitivos sin fin de otros ciclos repetitivos
sin fin que a su vez lo son de otros ciclos y así sucesivamente, donde no
dependen entre sí. Por tanto, no se necesita una causa primera que no fuera
causada, porque todo siempre existió. Es un absurdo presuponer que el universo en
absoluto no existió eternamente antes de ser creado pero que Dios si existió.
Ese razonamiento es completamente ilógico y estúpido. Es preferible descreer
esa tontería que aceptarla para creer en Dios. Los creyentes presuponen que un
Dios que no sea infinito no puede ser llamado Dios, pero ese es su problema
cognoscitivo producto de sus oscurantismos intelectivos.
Por ejemplo, enseñan que si lo material fuese
eterno, estaría compitiendo con Dios, y eso no puede ser aceptado, porque solo
puede existir un solo Dios superior a todo. Eso es una tontería, porque Dios
moldea eternamente tanto la materia como lo invisible a su voluntad, por lo
tanto, eternamente sería superior a ellas, tal como la mente humana es superior
a la materia, los vegetales, animales e incluso su propio cuerpo. Es imposible
que un cuerpo sea superior al ego, la conciencia de ser, más bien todo cuerpo
se encuentra al servicio del ser. Por eso, cuando se habla de Dios debemos
entenderlo como una consciencia universal, una inteligencia consciente de sí
misma que actúa y moldea el universo constantemente. Es ese argumento algo
realmente incuestionable, y tiene que ver con la jerarquía, donde lo invisible
(la mente) gobierna todo, lo invisible y lo visible.
Por otra parte, se dice que la idea de Aquino ha
sido mal
interpretada cuando se refieren a un pasado eterno,
porque él no se refería a eso, que es sin duda una serie horizontal temporal,
donde cada elemento no depende del anterior al presente, solo en su causalidad
temporal, sino a una serie vertical o jerárquica, dónde la existencia de una
primera causa (o soporte) es fundamental que exista para que todas las que le
siguen también, sin la cual nada de lo que descanse o se levante sobre tal base
podría existir en el presente mismo. Por lo tanto, Aquino no se refería al
inicio del universo material en un pasado remoto, sino al sostén del mismo
durante el presente. De allí que algunos filósofos, diferentes a otros
que sí ven las tres primeras vías como argumentos cosmológicos, opinen que algunas
de sus vías argumentativas no eran cosmológicas. Para algunos, la idea
jerárquica existe aún en series temporales hacia el pasado, aún en un universo
eterno, porque el universo es esencialmente
contingente, donde se comenta, citando a Aquino,
que es imposible que se dé una multitud infinita en acto, tanto por esencia, como por accidente, evidenciando cierta
contradicción tomasina en la segunda postura, salvo si solo hablamos de cierto
tipo específico de cosas que manifiesten cualidades nuevas. Sin embargo, si
bien algunos proponen una variante al hablar solo del tiempo presente, los
ejemplos ilustrativos que proponen no son acabados, como ellos mismos
reconocen, porque es imposible desvincular lo cronológico del presente, con lo
cual el tema jerárquico verticalista también puede ser cuestionado, salvo que
hablemos de la mente o consciencia del ser que opera aquí y ahora, un tema que
se escurre como arena seca entre las manos, a causa de las distintas
interpretaciones de cada cual pujando por considerarla superior a cualesquier
otra que perciba diferente. Lo cierto es que, si se habla de un ser que
trasciende la materia, responsable de todo lo que existe aquí y ahora, entonces
es imposible que fuera cualitativamente de infinito bien, porque se introduce
la incomprensibilidad entre la voluntad libre y el ejercicio puro de todo bien,
cuya teodicea siempre resultó y resultará incompleta con tales premisas.
Cuando se habla de infinita magnitud lo es por
desconocida que por grande. La magnitud infinita no puede existir salvo en
sentido potencialmente abstracto, una noción, solo eso. Por ejemplo, ¿puede
existir una magnitud infinita de luz o calor? Dado que no existe el número
infinito es imposible asignarle una medida, por lo que solo podríamos decir que
lo sería si siempre permanece la existencia de luz o calor, desconociendo que alguna
vez no existió y que siempre existirá, sin importar la fuente que sea la que lo
genere. En ese sentido solo se puede decir que las virtudes de Dios son
infinitas, no en sentido de cantidad, sino de su presencia óptima en todas las
eras, es decir eterna. Solo existen virtudes, no grados de amor, bondad,
compasión, etc. Ahora, en cuanto a capacidad en memoria e inteligencia, sí
podemos cuantificar esas virtudes, pero aun así, no podemos decir que la
inteligencia de Dios es infinita, solo podemos decir que es colosalmente
inmensa. En cuanto a una cualidad moral como el bien o el amor no existen por
graduaciones, o es o no es tal cosa, por lo que no podemos decir que el bien de
Dios es infinito en una escala virtuosa, solo en su permanencia en el tiempo.
