En Daniel 12:2 en hebreo menciona que “despertaran”, en griego escriben ἀναστήσονται, anasteisontai, traducido normalmente “levantarán”, verbo que, además de usarse para indicar un cambio de posición física (Hech.20:30) es usado también para indicar resurrección (Mc.8:31; 12:25; 1Tes.4:16). Y dado que en las Escrituras, cuando habla de ‘resurrección’ no necesariamente se refiere únicamente a la vuelta a la vida de una persona fallecida, sino, y principalmente, al despertar espiritual, tenemos que interpretar el pasaje correctamente, para poder apreciar a qué tipo de resurrección se refiere.
Y en Dan.12:2 se
menciona algo que no se entendería si se tratara solo de una resurrección
física, de un volver a vivir del alma corpórea.
“Y muchos de los que
duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y
otros para vergüenza y confusión perpetua.”RV60
¿Qué sentido
tendría que unos fuesen resucitados “para vergüenza y confusión perpetua”?
Además, en
hebreo menciona que “algunos (para) vida, para siempre, y algunos (para)
deshonra y desprecio para siempre.” La expresión ‘para siempre’ en hebreo es oulam, y en griego de la LXX es aionion, que no posee una connotación de
‘eternidad’, sino de mucho tiempo.
El que muchos sean despertados en un tiempo
determinado y no todos, parece claro
que ese pasaje debe interpretarse de manera simbólica y no literal.
Aquí, los “que
duermen en el polvo de la tierra” no son los cadáveres, sino las almas que no
han visto la luz espiritual, que es toda la humanidad que pulula sobre el
suelo, en dónde habrá quienes al verla disfrutarán de una existencia dichosa al
comprenderla debidamente, en cambio para otros resultará en vergüenza y
confusión perpetua, será su ruina, al no comprenderla o malinterpretarla. El
resto seguirá ‘durmiendo en el polvo de la tierra’.
Si se analiza el
texto vemos que en primer lugar dice “y muchos…”, es decir, no aplica a todas las almas humanas, sino
solamente a una parte de los humanos. Por lo tanto, nada dice sobre la
condición del alma después de la muerte física de toda la humanidad, ya que
solo habla de la condición de vida espiritual del alma de unos y otros según a
cómo reaccionan ante la luz espiritual.
Mientras a
algunas almas la luz espiritual las hace regenerarse y ganarse la vida dichosa,
a otras en cambio esa luz espiritual las condena al dejarse como están y no
trabajar para regenerarse. Recordemos que muchos, no todos, son los que despiertan
al ver la luz espiritual. La mayoría no despiertan nunca por más que esa luz
los alumbre. Cierran sus ojos, se tapan y siguen durmiendo, pero algunos
despiertan y se enferman con esa luz, y pasan a la deshonra y la confusión
religiosa.
Estos conceptos son
muy repetidos en las Escrituras.
Un predicador que
no comparte una explicación simbólica del texto cita Mat.20:28 para señalar que
el ‘sacrificio de rescate’ de JC no será para “todos”, sino que solo
beneficiará a muchos. Luego de
mencionar eso enseña que ‘no todos resucitarán’ en la segunda venido de Cristo,
y cuando menciona eso da a entender que habrá personas que después de haber
muerto (entiéndase corporalmente), Dios nunca la hará volver a la existencia
consciente, juzgándola merecedora de la muerte eterna al momento de morir en
cualquier época (y especialmente durante el Armagedón), que equivale a estar
inconsciente por siempre, sin existir en ninguna parte por la eternidad.
Pero otra vez:
frente a esta interpretación, ¿para qué ‘resucitar’ a quienes se sabe de
antemano que son del grupo que no les beneficiará en absoluto? Se explican
diciendo que habrá quienes merecen la misma oportunidad que tuvieron aquellos
que ya fueron sentenciados a la muerte eterna, de allí que son resucitados para
ver ‘cómo responden al evangelio’, y algunos procederán igual que los que ya
fueron sentenciados, pero, se desprende, que algunos de los algunos
supuestamente aceptarán la salvación y ‘adorarán a Jehová como Él desea’ y
pasarán al bando de los que terminan resucitados para vida.
Según ellos, los
‘injustos’ que nunca resucitarán son aquellos que ya fueron condenados en este
mundo a la muerte eterna. Los ‘injustos’ que resucitarán serán aquellos a los
cuales se les darán aquellas oportunidades que tuvieron los ya condenados y que
ellos no la tuvieron.
Sin embargo, el
pasaje de Daniel no explica ese detalle importante, ni las Escrituras hacen
distinción entre ‘injustos’ a la hora de resucitar, sino que lo agregan como
parte de su ideología, lo que ellos han desarrollado como su particular doctrina
de la resurrección partiendo de su concepto del alma debido a que interpretan
literalmente dicho pasaje de Daniel.
No obstante, son
tan entreverados en sus interpretaciones, que también lo interpretan en sentido
simbólico, refiriéndose al despertar espiritual, según cual literatura lean de
su frondosa biblioteca (otra
resurrección-jw.org), generando de esta manera una confusión teológica
enorme (resurrección
corporal-jw.org).
El problema
básicamente se encuentra en el concepto que ellos tienen del alma, al creer que
ésta no solo no es inmortal sino que no es nada que no fuese el cuerpo mismo, y
que es por lo tanto ‘la persona misma que vive en un cuerpo humano’, al igual
que son los cuerpos animales (solo que para ellos no son personas, claro), y
que al morir el cuerpo, el alma muere también, igual que los animales (que
nunca resucitarán), que también son almas, según ellos entienden del primer
capítulo de Génesis.