Además, si asignamos a un ser llamado Dios el sumo grado de virtudes, debemos
buscar a otro ser a quien asignarle el sumo grado de vicios. Sin embargo, decir
que alguien ama más que otro carece de sentido, porque es un punto de vista
subjetivo, y solo lo subjetivo puede tener graduaciones. Un mismo bien puede
ser apreciado o despreciado en función del punto de vista subjetivo de cada
persona.
Con respecto a los males hay de dos clases: los
naturales y los voluntarios, también llamados por algunos existenciales y
morales respectivamente, y ambos aplicados a todos los seres vivos, no a la
materia inerte, que es insensible a tales valores. Los naturales obedecen a un
esquema existente donde tales cosas son posibles y ocurren como parte inherente
de la propia naturaleza, tales como las fallas de reproducción, las enfermedades,
accidentes, competencia o lucha por la vida, y la muerte. La disposición propia
de la naturaleza obliga a la lucha por conseguir alimento, abrigo, pareja
reproductiva, etc., que bastante complicaciones genera cuando se debe competir
por tales recursos y necesidades, generándose inevitablemente los conflictos. La
naturaleza viviente opera con el fin de permanecer siempre con sus actores
existentes mientras las condiciones de la naturaleza material inerte sean
propicias para la vida y permanezcan dentro de ciertos límites, generando los
cambios necesarios para ello. Los males voluntarios en cambio son aquellos que,
derivados de la naturaleza y especialmente en un ambiente donde ciertos actores
impacientes que descreen de la existencia de Dios y de los valores del bien y
la verdad, son llevados a cabo por la voluntad inteligente del solo ser humano
causando males para su propio bien, porque los animales, ni los más evolucionados,
tienen consciencia no solo de lo que les sucede, sino de sus actos para ajustar
sus propias conductas en aras de un progreso continuo de su especie, apuntando
solamente a sostenerse hasta donde pueden en las mismas condiciones de siempre,
condiciones donde el mal y el bien operan libremente. De todas maneras, muchas
veces ciertas formas de vida alteran el ambiente modificándolo completamente,
eliminado formas de vida anteriores para instalar otras, pero lo hacen de la
misma manera que un volcán destruye miles de hectáreas de bosques y toda forma
de vida cercana para regenerar en otra semejante o distinta con el tiempo. Eso
no los podemos llamar males, salvo que nos afecten personalmente. Para eso
debemos evitar vivir al pie de un volcán, para no perder nuestras casas,
bienes, incluso la vida. Actuar imprudentemente trae sus consecuencias, y no
vale estar quejándose por ello, porque son las reglas de juego que la
Naturaleza ha ejercido por millones de años antes que siquiera apareciésemos
sobre la faz del suelo.
Por ello, los males voluntarios que realmente
afectan y mucho a los seres humanos son aquellos que proceden del mismo ser
humano, especialmente en su afán de instalar un sistema controlador de vida de
una sociedad basada en las desigualdades naturales en un sistema piramidal, y
tienen que ver con el engaño, el mentir, robar, esclavizar y asesinar a sus
semejantes por distintas razones de justicia personal o puramente de maldad,
siendo la codicia y el egoísmo las fundamentales, manifiestas para disfrutar
del mundo a costa de otros (porque no existe otra manera posible dada la
naturaleza) aspecto que aparecen en cualquier sistema que los humanos han
desarrollado, siendo camuflados con supuestas razones o argumentos positivistas,
como la voluntad de Dios, la libertad, etc. Los humanos tenemos la tendencia de
los extremos, y por ello le damos tanta importancia a la vida en su sentido de
existir al suponer que esta vida es la única que existe, viendo la muerte como
un mal infinito. En vez de ver la muerte como el fin de un ciclo, la vemos como
el final completo de todo por toda la eternidad, es decir, de infinito mal.