Por cierto, no
es mi deseo defender alguna teología o religión, pero debo decir, para quienes
aseguran basarse en la Biblia, que ese concepto no existe en el NT, sino que se
produce como consecuencia de ideas humanas carentes de información expresadas
como si fueran ‘dichos de Dios’ al formar parte de algunos pasajes bíblicos, a
los cuales se adosan razonamientos eisegéticos equivocados, especialmente al
partir de ideas literales y mal entendidas de ciertos pasajes del AT.[1]
Para empezar
pregunto: ¿es el alma bíblicamente inmortal? Respondo: No, no es inmortal, es
mortal.
En eso tienen
razón, pero el problema es que se confunden al no captar la intencionalidad
existente en el NT (y también en el AT), la cual es posible visualizarla tan
solo leyendo sin sesgos y tratando de entender lo que quieren decir los autores
de tales escritos.
Podemos decir
que cuando habla de la muerte del alma, en ninguna parte dice de modo
categórico que se refiere a la muerte del cuerpo (Sal.42:4-6; Sal.86:13). Por
ejemplo, el Sal.116:7-9 no está hablando de la muerte del cuerpo, sino del
alma, a pesar que muchos entiendan que se refiere a sobrevivir corporalmente un
tiempo más, siendo preferible seguir literalmente como ‘perro vivo’ antes que ‘león
muerto’, pensando se refiere al alma en su sentido de ‘cuerpo vivo’ (Ecl.9:4). El
alma se diferencia del cuerpo, así como ambos del espíritu (1Tes.5:23). El
concepto cristiano ya era muy distinto a como lo entendían muchos del hebreo, a
pesar que usaban las mismas escrituras hebreas. Por ello, a pesar del cambio,
casi todos no podían ver esos pasajes fuera de la persona de Jesucristo, nunca
de modo personal, sino en otro, que luego se desviaron nuevamente al
convertirlo en Dios.
Cuando uno lee
con atención los pensamientos de Pablo nota a veces una afectación notable,
algo así como que “no tenía todos los patitos en fila” o “no le llegaba el agua
al tanque”. Pablo sin duda era un fanático y pasional, y esa condición nubla el
razonamiento y la cordura. Y esto lo podemos decir en base a sus cartas
auténticas, que son solo 7 de las 14, aunque seguramente hasta sus cartas
auténticas sufrieron ediciones posteriores en algunos pasajes o agregados.
Por ejemplo,
para introducir la muerte vicaria lleva al extremo de la irracionalidad el tema
sobre la misericordia de Dios y el tema del pecado, donde enseña que la ley de Moisés
fue dada para señalar que todo ser humano es practicante del mal, porque de
otra manera habría quienes vivirían al cumplirla. Y cuando dice “vivirían” está
hablando en el cuerpo físico. Aquí se nota que derrapa.
Nunca nadie
pretendió vivir siempre sin morir en la tierra, la muerte es un proceso
natural de la existencia de los cuerpos
materiales. De hecho, sin muerte no existiría evolución ni progreso. Y en el AT
se preguntaban adónde iban los muertos humanos después de morir, porque nadie
lo sabía. Nadie oyó hablar de alguna resurrección, y si alguien la imaginaba,
no podían hacerlo salvo en los mismos cuerpos físicos.
La primera
resurrección por demás clara bien explicitada en un cuerpo no físico es la de
Jesús en el NT. Aun así, muchos creyentes en Jesús de esa época no entendían
este tema. Hasta el día de hoy hay creyentes que no lo entienden.
Existe una
notable incomprensión sobre el alma, el espíritu y la muerte espiritual.
En el Sal.73:25-27 habla de “mi carne” y “mi corazón” como dos cosas
distintas, cuando el corazón también es carne. Sin embargo, seguido muestra que
Dios es la fortaleza solo de su corazón, pereciendo los que “están lejos de ti”.
Cuando en las Escrituras usa la expresión “corazón”, se está refiriendo a la
parte más íntima de la persona, equivalente a los que es su alma.
En Mat. 20:28
muestra que JC entrega su “alma”, no su cuerpo, en rescate de muchos. En otras
palabras, el “alma” de JC es usada por él mismo para vivificar a las almas
muertas. Y son muchos y no todos, porque no todos, es decir, muchos otros no
creen en que la vida del alma es posible aparte del único cuerpo que poseen, no
ven que la vida del alma es la vida en espíritu y no en la carne, es decir, la
vida biológica del cuerpo, sino en un cuerpo espiritual, distinto al cuerpo
físico.
El hombre
interior es el espiritual (2Cor.4:16), es el alma vivificada por el espíritu del Señor (Ef.3:16).
Un jesuita habla en la red sobre “la gran paradoja
evangélica: «Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mí, la encontrará», era difícilmente comprensible cuando la
palabra psychè se traducía por «alma» (Mt 16, 25 y siguientes)”.
Por eso los traductores cambian “alma” por “vida” en ese pasaje. Sin embargo es
perfectamente comprensible escribir “alma” y no ‘vida corporal’ (que es lo que
intentan decir), porque “perder el alma” por JC significa ni más ni menos, no
morir como un mártir como se cree, sino perder las gratificaciones mal habidas
a las cuales renuncia un alma al amar a Dios, quien representa a la verdad y el
bien. Quien eso haga, contrario a lo que muchos pensarían, esa alma se
encuentra a sí misma más dichosa y feliz que si hubiera procurado satisfacer
sus deseos egoístas. Quien se procura a sí mismo sin tener en cuenta a Dios,
pierde su alma, no su vida corporal. Los traductores y lectores, como el
jesuita, no entienden ese texto.