Esto convierte a la existencia presente como el infinito bien, el único
posible, lo único que en extremo “tenemos”, presionando a muchos a aferrarse a
ella a toda costa y a cualquier precio. Pero es solo una apreciación a causa de
nuestras engañosas percepciones subjetivas llevadas por el razonamiento
defectuoso, donde principalmente un ser supremo queda completamente fuera del
cuadro. Así engañados no podemos ver otras cosas que podrían ser interesantes y
hasta mejores que la actual existencia. De hecho, la existencia humana actual
debe ser vista como un estadio de pruebas, donde debemos estar dispuestos a sufrir
pacientemente injusticias y saber perder a veces cuando debemos cuidar un bien
mayor, y no levantarnos en peleas y revoluciones sangrientas, sino usando la
sabiduría y el amor. Ni la muerte ni la vida son únicos, ni uno es un mal
infinito ni lo otro un bien infinito, eterno, sino estados de existencia para
perfeccionamiento.
En la naturaleza existen muchos seres necesarios sin
los cuales muchas cosas existentes simplemente nunca existirían. De ello deriva
el argumento del ser necesario para que como mínimo algo llegue a existir, y en
función de qué es lo que existe podemos especular, si es que no está presente
para verlo, el tipo de ser del cual dependen o dependieron esas cosas
existentes o que han llegado a existir mediante él. La intención aquí es poner
un ejemplo claro de la segunda vía de Aquino. Por ejemplo, si vemos diques
hechos de ramas en el curso de un río diremos que fueron castores los que los
hicieron aunque no estuvieran a la vista allí para comprobarlo, pero si es un
carro, sin importar si es antiguo o moderno, toda razón dirá que el ser
necesario que lo produjo fue el humano. Los arqueólogos saben diferenciar si
una cosa llamativa descubierta fue el producto de la casualidad natural o del
ingenio humano. Una punta de flecha de obsidiana o sílice nunca pudo llegar a
existir producto de la mera casualidad en la naturaleza, frente a lo cual toda
razón fiable dirá que fue un humano quién la hizo aunque nadie pueda mostrarlo
siquiera en una fotografía, donde siquiera un mono o un oso puede ser
considerado como posible creador. Por ello, sin necesidad de ver al hacedor de
tal utensilio, todos sabemos que un ser humano lo hizo, aunque no sepamos si
fue varón o mujer, joven o anciano. Esto lo podemos deducir partiendo del
principio de razón suficiente. El mismo proceder aplicado a la necesidad de un
ser necesario para relacionar la existencia de cosas propias de la naturaleza y
en especial a la presencia de la vida en sus múltiples formas existentes en
ella, lleva a concluir que la vida solo puede venir de vida, y su complejidad
entrelazada dirigida siempre hacia un fin de equilibrio revela que la vida de
la cual procede además es sumamente capaz e inteligente, muy por encima de la
capacidad e inteligencia humana.
Y aquí deseo ingresar a la existencia de un aspecto
de la verticalidad o jerarquía que casi nadie toca en relación a la existencia
de Dios, tratándose de la existencia de algo superior a la existencia animal
humana, de seres inteligentes, libres y con voluntad provenientes de un mundo
invisible, siendo el verdadero tema a considerar, porque aunque Dios existiera,
sería totalmente imposible que un Ser diferenciado y existiendo como un ente
finito en otra parte desconocida del universo diera atención personal a cada
alma humana y estuviera pendiente de cada detalle de su Creación, a menos que
sucediera mediante una cadena de conexión descomunal sobre la cual desconocemos
por completo (para hablar de un Dios infinito deberíamos pasar a considerar la
idea de Dios de Spinoza). El punto aquí es que si se descubre que existen seres
inteligentes superiores, de otra dimensión distinta a la física conocida, es
decir, que no vienen de otros planetas, sino, de otra región desconocida, y que
de esos seres vienen las enseñanzas sobre Dios, eso sería fundamental para
comprender que nuestra existencia en la tierra no obedecería a ninguna de las
explicaciones religiosas ni científicas conocidas. Al mismo tiempo permitiría
entender el motivo por el cual los seres humanos son proclives a creer en una
existencia superior, del reino de lo invisible, que tanto tratan de menoscabar
y hasta ridiculizar los escépticos y ateos de este mundo, puesto que ellos
niegan a priori cualesquier posibilidad de existencias de seres inteligentes
invisibles de otro mundo o dimensión espiritual. Si lo aceptaran, se verían
obligados a reconsiderar su negativa en admitir que exista Dios, quien sería
algo así como el jefe de toda esa vida que no vemos ni podemos detectar de modo
claro y a nuestra voluntad con nuestros sensores.
Casi todas las argumentaciones sobre la existencia o
no de Dios carecen de verdadera importancia si nadie puede establecer una
relación personal con él. De nada sirve, luego de reflexionar e indagar
filosóficamente todo tipo de argumentaciones lógicas para tomar una posición al
respecto favorable al teísmo si después todo queda en solo creer que existe
Dios. Hay cuestiones mucho más serias que solo ser teísta, y tienen que ver con
el motivo por el cual existimos, las razones del mundo y lo que uno puede hacer
al respecto para sobreponerse. De hecho, nuestra existencia presente es más
importante que toda la filosofía humana para argumentar la existencia de Dios,
porque al fin y al cabo, no importa en qué clase de Dios creas si no entiendes
porque existes. La existencia humana es un absurdo, y como Dios existe, debe
tener un motivo, pero, una vida de propósito con creencias esperanzadoras
pueden encantar nuestro intelecto, pero la decepción será grande cuando te des
cuenta sobre su falsedad. Todo está destinado a decepcionarnos hasta que
descubramos que esta vida es una prueba a nuestro amor a la verdad y al bien.
En líneas generales las religiones cristianas, que
anteponen a la verdad y el bien la lealtad a una institución en distintas
magnitudes (en vez de a nuestro fuero interno), algunas de modo fanático,
enseñan que Dios ha castigado a Adán a la muerte, y la humanidad, al descender
de Adán muere, y aquellos que enseñan que después de la muerte nada hay, salvo
una resurrección, no alcanzan a darse cuenta que es un cuento absurdo, porque
el verdadero castigo que recibió Adán fue la pérdida de su amistad con Dios, y
si en verdad existió ese hombre que vivió más de 900 años, su mayor castigo así
como para su mujer fue vivir durante todo ese tiempo enemistados con Dios, por
lo cual la muerte física habría sido en realidad un alivio para ellos y no un
castigo. Para una existencia absurda nada hay mejor que dejar de existir y no continuar
viviendo a menos que, claro está, llegues a ser amigo de Dios. Que se enseñe
que la muerte física era la condena decretada por Dios me molestaba desde hace
mucho tiempo, desde cuando era un joven buscando conocer la Biblia y escuchando
a las distintas confesiones sus explicaciones, solo que después de muchos años
me di cuenta del error de esas enseñanzas. Así que esa vida absurda debió
servir para disciplinar a Adán y su mujer, para que al llegar a cierta etapa de
su existencia terrenal comprendieran que la enemistad con Dios es la verdadera
muerte, la muerte espiritual. Abraham, a diferencia de Adán, dice que le creyó
a Dios, y eso le fue tomado por justicia (Gén.15:5). Por eso se menciona que
llegó a ser el amigo de Dios (Sant.2:23), algo que Adán no, porque siendo
amigos al comienzo se enemistaron.
Adán y Eva no solo creían que Dios existía sino que
lo sabían, pero sus vidas fueron miserables porque no le tenían de amigo. Lo
mismo ahora. Se puede llegar a la conclusión de creer que existe Dios, incluso
saberlo, pero vivir vidas absurdas al no tenerlo de amigo. Sin una relación
personal con Dios, la vida presente no sirve para nada, es un absurdo completo.
Por eso, el mejor consejo que puedo darle a cualquiera es que busque a Dios,
quien es el origen de todo bien y verdad, y se haga su amigo, entonces su
existencia presente dejará de ser absurda al recibir paz hasta que esta vida
termine y recibir la esperanza de una vida que realmente lo sea, es decir, que
no sea absurda, sino racional, coherente, rica, consecuente. El llegar a
creerle a Dios esa promesa será contada como justicia nuestra al glorificarlo
ahora, logrando transitar esta vida presente en medio del absurdo sin que nos
fagocite la efímera realidad del mundo materialista.
Dios existe, pero a diferencia de muchos que lo buscan fuera de sí mismos, o de otros que enseñan que cada uno es Dios, como Spinoza, considero que Dios se halla en cada uno de nosotros y con cada uno en nuestra conciencia como Hijo, un Dios a la medida de cada uno, quien crece en la medida que crecemos, porque va junto al desarrollo de nuestro ser. Al estar en nosotros, con cada uno (como Hijo que nos lleva al Padre mediante el Espíritu), también está a su vez fuera de nosotros, en cada uno de los demás, pues se encuentra en cada conciencia existente, no solo en este mundo de disciplina, sino en el invisible o mundo espiritual.
Muy interesante el debate de porque un Dios bueno
permite el sufrimiento con
el apologeta Dante Urbina. Hasta el minuto 40 da una muy
buena explicación, una que nunca he escuchado de un católico. Vale la pena
escucharlo.
Pero hay algunos detalles importantes que deben ser
aclarados y colocados en su lugar.