Es que a fin de cuentas, todos morimos, sea un alma
atea o creyente, y nadie salva su vida corporal solo si la pierde entregándose
para que lo maten en nombre de Dios. Muchos al leer esos pasajes no pueden
entender su significado porque lo analizan desde un enfoque netamente
materialista, totalmente pragmático. Para los cristianos que escribieron el NT
al estar imbuidos de ideas platónicas, el alma no es el cuerpo sino la persona
que pervive la muerte del cuerpo. De allí que no existe una plena armonía entre
los que creían y pensaban los israelitas y judíos ortodoxos de lo que creían y
pensaban los judíos heterodoxos que escribieron el NT.
Tanto se interpretaban mal las Escrituras durante el
primer siglo como ahora.
No obstante, en
las Escrituras se suele usar la muerte del cuerpo para plasmar la idea del
significado de la muerte del alma. Sin embargo, notaremos que no sabían
realmente lo que sucede después de la muerte. Por ejemplo, cuando el sabio en
Eclesiastés reflexiona sobre este asunto levanta la siguiente pregunta al ver
con los ojos la muerte de los cuerpos, tanto el de los humanos como el de los
animales:
“¿Quién
sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu
del animal desciende abajo a la tierra?” (Ecl.3:21, RV60).
Solo estaba claro en la mente judía que los animales
tenían el mismo espíritu que el ser humano (Ecl.3:19), y solo le preocupaba por
desear saber si Dios de alguna manera hacía una distinción entre el espíritu
humano del de los animales. Su mente no veía un alma diferente al cuerpo.
¿Quién es el que sabe? Pues parece que nadie lo
sabía, y como no habla del alma por eso se confunde y no conoce la respuesta
que sí aparece en el NT de cuando incorporan el alma además del espíritu
y el cuerpo, porque antes de ese
tiempo se pensaba en el judaísmo que el alma es el cuerpo con vida, es decir,
con espíritu que da vida. De allí que para ese sabio solo el espíritu del
hombre volvía a Dios (Ecl.12:7), y el de los animales no, porque Dios no los
resucitaría después, sino solamente a los humanos. Todos estos razonamientos no
son revelaciones de Dios, sino cavilaciones humanas.
Por eso, el NT, imbuido de mayores argumentos
filosóficos, cambia el enfoque, al que llaman ‘misterio revelado’, y tiene que
ver con la salvación de las almas, no de los cuerpos. Los fariseos, saduceos y
hasta los esenios, no veían posible vivir sino solamente en cuerpos de carne
(Mc.12:24, 25; Mt.22:29, 30 y Lc.20:34-36[2]). El
pasaje de Ecl.9:4-6 es netamente materialista y aristotélico, no es cristiano.
Por ello, cuando se leen pasajes de las Escrituras hay que tener cuidado,
porque siempre son opiniones humanas dichas sin ninguna autoridad. Pensar que
son “Palabra de Dios”, y que cualquier cosa que diga es “la verdad”, es una
manera impropia de leer la Biblia. Debemos leer la Biblia como cualquier otro
libro humano, siempre de manera crítica, usando nuestra inteligencia para poder
diferenciar las ideas que allí se vierten.
Solo de esa manera podemos diferenciar las ideas y
creencias de unos respecto a otros. De hecho, en el mismo AT podemos encontrar
ideas contrapuestas. En Ezequiel, por ejemplo, es muy claro el concepto de la
muerte del alma, pero si se lee bien, es fácil darse cuenta que no se refiere a
la muerte del cuerpo. Sin embargo, creyentes ‘cristianos’, como los TJ, lo
asocian a la muerte del cuerpo.
Y si bien el
alma es mortal, el único que puede hacer que esté muerta es Dios, con lo cual no muere al morir el
cuerpo (Mat.10:28; Jn.8:51; Luc.16:22, 23).[3] Su
estado de muerte o de vida depende de su relación con Dios, y no simplemente que
está consciente de estar viva al respirar. Esa es la teología manifiesta en el
NT.
Y si Dios hace
que un alma muera, es Dios el único que puede hacerla revivir (1Sam.2:5-7). Y
la vida y muerte de cada alma depende, no de Dios, sino de cada alma (Gén.2:17;
Deut.30:15; Prov.12:28; Jn.3:16). Y las almas pueden estar muertas mientras
viven en este mundo (Mc.8:36; Mat.8:21, 22; Lc.15:24) o en el venidero (Ap.14:13; Luc.16:22, 23).
A diferencia de
los animales, el ser humano es el único que posee la capacidad reflexiva para
darse cuenta no solo lo que es, sino lo que desea ser, es el único que puede planificar y proyectar
sus existencia acorde a sus deseos y voluntad llevados por su conocimiento y
entendimiento, algo que ningún animal posee la capacidad de hacerlo. El humano
puede ser el más perverso y maligno así como el más recto y bondadoso, creando
y logrando cosas nuevas, y eso lo elige usando su mente.
Y los que se
encuentran en males y sufrimientos no logran darse cuenta que eso se debe a que
se encuentran dormidos como almas al no amar a Dios ni el bien y la verdad que
representa, es decir, muertos para Dios. Y esto es de ese modo porque no creen
en Él ni en su poder, que opera internamente en cada individuo.
La Escritura
dice que Jesucristo, el Señor, es “juez
de vivos y muertos” (1Ped.4:5; Hech.10:42; Rom.14:9, 12; 2Tim.4:1). ¿De qué
manera puede ser juez y Señor de muertos si éstos se encuentran inconscientes,
incapaces de razonar y entender sus sentencias?
En el evangelio
de Mateo se muestra que las cabras, los malhechores, escucharán la sentencia
divina que los condena (Mat.25:32, 33, 41), con lo cual el juicio se desarrolla
con las almas capaces de entender y razonar, no inconscientes, imposibilitados
de escuchar. Cada cual sabrá y entenderá bien el motivo por el cual estará
condenado o redimido.