Quien gobierna todo es Dios, pero este mundo es del diablo, lo gobierna Satanás, y no porque se hizo malo y compite con Dios, sino porque Dios mismo así lo desea, por lo que los males, no es por causa del pecado del hombre, sino que Dios mismo ha colocado al humano en esta condición o naturaleza de pecado, manifiesta en injusticia, dolor y sufrimiento para pruebas, humillación y regeneración, de ese modo poder entrenar a las almas que evolucionan mentalmente en la medida que creen en Dios y establecen una relación personal con Él. La naturaleza de pecado no es de la manera que lo explica la religión, sino que se corresponde a una condición impuesta mediante la propia naturaleza que impulsa a las almas a rebelarse contra Dios, y dicha rebelión solamente se da cuando el ser humano se encuentra en error, es decir, cuando se deja llevar por los impulsos propios de la naturaleza creada y no por la inteligencia y el amor al bien y la verdad. Cuando alguien llega al nivel de comprender la profundidad del bien y la verdad llegando a conocer a Dios, humildemente se da cuenta que se ha regenerado del mal y la falsedad, ha salido de la oscuridad a la luz, y ha completado su destino en esta vida, porque por eso cada uno ha venido. Su esperanza no consiste más en poder disfrutar la vida en este mundo, porque no hemos venido a existir para eso, dado que es imposible cambiar la naturaleza del mundo, sino para dejar para siempre este mundo de dolor para pasar a existir en un mundo donde responsablemente actuaremos de tal manera que dicho mundo sea sostenido en el bien y la verdad siempre, no por Dios o un Ser externo, sino por cada uno de los que componen la entera sociedad. Quienes no lo hayan logrado o darse cuenta de ello, su vida transcurrirá en un mundo semejante al actual hasta que se den cuenta y se regeneren al nivel en el cual puedan vivir existencias creativas y responsables en donde siempre puedan aportar en bienes y verdades, sometiendo a cualesquier males y falsedades en vez de caer presas de tales infortunios, un mal que potencialmente siempre existirá, pero en un entorno más delicado y exquisito.
Para que este aspecto sea válido en un entorno de amor personal de Dios todas las almas que nacen y mueren antes de ser adultos deben de corresponder a almas que nacen para hacer sufrir a sus padres, o bien para introducir dudas diabólicas en el caso de infantes, o bien aceptar que son almas preexistentes que cumplen con castigos al acortárseles la existencia por algún motivo que desconocemos, o quizás para evitar continúen sufriendo. También es posible pensar de que la vida humana es un accidente indeseado producto de algún error propiciado por un demiurgo, que luego de crear a la raza humana quedó la evidencia de su incorrecta creación de la naturaleza, por lo cual todas las almas que caímos a vivir en este mundo solo debemos esperar a salir de él para retornar a la nada, teoría final que es compartida por los ateos. Así, los más afortunados serían sin duda alguna quienes no han nacido, o bien los abortados si en realidad ya es un alma individual al momento de la concepción, o bien, aquellos que mueran ni bien sea constituidas como tales.
Los apologistas dicen: ‘Dios no se manifiesta abiertamente al mundo para que exista la fe’. Digo: esa fe, que es una confianza absoluta en Dios en contra de toda evidencia, existe cuando no existe ninguna otra cosa en la cual racionalmente creer. Cuando el hambre por saber no se satisface, de alguna manera la mente lo crea hasta que poco a poco va descubriendo cosas que antes desconocía, a las que solo pudo llegar por el primer impulso. Esta es la manera en que la mente humana evoluciona, sin la cual el mundo humano actual habría sido imposible.