Pablo afirma que
“todos” tendremos que estar frente al juez. Y cuando dice “todos”, no solo
habla de los cristianos, sino de todo el mundo (Sal.9:8; 96:13; Mat.10:15; Col.3:25). Se menciona que habrá resurrección de justos como de injustos (Hech.24:15).
Los justos son
aquellos que siendo rectos no han conocido la luz espiritual, los injustos son
aquellos que no siendo rectos al conocer la luz espiritual dejan de ser
injustos, por eso resucitan, esto es, a una vida diferente y superior del alma.
Ambos, justos e injustos, se regeneran y mejoran su existencia.
Dios no solo ama
a los buenos y justos, sino también a los malos e injustos. Un Dios que no
puede hacer nada por los condenados, es un Dios fracasado (Mat.5:45; 2Ped.3:9). Dios posee el poder para que desde el interno de cada ser
humano hasta los condenados perpetuamente puedan regenerarse y progresar en la
vida espiritual, todo a su debido tiempo según cada individuo. De otra manera,
si Dios termina destruyendo a la mayoría eternamente, como enseñan algunos, o
enviándoles al infierno perpetuo en venganza, sería un Dios fracasado además de
perverso, un inútil para hacer el bien y hablar la verdad. Pero todos
internamente sabemos que solo el bien y la verdad tienen el poder de cambiar
para mejor el mundo en el cual vivimos.
Podemos
interpretar las Escrituras de manera positiva o de manera negativa, de manera
constructiva o de manera destructiva, de manera alentadora o de manera
desalentadora. Eso dependerá de cada alma, del estado evolutivo en que se
encuentre.
En una
respuesta mía en Quora sobre el alma, mencioné algunas cosas que a
continuación detallo con mayor amplitud.
Alma,
definiciones intelectuales:
1. Entidad
abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el
cuerpo o parte material, constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad
de sentir y pensar.
"el alma no
es una realidad sensible y, por tanto, no puede ser estudiada por la
ciencia"
2. En
determinadas creencias, parte espiritual e inmortal del ser humano separada del
cuerpo tras la muerte de la persona.
"los monjes
escribían en los siglos anteriores solo por la salvación de su alma"
Definición de
los TJ:
“El término
hebreo puede significar literalmente “criatura que respira”, y el griego suele
transmitir la idea de “ser vivo”, “persona, individuo”. Por lo tanto, puede
decirse que el alma se refiere al propio ser, a la criatura o la persona en su
totalidad” jw-org
En ese caso,
desde el punto de vista israelita antiguo, al igual que los TJ, el alma no es
algo abstracto, sino concreto, con lo cual ya estaría en el rango de poder ser
‘una realidad sensible y, por lo tanto, posible de ser estudiada por la
ciencia’.
Pero parece que
no. Y ello ocurre porque se quedan en el significado de la mera palabra, o
sonido, sin entender en profundidad la manera en que se encuentra relacionada
en muchos pasajes bíblicos.
Su creencia
respecto al alma es la aristotélica, la misma que defendía unos de los más
grandes filósofos materialistas, muy en desacuerdo, por cierto, con Platón.
Pero claro, ellos dicen que no siguen a Aristóteles, sino a Moisés que escribió
las sagradas e inspiradas palabras escritas en la Biblia canonizada por Lutero.
Pero el concepto es el mismo, sin importar el texto que lean.
En las
Escrituras el alma es la parte divina, que forma un ser al estar unida en un
cuerpo, en donde lo que alimenta al cuerpo no puede alimentar el alma, pues son
dos cosas diferentes. El cuerpo es el ser externo, el alma es el ser interno,
quien existe al estar asociado al cuerpo vivificado por él espíritu, de cuya
medida es provisto para componer a un ser único.
Todos necesitan
alimentar su alma de alguna manera, aunque muchos nunca se satisfagan y muchos
creen estar satisfechos, y muchos, peor todavía, no ven que tengan que
alimentar alma alguna, porque para ellos no existe.
Pero todos
reconocen que debe existir una “salud” mental, sin la cual el cuerpo pierde su
norte, viviendo una existencia desastrosa. Pero el problema aquí es que no se
ponen de acuerdo sobre qué cosas son necesarias para tener esa salud mental en
estado óptimo, y aún si se ponen de acuerdo, aquello que aconsejan no produce
los resultados esperados.
La avidez en el
uso de las drogas y la búsqueda constante por la música y las fiestas es la
consecuencia de la falta de alimento para el alma, el auténtico, aquel que no
da hambre ni sed constante, sino que satisface de verdad, porque proviene de lo
divino, de Dios, que es el alimento espiritual, que es el espíritu. Quién tiene
ese alimento sabe asimilar y disfrutar plenamente todo lo que pertenece al
espíritu de modo equilibrado.
Hubo un tiempo
durante el cual se pensó que la psicología freudiana era la verdadera
posibilidad de sanarse mentalmente sin necesidad de religión alguna, pero hoy
día se encuentra en entredicho, ya que no ha podido lograr lo que pretendió.
Por eso las
Escrituras hablan de una muerte que es del cuerpo y de otra clase de muerte,
que es la del alma, que ocurre cuando esa alma no se alimenta del espíritu, no
de simple pan. Jesús resucita a las almas muertas, no a los cuerpos de personas
muertas.
Esta es la
definición que dan las Escrituras sobre lo que es el alma, pero que la mayoría
nunca lo explica de ese modo porque no lo percibe, ni entiende, y lo
malinterpreta, al insistir, por ejemplo, que es el cuerpo de cualquier criatura
viviente, o que es algo abstracto en vez de intangible, pero tan vital y
necesario como el agua y el pan para sostener viviendo el cuerpo.
¿Respiran los
espíritus? Entonces, no son almas, ya que para algunos ese término aplicaría
únicamente a cuerpos físicos, vivos, o muertos.
Ah, pero un
detalle que se les escapó a los inspirados Mositas: las plantas, ¿son o tienen
alma? Digo esto porque respiran y se mueven, son seres vivos, y hasta se ha
visto que son sensibles a la alegría y la tristeza.
Se suele
responder que el alma es la persona, y punto. Muy bien, pero, está para todos
por demás claro que una persona es algo intangible presente en un cuerpo
tangible. Decir que el alma es el cuerpo vivo de una persona es responder muy
ignorantemente. Si pierdes los dos brazos y las dos piernas en un accidente,
¿serás ahora un alma mutilada? ¡Pues claro que no! Seguirás siendo la misma
persona, solo que ahora si no te haces una prótesis, no podrá caminar ni usar
los brazos, pero como persona eres el mismo de antes, solo que con otras
experiencias de vida, que pueden ser peores, o hasta mejores, eso es todo.
Así que el alma
no es algo tangible, pero no es abstracta, sino real, solo que intangible.
Quien toca el cuerpo de una persona no está tocando su alma ni a su persona,
sino a su cuerpo.
El pasaje de
Ap.8:9 ha sido cambiado en las traducciones porque nadie entiende de qué habla,
donde dice que en el mar hay criaturas que tienen alma y otras no. Por supuesto
que no está hablando del mar literal ni de animales marinos, sino de personas,
donde hay quienes tienen alma y otras ya la habían perdido, y quienes todavía
la tenían, terminaron perdiéndola. Quienes pierden su alma son los que viven
como criaturas en el mar pero se encuentran muertas espiritualmente. Son las
personas de este mundo y del mundo de los espíritus que afirman que el alma no
existe.
Por lo tanto,
muchas veces es mejor decir que no sabemos ni entendemos realmente lo que es el
alma antes de hacer afirmaciones a veces muy tontas, enseñando algo con tanta
seguridad como lo hacen algunos, como aquellos que enseñan que el alma no
existe. Eso ya es el colmo del fanatismo, la soberbia o la insensatez.
Cuando se habla
del alma se habla de algo que desde antiguo se hablaba, y era un concepto que
siempre estuvo en debate, porque no todos captaban y creían y creen lo mismo, y
ese debate se puede apreciar incluso en la Biblia, donde en el AT (la fuente
del cristianismo) se esconde detrás de frases que son totalmente oscuras para
muchos.
Hay quienes
creían que esa palabra solo habla de un ser que respira, de cualquier ser vivo,
pero otros, de un ser que reflexiona, no solo que respire. Y esto porque la
misma reflexión humana era la que le asignaba un sin saber del porqué ni de
dónde viene la vida al usar tal expresión desde cuando comenzaron a usarla,
siempre fue visto como algo milagroso.
Si veían que una
araña hacía su tela y cazaba para vivir y procrear, la araña era un alma más de
las tantas almas distintas creadas por un dios, sea que la propia araña lo
supiese o no (lo más probable). Pero nadie querría ser una araña, sino que
todos más bien deseaban ser como un tigre o un león, o un águila, aunque lo más
probable fuese que estos felinos y aves no sabían que eran almas. Es la
reflexión humana que lo afirma, y eso solo, ya es lo más grandioso para
empezar, ¿no?
Así que sí,
mientras el alma es ‘el que respira’, el ‘espíritu’ es lo que respira el alma
para vivir, y eso se usa para ilustrar, a partir de lo material lo espiritual
Se suele
preguntar si “tienen alma”, en vez de si “son almas”. Muchos discuten si se tiene o se es un alma.
Si bien en
ningún pasaje se menciona nada sobre el ‘alma angelical’, si menciona que Dios
es un alma, una alma que siente, recuerda, se enoja, etc.
Samuel 2:35;
Salmo 11:5 24:4; Proverbios 6:16; Isaías 1:14; 42:1; Jeremías 5:9; 6:8;
12:7; 14:19; 15:1;
32:41; 51:14; Lamentaciones 3:20;
Ezequiel 23:18; Amos 6:8; Mateo 12:18; Hebreos 10:38.
Claramente
asocia “alma” con persona, donde reside la memoria, el intelecto, la sabiduría,
el conocimiento, la experiencia, etc. Es un ego. Y Dios no vive en ningún
cuerpo físico, con lo cual un cuerpo físico vivo no es exactamente un alma ni
viceversa.
Quienes buscan
el alma en el cerebro o en alguna otra parte no entienden que el cerebro se
alimenta de materia, pero el alma del espíritu de Dios.
Por eso me da
mucha risa cuando hay quienes enseñan, y puntualizando, que el alma es mortal.
Si Dios es un alma (o tiene un alma), entonces morirá, porque el alma no es
inmortal. Así, toda su retórica sobre su prédica se desmoronó.
A su vez surge
algo interesante cuando en los evangelios se dice que no se debe temer a
quienes solo puede matar el cuerpo pero no el alma. Está claro que lo mortal es
el cuerpo, pero quien escribió eso pensaba que la persona o el ego no muere al
ser destruido el cuerpo por algún asesino o en un accidente. De alguna manera
en los evangelios se señala que los egos o personas perviven la muerte del
cuerpo. No obstante, también dice que el alma puede ser destruida, pero solo
por Dios.
Y en Dan.12:2 se menciona algo que no se entendería si se tratara solo de una resurrección física, de un volver a vivir del alma corpórea, aspecto explicado al principio de este artículo, donde mostré que nada dice sobre la condición del alma después de la muerte física, ya que solo habla de la condición de vida espiritual del alma, algunos de una manera y otros de otra, y una tercera formando parte del resto de la humanidad, dormidos o muertos espiritualmente. Para conocer el estado del alma luego de la ‘muerte primera’ o la natural, debemos ver otros pasajes del NT.