Cuando el apologista Dante Urbina comienza a manifestar las doctrinas fundamentales católicas, como la transubstanciación, la virginidad de María, su naturaleza libre del ‘pecado original’ (de otro modo Jesús habría sido un humano como todos, un pecador más) con la importancia que le dan en su adoración, que es mayor que la dada a Dios y a Jesús, porque todo católico la usa como mediadora, dado que inconscientemente le tiene mucho más miedo a Dios y a Jesús, porque ya sabemos que, según la Biblia y la doctrina paulina, todos los seres humanos somos naturalmente malvados (pecadores, dicen), y si no nos bautizamos aceptando el sacrificio redentor de Jesús estamos condenados, y al morir, solo si es que Dios lo decide, vamos al purgatorio para aceptar allí como una segunda oportunidad las creencias que no podemos aceptar ahora mientras se purgan nuestros pecados (no importa si asesinaste a alguien o tan solo por impulso no trataste bien a alguien o por equivocación no hiciste lo que debías haber hecho y ofendiste a alguien o de alguna manera salió perjudicado), o al infierno como castigo eterno si no las podemos aceptar, creencias como la mediación de los santos muertos colocados en imágenes en las iglesias, los rezos por los muertos, cargando con las ejecuciones cometidas contra los que ellos han llamado herejes (por quienes, piden disculpas pero no rezan por sus almas), habiéndose hechos amigos del mundo, viviendo en desahogo del trabajo duro de los demás mientras abruman a la gente humilde y sencilla con toda clase de obligaciones, en fin, me doy cuenta que el cristianismo proviene del diablo mismo, de espíritus burlones, malignos y mentirosos. Toda esa parafernalia de creencias no pueden tener lógica alguna, especialmente en relación a un Dios que es amor. Cuando las escucho o leo sus apologías me vienen a la mente descubrimientos como los de Atapuerca o de Olduvai, en donde hemos podido llegar a ver que las mismas condiciones de naturaleza humana han venido existiendo sobre la tierra hace al menos un millón de años atrás, ante lo cual si ese Dios católico o cristiano existe, nos oculta la verdad de nuestros orígenes, convirtiéndolo en un personaje siniestro, donde sería mucho más preferible que no existiera. Todo esto poco a poco se va revelando gracias a las leyes existentes en la propia naturaleza que el actual humano desde fines del siglo pasado y durante el actual siglo XXI las está aprendiendo a usar (ver también Atapuerca b)¿No ha sido providencial que se descubriera la cueva
de Altamira recién a comienzos del siglo XX y por medio de una persona adecuada
que la supo valorar y preservar debidamente luego de estar sellada 13.500 años,
datos que solo la ciencia actual nos puede brindar? ¿No ha sido providencial
que hacia finales del siglo XIX los constructores de una línea férrea para
transportar mineral de hierro y calcio decidieran atravesar por una dirección
no esperada ni planificada pero que los llevó a dinamitar una sierra para abrir
una trinchera, sin la cual no se habrían descubierto los depósitos paleo
históricos de Atapuerca que tanto conocimiento han brindado a la humanidad? ¿No
ha sido providencial que a mediados del siglo XX se descubriera la manera en
que se mueven las placas tectónicas y se forman montañas y volcanes? ¿No se
constituyen todos esos conocimientos científicos un aporte fundamental para
corregir las doctrinas y liturgias religiosas de las diferentes religiones,
especialmente las cristianas, en las que muchos todavía se aferran a conservar
teologías antiguas y absurdas basadas en interpretaciones literales, como algunas
de las mencionadas en el NT y tomadas por la iglesia católica?
Realmente, cuando uno analiza las evidencias
arqueológicas, con sus abundantes y precisas dataciones, en donde la existencia
del homo
sapiens con una antigüedad de alrededor de 170 mil años
está ampliamente documentada, ubicándonos en el período denominado paleolítico
superior y medio (ver también Paleolítico
y Paleolítico
inferior), la historia “revelada” de Adán y Eva, con su
cronología bíblica que no pasa los seis mil años con la doctrina paulina de la
redención al unificar a toda la humanidad como descendientes de Noé a causa de
un diluvio universal, todo eso pasa a ser una teoría descartada
producto de un engaño inspirado, donde la “inspiración” no pudo ser más que la
propia imaginación abstracta humana considerada de origen divino al
supuestamente darle respuestas a su búsqueda sobre su pasado y su origen,
tomadas de alguna manera a partir de datos históricos oscuros y complejos, adicionada
con las razones de las cosas que en esa época le preocupaban sobre lo que le rodeaba y el
motivo de su existencia, en la medida que reflexionaba sobre ello.
Todas las evidencias demuestras que el origen de la
humanidad está muy lejos del comienzo de una edad de oro, partiendo más bien
desde la más primitiva y miserable existencia animalesca orientada
irresistiblemente a una separación de la misma, para pasar a constituirse en
una miserable existencia humana que ha estado mejorando su nivel existencial en
diferentes etapas históricas hasta alcanzar niveles promedio nada despreciables.
El mundo espiritual existe, sin embargo desde ese mundo espiritual lo más probable es que es imposible para los seres espirituales que allí existen, en su mayoría posibles ancestros humanos, ver desde allí cómo es nuestro mundo físico, pues de otro modo nos habrían informado desde hace miles de años de la existencia de continentes y que la Tierra es una bola que gira alrededor del Sol. El mundo material solo es visible desde nuestra dimensión material, y ellos solo se enteran en la medida que lo podamos hacer nosotros y se lo hagamos saber de distintas maneras, probablemente a través del pensamiento o de la lectura, pero ellos por sí mismos no pueden verlo, del mismo modo que nosotros no podemos ver cómo es el de ellos. Siquiera han podido ver a Dios aunque creen existe. Todo es un gran misterio, donde Dios es invisible para ellos como lo es para nosotros, y las almas viven existencias evolutivas semejantes a la nuestra, donde también existen diferentes creencias, atestiguada por distintos videntes, como Swedenborg. En consecuencia, esto así sería si tales entidades espirituales fueran nuestros amigos. Otra variante, dado que también hay seres que pueden materializarse, es que exista un grupo superior de seres que sí pueden ver el mundo físico y relacionarse con el mismo, asemejándose a la relación que nosotros tenemos con los vacunos, cerdos, etc., los cuales usamos para nuestro beneficio y no tenemos ningún interés en contarles nada de lo que sabemos aunque pudieran entendernos. Si esto fuera correcto, tales seres, a los que las religiones asocian con el diablo, serían los verdaderos dueños del planeta (como los ha investigado y descrito el ex sacerdote católico Salvador Freixedo). Y aquí podemos encontrar de manera más evidente y documentada la fuente de tales “revelaciones” religiosas ancestrales y modernas, las que es posible se mixturen con las provenientes de las almas de un mundo espiritual aislado que son incapaces de ver el mundo físico, y se contrapongan con la influencia de las entidades superiores, las cuales les ocultan al humano y al mundo espiritual inferior la verdad, quienes evidentemente no pueden ser amigos nuestros ni del mundo espiritual inferior.
No hay que olvidar que existen dos tipos de humanos: los que descienden del primate y aquellos que descienden del cielo. Los primeros son los que roban, mienten, falsifican, los segundos aquellos que conocen el bien y la verdad y van tras ella, aunque les cuesta mucho mientras vivan en estos cuerpos animales parientes del mono en un mundo donde el mal y la falsedad son omnipresentes.
El problema que tiene la doctrina social de la iglesia con el liberalismo es que sus feligreses son fácilmente absorbidos por el vicio y caen rendidos al consumismo perjudicial. Si el humano en general es, en vez de animal un ser celestial, la codicia empresarial se vería afectada, no solo por el consumidor sino también como empresario, pues todos serían guiados por el bien y la verdad. Pero el mundo está lejos de ser de ese modo, y la iglesia es incapaz de hacer que el humano animal, el primate, sea un hombre espiritual imponiendo doctrinas y sacramentos, porque esencialmente es el resultado de una decisión personal que llega por disciplina divina en un proceso de evolución de nuestra conciencia, un aspecto en donde ninguna religión sabe cómo orientar a sus feligreses en ese sendero de auto elevación espiritual. Los liberales dicen, en su defensa, que el empresario sirve al consumidor, y que éste es soberano, pero si así fuera no existiría el neuromarketing, donde los empresarios tratan de influir y arman sus empresas para simplemente explotar al consumidor y en absoluto en servirlo, ya que solo son guiados por la codicia. La codicia de los empresarios es responsable, también, del armado financiero especulativo, donde atrapa a los inversores apelando a su propia codicia para arrastrarlo a las manipulaciones cotidianas, cuyas pérdidas son trasladadas, por el Estado, a la población general, aspecto que a los liberales les encanta, nunca lo critican. El liberalismo, que considera la propiedad privada como algo absoluto, se olvida que la misma no existiría sin la presencia de un estado militarizado que la concede, por lo que determinar su total no injerencia en los asuntos comerciales privados es simplemente de estúpidos. La propiedad privada es el resultado de un bien social generado por el Estado, por lo que la misma, si no sirve al bien social por el Estado generado, debe ser regulada, por mal que les pese a los liberales. El problema es la forma en que se lo hace, pues donde existe un Estado corrupto (sin importar su denominación política), no podemos esperar que vele por el bien y la verdad.
En muchos aspectos concuerdo con Milei, sin embargo
hay cosas que se malentienden, porque el problema central no es el Estado, sino
la corrupción que existe en las personas que se encuentran en el Estado, que es
propia también de la sociedad general en la que dicho Estado se fundamenta. Milei
mismo propugna una lucha moral, pero no sin Estado, porque no puede existir
derecho alguno, siquiera el de la propiedad privada, sin la existencia de un
Estado, porque en caso de su inexistencia, la misma se establecería mediante la
competencia entre privados, natural y pacíficamente si hay disponibilidad para
todos, pero por la fuerza si se disputa la tenencia de los recursos,
imponiéndose en tal caso los más fuertes y los más sinvergüenzas. En países
cuyos estados son débiles, surgen revoluciones y guerrillas internas para
conquistar el poder. Los Estados son anárquicos por naturaleza y las fronteras
existentes fueron el resultado de derramamientos de sangre y disputas
fronterizas. El Estado se torna totalitario cuando quiere imponer medidas que
van contra, no solo de la libertad responsable, sino, en contra del
libertinaje, porque en una sociedad donde el problema es moral (que
eufemísticamente algunos dicen “cultural”), donde la mayoría miente y solo
busca su propio beneficio a costa de otros, inevitablemente, cualquiera sea el sistema
estatal, un Estado fuerte siempre se vuelve totalitario para los inadaptados.