Un pasaje cristiano donde muestra que el ser humano sigue vivo después de morir físicamente es 2Cor.5:1-10. Después de mencionar las cosas que dice, como que ‘estando en el cuerpo físico se está ausente del Señor’, y viceversa, y que la esperanza cristiana es el reemplazo del cuerpo físico por uno “de vida”, finaliza diciendo en el vv.10 que esto es de esa manera porque “es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.
“Todos” debemos
estar frente al “tribunal de Cristo”, y ello no es posible en un cuerpo
material, sino en un cuerpo distinto donde allí habite nuestra alma que debe
comparecer ante Jesús por las cosas que hizo estando en ese cuerpo material que
ahora dejó de ser, al corromperse en el ciclo biológico en la muerte. La
recompensa, por lo tanto, es después de finalizar esta vida en este cuerpo.
Es muy llamativo
que en ese pasaje se hable diciendo ‘estaba en el cuerpo’. ¿Quién es el que
estaba en el cuerpo? Si el alma es el cuerpo mismo de una persona mientras está
viva, entonces habría dicho de cuando era una persona o alma humana. Pero al
diferenciar la persona o alma del cuerpo, queda claro que no son una misma cosa
desde el punto de vista de Pablo.
Parece muy
extraño que existan personas creyentes que nieguen usando la misma Biblia lo
que la misma enseña cuando se lee sin anteojeras. Quienes enseñen otra cosa es
porque no han leído bien las Escrituras, más allá de si lo crean o no, eso es
lo que se enseña en el NT.
El problema se
suscita de cuando buscan armonizar ciertos pasajes del AT, como los de
Eclesiastés y textos como el Sal. con el NT, algo imposible, porque son dos puntos
de vista diferentes, algo que algunos no pueden admitir, al suponer que
cualquier libro bíblico son del mismo autor que consideran es Dios, y eso no
puede suceder. Pero sucede, porque los libros bíblicos son escritura humana que
transmite pensamientos humanos atribuidos a Dios.
Otro pasaje bien
claro es 1Cor.15:32: ‘Si los que mueren no son levantados, comamos y bebamos
porque mañana moriremos (y para siempre)’. La resurrección está mal entendida
en el sentido judío clásico, que debe ser el mismo cuerpo que ha muerto, o la
sumo recreado en otro cuerpo físico, pero exactamente el mismo, porque la
persona era considerada indisoluble del cuerpo. Que los corintios no tenían
claro este tema a pesar que ahora eran seguidores de la nueva fe queda expuesto
sobre cuando en sus dudas se preguntaban en qué tipo de cuerpo resucitarían los
muertos. Es que las ideas judías sobre la resurrección estaban muy arraigadas
en su cultura, y el AT no les ayudaba a verlo de otra manera. Pablo ahora les
mostró que resucitarían en cuerpos espirituales, es decir, después de morir en
el cuerpo físico en este mundo se resucita en otro cuerpo que Dios provee al
alma para que continúe viviendo en un mundo diferente. Esto era pues y es la
esencia del evangelio, más allá de si es aceptado o no. Pero predicar que el NT
enseña que el alma es el cuerpo vivo de una persona equivale a mentir.
Ahora, pretender
demostrar estas creencias científicamente en un laboratorio es pedir algo
imposible, porque esencialmente el mundo intangible espiritual opera por fuera
de las leyes físicas que la ciencia usa, además de operar y manifestarse bajo
la voluntad de inteligencias específicas en momentos determinados y no de modo
preestablecido y constante, y lo más importante, es que tales fenómenos les ha
hecho mucho bien a quienes las experimentaron y creyeron, y al reverso, no sé
muy bien por qué, les ha dado una rabieta enorme a quienes viven despotricando
contra su verosimilitud. Por mi parte me siento feliz por tan solo que a tantas
almas eso las haya ayudado a vivir mejor. Con esa evidencia, me es suficiente
para creer en su poder.
1Tes.5:23, más
allá de que se lo crea o no, quien escribió eso demuestra que para él, el ser
humano está compuesto por tres partes: cuerpo, alma y espíritu. Ahora bien, sabiendo
esto, ¿podemos decir que el ser humano está compuesto de tres partes o que es
un conjunto de esas tres partes? Por ejemplo, no estaría mal que uno dijera que
“tiene un cuerpo”, así como “un espíritu”, con lo cual parecería que tampoco
sería impropio que dijera “tengo un alma”, y no que “soy un alma” a pesar que
la persona misma es el alma. Pero el punto es, ¿quién es el que tiene? Si la
persona es el alma, es el alma que tiene un cuerpo y se alimenta del espíritu
para vivir, del mismo modo que alimenta su cuerpo con la materia. Así que
cuando se dice “tener un alma”, esa alma se encuentra en el error, está equivocada, porque es el alma la que
habla, que solo puede tener lo que no es ella misma. No es ni su cuerpo ni su
espíritu.
A su vez, la
persona, no solo es el alma, sino unida a su cuerpo y con su espíritu, deja de
ser “esa” persona al perder su cuerpo por el espíritu que lo vivifica, pero por
el poder de Dios llega a ser ‘otra’ persona en otro cuerpo con el espíritu
vivificador, con lo cual el alma continúa siendo lo que era.
De acuerdo a
Gén.2:7 el ser humano se compone de “un cuerpo”, “un alma” en forma de soplo, y
“un espíritu” que lo hace “viviente”.
Entonces Jehová
Dios formó al hombre del polvo de la tierra (cuerpo), y sopló en su nariz aliento
de vida (alma), y fue el hombre un alma viviente (espíritu). RV60
Quizá no se
entienda de modo claro, pero el agregado de la expresión “viviente” demuestra
que ahora habla del alma formada a partir del ‘soplo de Dios’. Se trata del
alma humana que vive gracias al espíritu que opera en conjunción con el cuerpo
formado en plena armonía a la voluntad divina.