Así, un Estado que fuera de derecho, a favor del bien y la verdad (que algunos
eufemísticamente denominan “transparencia”) en una sociedad como la nuestra sería
considerado totalitario por quienes son corruptos (que por desgracia es la
mayoría, hasta los más “buenos”), y como no los dejan robar o hacer sus
negocios a sus anchas o de vivir la vida a su manera exigiendo derechos sin
deberes, dirán que los “persiguen” y harán todo tipo de revoluciones para
volver al poder. Para que un sistema como el que Milei propugna funcione para
el beneficio de la mayoría necesitamos primero una sociedad mayoritariamente
regida por una moral o ética del bien y la verdad, libre de vicios y codicia, y
eso lamentablemente no lo tenemos, ni siquiera la iglesia ha podido influir
positivamente en los feligreses que conforman nuestra nación, donde el sistema
judicial es tan corrupto como el ejecutivo y el legislativo, compuesto al
parecer de ateos recalcitrantes, pero que en realidad son en su mayoría
católicos. El propio Mujica, un ateo, se ha dado cuenta que el problema es el
mismo ser humano, no importa qué sistema de gobierno se adopte. Contra la
corrupción no alcanza con solo una lucha cultural, sino espiritual. Lo mejor
que nos podría suceder en este país es que los políticos se arrepientan de sus
mentiras y abrazaran la verdad aun a costa de sus ambiciones y codicia
personal. Sin una consciencia superior anclada en la trascendencia no hay
salida ninguna.
Por supuesto, lejos estoy de la aplicación de una
doctrina social de la iglesia, que ha demostrado su fracaso en el mundo
católico al perseguir el comercio y tratando por la fuerza de imponer su visión
moralista de la vida. Apologistas como Urbina deberían darles vergüenza de pertenecer a semejante institución, que por su juventud todavía no ha
descubierto su enorme falacia e hipocresía, ni dónde se encuentra Dios ni la
verdad de la vida humana en este mundo. La iglesia católica ha fracasado porque
ha pretendido instalar el Reino de Dios aquí en la tierra al mezclarse en
política para poder aplicarlo a la civilización humana, algo imposible, una
utopía irrealizable, porque de hecho, está condenada por el mismo NT cuando al
propio Jesús se le hace decir “mi Reino no es de este mundo” (Jn.18:36). Dado
que el Reino de Dios para un cristiano que lo es de verdad no está en este
mundo, nunca le interesará que exista en este mundo, porque en este mundo es
imposible que funcione por la manera en que se encuentra estructurada la misma
naturaleza en la que el humano existe, porque los conflictos son inevitables y
la manera de resolverlos siempre requerirá de violencia y sometimiento, a causa
de la ignorancia y estupidez humana de las que partimos todas las almas al nacer
en este mundo. No obstante, frente a un sistema socialista comunista sin duda
un sistema capitalista es mucho mejor por más defectos que tenga, aunque eso no
signifique que todos viviremos felices, porque eso simplemente es imposible, pero
al menos, siempre es mucho mejor vivir en un Estado capitalista donde rige el
libre comercio y se respeta la vida y la propiedad que en cualquier régimen o
dictadura socialista comunista, un Estado que inevitablemente debe ser
totalitario para existir. No obstante, la auténtica visión que el evangelio de
Cristo enseña, contrariamente a la que la mayoría de los que se dicen ser
cristianos creen, es justamente el desprecio por todo lo bueno que este mundo
pueda ofrecer, porque frente a la verdadera vida en el Reino de Dios, la más
apreciada vida en este mundo es una porquería. El Reino de Dios pertenece a
otro mundo, y es a ese mundo que cualquier seguidor genuino de Jesús aspira
llegar, poniendo su esperanza y luchando por él diariamente. El verdadero
cristiano acepta las condiciones que le toca vivir ahora y no se preocupa por
mejorar este mundo, que de hecho ya resulta en un enorme bendición a su
comunidad la sola presencia de una persona de su calibre, que es respetuosa de
los demás y no ejerce violencia alguna, más bien procura lo bueno y dice siempre
la verdad en todo, poniendo el verdadero ejemplo de cómo debería ser el
comportamiento humano.
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