Y quien escribió
Génesis fue otra persona que vivió muchos siglos antes. No obstante notamos un
acuerdo entre ambos en su sentido filosófico.
Y allí nos dice
que lo que da vida es el espíritu, que curiosamente también esa palabra tiene
su raíz en soplo, aliento. Y de allí sabemos que sin el espíritu de Dios nada
vive, hasta el alma muere. El solo hecho de que tanto el alma como el espíritu
se asocien a la vida, muestra que el espíritu proviene de Dios, el alma es la
que lo recibe para estar viva como un ego independiente y en un cuerpo acorde,
ambos creados por Dios. El único eterno e inmortal es el espíritu, que da vida
a todo y se encuentra en Dios. Por eso, quien con Dios siempre esté, igual de
eterno será.
Estas tres
partes es la trilogía de la composición, tanto de Dios como del hombre. Dios
posee un cuerpo, que no es material sino de otra dimensión, en la que habita o
se reviste su alma y que es viva siempre por su propio espíritu, que es santo.
Y el humano
también, posee un cuerpo donde habita su alma, que es su ego, y que vive por el
espíritu, que viene de Dios. Tanto Dios se compone de una trinidad como también
el ser humano, algo que sería lo lógico si fue creado a “imagen y semejanza” de
Dios.
Y eso es la
trinidad, nada que ver con el dogma cristiano de la ST, ni con la posición
binomial de ciertos creyentes, que solo hablan de 2 personas distintas y un
solo espíritu.
Que a algunos este concepto le parezca impropio porque en Génesis cuando habla de los animales creados por Dios menciona que son almas, es porque entienden literalmente ese pasaje, pensando que los animales son también almas. Pero no pueden serlo, porque ya vimos que el alma es cada persona, y los animales no son considerados personas, sino muy diferentes al ser humano. No obstante, en Génesis se usa a los animales como estados de evolución de las almas.
¿Se puede
demostrar todo esto en un laboratorio? No, porque es una idea metafísica, un
concepto que usa razonamiento filosófico, y es sobre ese tipo de ideas que la
Biblia ronda.
Han existido y
siguen ocurriendo muchos fenómenos que no pueden ser verificados para
roturarlos en un concepto materialista al antojo de los ateos, y gracias a Dios
que no se pueda, porque de otra manera estaríamos siendo presa de la malignidad
de los recalcitrantes enemigos del bien y la verdad (que no me refiero a los
ateos en su conjunto, sino a quienes manifiestan esas malas cualidades del
ser).
Suelo leer
repetidas veces de sus expresiones que “las experiencias personales no son
prueba de nada”. Si claro, no serán tomados como evidencia por quienes no
quieran creer, pero baste que sean prueba para quien los experimente y le hagan
bien en su vida y los ayuden a superarse y en ser amables con los demás. Tan
solo por eso lo celebro, por la evidencia tangible de verlo actuar mejor aunque
personalmente no pueda verificar si su experiencia fue realmente paranormal o
fue otra cosa.
Personalmente he
tenido experiencias paranormales, que ni mis hijos las creen, pero no me
afecta, no me interesa que las crean, personalmente estoy totalmente seguro por
haberme tomado el trabajo de haberlas verificado para que no fueran
equivocaciones y malentendidos, ni coincidencias inexplicables algunas. Fueron
claramente el resultado del accionar de inteligencias de seres invisibles, y es
todo lo que puedo decir. Uno de mis hijos que me contó de una de sus
experiencias paranormales, es quien, paradójicamente, no me cree cuando le
cuento una de mis experiencias.
Cuando uno lee
con atención los pensamientos de Pablo nota a veces una afectación notable,
algo así como que “no tenía todos los patitos en fila” o “no le llegaba el agua
al tanque”. Pablo sin duda era un fanático y pasional, y esa condición nubla el
razonamiento y la cordura. Y esto lo podemos decir en base a sus cartas
auténticas, que son solo 7 de las 14, aunque seguramente hasta sus cartas
auténticas sufrieron ediciones posteriores por sus seguidores.
Por ejemplo,
para introducir la muerte vicaria lleva al extremo de la irracionalidad el tema
sobre la misericordia de Dios y el tema del pecado, donde enseña que la ley de
Moisés fue dada para señalar que todo ser humano es practicante del mal, porque
de otra manera habría quienes vivirían al cumplirla. Y cuando dice “vivirían”
está hablando en el cuerpo físico. Aquí se nota que derrapa.
Nunca nadie
pretendió vivir siempre sin morir en la tierra, la muerte es un proceso
natural de la existencia de los cuerpos
materiales. De hecho, sin muerte no existiría evolución ni progreso. Y en el AT
se preguntaban adónde iban los muertos humanos después de morir, porque nadie
lo sabía. Nadie oyó hablar de alguna resurrección, y si alguien la imaginaba,
no podían hacerlo salvo en los mismos cuerpos físicos.
Solo cuando aparece el NT, aparece una nueva manera de ver la esperanza de vida trascendente, pues allí tenemos registrado lo que creían Pablo y sus seguidores en los evangelios.
Solo que en ninguna parte se habla de la “resurrección
de la carne”. Ese concepto fue introducido por la iglesia ante la propia
incomprensión que tenía de su lectura del AT.
El grano que se siembra muere y nunca resucita
nuevamente (1Cor.15:37, 38), solo aparece renovado y continúa existiendo por
siempre en la medida que se forma la nueva planta con nuevos granos de la misma
especie. Quien existe siempre es la planta que brinda esos granos, nunca vuelve
la misma planta que murió, sino una similar.
Al comienzo de este artículo hay un enlace mediante
la imagen al sitio de Wikipedia, donde analizan este tema sobre la resurrección.
Cuando citan los pasajes de los salmos 103 y 16, no se trata de ninguna
hipérbole “para significar una preservación temporal de la muerte”, sino una
expresión profética (no predicción, por favor) de lo que creía el salmista
sobre todos aquellos que esperaban confiados en Dios luego de la muerte física.
Los cristianos la aplicaron a Jesucristo, pero por ende, aplica a todos los que
resucitan igual que él.
La confusión viene al considerar los “milagros” de
resurrección, que en las Escrituras son las verdaderas hipérboles para señalar
la resurrección espiritual, esencial para que el alma pueda ser revestida de
otro cuerpo después de perder el cuerpo físico.
Allí también consideran el pasaje de Dan.12:2, y
dicen algo totalmente incorrecto cuando afirma que “es uno de los textos más
importantes sobre la resurrección de los muertos en la Biblia hebrea”,
considerada como “resurrección individual”. Ese pasaje no habla de ninguna
resurrección de los cuerpos muertos de las personas convertidas en cadáveres en
las sepulturas, sino de la resurrección del alma, que es otra cosa muy
diferente, que obviamente quienes escribieron eso no lo entienden.
Solo hay un detalle que hacen muy bien de introducir,
sobre el cual pocos lo consideran al momento de hablar sobre este tema, y es
cuando refieren sobre el “cuerpo” de Jesús resucitado según es manifiesto en
los evangelios, al decir que “este cuerpo está sustraído de las condiciones
habituales de la vida terrena: no reconoce los límites físicos”, citando en
apoyo el pasaje de Juan
20:19, aunque hay varios más. Eso solo demuestra que el cuerpo no era el
físico natural humano, sino uno muy diferente, el cual Jesús podía hacerlo
aparecer a su voluntad en el lugar y momento deseado.
Este aspecto mencionado en los evangelios, es quizás uno de los más concretos al momento de brindar verosimilitud a las experiencias manifestadas de haber llegado a ver a alguien resucitado, ya que se relaciona con experiencias reales de materialización, que solo los escépticos más recalcitrantes niegan, pero que han sido fenómenos bien documentados, especialmente durante el siglo XX.
Más adelante, cuando introducen a Dag Øistein Endsjø,
confunden ‘recreación’ del cuerpo muerto con ‘transformación’. Los griegos
entendían la transformación, no la vuelta a la vida de los cadáveres en cuerpos
de carne de nuevo, con lo cual, el tema se centra más en la errónea
interpretación de las palabras al momento de transmitir una idea.
En su alusión a Pablo en el Areópago, manifiestan
que ‘al referirse a la vida futura no menciona la inmortalidad del alma, sino
que solo trata de la resurrección de los muertos’. Era obvio que no lograban
captar la ‘transformación’ requerida para la continuación de la vida del alma,
porque suponían algunos que la continuación de la misma era automática, ya
implícita en el alma misma, sin necesidad de cuerpo alguno.
Y al mencionar a Cabodevilla, llegan a decir que “el
mensaje de los Evangelios (a diferencia de la filosofía griega) nunca menciona
la «inmortalidad del alma». En realidad la menciona, solo que no la expresa de
ese modo, sino como “la continuidad del alma” al ser rescatada, ya que el alma
es mortal, y sufre la ‘muerte segunda’, que es la condenación, pero la sufre
estando consciente, no inconsciente. De lo único claro es que no existe lugar
de tormento eterno vengativo, padeciendo el ardor del cuerpo constantemente, sino
un estado del alma que la misma se labra en función de lo que cree y hace en la
vida.
Por lo tanto, la resurrección de Jesús no fue “en la
carne”, y el Credo que repiten los cristianos católicos al respecto es una
confusión en este tema.
[1] Todos
los textos que llevan a malinterpretar el concepto del alma y de la condición
de los muertos, textos que lo hacen de modo directo, son Ecl.9:2-10; Job 14:10
y Sal.146:3, 4. Todos los otros textos que suelen citarse agregados a los
expuestos, pueden ser perfectamente interpretados de otra manera. Quienes
predican esta ideología, como los TJ, parten de una interpretación literal del
Génesis, donde ellos entienden que Adán y Eva fueron creados para vivir
eternamente, sin tener que morir nunca biológicamente, en la tierra (ver
jw.org). Este concepto no lo tenían ni los judíos, porque es raro llegar a
establecer una existencia de ese tipo para un ser humano limitado a los
confines biológicos de una existencia física, en donde las capacidades son muy
restrictivas. Podemos tener cierta evolución, pero físicamente estamos muy
limitados, fácil de ver al contemplar la imaginación ilimitada humana, que
desencaja en una existencia física eterna.
[2] Estos
tres pasajes, no solo revelan la idea que tenían de la resurrección los judíos
del primer siglo, sino el enfoque diferente cristiano sobre dicha esperanza,
indicando que la misma consiste en pasar a vivir en otra dimensión fuera de la
tierra. Y en Luc.20:36 llama a los tales “hijos de la resurrección”, es decir,
una “nueva creación” (2Cor.5:16, 17), algo distinto a ser “hijo del hombre” o
humano. No obstante, el verbo resucitar (ἐγείρονται,
“resucitan”) en todos los pasajes no se encuentra en futuro (resucitarán), sino
en presente, tipo continuo, es decir, un suceso que venía ocurriendo y
continuará, tal como es aplicado a los patriarcas así como a los que escuchaban
y a los que leen esas palabras en cualquier tiempo posterior.
[3]
Curiosamente en dicho pasaje de Mateo menciona que Dios puede hacer que hasta
el cuerpo vaya al infierno junto con el alma.
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